jueves, marzo 24, 2011

RITOS FUNERARIOS EN HONOR DEL HIJO DE NÚMITOR

(XIV)

A pocas personas les fue concedido descansar esa noche en Alba Longa. Quien más atrozmente padecía era la reina Aurelia que, acompañada únicamente de la sierva Tuccia y con el corazón abatido por la pena, velaba el cadáver de su hijo. Mientras derramaba lágrimas por él, no podía apartar de su mente los temores por los peligros que acechaban a su hija, tan joven, tan inocente e indefensa. Se lamentaba también de no haber preservado mejor el trono de su marido. ¿Qué explicación le daría, cómo se justificaría cuando él regresara? Y aún sentía más honda la punzada de dolor, porque ni siquiera podía afirmar que Númitor continuaba vivo.


El sueño huía de los ojos de Criseida, tizones encendidos por la ira. Debía haberse acostado ostentando el título de reina y he aquí que, por culpa de un lechón apestoso y un estúpido augur que bien podía haber simulado un augurio favorable, seguía siendo Criseida a secas. Apretaba los puños al pensar en su marido y sus escrúpulos. ¡Cuánto más fácil para todos habría sido que unos sicarios hubieran asesinado a Númitor en el camino fingiéndose ladrones…! De haber seguido su consejo, ahora, con buenos augurios o sin ellos, serían reyes. Ojalá Númitor hubiera reventado ya del mal de vientre que ella misma se había encargado de procurarle.

Tampoco Amulio dormía. La ceremonia de toma de los augurios se repetiría al día siguiente después del funeral. Le hubiera gustado presidir los ritos fúnebres investido con los poderes de monarca, pero lo más importante era que los guerreros lo reconocieran como su jefe natural. Y eso ya lo había conseguido. Además, había ordenado a los albanos presentarse armados para despedir con honores al hijo de Númitor y, al mismo tiempo, hacer una demostración de fuerza. Exhibir el mando de tantos guerreros armados persuadiría a los disconformes, incluidos los miembros del Consejo más reticentes, si el augur osaba titubear al interpretar la voluntad de los dioses.

La inquietud no daba tregua a la Vestal Máxima Camilia en la casa de las vestales . A causa del aislamiento que Amulio había impuesto a la reina, apenas había podido comunicarle el envío de un mensajero de confianza para avisar al rey Númitor y nada más. Y casi era mejor, porque se sentía angustiada y muy pesarosa de no poder darle noticias ciertas sobre Rea Silvia. Desde el principio de este drama había tratado de comprender las razones de la conducta de Amulio. Si quería ser rey ¿por qué no había matado a su hermano? Y si no quería mancharse las manos de sangre ¿por qué atacar tan brutalmente a su familia? Camilia intuía que para ayudar a Rea necesitaba hallar las respuestas a esas preguntas.


La aurora teñía de rosa el bosque y el santuario de Diana Nemorensis,
donde el rey Númitor de Alba Longa había pasado la noche inquieto. Cumpliendo su promesa, el sacerdote de Diana había sustituido por hombres de su confianza a los criados del rey y éste había dejado de vomitar, aunque su piel ardía, seguía sudando y se hallaba sumido en un agitado duermevela. Habían preparado un carro para transportarlo con el fondo de paja, una estera encima y espacio para que pudiera sentarse a su lado un acompañante. Lo acomodaron con mucho cuidado y el sacerdote despidió a la comitiva.

- No os detengáis por ningún motivo ni perdáis de vista al rey – advirtió–. Id tan rápido como os sea posible pues el trono de Númitor está en peligro. Y su vida también. Quieran los dioses que no sea demasiado tarde.


Rea Silvia se despertó sobresaltada con un vacío en el corazón. Su hermano. El dolor volvía con toda su agudeza tras haberse aplacado durante el sueño. A su lado Palantea dormía plácidamente, tendida de costado y con las manos juntas debajo de las mejillas. Se dio cuenta entonces, como si le arrojaran sobre el rostro un cuenco de agua fría, de la situación en que había quedado la pastorcilla por su causa: había perdido a los cerdos y ni siquiera había regresado a la cabaña de su ama desde el día anterior. ¡Kritubis podría castigarla muy severamente, e incluso reducirla a la esclavitud y venderla! La sola idea le produjo un escalofrío y aún se sintió más en deuda por su ayuda. Trataría de compensarla, impediría por todos los medios que a Palantea le ocurriera algo malo.

