A la reina Dido no le sirve de mucho tomar baños con aceites aromáticos, aplicarse los ungüentos que le prepara Morgana para refrescar la piel y ataviarse con sus mejores túnicas y alhajas. Eneas la mira distraído e, incluso, a veces, parece observar algo situado más allá de ella, como si su carne fuera transparente. El troyano ya no busca su cuerpo con el mismo ardor, aunque ella se esfuerza en inventar nuevas caricias y se le ofrece de la manera más gentil y seductora. Las risas y los juegos en el lecho han sido sustituidos por la premura y la rutina, una exigencia carnal que se agota en sí misma y ya no produce besos tiernos, confidencias, alegres competiciones en las que se disputa sobre quién ama más a quien.
La reina ya no tiene dudas: quien más ama es ella. Y con creciente angustia trata de recuperar el terreno perdido. Redobla sus atenciones, está pendiente de satisfacer los más pequeños deseos de su amante, incluso antes de ser formulados. El más leve signo de contrariedad en el rostro de Eneas desencadena sus temores y le produce una aguda desazón. No le ha pasado desapercibido el distanciamiento cada vez mayor entre troyanos y cartagineses. Para zanjarlo, ordena al Príncipe del Senado y al noble Acus no contrariar a Eneas en nada y rechaza escuchar sus apelaciones al sentido común y a sus responsabilidades.
Crecen a su alrededor las miradas de reproche. O eso le parece. Incluso su mejor amiga, la noble Diana, quien tanto le apoyó en sus amores con el príncipe troyano, ha variado su actitud. Sutilmente le ha ido haciendo advertencias acerca del peligro de una pasión desenfrenada. Dido protesta: ¿Quién tiene autoridad para fijar los límites y las dimensiones del amor? Nadie señala a una madre hasta dónde debe llegar la devoción por sus hijos. Ninguna persona en el mundo se atrevería a ordenar a una hija que moderase su amor por sus padres ni le impediría sacrificarse por ellos. Y el amor entre un hombre y una mujer ¿por qué habría de ser diferente? ¿Cómo exigir al corazón y al alma que se entreguen sólo un poco, una parte nada más, como si fueran divisibles?
Desde el día de su disgusto con Barce, Dido se siente, además, muy sola. Añora los cuidados y la compañía de la vieja nodriza, su capacidad para guardar silencio y su manera afectuosa de estar al lado suyo. Es, seguramente, la persona que mejor y más íntimamente la conoce, aquella a quien nada se le puede ocultar. Pero aún le escuecen sus palabras, tan injustas hacia Eneas, y de ningún modo piensa en una reconciliación. “Lo más importante ahora es mantenerme tranquila, estar serena”, se repite a sí misma. El tiempo juega a su favor. Tiene todo el invierno por delante para resolver los pequeños desencuentros con Eneas y celebrar bodas con él. Debe concentrar en esto su tesón y energía, desplegar todas sus armas de mujer.
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- Nos vamos – dice Eneas.
Está de pie en medio de la cabaña de paja que ha servido durante meses de alojamiento a sus colaboradores principales, sentados ahora en torno a él sobre cajas y escabeles. Por entre los postes que sostienen la techumbre se vislumbra la playa, embestida por los lametazos de un agua gris y opaca, turbulenta. Cada día crecen en intensidad el olor salino y el fragor de las olas.
- ¿Quieres que nos hagamos a la mar ahora? – pregunta su lugarteniente Ícarus, a quien esta declaración ha tomado por sorpresa –. Hemos pasado meses y meses de ociosidad y pretendes embarcar justo cuando estamos a las puertas del invierno. ¿Quieres hundir del todo a la nación troyana?
- Quiero irme, nada más. Y no me ayudan tus sarcasmos. Si tienes miedo…
- No soy un gallina, bien lo sabes – responde Ícarus –. Y todos deseamos largarnos de una vez. Pero dudo que sea prudente el hacerlo ahora.
- Si nos damos prisa, podríamos cruzar hasta las costas de Italia en unas cuantas jornadas – interviene Palinuro. Sus palabras tienen mucho peso, pues no en balde es el timonel más experimentado y seguro de la flota.
- ¿Y, si alcanzamos esas costas, nos dará tiempo de construir refugios y conseguir comida para afrontar el invierno? – reflexiona en voz alta Cloanto, cuya mayor edad lo hace especialmente vulnerable a las penurias.
- Siempre que no lo desperdiciemos discutiendo aquí – contesta con sequedad el príncipe –. Además, nos llevaremos de Cartago la mayor cantidad posible de provisiones. Y otra cosa muy importante: todos los preparativos han de realizarse deprisa y en el más absoluto secreto.
