El día señalado para la fiesta de Júpiter Latiaris las vestales se levantaron antes del alba, cumplieron con los ritos matutinos e inmediatamente comenzaron a prepararse para la festividad. Rea Silvia asistiría por primera vez en calidad de virgen vestal y, después de haber sido instruida directamente por Camilia durante un año, creía estar preparada. Esperaba que la Vestal Máxima le otorgara alguna responsabilidad singular dando a entender con ello que la consideraba apta para el pleno desempeño de sus obligaciones.
Y cuenta una leyenda albana que, mientras molía en un mortero la harina con la que elaborar unas tortas para ofrendarlas a Júpiter, Rea Silvia se confundió y en lugar de añadir más grano de cereal al mortero, agregó en su lugar granos de sal. Así amasó una harina muy salada de la cual, con el tiempo, derivaría la mola salsa que realizan las vestales de Roma, cuyas tortas desmenuzan sobre la nuca de las víctimas antes de su inmolación. ¿Pudo tratarse de un presagio? Sea como fuere, alguien se dio cuenta del error, apartó esas tortas y, si le dio alguna importancia, lo silenció. No era cuestión de inquietar a Rea Silvia en una jornada hecha para la alegría, una fiesta singular tanto por estar dedicada al rey de los dioses como por su valor social, pues la celebraban juntas todas las ciudades y pueblos del Lacio, unidos por una lengua y unas costumbres antiquísimas.
Los primeros rayos de sol encontraron la ciudad de Alba Longa en movimiento y los caminos que, desde las distintas ciudades latinas conducían al santuario del monte Cavo, repletos de gente. Habitantes de ciudades conocidas como Tibur, Tusculum, Ardea, Corioles y muchas otras de las cuales el tiempo ha borrado las huellas, como Collatia y Crustumerio, formaban largas comitivas encabezadas por los representantes de sus respectivos gobiernos. Era un gozo ver desfilar las ovejas y las cabras, los cerdos, las terneras, los bueyes, adornados con cintas de colores y con hojas, mientras los pastores, vestidos con sus mejores galas, daban órdenes a los perros, cantaban y tocaban las siringas, o caminaban en grupos charlando. Las matronas y sus proles iban alegres: era el momento más esperado del año para encontrarse con parientes y amigos de otras ciudades e intercambiar noticias de los nacimientos, bodas, muertes, y otros acontecimientos importantes de la vida.
Toda la mañana transcurrió con el sucederse de peregrinos que entregaban en el santuario sus ofrendas de animales, quesos y leche y luego hacían fiesta en los alrededores compartiendo comida, bebida y alegría. También las vestales de Alba Longa tenían su lugar de encuentro en un bosquecillo situado detrás del santuario, donde sus criados habían llevado un carro con provisiones. Allí, a la sombra de los árboles, descansaron de la caminata y de un inusual calor, ofrecieron agua y comida a quienes se acercaban a saludarlas y charlaron mientras esperaban el momento más importante, aquel en que se estrechaban lazos de parentesco, alianza fraterna y amistad entre las ciudades.
Cuando el sol alcanzó su cénit, se agruparon a las puertas del santuario los representantes de las ciudades latinas para la ceremonia de la ofrenda común. El nuevo rey de Alba Longa no había ocultado sus deseos de demostrar su superioridad con respecto a las demás ciudades y había preparado una solemne procesión. Primero, bajo la organización y supervisión de su mayoral Fáustulo, desfilaron los mejores animales de sus rebaños junto con sus criados jóvenes. Les seguía un numeroso cortejo formado por las matronas más virtuosas y, tras ellas, un coro de veintisiete vírgenes adornadas con coronas de hojas y flores, vestidas con túnicas blancas y llevando cada una de ellas un corderito sujeto con una cinta. Entonaban cánticos sagrados y todo el público, los montes, el cielo y la floresta se estremecían con el sonido de sus dulces voces y el poder hipnótico de los himnos. Siguiendo sus pasos avanzaba manso, engalanado con guirnaldas, el toro blanco que iba a ser inmolado en nombre de todas las ciudades del Lacio e, inmediatamente detrás, el rey Amulio y su esposa Criseida acompañados por su hija Anto, los componentes del Consejo, las Vestales, los sacerdotes de otros cultos y los miembros de las familias más importantes de Alba Longa.