Al poco, una claridad difusa entró por los respiraderos de la cueva y anunció el nuevo día. Las muchachas se levantaron y llamaron a Espórtula, quien las hizo subir y beberse un caldo caliente. Tras una breve discusión, Rea Silvia impuso su voluntad por encima de la prudencia que le pedían sus amigos: asistiría al funeral de su hermano mezclada entre la multitud. No se tiznaría la cara, sino que iría lo más limpia y aseada posible, como señal de respeto, si bien se cubriría la cabeza y el rostro con un manto prestado por Espórtula. Con la atención puesta en los ritos, nadie del público se fijaría en ella.
El lugar de la ceremonia era una explanada próxima a la necrópolis, un ensanchamiento de la ladera situado a mayor altura que Alba Longa, fuera de la muralla. Bajo la guía de Alec, las tres mujeres, Rea Silvia, Espórtula y Palantea, caminaron por entre las cabañas de la zona más alta de la ciudad hasta llegar a las inmediaciones de la puerta occidental, por donde habrían de salir. Tantas personas marchaban en su misma dirección que, formando un enorme grupo, cruzaron sin dificultad la puerta de la muralla.



Depositaron los lechos fúnebres en el suelo y las autoridades ocuparon su sitio. Con la cimera de crin de caballo de su casco agitada por el viento, Amulio se adelantó unos pasos para dirigirse al público. Su estatura soberbia, su coraza de bronce labrada que destellaba cuando entre las nubes asomaba un rayo de sol, lo asemejaban a un dios. Desde donde estaban no se oían sus palabras, pero debían ser muy elocuentes porque los guerreros lo jaleaban con frecuencia haciendo chocar las lanzas contra los escudos.
Terminado el discurso, dejaron aparte a los difuntos que habrían de ser inhumados y colocaron sobre las piras funerarias a los guerreros. Tres veces los llamaron por sus nombres antes de aplicar las antorchas que prendieron el fuego. Viendo arder el cuerpo de su hermano, Rea Silvia se sentía extraña, avergonzada. Él había perdido la vida para defenderla. Y ella, en lugar de honrarlo como debía, ¿qué hacía ahí, entre el público, ocultando su parentesco, negando ser de la misma sangre? ¿Qué le impedía ir a donde estaba su madre y llorar con ella? Empezó a retroceder lentamente para separarse de sus acompañantes sin llamar su atención.


Allá abajo, sobre las aguas del lago Albano desfilaban las nubes empujadas por el soplo de Favonio. Los bosques de la orilla opuesta se estremecían reflejados en el temblor de las ondas. Como ellos, el corazón de Rea Silvia vivía una silenciosa agitación: la muerte de su hermano enturbiaba la hermosura de la primavera y oscurecía en su alma cualquier atisbo de alegría. Y algo más se movía por dentro, una inquietud sin nombre. Una y otra vez volvían a atenazarle las mismas dudas: ¿había obrado bien al huir? Rodeada de gente y a la luz del día, el miedo de la víspera le parecía carente de sentido. Todo era confusión y tristeza.

Seis piras funerarias se alzaban el centro de la explanada. Ocupando tres de sus lados, en formación, esperaban cientos de albanos con sus escudos y lanzas, cascos de bronce y petos de piel de buey. En el cuarto lado, frente a las piras, había un espacio reservado a las autoridades. El resto del público seguiría la ceremonia encaramado a las laderas. Desde la distancia vieron acercarse el cortejo fúnebre. Abría la comitiva un grupo de jóvenes vestidos con pieles de cordero. Portadores de ofrendas y flautistas precedían a los cadáveres tendidos sobre los lechos fúnebres. Tras ellos caminaba la reina Aurelia flanqueada por Criseida y Amulio. Al ver a su madre, Rea Silvia hubiera deseado correr a su encuentro y abrazarla. Los seguían Camilia y las demás vestales, el sacerdote del santuario de Júpiter Latiaris, los miembros del Consejo. A todos los conocía Rea desde la niñez. Y cada vez le resultaba más absurdo no estar allí con ellos.