Pese a lo sorprendente del anuncio y la brusquedad con la cual se está desarrollando la reunión, algunos rostros empiezan a manifestar alegría y, poco a poco, se va contagiando a otros. La idea de partir les resulta estimulante, pese a las dificultades. Como si salieran de un letargo, el propósito de fundar la nueva Troya abandona la bruma en la cual ha estado envuelta en los últimos meses y cobra fuerza en sus corazones. Un sentimiento de euforia los empuja a hablar todos a la vez, felicitándose, animándose a emprender esta próxima aventura.
- ¿Por qué tanta prisa y tanto secreto, Eneas? – dice la amazona Iskias. Y sus palabras suenan como el granizo al rebotar contra el metal de los escudos. Todos los asistentes callan.
- Dime, Iskias ¿Desde cuando le exiges explicaciones a un príncipe?
La amazona hace un esfuerzo para contenerse. Con gusto le habría respondido: desde que lo veo comportarse como un villano. Pero no quiere provocar una disputa grave.
- Te confundes: no me dirijo al príncipe, sino al hombre. Y lo hago porque me extraña tu conducta, cuando tantos dones y tantos favores has recibido de la reina y de Cartago.
- Mis razones no te conciernen. Ya me entenderé yo con la reina.
Los ojos de ambos echan chispas como cuando en un combate a muerte chocan las espadas. Ninguno de los dos cede a ese enfrentamiento, cuya violencia espanta a todos.
- Yo me quedo – dice al fin la amazona.
- Haz lo que quieras. Pero no saldrás de esta cabaña sin jurar antes que no dirás una palabra de nuestros planes a nadie. Estás obligada a mí por lazos de lealtad.
- Lo juro. Y con este juramento quedo libre de los lazos que nos unen.
* Detalle de escultura. Museos Capitolinos. Roma.
**Detalle de relieve con figura femenina. Museos Capitolinos. Roma.
***Detalle de pintural mural. Museo Massimo alle Terme. Roma.
****Maqueta de la cabaña de Rómulo. Anticuarium del Palatino. Roma.
*****Detalle de la escultura del emperador Augusto (supuesto descendiente de Eneas). Museos Capitolinos. Roma.
******Detalle de relieve en terracota. Anticuarium del Palatino. Roma.
*******Detalle de mosaico. Museos Capitolinos. Roma.
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Qué dificil distinguir entre el tratamiento humano y el "principesco o real", verdad?
ResponderEliminarBueno, lo que es seguro es una cosa: Todos somos personas; con ese tratamiento nadie se equivocaría.
Besos
Que precios tan caros se llegan a pagar por el amor, y como se va encareciendo cuando van apareciendo las grietas y las dudas...
ResponderEliminar¡¡Bien por Iskias!!, al menos algo hermoso si ha florecido...
Isabel Romana, estoy con la lectura de la tercera parte, justo cuando Eneas se encuentra con Dido... ¿¿Cómo escribes así de bien?? Además, ayer por la tarde casi no trabajé, me dediqué a leerte y a leerte y es que, ¡cómo enganchas!
ResponderEliminarApreciada amiga, me estoy enamorando de tus palabras, nunca dejes de escribir pues tienes una sensibilidad extraordinaria para captar la atención de los demás y todos los detalles, hasta los menos relevantes, están llenos de perfección.
Mañana me voy a Murcia, pero el lunes te seguiré leyendo hasta que alcance tu ritmo.
P.D: Realmente no te llamas Isabel, seguro que te llamas Expresión Lingüística..., sí, va a ser eso...
Un besote enorme.
Hola isabel, ya me he leído las cuatro entradas que tenías pendientes. Me apena que Dido sienta tanto amor por Eneas y éste "pase de todo". Prefiero las historias de amor correspondido. Hasta pagaría a Cupido para que lo saeteara xDD
ResponderEliminarEspero que lo de internet tuyo se haya arreglado. Vi los cambios de plantilla en tu blog y me gusta más ahora con este colorcito que has dejado.
Cuídate y besitos
Asi somos los humanos, cuando más tenemos más queremos y menos apreciamos lo que poseemos.
ResponderEliminarSaludos y en beso Isabel
Es cierto, el hilo de tu relato va dejando enseñanzas y hace reflexionar.Siempre queremos mas...
ResponderEliminarBesos,y te sigo
Ahhh Iskias tiene esa sangre de amazona que a mi de repente me antoja tener!!!
