- Sé lo que estás pensando – dijo Filemón, sentándose al lado suyo. Baucis ladeó graciosamente la cabeza para apoyarla en la de él e hizo un gesto de asentimiento.
- ¿Se acordará Júpiter de cumplir la promesa que nos hizo? – respondió. – Somos tan insignificantes… Me da miedo que la haya olvidado. O que, sin darnos cuenta, lo hayamos ofendido y ahora no la quiera cumplir. Ya viste lo severo que fue al castigar a nuestros vecinos. Y espero que no se irrite si llegan a sus oídos mis palabras.
- Y de desesperación, pobrecillos. Imagínate, ir casa por casa pidiendo ayuda y que nadie les brindase ni un poco de agua… – añadió Filemón.
- Y después de nosotros, quien más suerte tuvo fue la oca – dijo Baucis dando golpecitos con el índice en el pecho de Filemón, que no pudo reprimir la risa. Le embelesaban las bromas y el buen humor de ella.– ¡Yo toda apurada tratando de sacarla de entre las piernas de los dioses, sin saber que eran dioses, para echarla al puchero, y ella escabulléndose de mí pero sin separarse ni un ápice de ellos! Ya lo creo que tuvo suerte. Cuando intercedieron por ella y me pidieron que no la sacrificase, recibió de los dioses el regaló de una vida larga. Porque claro, si el propio Júpiter había renunciado a comérsela, ¿cómo nos la íbamos a comer nosotros, aunque estuviéramos muertos de hambre? Debe ser la única oca en el mundo que murió de vieja.
¡Qué dolor tan agudo sintieron al ver que el valle ya no existía y que aquella hondonada donde se levantaban las casas de sus vecinos, los campos de cultivo, los pastos y los corrales, había quedado sepultada por las aguas de un lago! La miserable choza en la que habían vivido hasta entonces se había transformado en un templo de mármol de altísimas columnas que se reflejaban en el agua transparente. Entonces, Júpiter los miró con ojos penetrantes y les manifestó su voluntad de premiarlos concediéndoles sus deseos. Baucis y Filemón se miraron y apenas cruzaron entre ellos unas palabras antes de dar su respuesta. Pidieron al padre Júpiter dos cosas: una, seguir viviendo allí y dedicarse al cuidado del templo; la otra, la más importante, morir los dos a la vez.
Unieron sus manos arrugadas y entornaron los párpados. Los pliegues que surcaban sus rostros se hicieron más profundos y sus cuellos adquirieron un aspecto leñoso. Baucis abrió los ojos un momento. Los dedos que Filemón y ella tenían entrelazados habían empezado a crecer, se alargaban hacia el cielo cubriéndose de brotes y se multiplicaban en nuevas ramas. Vio que las orejas de su amado se volvían finas y puntiagudas como las hojas del roble. Quiso tocarse ella misma el rostro con la otra mano, pero no pudo moverla. Y al notar que sus pies echaban raíces y se enlazaban bajo la tierra con las raíces de Filemón, comprendió que Júpiter estaba cumpliendo su promesa.
NOTA 1: Este texto está inspirado en una fábula relatada por el poeta Ovidio en su obra Metamorfosis. De Antonio Martín Ortiz surgió la idea de hacer entre él, Soledad Sánchez M. y yo misma un trabajo conjunto, presentando el texto antiguo, una poesía y la recreación del mito mediante el texto actual que habéis leído. Así que podéis disfrutar del texto de Ovidio en el blog de Antonio Martín Ortíz, y del poema inspirado en esta misma historia en el blog de Soledad Sánchez M . Esperamos que lo disfrutéis.
NOTA 2: Antonio Martín Ortiz me informa que Ovidio utiliza para referirse al árbol la palabra “quercus”, que debería traducirse por “encina” y no por “roble”. Esta observación tiene más interés si cabe teniendo en cuenta que la encina era el árbol de Júpiter.
*Vista del lago de Villa Borghese, con el templo de Serapis. Roma.
**Detalle de escultura femenina. Museos Capitolinos. Roma.
***Detalle de cabeza masculina. Museos Capitolinos. Roma.
****El dios Mercurio. Jardines de Monforte. Valencia.
*****Detalle del “Moisés” de Miguel Ángel. Iglesia de San Pietro in Víncoli. Roma. Foto de Rafa Lillo.
****** y *******Detalles de dos robles, fotografías gentileza de nuestro amigo Pedro de La tierra de los árboles
Un texto precioso que refleja y revela muchas cosas.