61 comentarios:

  1. Así que Criseida no es ajena al mal de Numítor... vaya, vaya, debía haberlo imaginado...

    Y esta niña ¡que nos pone el corazón en puño un día sí y otro también!

    ¡ay!

    ResponderEliminar
  2. La trama es impecalbe, Isabel, y nos permite acercarnos ,cada vez más, a estos personajes que dibujas con singular maestría. Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. Ja, ja, almena, con las adolescentes nunca se sabe lo que puede pasar... Besitos.

    ResponderEliminar
  4. Gracias, fgiucich, espero que lleguemos a amar a estos personajes como se merecen. Ojalá tenga el suficiente acierto para conseguirlo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Es apasionante la manera en que desarrollas la trama. Vas haciendo una urdimbre cada vez más complicada y sin embargo, leyéndote, pareciera que no es así. Tal es tu dominio de la acción, de los espacios, de los personajes.
    Un abrazo, aquí sigo...

    ResponderEliminar
  7. El corazón de una mujer angustiada, el Rey parece mejorar, pero el dolor de una pequeña como Rea Silvia, en un impulso puede ponerla en riesg...que los Dioses nos protejan.

    Maravilloso Isabel, yo sigo en tensión...y cada día la trama crece más y más a mejor.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar

  8. A ver si al separarse del grupo, Rea Silvia no comete una imprudencia.

    La trama es interesante.

    Saludos

    ResponderEliminar
  9. Isabel, por favor, ten compasión.

    ResponderEliminar
  10. ¡Vaya papelón, Amulio!, tener que soportar estoicamente el funeral del sobrino con tanta pompa para cumplir con las apariencias. Hasta la peineta estoy de aguantar los lamentos y sollipeos de Aurelia sin perder la compostura. Espero que los funerales de Numitor sean más llevaderos y entretenidos, pues podremos aprovechar la ocasión para celebrar conjuntamente el funeral de Rea Sivia. Eso sí, contrataremos muchas plañideras, pues eso dará empaque a la ceremonia y está bien visto por la plebe, que se pondrá de nuestra parte y nos aclamarán como legítimos soberanos. No dudes de que nuestos espías darán con esa renacuaja de inmediato, y ya nada nos impedira ceñirnos la corona de estas tierras nuevas.

    ResponderEliminar
  11. Hoy mi corazón está afligido. La muerte de mi hermano me ha robado la sonrisa y me siento extraña si no estoy al lado de los míos, aun a costa de ponerme en peligro. Me guía el sentimiento, no la razón.

    Esto marcha, Isabel. Los personajes se definen cada vez más y vivimos con ellos sus pasiones y temores. Al compás, siempre muchos datos de interés sobre las costumbres de la época (hoy del rito funerario).

    Un fortísimo abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Qué bien recreado está este tema, tan esencial para la cultura romana.

    ResponderEliminar
  13. De paso que nos enganchas con la trama que cada vez va abriendo nuevas interrogantes, nos das lecciones, en este caso sobre los ritos funerarios.
    Aquí seguimmos.

    Besos.

    ResponderEliminar
  14. Poco a poco se van conociendo más los personajes y así bien entrelazados, los acontecimiento van desarrollándose de forma ágil y coherente con con la personalidad de cada uno.
    Me gusta y te sigo. Te agradezco los cambios de tamaño de la letra. Tengo problemas en la vista y eso me ayuda.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  15. isabel! maestra tejedora de esta historia con puntos cada vez más complicados, más difíciles!

    me encanta el desarrollo de esta historia, y...esta chica...qué va a hacer?
    ayayayyayyyy que me da taquicardiaaaa!!!

    mil besos*

    ResponderEliminar
  16. Aquí estoy, a punto de coronarme, a pesar de cerdos, niñatas y gente de buen vivir, blandos y flojos que añoran el buen poder, cuando de sobra se sabe que el poder no puede ser bueno.
    Me preocupa que Criseida esté preocupada cuando estamos asistiendo a una fiesta, a la que seguirá mi coronación y después caerá Rea Silvia, esa niñata que puede aguarme los planes. No saben con quién se juegan los cuartos. En todo caso, si algo sale mal, siempre podré decir que ha sido Criseida, y seguro que se lo tragan.

