Cuando a despecho del emperador Tiberio llevaste hasta Roma las cenizas de tu difunto esposo, cuando cerraste tus oídos a las recomendaciones de cautela y tu corazón se negó a rendirse al miedo, diste una doble lección a los romanos: la primera, que la dignidad de los difuntos compromete la dignidad de los vivos de modo tal que no puede considerarse digno quien no honra a sus muertos; la segunda, que una matrona romana no se doblega nunca, ni siquiera al precio que has pagado tú: sufrir destierro, morir abandonada y sola por haberte enfrentado al tirano.
Salve, noble Agripina. Aunque privada de honores y de honras fúnebres, no hay sobre la faz de la tierra unas cenizas más dignas que las tuyas.
NOTA: A la muerte de su marido Germánico – quizá envenenado por orden del emperador Tiberio – Agripina la Mayor se dirigió desde Asia hasta Roma llevando las cenizas de su marido. El emperador le negó un funeral público, pese a lo cual ella, acompañada por una multitud, llevó las cenizas hasta el Mausoleo de Augusto y las depositó en él. Es de reseñar que a ese acto ni siquiera asistió la madre del difunto, seguramente por miedo. El enfrentamiento que mantuvo Agripina con Tiberio desembocó en su destierro en la isla Pandateria, donde murió de inanición, desconociéndose si fue por su propia voluntad o por orden de Tiberio.
*Cuadro que representa a Agripina llevando las cenizas de su marido Germánico al Mausoleo de Augusto. Imagen tomada de internet.
**Hojas de acanto. Roma.
**Hojas de acanto. Roma.
Se aprende mucho al seguir tu blog. Muy interesante la historia de Agripina.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por la dedicatoria, Isabel. Te lo agradezco mucho, pues ilustra lo que a veces me has comentado sobre la antigüedad de la negación de honras fúnebres a los enemigos para negarles en la otra vida la dignidad y el descanso eterno y de paso afrentar a sus deudos con el castigo post-mortem de su antepasado.
ResponderEliminarNada nuevo bajo el sol, ni siquiera en ésto.
Gracias y un abrazo.
Sentido y emocionante homenaje el tuyo, Isabel y merecidísima dedicatoria a nuestro amigo Daniel, me hace feliz encontrar juntos en un Post a dos entrañables Amigos como vosotros..
ResponderEliminarBesos, hoy para ambos!
Hoy nos acerca usted el gesto valiente y admirable de una mujer, madame.
ResponderEliminarQue gusto que ya le vaya quedando algo de tiempo para seguir por aqui con sus historias romanas.
Buenas noches, madame
Bisous
Vaya historia conmovedora, terrible, emocionante y valiente, ¡brava Agripina!
ResponderEliminarPreciosa dedicatoria y homenaje, qué necesarias palabras en el recordatorio de nuestra propia historia.
"La dignidad de los difuntos compromete la dignidad de los vivos", es perfecta esta declaración de principios, desde mi punto de vista. ¿Qué es un ser humano, sino aquél que sabe honrar y defender a los que ya no pueden hacerlo por sí mismos?
Que el conocimiento de la historia, de nuestros dignos predecesores mantengan viva la lucha por la memoria histórica y no clamen los fantasmas desde anónimas fosas, sino que sean sus nombres los que ofrezcan una inscripción desde el orgullo de sus personas y de sus vidas.
Cada día más fantástica eres querida, valiente Isabel, en esa pluma que te posee y te llena de verdad y de poesía profunda y perdurable.
Un abrazo, querida amiga.
la pintura de AGRIPINA es característica de la mujer, la matrona romana,de mis abuelas y tantas que llegaron a este mi país,ese orgullo y esa firmeza en las convicciones,esa fuerza genética que perdura en los que llevamos la sangre de Roma, que orgullosa estoy ¡¡¡ gracias Isabel hermoso escrito- te abrazo
ResponderEliminarHe quedado prendida de esta frase: "...la dignidad de los difuntos compromete la dignidad de los vivos..."
ResponderEliminarP.D.:Si tan solo tuvièramos la honra de rendir los consabidos honores a la historia!!
MIL BESOTES MI QUERIDA ISA ♣
Pobre mujer.
ResponderEliminar¡Que mal lo debió pasar!.
Y que valentía con Tiberio.
La lucha por el poder es también la lucha por la historia, los valores contenidos en esta iluminan y rigen los del presente. Y es en la literatura donde se presenta el drama por esta pugna. Así el oficio del literato se convierte en cause por donde fluye el ímpetu de la historia.
ResponderEliminarIsabel Romana si puedes y si es de tu interés envíame por email o deja en el sitio de comentarios del número 13 una breve reseña de tu novela para dejarla en la columna derecha a modo de homenaje y difusión de tan importante evento.
Un abrazo Escritora!!!
La historia está llena de mujeres valientes. El presente tiene mujeres valiosas, como tu, que nos hacen conocerlas y recordarlas.