- ¡Madre, ven! ¡Ven por favor! – decía Urco tirando de la túnica de su madre y apremiándola. Acca Larentia se resistía a las demandas del niño, de unos siete años de edad, porque estaba dando de comer a otro más pequeño. Al final, captando un matiz de angustia en la petición de Urco, dejó a los pequeños a cargo de uno de sus hijos mayores y cedió a sus ruegos.
Sacrificó el toro el sacerdote del santuario, quemó la parte correspondiente a Júpiter y luego se distribuyeron equitativamente los trozos de carne entre los representantes de todas y cada una de las ciudades. Éstos ordenaron solemnemente a los jóvenes latinos que se dispersaran por los bosques para recoger la leña con la que, al caer la noche, habría de encenderse una gran hoguera ritual en la cima del monte. Fue entonces cuando Rea Silvia, que había disfrutado de una jornada feliz bajo aquel cielo brillante, recibió el encargo que tanto había esperado: purificar los instrumentos del sacrificio en la fuente del bosque sagrado de Marte, situado ladera abajo del santuario.
- ¡Madre, ven! ¡Ven por favor! – decía Urco tirando de la túnica de su madre y apremiándola. Acca Larentia se resistía a las demandas del niño, de unos siete años de edad, porque estaba dando de comer a otro más pequeño. Al final, captando un matiz de angustia en la petición de Urco, dejó a los pequeños a cargo de uno de sus hijos mayores y cedió a sus ruegos.
- ¿A qué viene tanta urgencia? – preguntó, pero ya el niño había echado a correr delante de ella, saltando cuesta abajo entre los árboles y los matorrales. Lo siguió con paso ligero y mucha habilidad, pues no en vano estaba acostumbrada a caminar por los terrenos difíciles con la misma destreza con que las cabras trepan por las rocas más empinadas. El niño se había parado junto a un tronco caído al borde de un camino y estaba agachado, mirando algo.
- Se ha caído, o alguien la ha tirado ahí. Creo que es una hembra – dijo por toda explicación cuando su madre llegó a su lado. Era una zanja profunda, hecha en parte por haberse desarraigado el árbol y en parte por obra humana. Parecía una trampa para animales, pero no había a su alrededor ni en el interior restos de ramas ni de cañas que hubieran servido para ocultarla. Dentro había caído un perro, un ejemplar joven que gemía en un rincón y los miraba con ojos asustados. Tenía sangre en la cabeza y se lamía una pata. A Acca Larentia no le cupo duda de que la perra, si es que su hijo tenía razón y era una hembra, había sido arrojada allí por algún desaprensivo. Miró a su alrededor, tratando de idear el modo de sacarla. Sería muy difícil y, desde luego, no lo conseguirían sin ayuda.
Nada ocurre por azar. Cuántas veces nuestro camino se entrecruza con los de otras personas con las que creíamos no tener nada en común y, sin embargo, resultan significativas en nuestro devenir. Un pariente lejano que se presenta inesperadamente en nuestra casa, una desconocida con quien tropezamos en el foro, un anillo que perdiste en el campo… Quién sabe por qué intrincados senderos decide Fortuna que discurra nuestra vida. Que los de Acca Larentia y Rea Silvia iban a estar unidos sin cruzarse, es una realidad. Y así se consumó aquel día.
Nada ocurre por azar. Cuántas veces nuestro camino se entrecruza con los de otras personas con las que creíamos no tener nada en común y, sin embargo, resultan significativas en nuestro devenir. Un pariente lejano que se presenta inesperadamente en nuestra casa, una desconocida con quien tropezamos en el foro, un anillo que perdiste en el campo… Quién sabe por qué intrincados senderos decide Fortuna que discurra nuestra vida. Que los de Acca Larentia y Rea Silvia iban a estar unidos sin cruzarse, es una realidad. Y así se consumó aquel día.