ResponderEliminarSaludos
Isabel:
ResponderEliminarMe ha emocionado profundamente este texto. Has sabido describir, con una ternura y belleza inigualables, los sentimientos de esta hermosa pareja que nos ha unido en un tríptico bellísimo -al menos en la parte que a ti y a Antonio Martín Ortiz os corresponde-.
Quiero invitar a todos tus lectores a que se pasen por el blog de Antonio. Ampliarán la historia en las palabras de Ovidio -siempre con los retoques inigualables de Antonio-, y que posteriormente pasen al mío, para leer la interpretación poética de la leyenda.
Estoy muy orgullosa de haber colaborado con vosotros. Espero que repitamos la experiencia -muy valiosa para mí- en otra ocasión.
Un beso, Isabel.
Soledad.
Hoy sólo puedo decirte que me he emocionado leyéndote.
ResponderEliminarUn beso.
Es hermosisimo este texto, su contenido y su redacción.
ResponderEliminarEstá lleno de belleza, emoción y ternura
Doña Guiomar de Ulloa
Que ternura, madame!
ResponderEliminarPero es mucho mas que eso, es como recrea usted aquel mundo, como nos acerca a los detalles, incluso a los sonidos. Hace que nos sintamos alli.
Hoy he disfrutado muchisimo.
Acabara usted convirtiendome en romana!
Bisous
Un relato imperdible. Tienes el don de regalarnos un texto de seda y terciopelo. Abrazos.
ResponderEliminarUn texto hermoso, que emociona!!
ResponderEliminarLa ternura que sentí al leerlo, me acompañará por el resto del día, gracias!!
Excelente post!!
Saludos!
He disfrutado de tu relato y en cuanto pueda, disfrutaré de los enlaces a los que nos invitas.
ResponderEliminarQue preciosa historia de amor!
Enhorabuena .
Precioso y tierno relato, me ha encantado.
ResponderEliminarUn saludo
Y por què los Dioses han de olvidar a estos dos ancianos que a travès de los tiempos se amaron y respetaron mutuamente???
ResponderEliminarP.D.:Ojalà,en el poder del amor eterno resida tambièn la sabidurìa de la equidad...
TE DEJO UN SÈQUITO DE BESAZOS MI QUERIDA ISABEL ♥
Querida Isabel,
ResponderEliminarPreciosa entrada. Para mí la más bonita de todas las que he leído en su blog, y eso que está repleto de textos hermosos.
Un cariñoso saludo :)
Hacía tiempo que no sentía ese escalofrío especial que producen algunos textos bellísimos. Gracias por la historia, Isabel. Sólo te puedo decir que hoy se la he regalado a mi mujer, y que los dos nos podríamos identificar, sin duda, con esa pareja. Que hermoso morir así, juntos, transformados en árbol, roble, o tal vez cerezo,....
ResponderEliminarBesos
Precioso post
ResponderEliminarTienes un premio en mi blog, pásate.
Un abrazo, amiga.
Un relato especialmente bello
ResponderEliminarBesos
Que te puedo decir hoy Isabel...?
ResponderEliminar¡¡¡Lo he imprimido...!!!
Un enorme abrazo...!
Que belleza, que manera más sublime de expresar el amor, aquel deseo de permanecer con el ser amado hasta el ultimo aliento y a través del día a día...
ResponderEliminarmagnifico amiga mia!
como siempre!!
besos!!
Tu mirada sobre Filemón y Baucis acrecienta mi cariño por esos seres leñosos, lentos y encantado(res) llamados árboles.
ResponderEliminarUn beso y un anuncio: voy este fin de semana a Valencia. ¿Podríamos vernos? Sería bonito conocerte.
Me ha encantado. Todo. La forma y el contenido. Es una historia preciosa, tierna y amorosa. Y qué quieres que te diga, esas cosas me pueden!
ResponderEliminarUn beso
Lala
Hermosísimo.
ResponderEliminarFue un pedido hermoso a los dioses y me alegro de que se los hayan concedido.
Besos.
Solo a quien amas le puedes decir: Tú no moriras. Filemón y Baucis se amaban para vivir en la tierra y para no morir en el cielo. Juntos.
ResponderEliminarIsabel!!! Paso a felicitarte por tan expléndido y esperado trabajo. Tu relato está lleno de frescura, entusiasmo, misterio, y la amorosidad se irradia con intensidad. Este trabajo es saludable para todos, y ojalá los escritores que apenas se inician se aficionen a la mitología, pues es una fuente ilimitada para enriquecer estilo y demás recursos literarios para la lengua hispana.