ResponderEliminarRobert Graves señala en dirección a Livia, la madre de Tiberio, como instigadora del asesinato por envenenamiento de Germánico. Su plan era dejar el camino del poder completamente libre para Tiberio.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLos muertos habitan en la memoria de los vivos. No recuerdo de quién es la frase, por desgracia, pero me parece bien cierta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mujer valiente y arriesgada Agripina, y tuvo que pagar las consecuencias, un gusto leerte y seguir aprendiendo.
ResponderEliminarSaludos.
Estupendo y maravilloso post, como siempre Isabel. Esto es extraordinario.
ResponderEliminarBesos enormes...!
Salve, Agripina.
ResponderEliminarY Salve, Germánico.
Yo, como se apunta más arriba y educado con Graves, disparo hacia Livia.
Saludos, Isabel.
Admirable Agripina, ¿como una madre así no tuvo mejores hijos? Supongo que el veneno familiar ya les había alcanzado.
ResponderEliminarGermánico era la misma amenaza para Tiberio que su padre Druso
Un texto que dignifica y honra la memoria de quien no se amilanó ante las furias del poder. Abrazos.
ResponderEliminarSiempre fue Germánico uno de mis preferidos, siempre me parece que fue la última oportunidad de Roma, desperdiciada, para no caer en manos de desequilibrados y degenerados.
ResponderEliminarMuy interesante.
Un saludo
Conmovedora y emocionante la historia e Agripina.
ResponderEliminarBicos
Enfrentarse a los tiranos no tiene recompensa, pero tiene la dignidad de la justicia!!!
ResponderEliminarHermoso texto el de hoy!!!
Gracias Isabel por compartir siempre este material maravilloso!!!
Besotes!!!
Isabel: no dispongo de mucho tiempo, por eso me paso menos a comentar, pero que sepas que tu blog es de los que más me gusta seguir.
ResponderEliminarBesos
La figura de la matrona romana, fiel al esposo aún después de su muerte en extrañas circunstancias, valerosa ante el tirano que tal vez lo mando asesinar con veneno, es ejemplar. Sigue la saga de Agripinas, todas mujeres peculiares, distintas, asociadas al poder, por voluntad o por fuerza. Agripina la Mayor, en la tradición de una Lucrecia.
ResponderEliminarMuerta por inanición, por querer morir, asqueada en aquella isla, no sospechaba que su hijo Calígula, sería tan monstruoso como Tibero, y aún más. ¿Mató Botitas calígula a Tiberio? no hay pruebas, pero...ahí queda la insinuación de Suetonio, velada.
Te saludo Isabel. ¿Para cuando leer una sinopsis de tu novela?
Ánimos y felicitaciones, !salves! desde el Quinto pino andorraníl, natalí
Desde hoy me hago fan de Agripina.
ResponderEliminarPor tu "culpa"
:D
Un beso
Lala
Puede considerarse como prototipo de la matrona romana.Su fuerte caracter, voluntad de hierro, su orgullo y altivez, no la avandonaron en momentos tan difíciles como enterrar a un ser querido, en las circunstancias que ella lo hacía. Admirable mujer.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Proserpina
Hola Isabel vengo con mucho placer a visitarte y leerte, deseando que estés bien, disfrutando de tu insigne labor de escritora
ResponderEliminarDa mucha fuerza y valor conocer historias como estas, que ante el emperador más poderoso de aquella época hubo una mujer que se plantó con un alto concepto de la dignidad, que le opuso tenaz resistencia al tirano desafiando el poder imperial y sus represalias... en consecuencia prefiriendo morir antes que doblegarse... admirable
Lindo texto, lo disfruté al cien.
Te mando besos con fuerte abrazo
Naty
Que bueno que llegue a tu blog. Es verdaderamente interesante. Así cualquiera se enamora de las mujeres romanas.
ResponderEliminar¿Por qué todas las mujeres relacionadas con la familia de Augusto fueron tan desdichadas? Parecía la familia maldita a pesar de detentar el poder.
ResponderEliminarTodo un carácter el de esta mujer, que fue capaz de enfrentarse con el mismísimo emperador por la memoria de su marido, traicionado, por ser de la familia imperial (imagino que se interpondría en la herencia al trono del partidario elegido por Tiberio). Digna nieta de Augusto, sin lugar a sudas.
Un beso
Amiga, Tiberio nunca me cayó bien...
ResponderEliminarNo tengo muy claros los motivos pero algo me hizo presentir siempre que era un tipo innoble.
Nunca me cayó bien. Asi es.
Un abrazo, y nuevas felicidades por tu novela, que ya vi la portada.
Precioso texto dedicado a Agripina la Mayor, madre del emperador Calígula, pero, a diferencia de su descendiente, ejemplo de virtud, honestidad y amor conyugal. Toda una heroína que pereció por su ideal, que en este caso era honrar a su difunto esposo. Me ha encantado. Un beso Isabel.
ResponderEliminarIsabel, que destino trágico las de ésta familia y sus mujeres...gracias por compartir tu pasión por ésta cultura, es una delicia leerte, para mi imprescindible por muchos motivos!
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y muchos bikos.
Magnífico texto, Isabel, la manera en que relacionas la dignidad de los vivos con la honra prestada a sus muertos es excepcional. Gracias, además, por reivindicar como lo haces la memorio histórica.
ResponderEliminarUn abrazo.