    Salud y República

    ResponderEliminar
  17. Vine ayer cuando lo publicaste y he vuelto hoy a releerlo. Estoy enganchada, me encanta.
    Bicos

    ResponderEliminar
  18. Un funeral en toda regla, digno de las mejores épocas de la Res Publica Romana.

    Felicidades y enhorabuena, Querida Isabel.

    Antonio

    ResponderEliminar
  19. Amargas pompas fúnebres, tristeza, sentimientos encontrados, dudas, Rea con el corazón roto, se acerca no puede resistirse, a su madre, al cuerpo sin vida de su hermano, se acerca, ni la Vestal, ni las amigas fieles, ni Destino, la apartan del mal que acecha dispuesto a actuar.
    Me has dejado con un pálpito de angustia, diosa de la letra, eres cruel o no puedes evitar aquello insondable. Va creciendo el relato, tejiendo una malla de vidas atrapadas, de hilos crueles, de entornos palpables unas veces, mágicos y vaporosos, otras.

    Te creces Isabel y me tienes pendiente, letra por letra. Besito.

    ResponderEliminar
  20. Volví a caer en la teleraña de tus relatos...

    Cuando el sueño huye de nuestros ojos es que ya no somos nosotros mismos... ni lo rosado de la aurora, lo remedia.

    ResponderEliminar
  21. ¿Qué le impedía a la joven reunirse con su familia, con su madre y sus tíos en aquellos tristes momentos? Es lógico y natural que esa idea pasara por la mente de la joven Rea Silvia.
    Espero que no vaya a hacer alguna locura que eche todo a perder.
    ¿Tiene algún significado especial esos cambios en el tamaño de la letra?
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  22. Una noche agitada para muchos, y cada cual atendiendo a su motivo. Menos mal que queda en claro que el mal del rey no tiene nada que ver conmigo....

    ResponderEliminar
  23. Todo un lujo poder leer dos capitulos de tirón después de mi ausencia. Dos entregas maravillosas como las anteriores y que nos mantienen con la atención al máximo.
    Y sí, Rea Silvia es una niñata adolescente, pero deja entrever claramente valores como la lealtad, la valentía, la gratitud..., y eso van haciendo de ella una digna candidata a lo que será posteriormente, aunque por el momento no haga más que dejarnos siempre con el corazón en vilo.
    Bisous Isabel.

    ResponderEliminar
  24. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  25. No eres digno, ruin Amulio, ni de rozar el dobladillo de mi clámide, ¡vil y cobarde marido!. Pensar en disculparte ante la plebe, echándome a mí la culpa de tu fracaso, denota tu poco coraje para gobernar Roma. Los gusarapos de las charcas tiene más valor que tu. Pero ahora es urgente alzarse con el poder, y después, ya veremos qué te deparan los dioses, pues últimamente no se te ve con buena salud. El luto otorga dignidad a las mujeres fuertes. Siempre se pueden cambiar las costumbres, y tal vez no haya excesivas trabas para que gobierne Roma una reina viuda y respetada. He oído que en Egipto reina una tal Hatshepsut , mujer poderosa y admirada capaz de llevar con mano firme el imperio más grande del mundo.

    ResponderEliminar
  26. Con tant trama y tanta urdimbre como hay en la novela y como leo en los comentarios, se me ocurre exclamar "Vaya tela de novela".
    Tendré que volver a leer este fragmento porque me he quedado muda.
    D.

    ResponderEliminar
  27. Pilar Llorca7:56 p. m.