Por el camino junto al cual estaban Acca y su hijo Urco descendía un grupo de mujeres. En cabeza iba la vestal Rea Silvia, distinguible por la agilidad de su paso y por su velo, llevando un cesto en la mano. Tras ella iba su criada Tuccia, quien tras haber servido fielmente a la reina Aurelia durante las dramáticas jornadas de su destronamiento, había regresado a la casa de las vestales y, por petición de Aurelia, había sido asignada al servicio de Rea Silvia. La pastora Palantea, Énule y Amnesis la acompañaban también, la primera alegrando el paso y celebrando el encargo con la música de su siringa – que hizo alzar las orejas y ponerse en pie a la perra dentro de la zanja – y las otras dos mirando a los bordes del camino por si de casualidad encontraban hierbas o piedras adecuadas a sus artes. Al verlas, Urco se les acercó corriendo, besó el borde de la túnica de Rea y reclamó su auxilio.
- No puedo entretenerme, niño – le respondió la vestal –, pues voy a purificar los instrumentos sacrificiales, pero lo harán mis compañeras –. Y volviéndose hacia ellas, les pidió que atendieran al muchacho y que la alcanzaran luego. Y así, mientras el monte bullía de actividad, los castañares rebosaban de jóvenes en busca de leña y sus amigas socorrían a una perra atrapada, Rea Silvia penetró, sola y hermosa, en el bosque sagrado de Marte, donde su destino, para mal suyo y bien del mundo, habría de cumplirse.
Isabel, no dejas de sorprenderme con cada entrada, hay tanta vida en todas tus letras. Transportas al lector hasta el momento que describes y lo haces vivir con sus colores, olores, sonidos...
ResponderEliminarEs un placer seguirte.
Besos.
"¡Ay! ¿Por qué no me habré quedado con mi amiga Rea Silvia para libraría de todo mal? La música de mi siringa me ha ofuscado la mente, sin duda. Y su destino va a cumplirse sin remedio. Me arrepentiré toda mi vida de ello... Una cánida contribuye a su desdicha y otra, más tarde, hará cierta la maldición predicha".
ResponderEliminarQuerida Isabel. Otro capítulo que nos bebemos literalmente sin respirar. Fielmente descriptivo y muy hermoso. Exacto y soberbio de principio a fin.
Un abrazo muy grande
Gracias, elysa. También para mí es un placer tener lectoras como vosotras, tan entregadas y atentas, disfrutando de lo que les llega... Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarQuerida freia/Palantea, no hay culpa en tu conducta. Los hados lo habían dispuesto así, no sólo lo que habría de ocurrirle a Rea Silvia, sino también el modo de apartaros de ella: conmoviendo vuestros corazones, sensibles siempre al dolor de los demás. Y no podemos dolernos de esa piedad vuestra, pues en ella ha estado el error y en ella estará también el sostén de Rea Silvia.
ResponderEliminarMe alegra saber que has disfrutado (aunque fuera padeciendo...). Un abrazo muy fuerte.
Por favor, Isabel, espero que el próximo capítulo lo entregues lo antes posible, vuelves a dejarme en ascuas.
ResponderEliminarNo alcanzo a saber qué le depara el destino a esta hermosa y valiente joven, consagrada a los dioses olvidando tantos maravillosos atributos que la adornan...
Que algunos de ellos le den mayor y mejor felicidad que la que tiene hasta ahora.
Te sigo fielmente y a Rea Silvia, ¡claro!
Para mal suyo y de sus tíos, supongo. Para que se cumpla la maldición profética.
ResponderEliminarComo siempre, precioso.
Bueno, virgi, si no ocurre nada anómalo, la siguiente entrega será el jueves... Mentiría si te digo que siendo dejarte en ascuas: en realidad, me encanta atraparte en la lectura y dejarte con deseos de mas. En cuanto a Rea Silvia, ¿qué puedo decirte? A ella le debemos mucho, y es justo que la acompañemos y nos conmovamos con todo lo que le suceda. Besitos.
ResponderEliminarEso es lo que tienen las vengazas divinas, mariajesusparadela, que para llevarlas a cabo muchas veces los dioses se valen de los seres humanos aún a costa de destrozarlos. Me alegra que te guste. Besotes.
ResponderEliminarQuerida y venerable dama.
ResponderEliminarUn poco tarde pero ello me ha permitido leer estos dos capítulos seguidos sumida en ese magistral suspenso que vas creando,maravillosa narración,sin duda la memoria a veces es selectiva y el destino no siempre está en nuestras manos...Está por dar un giro dramático la historia lo has dejado en el punto exacto en el que me moriría por leer el borrador del próximo capítulo! .