ResponderEliminarEspero que la experiencia se repita para el deleite de los que tenemos oportunidad de disfrutarlo.
Muchas gracias Isabel¡¡¡
Un abrazo grande¡¡¡
Qué texto más hermoso y más sabio. El verdadero amor siempre es la mayor riqueza y el amor largo que llega hasta la muerte es el más preciado de los dones.
ResponderEliminarUn beso muy sentido.
Bellísimo texto, como siempre escrito con excelencia. Un ejemplo de amor hasta el límite. No sé que clase de locura será pero alguna vez soñé ser árbol.
ResponderEliminarMe recordaste dos árboles inmensos que crecieron entrelazados el uno al otro. No eran robles, de haberlo sabido... Da igual, en cualquier caso no encuentro la foto de ellos ahora.
Un fuerte abrazo querida amiga,
Qué regalo tan bonito, Isabel.
ResponderEliminarQué bien escribes. Qué privilegio es poder leerte.
Besos admirados
Un relato hermoso en verdad. Y no se nota que lo habeis hecho entre tres personas, porque a veces se aprecian diferencias de estilo.
ResponderEliminarUn canto a la esperanza, a la madurez pausada y confiada, a la visión tranquila del paso del tiempo, a la reflexión sobre dioses y hombres.
Saludos
Amiga Isabel,
ResponderEliminarEs todo un placer colaborar contigo y con Soledad. Espero que esta experiencia pueda repetirse en un futuro no lejano. Me ha impactado y me ha impresionado mucho esa capacidad tuya para recrear situaciones y eventos de la vida diaria romana y del mundo de la Mitología. No le falta a tu exposición ni el más mínimo detalle. Cuando te he leído, me parecía estar en la pobre, pero noble y amorosa, casa de Baucis y Filemón. Estaba como viviendo épocas pretéritas, pero, no por pretéritas, menos interesantes y acogedoras que la nuestra. Incluyo me ha remitido a mi niñez, cuando uno esperaba la Navidad para tener una comida especial, hecha con productos no comprados, sino producidos en casa, como diría y dijo Horacio en el “Beatus ille…”.
De verdad, es una maravilla lo que has escrito. Tú tienes, como nadie, la capacidad de acercar el Mundo Clásico a todo el mundo, a quienes entienden algo de ello, y también a quienes puedan ser profanos en la materia. Creo que haces una labor pedagógica de las mejores. Es una delicia leer lo que escribes, cómo lo escribes, y cómo lo adornas con las imágenes más adecuadas.
Alguien de la Sociedad de Estudios Clásicos, o incluso del Ministerio de Educación o de Enseñanza, deberían darte un premio por la labor que haces. Yo pondría tu Blog como asignatura obligatoria para todos los adolescentes que hacen Latín, Griego, o Cultura Clásica en la ESO y en Bachillerato.
Y también para los universitarios. Si, también para ellos. Y para ellas.
Seguiré comentándote más cosas.
Un beso y un abrazo muy cariñosos,
Antonio
Hoy has puesto nuestros corazones a latir fuerte, Isabel!
ResponderEliminarQué texto tan encantador y bien logrado. Incluso tiene hasta el ritmo, la pausa, la tranquilidad, el sosiego de sus personajes.
Coincido con Antonio Martín Ortiz, tu capacidad para acercar, recrear el Mundo Clásico es insuperable. Y sin dudas, tus trabajos deberían ponerse al alcance de los alumnos. Ojalá .
Voy por el texto de Ovidio y el poema de Soledad.
Muchísimas Gracias Amiga, nuevamente, un placer exquisito leerte!
Mi abrazo enorme!
¡Cuánta ternura hay en esta historia y en tu forma de redactarla, IsaBELLA, me has dejado impresionada!...
ResponderEliminarY tanto realismo pones en tus textos.. Gracias por todo ello, no sólo paseamos por el tiempo, por el paisaje sino por el corazón de todos los actores de tus historias...
Oscula multa, IsaBELLA...
Preciosa manera de cotarlo todo, Isabel. Y gracias también por ese juego intertextual entre varios autores, nos llevas de la mano a otros sitios por estos caminos que siempre, siempre vuelven a Roma.
ResponderEliminarUn beso.
Me encantó la narración, Isabel. Esas cuatro o cinco frases iniciales, tan naturalistas, son una introducción genial.
ResponderEliminarPreciosa historia.
¡Qué bellísima recreación del amor transformador y transformado!
ResponderEliminarMe voy corriendo a leer las dos aportaciones de Antonio y Soledad.