    Por un lado tenemos al rey Numitor acercándose a Alba Longa, espero que llegue a tiempo a honrrar los restos de su difunto hijo.
    Criseida llena de ira, no puede conciliar el sueño de sus pensamientos crueles.
    La reina Aurelia sola y sin sus mas alegados que la consuelen.
    Camilia, ayudando, e intentando desenmarañar, la muerte del hijo del rey.
    Volviendo al 1er. Cap., la historia tiene tintes dramaticos, y una quisiera que siempre ganaran los buenos.
    BSS.

    ResponderEliminar
  28. Bueno, pues ya estamos al dia.... Quedamos expectantes de nuevo...

    Un abrazo grande

    ResponderEliminar
  29. Rea Silvia va a acabar haciendo que me coma las uñas de los pies!
    O se le quita la edad del pavo, o Amulio y compañía desaparecen del mapa, porque cuando me muerda las uñas de los pies ya no me quedará nada que morderme!

    Pero qué bien lo cuentas, que nos pones hasta nerviosos, jajaja!
    Y como te dicen por ahí, de paso aprendemos un montón de las costumbres, de la manera de vivir de aquella gente.

    Magnífico ;)


    Un beso

    ResponderEliminar
  30. Hola virgi, me alegra saber que estás ahí y disfrutando. ¡Ya puedes imaginarte cuánto me caliento la cabeza! Besos.

    Hola mayte, así es: los impulsos a veces nos procuran una gran felicidad o una desdicha igualmente grande. Pero ¿cómo los podría controlar una joven? Besos.

    ResponderEliminar
  31. Hola melba reyes, está claro que Rea Silvia se quiere separar del grupo para hacer lo que ella quiere, que es ir con su madre. Y sabe que sus amigas no le dejarían... Besos.

    Ja,ja, mariajesusparadela, quienes han de tener compasión son los dioses. Y no sé... Besos.

    ResponderEliminar
  32. Hola opabimia, le das una de cal y otra de arena a tu cónyuge, pero todo el tiempo se de nota el odio contra Rea Silvia. ¿Qué te ha hecho a tí esa niña? ¡Ay, qué mala es la envidia, y desde luego a tí la envidia por tu cuñada Aurelia se te sale por los ojos! Pues mira lo que te digo: en esta vida, todo, toooooodo, se paga.

    Hola isabel martínez barquero/Rea Silvia, espero que el interés de la historia se mantenga y, sobre todo, que lleguemos a querer a Rea y tantas mujeres admirables que la rodean. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  33. Hola pedro ojeda escudero, la verdad es que no hay datos sobre las ceremonias fúnebres en el Lacio (sí sobre el ajuar, las incineraciones y las inhumaciones) pero no sobre los actos con que las acompañaban. Para este rito me he inspirado en las costumbres romanas documentadas, aunque sin seguirlas completamente. Tratándose de sus antepasados, me parecía razonable... Besos.

    Saludos, elysa, me alegra saber que estabas en el funeral. Toda compañía es bienvenida en estos momentos de dolor. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  34. Hola franki, celebro que lo estés pasando bien. La letra que he puesto es la de tamaño grande, como lo vengo haciendo últimamente. Un abrazo.

    Hola rayuela, espero que controles bien esa taquicardia, porque esta niña nuestra nos va a hacer sufrir... Besitos.

    ResponderEliminar
  35. Hola rgalmazán/cruel Amulio, te viene de maravillas echarle la culpa a tu mujer. Una costumbre muy antigua... Pero mira, a tí el poder te gusta tanto o más que a ella, o sea, una barbaridad, y no puedes negar que sois tal para cual. Otra cosa es que tú, con tu atuendo guerrero, vayas deslumbrando y la gente se crea que eres muy bueno...

    Hola dilaida, me encantan esos enganches. De hecho, es lo que más me engancha a mí a seguir. Besos.

    ResponderEliminar
  36. Hola antonio martín ortiz, mi buen Faústulo: la verdad es que todavía no he decidido si estuviste en el funeral o no... Un abrazo y gracias por tus ánimos.