Por todos los dioses!Me he quedado absorta al llegar al final esperando más!.
Un abrazo enormeeee!
Ja, ja, América, eso mismo me pasa a mí, que estoy impaciente por saber qué ocurrirá en el siguiente capítulo... Gracias por tu esfuerzo en leer y hacerlo con tan buena disposición y alegría. Un abrazo trasatlántico.
ResponderEliminarMadame, qué belleza de capitulo! Me ha emocionado mucho de principio a fin, desde esa ceremonia en el santuario, tan ricamente descrita que consigue una vez más arrastrarnos hasta allí. Pero sobre todo por la aparición de Acca y la perra. Un momento que me ha resultado muy emotivo.
ResponderEliminarEn cuanto a la mola salsa, me gustaría probarla a condición de que no sea imprescindible desmenuzar las tortas de ese modo.
Buenas noches, madame
Bisous
Penetro en ese bosque de Marte sola, ajena a los peligros que allí me esperan. Soy joven y aún el miedo no se ha instalado en mi espíritu. No puedo suponer lo que los dioses me tienen reservado. Camino feliz en este día gozoso, es todo lo que sé. Únicamente echo en falta la compañía de mi dulce amiga Palantea, siempre alegre e inspirada con su música, pero volverá cuando ayude a liberar a la perra de la zanja.
ResponderEliminarUn capítulo preparatorio para la tragedia de Rea Silvia, infausto suceso que la fijará en la historia para siempre. Me encanta cómo transmites el ambiente de fiesta, los detalles mínimos, como esa equivocación al hacer la torta por parte de Rea Silvia. Delicioso, Isabel. La narración brinca llena de vida por todas partes.
Un fortísimo abrazo.
Paso sólo a dejar un saludo, Isabel: ¡veo que esto sigue a todo tren!
ResponderEliminarMe voy poniendo al día a pequeños ratos.
Un abrazo y ánimo!
Tan emocionante y tan vívido. Te ha salido genial. Esa perrita herida..... Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarY es que, el Destino mi querida Isabel, es inevitable. Tan inevitable como quedarse absorta en tus palabras y disfrutar de esta historia llena de cada vez más misterio y disfrute para quienes la leemos.
ResponderEliminarEs un placer total, abrazos muchos :D
Estupendo Isabel, me encanta.
ResponderEliminarBicos
Un segundo capítulo que parece una obertura fantástica que nos conduce a todo galope y nos deja el dulce bien escondido. Cada día mejor, amiga. Abrazos.
ResponderEliminarLa verdad es que me ha parecido corto y un poco rapido la descripcion de la fiesta; me muero de ganas de saber que expresion tendrian Amulio y Criseida por ejemplo, si Numitor se quedo en su cabaña o concurrio. Rea Silvia parece media distraida, confundir sal con grano...
ResponderEliminarPor suerte estan con ella su amiga Palantea a quien no ha abandonado, y no tiene mal corazon como negar ayuda para rescatar a un animal (fundamental). Respecto de comportamiento animal, hay mucho para hablar, ya te contare.
Hola la dame masquée, la mola salsa era para los dioses, las mortales como nosotras ni las probaban... Me alegra que haya asistido a la fiesta de Jupitr Latiaris e incluso que haya acompañado a Acca Larentia y su hijito a socorrer a la perra. Son esas las cosas que nos hacen humanas. Beso su mano.
ResponderEliminarHola isabel martinez barquero/Rea Silvia que tanto nos hace padecer. Es mejor ser inocente, ir al encuentro de la tragedia sin saberlo, sin intuirlo. Quizá es la única manera de afrontarla con éxito, sin prejuicios... Un abrazo muy fuerte, querida amiga.
Hola xibeliuss, ya estoy al corriente de que has reducido tu presencia en internet. Gracias por pasar. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola emejota, esa perrita herida aún no tiene nombre... ay, ese asunto me lleva de cabeza. Besos.
Hola mayte, el destino estaba ahí inamovible, inconmovible, brutal. Y, sin embargo, benéfico para los demás. Qué terrible es ser instrumento. Un abrazo muy fuerte, querida amiga.
Hola dilaida, cada vez que veo tu avatar me acuerdo de esta perrita herida... Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola fgiucich, gracias por seguir la historia tan fielmente. Un abrazo.