ResponderEliminarque fuerza de éste capitulo amiga...
la aventura nuevamente se pone a la mar...
Besos!!!
Me siento un poco perdida, querida amiga, pero ¿sabes? me atrae la sensación, por la perspectiva de reencontrarme de nuevo inmersa en esta historia que nos sigues tejiendo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Hola Isabel, amiga querida:
ResponderEliminarEn mi blog, explico el porqué de mis tardanzas.
Una vez más la tecnología se ha burlado de mis ignorancias.
Has regresado llena de inspiración.
Leeré detenidamente, este fin de semana. Sabes que lo haré
Gracias por tus repetidas gratas visitas.
Un abrazo
Leer este capítulo me ha producido una cierta desazón. Se entiende que en el buen sentido que puede tener la palabra cuando se aplica al efecto
ResponderEliminarSiempre he pensado que lo peor que puede pasarle a este animal eminentemente social que es el ser humano, es quedarse sólo, verse excluído del curso de los acontecimientos que afectan a sus seres queridos. ¿Se siente rechazada por aquél a quien ama?, ¿se ha distanciado de Barce, su nodriza, el ser que mejor le conoce y que siempre le ha brindado su apoyo?. No creo que haya nada peor.
Todo se arreglará, pues después del amor sólo queda la esperanza.
Salud
Mi preciosa Isabel he tardado en venir, mi ultimo post "en silencio" te confirma mi ausencia, espero regresar con mas fuerzas a sonreirte... y a comunicarte cosas mejores, estoy bien, pero necesito recuperarme poquito, despues de 2 años, duele mucho :(
ResponderEliminarSi Dido hubiese escuchado a Barce, hoy no estuviera sufriendo por ese amor correspondido; las miradas de Iskias y Eneas me las imagino, como dice el dicho” si las miradas matara” uno de los dos ya estuviera difunto, ojala que Eneas se vaya pronto
ResponderEliminarBesitos amiga y un feliz día
Decía Ángel Crespo que "lo más absurdo que puede escribirse es la biografía de un héroe". Cosa distinta es a cuando el héroe escribe nuestra propia biografía, esculpiendo en piedra las consecuencias de nuestras elecciones humanas, sacralizadas ya por la literatura y sus mitos. ¿Quién no ha dejado pasar un tren?...
ResponderEliminarPobre Dido y cómo sufre por culpa del ignorante Eneas.
ResponderEliminarMenos mal que Iskias le ha dejado claro lo que pensaba.
Ojalá todas sacaramos fuerzas para hacerlo de vez en cuando.
Un saludo
Isabel...ayy el desamor, pobre Dido, por qué no se relaja y toma sus baños tránquila y se olvida de ese hombre. Siempre sucede eso, aquel que no nos toma en cuenta, ese es al que adoramos. Mi consejo, es que mire para otra parte. Te sigo leyendo.
ResponderEliminarBesos cariño.
Hola, Isabel: aunque me incorporé tarde a leer tus 'Mujeres de Roma', intento ahora ponerme al corriente.
ResponderEliminarHas escrito mucho y admiro la pasión que sientes y pones en Roma, pero sobre todo, después de leer este texto, nos invitas a reflexionar sobre el desamor o sobre quien ama más en una pareja.
Que siempre nos empeñamos en amar a quien no nos ama es una verdad cruel. Por eso Dido está atenta a cualquier gesto de Eneas. Empieza a echarse la culpa ella y a ver o intuir cosas que antes no veía. ¿Es el Amor No Correspondido el motivo? Me gusta esa frase de Dido: ¿Quien tiene autoridad para fijar los límites y las dimensiones del amor?
¿Llegará Dido a despejar esa incógnita? La espero ansiosa.
Te seguiré leyendo más seguido, lo intentaré, Isabel. Te felicito.
Abrazos afectuosos,
Alicia Rosell.
Ay, que mal veo esto. Los hombres no aman de la misma manera que las mujeres, y a pesar de todo, las mujeres deberían saber cómo aman ellos.
ResponderEliminarLa media naranja de Platón no está tan clara cuando se mezclan intereses ancestrales y machistas, que por otra parte, son comprensibles, teniendo en cuenta cómo funcionan los hombres.
Tengo un gran amor a Eneas y a su pasado, cómo fueron aniquilados. Dido debería (¿Lo ha hecho?) haber hablado con él de su anterior vida, antes que con ella.
Tal vez se trate de una lucha de poder a poder, ambos son hijos de reyes y él además es hijo de dioses.
¿Pedimos demasiado las mujeres?