    ¡Qué bien dices, natalia tarraco, cuando señalas que ni siquiera el Destino puede apartar ya a Rea Silvia de lo que va a suceder! Ninguno de nosotros podemos: esa es nuestra impotencia, nuestra dolorosa impotencia. Lo único que nos cabe hacer es acompañar a Rea, sentir con ella, quizá consolarla. Un abrazo, querida amiga.

    ResponderEliminar
  37. Hola odiseo de saturnalia: tú eres experto en caer en hechizos varios, pues te seduce la aventura y la palabra. Así pues, mis redes están tendidas para tí. Un abrazo.

    Hola cayetano, no sé a qué cambios en el tamaño de letra te refieres, porque yo en mi pantalla la veo toda igual... Aunque puedo asegurarte que el señor blogger me desespera muchas veces, hasta el punto que me cuesta más colgar la entrada que escribirla. Respecto a la historia, tengamos confianza en Rea. Besos.

    ResponderEliminar
  38. Ja, ja, alejandra sotelo faderland, a Calisto/a lo/a reservo para empeños de más enjundia. Besos, querida amiga.

    Hola bagoas, celebro que encuentres valores encomiables en nuestra joven adolescente porque, como muy bien dices,en ella se está forjando un carácter que hará admirable cuanto haga en el futuro. Besos.

    ResponderEliminar
  39. Bueno, opabinia, no te enfades con tu marido si él se manifiesta tan descarado y falto de escrúpulos como tú. Y mira, no dejes ver tan claramente tus planes, no vaya a ocurrir que te lleves una sorpresa y el viudo sea él... Besos, malvadilla.

    Hola dolors jimeno, ¡dejarte muda a tí ya es mérito...! A ver si conseguimos Rea y yo salir con bien de esto... Un abrazo.

    ResponderEliminar
  40. Hola pilar llorca, es verdad que nos gustaría que la vida premiara a los buenos y castigara a los malos. Pero la vida nunca hace eso. Es imprevisible, caprichosa y pocas veces justa. Así pues, nos toca a nosotras mismas darnos la justicia que ella nos niega. Un abrazo muy fuerte.

    Hola antiqva, te has dado una buena panzada de leer... Ya has visto con cuanta dignidad y pericia has ejecido tu vocación de augur. Aunque mira que dejarte robar un cerdo....Besitos.

    ResponderEliminar
  41. Saludos, áfrica. Tu que eres madre sabes muy bien cuánto cuesta criar a los hijos y qué difícilmente ellos aprenden de experiencias ajenas: prefieren darse directamente el tortazo antes que dejar de hacer lo que su corazón les dicta. Confío en que puedas conseguir uñas postizas... Un abrazo.

    ResponderEliminar
  42. Cristaliza aquí uno de mis sufrimientos, quizás el más peregrino entre tanto personaje excelso: el de la vulnerabilidad de Palantea, que ha perdido a los cerdos, y se ha quedado a dormir fuera como quien no quiere la cosa.
    Pues tan importantes son sus problemas como los de los que detentan el poder.

    Esta mezcla de personajes,a mi juicio, convierte "La fundación de Roma", como ya ocurriera con "Dido reina de Cartago" en auténticas epopeyas de los pueblos que incluyen entre sus protagonistas a personajes de todas las clases sociales, y donde los más humildes tienen siempre cabida, por supuesto que algunos de ellos son los más audaces y sensibles.

    Por otro lado, y desde la técnica narrativa me ha gustado mucho el comentario que le haces a nuestro amigo, Antonio Martín Ortiz, Fáustulo en el que explicas que aún no has decidido si ha estado o no en el funeral. Obra viva, entrañas de la creación.

    Volviendo al argumento, se me abren las carnes al contemplar a Rea Silvia con su cara lavada y cubierta por el velo, no quiere ocultarse por respeto. Qué sufrimiento tan terrible el pensamiento de que ella se está ocultando en el funeral de su hermano mientras este dio la vida por ella. Su familia, los consejeros, las vestales, toda su gente allí y ella oculta, cuántas veces alguno de nosotros (aunque no pertenezca a la monarquía, claro) se habrá sentido identificado con una situación parecida, aunque esperemos no tan trágica. Pero tener que permanecer el margen cuando las entrañas proclaman cuál es tu sitio, el que por variados motivos no te ha sido concedido, ¡oh!

