martes, marzo 25, 2014

SÚPLICA A LOS DIOSES DEL MAR





¿Por qué no resuenan las caracolas de los tritones por todos los confines del océano? ¿Dónde están las hermosas nereidas y los delfines, que no rebuscan entre las espumas y las ondas, en las profundas simas y en las arenosas orillas de las playas a quienes se han perdido tragados por la mar? ¡Ay, Neptuno y Anfítrite, mientras vosotros estáis en amable coloquio, despreocupados de lo que ocurre en vuestros vastos dominios salados, quienes han perdido en ellos a los suyos lloran lágrimas amargas. Dejad pues la conversación y llamad a rebato a todas las criaturas marinas para que busquen y encuentren. Ya que no podéis salvar a los náufragos, devolved al menos lo que de ellos quede a sus familias.


NOTA: Me sumo al dolor de las familias que sufren la incertidumbre y el desconsuelo de haber perdido a los suyos en el mar.


*Neptuno y su esposa Anfítrite, detalle de un relieve en el Museo Altemps de Roma. Foto: Isabel Barceló.

jueves, marzo 20, 2014

EL FUNERAL DE CAYO JULIO CÉSAR



Dedicado a Toni Zarza Sepúlveda, admirador de aquel gran hombre.





Roma. De la noble Marcia Emilia a su amiga Escribonia en Valentia. Salud. 


“… estoy segura de que Calpurnia agradecerá mucho tus palabras de condolencia cuando reciba tu carta. En cuanto a lo que me pides, amiga mía, es poco menos que imposible pues ¿quién encontraría las palabras adecuadas para describirte el funeral de César?

Desde todos los barrios de Roma se veía el humo oscuro ascender hacia el cielo procedente del centro del foro. No ha sido la primera vez, ni será la última que las llamas ocupan el lugar reservado a las palabras aunque, en esta ocasión, el fuego no brotaba de una acción iracunda, sino del mismo corazón de los romanos, que han perdido a un hombre grande. Sí, el cadáver de César ha sido incinerado en el foro y no el Campo de Marte, donde estaba preparada la pira funeraria. Y no ardía la ira, sino el dolor.

Mas no debo precipitarme en el relato de lo acontecido. El lecho de marfil sobre el cual yacía el cadáver de César fue depositado, como es costumbre, al pie de la rostra, enmarcado por grandes cortinajes. A un lado colocaron los trofeos, símbolo de sus muchas conquistas para gloria de Roma y, al otro, su último galardón: la toga ensangrentada que vestía cuando fue abatido por los puñales de los asesinos en el interior de la curia, pues ni siquiera respetaron un lugar que deberían considerar sacro.

Nuestra querida Calpurnia estaba de pie, junto al lecho fúnebre. Te hubiera impresionado su dignidad, pese a que su rostro revelaba los estragos ocasionados por el sufrimiento. Estaba ensimismada y recuerdo que pensé que quizá se representaban en su memoria los rostros de las esposas y de las madres de los asesinos. ¡Qué monstruoso es pensar que con ellas había compartido la mesa en los banquetes, los ritos secretos en las fiestas de la Bona Dea, el cuidado de la imagen de Fortuna Muliebris cuando era recién casada, la última fiesta Lupercalia hace apenas un mes, cuando ella misma se expuso al azote de los lupercos junto con Porcia, la mujer del Bruto amado por César que ha sido uno, si no el principal, de los magnicidas! 

No era Calpurnia la única abrumada por la brutalidad del asesinato y la enormidad de la traición. Todas las personas que llenaban el foro para dar el último adiós a César estábamos sobrecogidas. Cuando Marco Antonio leyó el testamento, escuchamos con estupor que César tenía tanta confianza en algunos de sus asesinos que les había encomendado la tutela de su hijo adoptivo, Octavio, y les había legado a título personal bienes que le eran muy queridos. A ese hombre extraordinario, el más grande que ha dado Roma, lo habían asesinado personas a las que él amaba, hombres a los que con gusto hubiera llamado hijos y que fingían tenerle amistad, a los que había perdonado la vida pese a que lucharon como enemigos suyos en la guerra civil. Era insoportable admitir que Cesar no había sido vencido en la guerra, sino en la paz, y que con él quedaban derrotadas la concordia y la clemencia. 

A esa conmoción, enorme ya, se unió la de saber que César legaba al pueblo romano sus jardines del Trastevere con sus innumerables obras de arte para que los ciudadanos disfrutaran libremente de él, además de una ingente suma de dinero que la propia Calpurnia había depositado ya en las arcas del tesoro. Ante todo esto la gente rompió a llorar de emoción y de rabia. Y apenas terminada la oración fúnebre, sin esperar a que trasladaran el cadáver a la pira funeraria, dos soldados enardecidos arrimaron sus antorchas al catafalco y enseguida empezó a arder.

Cesar merecía ser incinerado en el foro, en el centro social y político de Roma, en pleno corazón. La muchedumbre corrió a buscar objetos con los que alimentar el fuego: hicieron astillas de los muebles, trajeron leña desde la pira, arrojaron ropa, muchas mujeres se arrancaban las joyas para lanzarlas a las llamas. Todo era conmoción y dolor, un gemido colectivo que se expresaba en los gritos y lágrimas tanto como en el humo negro y en las ardientes lenguas que escalaban el cielo. Del barrio de la Subura, donde se había criado y gozaba de muchos partidarios, no cesaba de ir y venir gente acarreando objetos para engrosar la hoguera. Los judíos lloraban sin consuelo, nadie les había mostrado nunca la amistad que les obsequiaba César y sus mujeres no consentían en alejarse de la improvisada pira. 