Te sigo, querida amiga, que sea lo que los dioses designen, pero me duele.
Un abrazo.
La verdad, se podría entrar en un gran debate sobre los intereses de los hombres o de las mujeres pero, yo no generalizaría sobre lo de "cómo funcionan los hombres..." pues, se entraría en la misma dinámica al decir lo de "cómo funcionan las mujeres". Considero que cada persona es una, única e irrepetible y, aún con los mismos patrones sociales, no tiene porqué funcionar como l@s otr@s.
ResponderEliminarPor desgracia, son demasiadas las heridas que tenemos de uno u otro sexo... y, no por eso, pienso que se ha de globalizar...
"Lo juro. Y con este juramento quedo libre de los lazos que nos unen", de igual manera proceden los fieles cordeleros para deshacer de nudos tan atávicos...
Besos, querida troyana.
A ver, mmmm, está bien que ya se vaya, tanto tiempo en Cártago de invitado si es un poco molesto. aunque irse sin avisar no es muy bueno, pero por ootro lado suena difícil que el príncipe le diga a la reina "me voy", le romperá el corazón, pero sí, es muy malo irse sin depedirse.
ResponderEliminarSaludotes, abrazotes y besotes
Sweet Dreams, de todo Corazón:
Arthur
Que feo que se vaya así, además la reina lo ama, pero si él ya no siente nada, y hasta siente cierto hastío, pues es mejor acabar.
ResponderEliminarTal vez Cupido también debió clavarla una de sus flechas al príncipe, supongo.
Saludos, abrazos y besos
Nice Day, con toda mi Alma:
Gusthav
Kostas, ojalá tuvieras razón y fuéramos todos iguales. Pero no sé, tal vez en la diferencia está la gracia.
ResponderEliminarNo, no somos iguales hombres y mujeres, en la diferencia está la gracia y a la vez está el quehacer para acercarnos, para complementarnos, ya que solos nos sentimos como que nos falta una mitad: el mito de Platón de la media naranja.
Como bien dices, es un tema para hablar largo y tendido y ojalá que tuviéramos la oportunidad de sentarnos varios y charlar acerca de estos apasionados amores que a todos nos acontecen alguna vez en nuestra vida. Y ver como se elabora el final.
Somos complemento, no somos iguales.
Empieza a vislumbrarse el final. La maldiciòn de los dioses ha llegado hasta la mèdula. Sigo atrapado en este relato que me apasiona. Abrazos.
ResponderEliminarpobre Dido..el amor y sus miserias desde luego no sé solucionan con aceites perfumados..un beso Isabel...siempre tan inspirada.
ResponderEliminarEl final se acerca y el clímax logrado es perfecto. Querida Isabel, sólo puedo dedicarte elogios por tu sabio manejo de los personajes, en especial esa reina Dido, ahora más mujer y menos reina, que tan bien retratas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Me quedo pasmada ante los efectos provocadores que planteas, y sigue doliendo la miseria humana. Ni el amor ni la amistad ya valen por tanto interés.
ResponderEliminarAyy amiga, cuánto para charlar, con esta historia y la realidad.
Abrazos muchos..
Sigues haciendo una labor sorprendente. Arma virumque cano...
ResponderEliminarPasé por Roma escapandome, fui corriendo al vaticano y cuando toqué la Cúpula de Miguel Angel me senti la persona mas triste del mundo
ResponderEliminarExcelente relato en el que plasmas el drama de Dido, que es el del desajuste de ritmos e intensidades en el baile del amor. Como siempre, espejo de realidades atemporales.
ResponderEliminarQuerida Isabel, me estoy poniendo al dia. Evidentemente el amor solo no basta ya para sostener dos proyectos distintos,y empezando por el principio quien dijo que Eneas estaba enamorado. Estaba solo, naufragado y bien recibido; pero cuando penso, vio ,oyo y analizo se habia metido en un brete solo que su salida no es muy honorable. En vez de una digna partida elige una ignomiosa retirada. En cuanto a tus palabras para los truanes, desde Sor Juana Ines de la Cruz, con sus hombres necios que acusais, no leo nada mejor!!!
ResponderEliminarQuerida Isabel:
ResponderEliminarMe haces sentir con lo fidedigno y apasionante de tu relato, como es ya un clásico en tu estilo,descendinete directo de Palinuro.
Pue sluego de tantos siglos, he logrado al fin arrojar anclas en tu ilustre puerto, u darme el gusto, el enorme placer de gritarte desde el punto más elevado de la nave; G R A C I A S!!