Un abrazo bien grande
Los personajes literaturizados por Ovidio se hicieron carne con uno de los momentos más intensos, preciosos, delicados, al que nos trasladas: nada menos que lo que sintieron y pensaron Filemon y Baucis cuando ya había acabado la visita de los dioses; y es que ahí empieza la historia de verdad, la que nos conmueve, la que nos altera el ánimo. En los pequeños detalles del diálogo entre los esposos estás bárbara, así, la cotidianeidad, la espontaneidead de sus sentimientos, el miedo de Baucis, bueno... En la descripción de la transformación eres Ovidia del s. XXI. Un emotivo abrazo.
ResponderEliminarDespués de leerte varias veces decididamente estoy convencida...
ResponderEliminarNo, Júpiter no cumplió su promesa, nos le permitió morir, los entroncó con la tierra y les hizo así perpetuar su amor eternamente....
Que bueno es saber que pedir cuando te ofertan un deseo... :)
Hermoso relato, es un placer, un lujo, visitar sitios como este.
ResponderEliminarSaludos desde México.
Una preciosa entrada que logra, como siempre lo logran las tuyas,enseñar, entretener y poder disfrutar de la belleza de tus relatos.
ResponderEliminarUn abrazo y buen fin de semana.
Enhorabuena Isabel!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu texto, dar vida a Filemón y Baucis me parece una idea magnífica y más al final de sus días, dándose cuenta de que serán amantes por siempre convertidos en un árbol.
Un beso!!
Amiga Isabel,
ResponderEliminarTe dejo aquí también, en tu espacio, para mayor comodidad tuya, el comentario que te he dejado en el mío.
He tardado algo en contestarte, porque quería hacer un comentario que estuviese a la altura del tuyo.
Realmente ha sido emocionante y emotivo colaborar contigo y con Soledad, cada uno desde sus posibilidades y sus puntos de vista. Todo ha quedado precioso, y eso, cada uno, sin salirse de sus líneas y sus costumbres.
Tu exposición de los momentos finales de esa pareja de enamorados es sencillamente sublime, al tiempo que sencilla y tierna, como lo eran ellos. Creo que tu descripción de esos momentos finales de cariño entre ellos será la que mejor llegará al público, porque en el diálogo que mantienen has reflejado perfectamente la sencillez de ese matrimonio. Tú, como siempre, tan equilibrada y tan atractiva para quien tiene el placer de leerte.
Yo estoy dispuesto y deseoso de repetir la experiencia a trío tan pronto como sea posible: para mí, cuanto antes, mejor.
Veo en el poema de Soledad lo mismo que tú comentas: una explosión de amor que de forma sublime y con noble lenguaje llega al erotismo en el mejor de los sentidos.
Repito: la sencillez de tu relato hace la historia de lo más atractivo. Creo que el orden de lectura adecuado sería: primero el tuyo, porque tu sencillez nos aproxima a la realidad íntima de la pareja; en segundo lugar el mío, porque nos remite a un Ovidio conocedor como nadie de los sentimientos y emociones de los humanos; en tercer lugar, el de Soledad, porque lo sublime y perfecto de su poema hace que haya que tener preparación y capacidad de comprensión suficientes para poder captar todo lo que ella magistralmente insinúa y describe.
Paso ahora a comentarte lo de la traducción. Yo he utilizado la traducción de Antonio Ruiz de Elvira que, a mi entender, es la persona que más sabía (en pasado, porque tuvimos la desgracia de que falleciese el año pasado) en toda España de Mitología Clásica. Está publicada en edición bilingüe por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El primer volumen salió el año 1960 y el tercero unos veinte años después. Quiere ello decir que nuestro traductor dedicó unos veinte años de su vida a hacer esa edición y traducción de Las Metamorfosis, además de ejercer, entre otras cosas, como Catedrático de Filología Latina en varias Universidades.
Es una edición cara, que sólo se encuentra en librerías especializadas, pero está disponible en el mercado. También salió esa misma traducción, sin el texto latino y en edición barata, en la Editorial Bruguera, pero es un libro que hace ya muchos años que está agotado y sólo se puede encontrar en bibliotecas.
Antonio Ruiz de Elvira ha publicado muchos estudios de Mitología en revistas especializadas y hará unos quince años publicó una MITOLOGÍA CLÁSICA en GREDOS que supera en erudición al Diccionario de Pierre Grimal, aunque no es de tan fácil consulta como éste.