    Hay que ver cómo la noche ha tejido una red con distintos sueños, crueldades, vilezas, y noblezas, la red de la vida en la que habitan personas nobles e innobles, más allá de su clase social.

    Mis respetos para el hombre joven y abnegado que con arrojo entregó su vida por la familia a la que amaba, que el Hades te sea leve, valiente sangre de reyes, hijo de Númitor.

    Por cierto, ¿qué le habrá hecho la malvada Criseida a Númitor para padecer el mal de vientre que le arrebata la vida? Qué horror de mujer. Menos mal que nos deja un resquicio a la esperanza.

    En fin, otra vez a sufrir. Ay, mi pobre Rea Silvia, escucha el viento que murmura sobre los árboles...

    Precioso. Un gran abrazo, querida Isabel, Urbana Lacia, jaja.

    ResponderEliminar
  43. ¡Gracias de nuevo por tu comentario, querida paisana! ¡Claro que visito tu blog! Me encanta. Y el juego de comentarios, muy sabroso.
    ¿Sabes que también vamos a compartir "paisanaje" editorial? Pues ya ves...
    Un besote.

    ResponderEliminar
  44. Por favor, Isabel, que no cometa Rea Silvia una insensatez.
    Besos

    ResponderEliminar
  45. Por favor, Isabel, que cometa una insensatez, estando de duelo debería pedirle matrimonio a un soldado albano de esos que han venido al sepelio, antes o después de apuñalar a Cresidia en el culo

    ResponderEliminar
  46. Pues sólo espero que Rea Silvia no cometa la imprudencia de acercarse a su madre, dado que desconoce que el verdadero peligro parte de sus tíos Amulio y Criseida.

    Fantástica tu narración, mi querida Isabel, la novela está cobrando forma de manera auténtica y perfecta, no sólo entretiene, sino que también resulta muy didáctica a la hora de conocer cómo se vivía y pensaba en aquella época remota.

    Siento no haber podido leer todas las entregas, pues en estos momentos mi tiempo escasea, y más escaso será a partir de la semana próxima en que ya espero mudarme de domicilio, pero, de momento, entre una cosa y otra, no puedo leer ni escribir todo lo que me gustaría. No obstante, me pasaré por aquí siempre que mi tiempo me lo permita, para disfrutar de esta novela según la vas hilando paso a paso.

    Un gran beso, querida amiga y disfruta de un finde relajante e inspirado.

    ResponderEliminar
  47. Me apasiona la historia y junto con ella los comentarios!!!

    Qué va a hacer esa niña????? Diosas mías!!!

    Abrazos, Isabel!!!

    ResponderEliminar
  48. Saludos, elena clásica. Cierto que las aventuras de los pueblos las viven y las sufren todos sus componentes, aunque la historia o las leyendas se fijen sólo en un puñado de personas obviando a todas las demás. Como muy bien señalas, me gusta más acercarme a lo común, a lo coral, poner la vista en las personas corrientes que, de un modo u otro, también fueron protagonistas aunque quedaran luego olvidadas. Esas son, en general, las que dan vida a las novelas que yo sueño (aunque las sueño mejores que el resultado)porque el ser humano es, ante todo, un ser social y así me gusta reflejarlo. Desde ahí, la situación en que ha quedado Palantea no es menos amenazante para ella que la de otros personajes, porque los débiles son muy vulnerables.
    En cuanto a Rea Silvia, desde el principio de la novela le molesta, le incomoda el estar más protegida (o buscar más protección) que los suyos, y eso creo que dice mucho en su favor. Esta niña tiene coraje en la sangre... Esperemos que sea para bien. Besos, querida amiga.