No me han pasado desapercibiodas tus visitas, tus palabras de aliento, tu cariño hacia la persona herida.
Es un honor inmenos recibir tanot afecot y dedicación de un ser humano y escritora de tu talla.
Mis tiempos han cambiado, mi PC tuvo dos cambis de disco rígido, co lso atrasos qu te imaginas, y hat veces, que el Sr. Blogger no me permite abrir los blogs o bien la sventanas de comentarios.
Hoy lo comprobamos con Malena, con quien tenemso el mismo servidor del servicio de cablemódem.
Pero bueno, aquí estoy, permaneceré frente a tus platas el domingo inclusive, para saciarme de tu imagen, de tus calidez y tu talento.
Ha sido un placer inmenso, contarte a ti como uno de los principales pilares para poder largarme a la mar nuevamente, y morar sólo hacia proa.
Un besazo con toda mi alma , reina, cuídate mucho y que Diso t ebendiga a tí y a tu arte incomparable.
Ver con los ojos del corazón no le da muy buen resultado a la reina Dido y eso me apena. Siento mucha simpatía por Dido. Se acercan tiempos de sufrimiento y angustia para ella, es inevitable. Aunque creo que es inteligente y sabrá reaccionar.
ResponderEliminarUn abrazo, a ver cómo acaba tu magnífica historia...
Vuelvo de vacaciones y la historia se vuelve mas y mas interesante...
ResponderEliminarLlamamos amor al sentido de oportunidad o posesión, sería la definición de Eneas.
ResponderEliminarPobre Dido... Sobre ella se cierne la retirada de Eneas y el juramento de Yarbas (me has creado una espectativa absolutamente urgente de resolver!!!!)
En la discusión que se abrió sobre cómo aman los hombre y cómo las mujeres, adhiero a los dichos de Kostas Kamaki, quién busca la cuota de equilibrio muy razonable.
Tus escritos, alabados siempre, aportan una riqueza multiplicadora porque con tus palabras, se presentan otros textos. Es la riqueza que entrega el escritor que además lee mucho.
En un fragmento de Cartago IV (…”- ¿Siempre han de tener la culpa las mujeres…? – dice mi nuera con una pasión desconocida.
- Pues sí, esa es la realidad. ¿Qué hombre en sus cabales rechaza disfrutar de los placeres de Venus con una buena hembra, o, si lo apuran, con cualquier hembra aunque sea más horrible que la Parca? Dido debió ser más honesta, o más lista, y guardarse mejor – remata Trailo. Y levanta a su alrededor un griterío.”) me llevas a la evocación de Sor Juana Inés De la Cruz y sus famosos versos en defensa de la mujer y reflexiones sobre el hombre y sus requerimientos amorosos (Hombres necios…)
En el Capítulo “ La Reina Dido se declara enamorada de Enea”, escribes
…:“Tú misma, niña mía, me relataste lo que te contó sobre el fin de Troya. Abandonó su patria sin saber si su esposa estaba muerta, o a salvo, o cargada de cadenas en manos de sus enemigos – y como la reina hace gesto de ir a interrumpirla, la nodriza extiende sus manos, pidiendo que la deje terminar –. ¿Vas a decirme que necesitaba ponerse a salvo para dar continuidad a la destruida Troya? Dime: si pudo abandonar a la madre de su hijo ¿cuánto le costará abandonar a otras mujeres?”….
En la mitología guaranítica y popular existe una leyenda (http://members.fortunecity.com/detalles2002/elpais/costumbres/leyendas/carau.html) sobre el carau (ave autóctona de la familia de las grullas) (http://www.damisela.com/zoo/ave/otros/gru/limpkin/carao/index.htm) y la referencia que has hecho de Eneas, me la trajo a la memoria
Como ves, querida Isabel, no he faltado a mi promesa.
Un abrazo enorme y con admiración
Señora, un gusto.
ResponderEliminarp/s: le deje algo en mi blog para usted.
Ahh isabel romana, venía a decirte que no continuaré con mis blogs pero que sí seguiré viniendo a leerte. ¿Cómo me iba a perder el final de "Dido y Eneas" y el placer de leer tus historias de Mujeres de Roma? ;)
ResponderEliminarBesitos
Maravilloso, simplemente, maravilloso. Acabo de llegar, pero tengo que sacar tiempo para leer todo lo que has escrito hasta ahora. Felicidades.
ResponderEliminarEl amor que tenia como futuro se le ha vuelto pasado, me siento solidaria con ella.
ResponderEliminarBellísimo este post, me encantó.