Hola alejandra sotelo faderland, entiendo muy bien tus preguntas y trataré de darles respuesta en otro capítulo. El problema siempre es hacer cada capítulo demasiado extenso. Me alegra haber tenido oportunidad de ayudar a un animal, aunque sea de ficción. Besos, querida amiga.
Hola Isabel, como siempre me encantan tus entradas, te felicito. Hotmail ha bloqueadio mi cuenta y he perdido tu email, no me escribas al correo habitual porque he tenido que hacerme uno en gmail. Mi email es cristasalas@gmail.com Un beso, Cristina
ResponderEliminarTodo parece fortuito: Roma, las palabras, los hechos para propiciar encuentros. Mirando atrás y adelante, la mismo tiempo, veo el sendero andado y el que queda. Con un cayado hago avanzar la procesión del tiempo. Volviendo a las andanzas de Rea parece que el camino se vuelve nuevo y es maravillosa la espectante unión entre el querer y el caso.
ResponderEliminarYa estamos de nuevo espectantes y esperando el destino marcado de Rea Silvia.
ResponderEliminarBesos
Amiga, !qué encontrados sentimientos y atmósferas! La festividad reflejada en todo su colorido, las gentes, los animales, el ambiente que parece relucir de alegría.
ResponderEliminarLuego ese augurio, la nariz de Fortuna asomando junto con Destino, ayyy Rea, vestal que equivocaste la mezcla ¿mal presagio?
Y en el bosque Acca aparece con su niñito, saltarina, ligera aún para encontrarse contigo, Rea, lo quieren los dioses.
En el bosque de Marte aletea una amenaza, y ladra la perra herida.
Magnífico Isabel, te sigo fielmente, no puedo dejarte, me atrapas, por eso hago pausa en mi camino cruzado y te leo sin faltar ni un día. Besitooos y a esperar lo que quieran tus letras divinas.
Ya era hora de que se celebraran grandes fiestas en mi honor. El gran rey Amulio. Lo que no entiendo es porque se le da tanta importancia a esa sobrina mía, una tal Rea Silvia, en esta historia. Al fin y al cabo, es una simple vestal que se ha librado de acabar como su hermano de puro milagro.
ResponderEliminarAsí es que, que continúen los faustos acontecimientos y olvidémonos de esos personajillos que son simples comparsas.
El rey Amulio.
Un beso para la narradora.
Salud y República
Así que Rea Silvia inventó sin querer la masa de la pizza: harina, agua y sal. ¡Quién lo iba a decir!
ResponderEliminarUn saludo.
El día festivo invitaba a la alegría y a la felicidad. La exaltación de la naturaleza unida a los que participan de la fiesta es fenomenal, Isabel.
ResponderEliminar¿A ver qué pasa en la próxima entrega?
Entre fiestas hemos andado estas últimas semanas, y la verdad que relaja de la tensión que había creado el déspota de Amulio , pero intuyo cuando dices "UN ENCARGO CON CONSECUENCIAS " que va ser Marte, quien se encargará de crearle un nuevo problema a mi admirada Rea S.
ResponderEliminarBSS. mi querida escritora.-
Qué bonito. Que hermoso este episodio, ¡por Marte! Me he detenido en varias ocasiones, lo he vuelto a leer y he sentido la necesidad de releerlo en voz alta, tal era su musicalidad, el ritmo por el que te he felicitado siempre, en esta entrega, Isabelita, se hace patente.
ResponderEliminarComo si la siringa se abriera paso no solo en el cuadro que dibujas sino también en la resonancia de las palabras unidas al destino dictado por los dioses.
La aliteración de líquidas produce el efecto de suavidad, y de movimiento musical: "Nada ocurre por azar. Cuántas veces nuestro camino se entrecruza con los de otras personas con las que creíamos no tener nada en común... una desconocida con quien tropezamos en el foro, un anillo que perdiste en el campo..." y sigue y sigue el efecto: la vibrante simple /r/, las nasales /m/, /n/, alveolar /s/. Es para hacer un estudio, te lo aseguro, parece que las vestales resuenan en su paseo, por obra y magia de la siringa, y un efecto embrujado invoca la aparición de Marte.
La presentación de las tradiciones es maravillosa y mágica.
Este episodio, insisto, hay que leerlo en voz alta.