Tres días con sus noches ha estado ardiendo la pira funeraria en el foro, un duelo largo y agotador del que han huido los asesinos tras haberse refugiado en un primer momento en sus casas: Roma ya no será para ellos un hogar….”






NOTA: El 20 de marzo del año 44 a.C. se celebró el funeral de Cayo Julio César.

* Escultura de César en la avda.de los foros imperiales.

**Imagen de la rostra, la tribuna desde la que los oradores se dirigían a los ciudadanos y también donde se pronunciaban las oraciones fúnebres en los funerales públicos.

***En el centro de la imagen, se ven los restos del templo de César y, bajo un tejadillo y tras los restos del muro central, está la base de la columna que señala el lugar donde fue incinerado César.

**** Hojas de acanto en el foro. Todas las fotos son de Isabel Barceló

miércoles, marzo 12, 2014

CLODIA [O LESBIA] PREPARA UN BANQUETE




"- Vamos, vamos – apremió Clodia al jefe de los esclavos del comedor para que terminasen cuanto antes de perfumar el suelo con una infusión de verbena-. Los invitados están a punto de llegar.


Hasta el comedor de verano, una sala de exquisitas proporciones recién terminada, llegaba el rumor del agua del río. A las guirnaldas pintadas al fresco en las paredes, los servidores habían añadido otras, de flores naturales, en torno a la mesa. Cuatro pomos con ramas de ciprés, cintas y hojas de acanto adornaban las esquinas y de las paredes colgaban más de dos decenas de lámparas de aceite. Clodia pensaba trasladar la fiesta al jardín, a la luz de las estrellas, cuando hubieran terminado de cenar y soplara el viento fresco. ¡La ciudad resultaba tan calurosa…! Había dispuesto cerca de la orilla varios triclinios bajo un toldo ligero, cojines y teas."


Texto extraído de la novela LA MUCHACHA DE CATULO.


NOTA 1: Estos fueron algunos de los preparativos que hizo Clodia en su villa a orillas del Tíber para un banquete que pasaría a la historia. Ahora se dispone a compartirlo con buenos amigos en Granada. Sería un placer encontrar allí a quienes queráis acompañarnos en las II Jornadas de Novela Histórica de Granada los días 15 y 16 de marzo. 


NOTA 2: Os dejo el enlace a una entrevista que me hicieron en el programa "Cruce de caminos" dirigido y presentado por Carmen Laínez, que emite la radio de la Universidad Politécnica de Valencia, el pasado día 6 de marzo. 

* Ambas fotos pertenecen a pinturas murales en la considerada Villa de Clodia junto al Tíber. Museo Termas de Diocleciano, Roma. Fotos: Isabel Barceló

lunes, marzo 10, 2014

FORTUNA PROTEGE LOS VIAJES




De Popilia a su nieta Lucila. Salud.

Esta misma mañana me he acercado al templo de Fortuna para ofrecerle un sacrificio y pedirle que te proteja durante tu próximo viaje. ¡Cuando pienso en cuántos templos y altares le dedicó a esta diosa el rey Servio Tulio, me admiro de su sabiduría! Demostró una gran perspicacia al captar la importancia de esta diosa en nuestro devenir cotidiano y en el de nuestra propia Roma.

He acudido al más antiguo e importante de todos, el que es gemelo del de Mater Matuta, junto al foro Holitorio. Me apetecía caminar un poco y acercarme a la orilla del Tíber. El rumor de sus aguas es música para mí. Y mientras contemplaba la corriente, el bullicio y el trasegar de barcas, he pensado en todo lo que es pasajero y breve: el día, la primavera, nuestras vidas. 

Y se me ha ocurrido pensar que quizá Servio Tulio, al dedicar un santuario a la Fortuna breve, quizá lo hizo para advertirnos de la necesidad de estar atentos a cualquier oportunidad, por insignificante que nos parezca. Con frecuencia es un pequeño detalle de apariencia poco importante o banal, el que nos conduce a un éxito o a un fracaso. 

Aprovecha, pues, Lucila mía, todos los instantes y todas las oportunidades que te brinde este viaje. Sé que lo disfrutarás y, lo que es más importante, regresarás más rica en sabiduría y experiencia. Cuídate mucho. 


NOTA: Queridos amigos, este post me lo ha inspirado la noticia del descubrimiento - aunque quizá se refiera a la excavación arqueológica - del templo de Fortuna, uno de los más antiguos de Roma.

Por otra parte, la idea del viaje viene a cuento de que los próximos días 15 y 16 estaré en Granada, participando en las II Jornadas de Novela Histórica de Granada, en inmejorable compañía...  Podéis consultar el programa y los participantes aquí


*Área de Sant'Omobono, donde estaban los templos de Fortuna y de Mater Matuta que se citan aquí, y donde ha sido excavado ese templo más antiguo. Foto: Isabel Barceló.