Muchos besos, Isabel, feliz comienzo de semana.
Si es que con tanto vino de higo (también) uno dice lo que dice y que no quiso decir... Es la LEALTAD y no la fidelidad, lo que tanto caracterizaban a los cordeleros griegos como el que ésto suscribe: leales antes que fieles, así somos y así seremos: ¡hip, hip, hurraaaaa!.
ResponderEliminarPor cierto, siempre hemos sido naranjas enteras, no medias: así pasa lo que pasa, demasiada gente buscando lo que nos hacen creer en los cuentos patriarcales.
No he dejado de leer, pero ya sabes que no podía escribir mucho
ResponderEliminar:(
Eterna historia de la mujer que está dispuesta a sacrificarlo todo por amor y la del hombre reclamado por un destino que no puede dejar atrás. Muy griega, muy trágica.
Eneas tiene que irse, pero es una pena. Tal y como lo cuentas, preferiría un final muy feliz para Dido :)
Un gran beso, mujer romana.
Hola Isa!!
ResponderEliminarPor fin llego a tu último post, no tienes idea lo que he disfrutado leyéndome de un tirón los tres post III, IV y V, incluyendo éste que tenia cumulados...
bueno, es evidente que hay una lucha entre el deber y la pasión, entre las deliberaciones del intelecto y los impulsos del amor. Una lucha que no necesariamente tiene que ser una lucha a muerte, pero la separación es inminente, lo que esta sucediendo es lo que me imaginaba y se suponía que iba suceder. En verdad la retirada de Eneas en busca de su destino no me molesta demasiado, pienso que la ley del destino es que "nada físico es para siempre" eso hay que entenderlo para asimilarlo. Pienso que Dido, no es pobre, ni digna de lástima, ella ha sido muy feliz con Eneas y sin duda él también lo ha sido. Ambos se merecen. pero llega el día en que hay que partir, ya sea uno o el otro, o ambos simultáneamente.
Claro que al imaginar no incluyo los precisos y preciosos detalles que tu graficas de una forma genial... sobre todo, muy encantada estoy con el lenguaje que usas, lo disfruto a plenitud y además para mí, es material de inspiración, para desarrollar mi poética... y quizá hasta para generar algunas cortas narraciones por ahí...
Mil gracias Isabel, como siempre un gran placer venir a leerte y disfrutar de tus manjares
Besotes a granel
Nati
Hola aynara, tienes toda la razón. Lo malo son los encumbrados, ellos son quienes no distinguen... Besitos.
ResponderEliminarHola mía, Iskias siempre ha demostrado mucha independencia de criterio. Se mantiene firme mientras para otras personas el mundo se desmorona. Besos.
Hola acus, me imagino el esfuerzo que debes estar haciendo para ponerte al día. Espero que todo lo que te falta por leer esté a la altura. Besos, niño aplicado.
Hola irene ¿quien no prefiere el amor correspondido? Lo malo es que Cupido es el hermano de Eneas y, claro, no piensa atacarlo. Y eso a pesar de la tan cacareada rivalidad fraterna. Besotes, guapa.
Qué gran verdad has dicho, Manuel. No nos conformamos con nada. Besos.
Saludos, rodolfo n, de todas las historias podemos aprender. Lo malo es que somos muy cabezotas. Besos, querido amigo.
Hola cieloazzul, tu estás deseando volver al mar para ser ese espíritu benefactor de Dido. Mucho me temo que la reina se quede en tierra. Besotes.
ResponderEliminarSaludos, lágrima del guadiana. No me extraña que te cueste cogerte al carro, porque llevamos detrás una historia larga. Haz lo que puedas. Besos.
Hola, diana l. caffaratti, muchas veces las "nuevas tecnologías" nos arrojan a los viejos problemas. Espero que se te arreglen en breve. Besos.
Hola charles de batz, has resumido muy bien la situación de la reina: se está quedando sola, y no por falta de afecto a su alrededor, sino por incomprensión. Ojalá se cumplieran tus buenos deseos. Besos.
Hola ave fénix, los dolores del corazón necesitan tiempo para mitigarse. Espero que todo vaya cada vez mejor. Un abrazo.
Bueno, alida, parece que Dido es la única que no desea por nada del mundo que se marche Eneas. Veremos qué ocurre. Besos, guapa.
Saludos, el toro de barro. A veces es mejor no toparse con un héroe en la vida real. Sobre todo, porque enseguida se le ven las miserias. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola krisish, también yo creo que iskias merece nuestra admiración. Besotes.