No me olvido de los ojos de esa perrita arrojada a la zanja, los pobres animalitos siempre haciendo historia y leyenda con su bondad y humildad.
La presencia feliz de las vestales y acompañando a Rea Silvia, nuestra querida Palantea, las espirituales Énule y Amnesis. La presencia de lo intangible: el destino de Acca Larentia y Rea silvia, unidos.
Esto es escribir. Pura poesía y magia.
Un gran abrazo, mi admiradísima amiga.
" (...)Nada ocurre por azar. Cuántas veces nuestro camino se entrecruza con los de otras personas con las que creíamos no tener nada en común y, sin embargo, resultan significativas en nuestro devenir. Un pariente lejano que se presenta inesperadamente en nuestra casa, una desconocida con quien tropezamos en el foro, un anillo que perdiste en el campo… Quién sabe por qué intrincados senderos decide Fortuna que discurra nuestra vida (...)"
ResponderEliminarSiempre es una gozada pasarse por estos lares y encontrar buenas historias!
Me ha dado mucha pena lo de las tortas y la perra...
Como te digo siempre, me gusta como describes los ambientes: ¡me imagino por aquellas florecidas tierras!
¡A ver el bosque!
El destino camina sin pausa hacia lo justo. Aunque parezca que se retrasa.
ResponderEliminar:)
Besos, querida Romana
Hola maga, tomo nota de tu nueva dirección. ¡Te veo imparable! Un abrazo.
ResponderEliminarHola hyperión, tus palabras son siempre sabias y más aún tu mirada que abarca el pasado y el futuro y hace desfilar el tiempo ante nosotros.Un abrazo.
Hola isabel, espero que las aventuras de Rea Silvia nos sigan intrigando y emocionando. Besos.
Hola natàlia tarraco, ahí estás, saltando por los montes y manifestando tu solidaridad hacia todo el que sufre, sea persona o animal o dios. Ni Rea Silvia ni tú sabéis lo que el destino os reserva y así celebráis gozosas esta fiesta. Gracias por tu fidelidad, más todavía teniendo que venir desde hace un montón de siglos hasta aquí. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola rgalmazán, tienes razón, ya era hora de que te lucieras un poco, que te hagan la rosca los albanos y todos los latinos. Disfruta mientras puedas... Besotes.
Ja,ja, cayetano, si no era propiamente una pizza, se le debía parecer mucho. Besitos.
Hola virginia, ese es el efecto que las fiestas al aire libre tiene en nosotros, hacernos sentir optimismas y despertarnos las ganas de vivir. Un beso.
ResponderEliminarHola pilar llorca, tu intuición no falla, desde luego. Estamos todos espectantes pensando qué más le puede pasar a esta niña Rea Silvia... Besazos.
Querida elena clásica, al igual que la ninfa Silana vuelves hermosa, con tu mirada, cualquier cosa que tengas cerca, sea un bosque, un arroyuelo o un texto. Se nota que has amado mucho, que amas mucho y pones pasión en tus palabras. Siempre preparada para ser solidaria, para mirar a Rea Silvia con bondad. Un abrazo muy fuerte, querida amiga.
Hola juan, tu y yo somos un minúsculo ejemplo de esas vidas que se entrecruzan por azar. Que se encuentran y, sin saberlo previamente, se descubren pasiones comunes. Me alegra saber que disfrutas con esta historia y no te deja indiferente. Un abrazo.
Hola, almena, el destino se va cumpliendo según sus propios tiempos, su propio paso... pero llega. Besitos.
Guauuuu!
ResponderEliminarDesde luego, cada capítulo que escribes es toda una sorpresa.
Y encima, nos dejas con el ansia!
Qué le sucederá?
Ya estoy deseando leerlo!!!
Un beso
Que interesante que está Isabel! Espero que recibieras la contestación a tu e-mail,es que mi correo electrónico a veces no va todo lo bien que debería.Ya nos veremos como te dije en la firma de esta interesante y apasionante novela.Qué todo te vaya estupendamente!
ResponderEliminar¡¡Guauuuuuuu amiga!!!!!
ResponderEliminarEn todas y cada una de tus palabras hay una tensiòn colmada de intriga que me hace estar en alerta màxima para el pròximo capìtulo... :)
BESITOS CURIOSOS ;-)