Hace unos diez años, dos alumnas avanzadas de Antonio Ruiz de Elvira obtuvieron una beca para pasar dos años en Alemania, becadas para preparar otra traducción de Las Metamorfosis, siguiendo la traducción de su maestro. Hicieron una buena traducción, pero, para mí, sigue siendo mejor la del maestro. Lo bueno que tiene ésa de sus alumnas es que un tercio del libro es introducción y las notas al pie de página son más abundantes que en la del maestro. Esta traducción es muy buena y está disponible a precio módico en la EDITORIAL CÁTEDRA. Creo que es la más útil para personas que no quieran acceder al texto latino.
Como ya advertía Horacio en su “Ars Poetica”, que no procede hacer lo que otros han hecho a la perfección, porque entonces sería aquello del parto de las montañas, yo me he limitado a poner algunos paréntesis donde creía que era necesaria una explicación, para que se entendiese todo, y añadir puntuación, sobre todo “comas, para hacer el relato más pausado y menos pesado.
Lo que pasa es que en Latín con un par de palabras se puede decir lo que en Castellano con cuatro o cinco, y Antonio Ruiz de Elvira ha intentado reflejar al máximo el poema latino sin añadir puntuaciones que en Latín no son necesarias, pero, según mi criterio, en Castellano sí.
¿Cómo iba yo a corregir nada de Antonio Ruiz de Elvira? Jamás se me pasaría por la cabeza: sería un acto excesivamente osado y lleno de arrogancia, además de totalmente improcedente.
Como tú vives en Valencia y ahí también habláis Catalán, puedo decirte que la edición bilingüe de la “Bernat Metge” (Editorial Alpha), aunque tenga ya unos ochenta años, es buenísima también, y, según creo, se encuentra en el mercado, pero con alguna dificultad. Hay que dirigirse a la propia editorial para comprarla.
De otras ediciones que conozco, te puedo asegurar que la traducción de Espasa Calpe (Austral) es malísima.
Si tú quieres disponer de una buena traducción, creo que en tu caso te iría muy bien la de CÁTEDRA.
Que el resto de lectores perdonen la extensión de este comentario, pero me ha parecido que era conveniente que lo hiciese y estoy seguro de que tú vas a quedar muy satisfecha con la información que te he proporcionado.
Un beso y un abrazo cariñosos,
Antonio
Isabel hace mucho que no entraba a tu blog...y volver justo hoy me deja sin aliento...hermosa historia. Los enamorados...sin palabras. Volveré como antes, como siempre.
ResponderEliminarUn abrazo y bikos.
Se me han saltado las lágrimas.
ResponderEliminarLiteralmente.
Besos.
¡Una preciosidad...! Emotivo y tan bien trabado que parece que estás viendo relucir el amor, los temores, el cansancio...
ResponderEliminarMe ha encantado y ahora voy a leer los otros dos blogs para completar mi aprendizaje :)
No sé porque no me sale directo este blog, donde se puede comentar.
Voy a mirar que me pasa :(
Un abrazo bien fuerte, mujer romana.
Una vez más mi admiración por tu recreación de este episodio ovidiano. Como latinista te agradezco que hagas público en un blog tan visitado tu amor por la cultura y literatura romanas. Besos.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestras visitas, queridos amigos. Esta historia de Baucis y Filemón nos ha conmovido a todos y es una satisfacción haberla podido compartir con vosotros. Espero que tanto Antonio Martín Ortiz como Soledad Sánchez M. hayan quedado tan satisfechos como yo de la experiencia y que la volvamos a repetir más adelante. Un abrazo 4enorme a todos.
ResponderEliminarQue afortunada colaboracion..nos ha regalado el relato de esta preciosa y conmovedora historia..gracias por compartirla!
ResponderEliminarFelicitaciones a los tres, y un fuerte abrazo a ti querida Isabel.
que hermoso texto Isabel.
ResponderEliminarQuedé sorprendida.
Muy hermnoso.
¿Cómo lo haces, Isabel?
ResponderEliminarTe leo y no puedo evitar el volver a Ovidio y recordar emocionado sus versos que ya desde hace años, y cada vez más según pasa el tiempo, me han conmovido siempre profundamente:
"...et quoniam concordes egimus annos,
auferat hora duos eadem..."
Y ya que pasamos los años unidos/que la misma hora a los dos nos lleve"
Supongo que es un honor y una satisfación para una escritora enamorada de Roma el saber que sus palabras se colocan a la par que sus amores.
Gracias (también por tus dos enlces).
Que bellas revelaciones encuentro aqui...
ResponderEliminarHermosísima historia de amor que parece una perla literaria, llena de imágenes y rica de cultura. Un gusto leerla, Isabel.
ResponderEliminarBesos