Hola danielha, si pudiéramos seguir tu consejo de mirar hacia otro lado, ganaríamos mucho en tranquilidad y nos ahorraríamos sufrimiento. Pero ay, a veces los ojos se nos quedan pegados... Besitos, guapa.
Saludos, alicia rosell, y gracias por tu interés para seguir estas historias. Dido quedó encandilada y, aunque reciba advertencias (propias y ajenas) no recupera la vista... una situación que nos conmueve por ser tan común y conocida. Besos y hasta pronto.
Es muy duro, ula, ver a nuestros héroes en situaciones no demasiado heróicas. Pero lo cierto es que, en tanto seres humanos, yerran como todos los demás. El dolor nos viene, creo yo, porque podemos comprender a ambos y nos damos cuenta de la clase de tragedia que es. Besos y hasta pronto.
Hola kostas kamaki, en esta historia hemos tenido ocasión de ver el comportamiento de hombres y mujeres distintos, cada cual con sus peculiaridades, aunque lógicamente nos hayamos centrado en Dido y Eneas. Todos somos capaces de amar y de desamar, eso está claro, y nos hace desdichados el no ser correspondidos. Cada cual sufre y lo supera como puede y a su modo. Besos, querido amigo.
Hola arthur, es verdad que Eneas es ya un invitado molesto, pero la reina lo ama. Y si se marcha, inevitablemente ella sufrirá. Ya ves, qué difícil es, en las relaciones humanas, no hacerse daño. Besitos, guapo.
ResponderEliminarHola gusthav, eso fue lo malo de la historia, que Cupido le dio un buen flechazo a Dido y a su hermanito Eneas ni siquiera lo rozó. Es una desigualdad horrible. Besotes.
Saludos de nuevo, ula. Estaría muy bien que al final de la historia (al que estamos llegando ya a toda velocidad) podamos dedicar tiempo a debatir sobre este tema. Creo que tendremos tiempo de hacerlo, sólo nos falta animarnos. Besos.
Hola fgiucich, el final se perfila ya, es cierto. Los dioses, si es que tienen alguna responsabilidad sobre lo que nos ocurre a los humanos, se merecen en esta ocasión una reprimenda. Besos y hasta pronto.
Hola fernando sarriá, siempre tratamos de presentar nuestra mejor imágene, y es frustrante ver que lo que antes gustaba o fascinaba a nuestra pareja ha dejado ya de interesarle. Besos, querido amigo.
Hola maría dubón, para mí también está siendo un final difícil, preocupada todo el tiempo por conseguir poner el punto final que esta historia se merece. Veremos si lo consigo. Besos.
Saludos, clarice baricco,no dejamos de arrastrar miserias, aunque también destellan algunas personas por su generosidad. Aquí hay muchos intereses en juego, no es fácil a un hombre aceptar la superioridad (en este caso en tanto que reina) de una mujer. Besitos, guapa.
ResponderEliminarHola pcbcarp, gracias por tus ánimos. Pongo mucho de mí en todo esto. Besos.
Hola eugenia, no sé cual puede ser la causa de tu tristeza. Para mí Roma es un refugio, mi casa, y el lugar en el que me siento más feliz. Y pensar que estoy bajo el cielo que protegió a tantas personas admirables, me conmueve absolutamente. Besos.
Hola quantum, es díficil encontrar equilibrio en el amor. Y cuando creemos que nuestro platillo de la balanza pesa más, no podemos evitar la tristeza. Besos.
Hola lady zurikat, tu descripción de Eneas como un naufragado bien recibido es magistral. Yo creo que tampoco ama, o ama muy poco. En cualquier caso, su amor queda muy por debajo de sus intereses, aunque algunas personas puedan considerarlos su deber. Sobre este tema hay mucho que hablar, y espero que hablemos cuando termine la historia. Deseo que estés de nuevo recuperada, querida amiga. Cuídate.
Saludos el navegante, gracias por pasar por aquí, a pesar de tantas dificultades como a veces nos suponen los pc, internet, servidores, etc, etc. Siempre visito con mucho gusto tu página y me alegra ver que te has hecho de nuevo a la mar, que es tu elemento, donde más feliz te encuentras y más felices nos haces. Espero que todo se normalice pronto. Besos.
Hola gatito viejo, no puedo más que suscribir tus palabras, porque las cosas se han torcido para Dido. La lucha entre el corazón y la razón no siempre se salda a favor de ésta última. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola glauca maría, ánimo con el retorno después del descanso. Espero que esta historia te ayude a aterrizar. Besotes.