    ResponderEliminar
  49. Hola antonio porpetta, me encanta eso de compartir "paisanaje" editorial. Eso significa que te publicará alguna editorial valenciana, supongo. Ojala sea así y vengas por nuestra tierra a presentar tu libro. Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar
  50. Hola virginia, qué difícil es que las jóvenes nos obedezcan. Ojalá tuviera yo ese poder...

    Bueno, historiadelarte, creo que Rea Silvia tendrá muchas ocasiones de hacer insensateces... afortunadamente para nosotros. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  51. Hola mayte dalianegra, no te preocupes, pues ya se que estás a punto de trasladarte de casa y eso es un auténtico quebradero de cabeza. Espero que todo te vaya muy bien. En cuanto a Rea, sólo nos queda esperar y confiar en los dioses, aunque no sé...
    Besos.

    Hola gloria, sí es para estar preocupadas, sí. Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar
  52. No, Isabel: me refería a Es Ediciones, donde voy a publicar un libro de humor: "Guía práctica para turistas inexpertos". Una frivolidad, pero me divirtió mucho escribirlo
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  53. Hola Isabel, perdona mi dejadez, pero hasta hoy me ha sido imposible pasarme por aquí y leer todas las entradas atrasadas. Me está gustando mucho la trama que conduces magistralmente, la visión del águila sobre Alba Longa me ha parecido muy original. Con cada entrada en tu blog te superas. Muchas felicidades y continúa pronto.
    Saludos de Tito Tacio, también él se hubiera compadecido de la familia real albana, y desde me persona le expresa sus condolencias a la reina Aurelia, al rey Numitor y la princesa Rea. Saludos.

    ResponderEliminar
  54. Creo que esta historia esta necesitando de un buen, robusto y amistoso gato.

    ResponderEliminar
  55. Madame, ya me he puesto al día tras mi ausencia debida a un viaje imprevisto.
    Me ha resultado apasionante la descripción de la ceremonia. Cuántas cosas se aprenden aquí! Y de la forma más divertida posible, con buena literatura.
    Pero ahora temo que Rea Silvia cometa alguna imprudencia, sobrellevada por la emoción del momento.

    Feliz comienzo de semana, madame

    Bisous

    ResponderEliminar
  56. ¡Qué bien, antonio porpetta, que tengamos para ese trabajo tuyo la misma editorial! Ojala podamos encontrarnos con ese motivo. Si disfrutarte escribiendo es "Guía práctica para turistas inexpertos" ya tenemos algo más en común. No sólo disfrutar escribiendo - que ya es bastante - sino también el sentido del humor y las guías. Yo también escribí una guía (aunque seria) sobre Valencia y su provincia, en coautoría con mi hijo, para Everest. ¡Cuántas felices coincidencias! Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar
  57. Hola aarón, ya me imagino que ibas muy atareado, es normal. Y me alegro que te hayas puesto al día y te guste lo que has leído. Eso es lo que a mí me anima, que disfrutéis los lectores y aún más todavía los personajes que estáis implicados. Aunque al tuyo aún le falta para aparecer en la historia, es generoso que tu corazón de soberano se solidarice con los reyes de Alba Longa, superando cualquier posible rivalidad. Un abrazo y hasta pronto.

    ResponderEliminar
  58. Ja, ja, alejandra sotelo faderland, cómo se nota que ambas somos veteranas en este asunto: parece que me hayas adivinado el pensamiento. Como que en la próxima entrada sale Divaida, una divinidad protectora de la fauna y otras criaturas inocentes, muy dignamente representada por Miss Lizzie Crabb (aunque le he tenido que "maquilllar" el morrito). Espero que te guste. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  59. Bueno, la dame masquée, ha llegado usted a tiempo, porque en el próximo capítulo interviene su personaje. Una intervención corta, pero sabrosa. Besitos.

    ResponderEliminar
  60. Qué actual me resulta, y qué humano, el personaje de Crideida, con toda su maldad que le aflora por los puños! Cuánto daño puede hacer una ambición no saciada... esperemos que Rea Silva no se ponga a tiro, porque cualquier cosa sería creíble de esta mujer... nada que ver con Espórtula.
    Un beso Isabel, y felices Ludi Saguntini!

    ResponderEliminar