Bueno, laura l. caffaratti, no sólo has cumplido tu promesa, sino que has sacado un 10. Has hecho una lectura muy atenta y detallada, que te agradezco. Muchas veces, vuestros comentarios me hacen ver aspectos del texto en los que ni siquiera había reparado. Ya ves lo importante que es comunicarnos entre todos. Te agradezco mucho tu esfuerzo. Un abrazo muy fuerte.
Saludos, el mostro. Y muy agradecida por tu regalo. Pero, por favor ¡Que alguien me diga cómo puedo ponerme los premios en el blog...! Soy tan torpe que no lo he conseguido... Besos.
Hola irene, me da pena que dejes tus blogs, aunque comprendo que suponen mucho trabajo y hay que medir las fuerzas. De todos modos, dejo tu enlace por si te animas a retomarlo en el futuro. Estoy encantada con tu decisión de seguir viniendo. ¡Desde luego que no puedes perderte el final! Besos, querida amiga, y que te vaya todo muy bien.
Hola félix, muchas gracias por tu visita y tu entusiasmo. Desde luego, tienes material para entretenerte... Espero que te encuentres aquí como en tu propia casa. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola morgana, creo que Dido ha conseguiro a favor suyo una corriente de solidaridad. Es una persona generosa como pocas, y bien merece que estemos a su lado. Besos, guapa.
Hola kostas kamaki, la lealtad es una virtud que estimo mucho y de la que va bien servido el cordelero. En cuanto a ese asunto de la media naranja, estoy de acuerdo contigo: no necesitamos necesariamente de una pareja para ser completos. Besotes, borrachín.
Hola trenzas, si pudiéramos elegir, seguro que la reina Dido saldría a hombros de la plaza. En fin, como bien señalas, hay intereses contrapuestos y de imposible conciliación. Lo cual no significa que no hubiera elección... Besotes y mejórate.
Hola natasha, en una aceptación racional de la vida y de sus dificultades, es claro que ambos personajes se han de separar. Pero ocurre, sobre todo, por esa negativa de Eneas a unir su pueblo con los cartagineses, como le ha ofrecido la reina. Creo que tenemos material para el debate y la discusión, y si podemos hacerlo seguro que será fructífero. Me alegro que encuentres aquí una fuente de inspiración, eso es lo que más me gusta, que estas historias nos ayuden a pensar. Besos, querida amiga y hasta pronto.
HOLA ISABEL
ResponderEliminarME HE PUESTO AL DÌA.
SIGUE APASIONANTE LA HISTORIA.
DIDO LAMENTABLEMENTE ACUSA O SE VE MUY SOLA.
LOS INTERESES NO CONVIVEN FACILMENTE Y PRODUCEN FASTIDIO EN ENEAS.
CREO QUE LA REINA SIENTE DEMASIADO AMOR Y ESO LE PUEDE JUGAR EN CONTRA...PERO CONTRA ESO NADIE PUEDE!
¿UN FINAL FELIZ?
MMMM
SIGO CONECTADO AMIGA!
QUE TENGAS UNA HERMOSA SEMANA!
BESOS MIL
ADAL
SIGUES ATRAPÀNDONOS CON
TU RELATO!
Es curioso, del tiempo que hace que te leo, cómo voy experimentando yo mismo la evolución que se va produciendo en tus textos, tanto a nivel de historia como de la propia escritura en sí. ¿A qué estás esperando para publicar tu propio libro?
ResponderEliminarTristeza amiga, ese poso me deja la pobre Dido, me da pena cuando el amor se pesa en una balanza y esta queda desequilibrada porque uno pone más que el otro. Así es la vida, que diantres...
ResponderEliminar--
Saludos.
Amazonas, príncipes, juramentos, decepciones, ilusiones, provisiones, esperanzas... que bonito es leerlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
El amor transmuta todo...
ResponderEliminarNo hay nada más resplandeciente que una mujer que es amada y no hay nada mas débil que una mujer cuando ama con el alma...
la reina en su más plena dimensión humana: ser mujer....
cariños
No puedo evitar, querida Isabel, solidarizarme con Dido, a quien he logrado entender a lo largo de esta historia. Sé cómo debe sentirse ante la indiferencia de Eneas.
ResponderEliminarDicen que la indiferencia es peor que el odio, y a veces yo lo creo así.
Me gustó este capítulo mucho, lo había leído antes, pero no había tenido la oportunidad de comentarlo.
Mi ordenador está averiado y estoy pasando mis respectivas penurias hasta que esté reparado.
Abrazos gigantes,
Ro