BREVE RESUMEN DE LA TERCERA PARTE: La vestal Rea Silvia había quedado recluida en la cabaña real al descubrirse su embarazo. Sus padres habían sido expulsados de Alba Longa y sus amigas se habían quedado vigilando la cabaña real. Al amanecer, Tuccia había informado de lo sucedido a la prima de Rea Silvia, Anto, para que le prestase ayuda. Pero la reina Criseida, enterada de que su hija Anto pretendía ayudar a Rea Silvia, se había propuesto impedírselo.
(VI)
- Lo siento, noble Anto, no puedes pasar – dijo uno de los criados armados que custodiaba la puerta de la cabaña real –. Tu madre, la reina, ha sido muy estricta en sus instrucciones: nadie puede entrar hasta nueva orden.
Anto se miró los pies, avergonzada y disgustada ante una prohibición tan sorprendente. Jamás hubiera imaginado que su propia madre le negaría la entrada al que había sido, hasta la víspera, su propio hogar. No insistió ante el criado. Dio media vuelta y se alejó. ¿A qué se debería semejante orden? No hubo de pensar mucho antes de concluir que su madre pretendía ocultarle el terrible castigo impuesto a Rea Silvia. Le impediría entrar en su casa para evitar que pudiese ver a su prima, hablar con ella y ayudarla. Pero no pensaba darse por vencida.
Se metió por entre unas cabañas y, dando un rodeo para sustraerse a la vigilancia del criado de guardia, se dirigió al prado que se extendía detrás de la cabaña real para entrar por la puerta de la cocina. Al llegar allí se llevó una sorpresa: su madre estaba sentada en un banco a la sombra de un bosquecillo de arces que cerraba uno de los extremos del prado. Apenas la vio, la reina Criseida se levantó y se dirigió a su encuentro con los brazos abiertos.
- ¡Hija querida! – dijo a modo de saludo. La abrazó con fuerza y enseguida se separó de ella y la observó de arriba abajo – ¡Déjame verte! Estás preciosa, preciosa. El matrimonio te ha sentado de maravilla. ¿Se ha portado Nipace como debe hacerlo un hombre? Sí, se ve enseguida que sí… Mira qué piel tan lustrosa se te ha puesto. Ay, hija ¡cuántos recuerdos me ha traído tu boda...!
- Todo ha ido muy bien, madre – respondió Anto dejándose llevar del brazo hacia el bosquecillo, pero sin disimular su disgusto –. Lo que no esperaba era venir a visitar a mis padres y encontrar la puerta cerrada para mí. ¿El ser una mujer casada ha de alejarme de vosotros? En tal caso, deberías habérmelo advertido antes, pues me habría negado a casarme.
- ¡No digas tonterías, Anto! Casarse y tener hijos es un deber para cualquiera, pero mayor aún para la hija de un rey. Tu padre necesita herederos de su propia sangre, ya lo sabes –. Y golpeando con la mano la superficie del banco, la invitó a sentarse.
- ¿Quieres que tenga hijos para negarles la entrada a tu casa?
- A veces resultas insufrible, hija mía – respondió Criseida haciendo un gesto de desagrado con la boca –. ¿No me ves a mí misma aquí afuera? Nuestras criadas han ido a por agua y por leña porque hoy harán la comida en el prado. De momento, nadie puede entrar en la cabaña real.
- ¿Ni siquiera mi padre? – preguntó Anto con sequedad.
- Tu padre se ha ido de caza y no regresará hasta la noche. Alégrate de que no esté, pues no te toleraría tantas preguntas ni ese tono tan impertinente... ¿Es así como empiezas tu nueva vida, poniendo cara de vinagre y peleándote conmigo?
Anto hizo un gran esfuerzo para mantenerse firme y distante, una actitud que contrariaba su carácter dulce y afectuoso. Temía las argucias de Criseida y su habilidad para eludir las cuestiones que no le gustaban, así que decidió ser directa.
- Madre, dime qué pasa.
La reina Criseida hizo un gesto vago con la mano y rehuyó mirar a su hija.
- No ocurre nada. Estamos esperando que venga el sacerdote de Júpiter para purificar la cabaña, nada más. Está viejo y realiza los rituales con mucha lentitud, hija. Contando, además, con que se equivoque más de una vez, algo que ocurre con frecuencia, y haya de repetir los ritos desde el principio, he calculado que caerá la tarde antes de que podamos volver a entrar.
- ¿Purificar la cabaña? ¿Por qué? Me estás ocultando algo y te equivocas al hacerlo. Me casé ayer, madre, tú misma acabas de mencionarlo. No puedes tratarme como a una niña.
Azorada, la reina bajó la cabeza, pareció concentrarse en examinar las palmas de sus manos, y luego volvió los ojos hacia su hija con mirada cándida.
- Tienes razón, Anto. No quería disgustarte, pues sé cuanto quieres a tu prima Rea Silvia. Sin embargo, comprendo que ocultarte los sinsabores de la vida está ya fuera de lugar. Perdóname. No le reproches a tu madre que quisiera ahorrarte una pesadumbre justo en tu primer día de casada – y mientras decía estas palabras, se enjugaba con un dedo una fingida lágrima. Al verla tan afectada, Anto se sintió conmovida y la abrazó.
- Perdóname tú a mí, madre. Y no me tengas en ascuas, dime qué le ha ocurrido a mi prima.
Entre lágrimas le relató la reina Criseida cómo la tarde anterior habían descubierto el embarazo de Rea Silvia: el desmayo de la vestal en la calle, su traslado a la cabaña real y la sorpresa brutal que se llevaron al ver que la causa del desvanecimiento era el sofoco por llevar el vientre oprimido para ocultarlo. Le habló del dolor de Númitor y Aurelia, de la reunión del Consejo y su espanto al constatar el sacrilegio cometido por Rea Silvia. Había ofendido a Vesta y por su culpa la diosa retiraría su protección a Alba Longa: podría enviarles una enfermedad que matase a niños y rebaños, azuzar contra ella a sus enemigos o arrasar las cabañas con una lluvia de fuego. Su crimen sólo podía ser expiado con el sacrificio de su propia vida.
Anto había seguido el relato con angustia creciente, percatándose de la gravedad de lo ocurrido. El pesar que manifestaba su propia madre le daba la medida de la tragedia.
- Quiero ver a mi prima y escuchar sus explicaciones – dijo al fin, con voz temblorosa y los ojos hinchados de llorar.
- Pero hija, ¿no te he dicho que van a purificar la cabaña? A tu prima se la han llevado de aquí esta madrugada, por eso hemos llamado al sacerdote de Júpiter, para que limpie los rastros sacrílegos que ella ha dejado. ¡Y no me preguntes dónde está, porque tu padre se ha negado a decírmelo!
Redobló su llanto la joven. Las palabras de ánimo y consuelo que le prodigó su madre no le procuraron ningún alivio. Le dolía no haber hablado con Rea Silvia. Quizá si se hubiera apresurado a venir a la cabaña real en lugar de entretenerse en el lecho con su marido, habría llegado a tiempo de verla. Anto sentía su pecho oprimido por un puño. Al fin, pese a los ruegos de su madre para que se quedase, se despidió de ella y se marchó.
Cuando Anto desapareció de su vista, Criseida suspiró con satisfacción. ¡Le había costado un gran esfuerzo derramar tantas lágrimas y balbucear como una tonta, pero había merecido la pena! Se enorgullecía de esa entrevista. Anto se había despedido convencida de que Rea Silvia ya no estaba en la cabaña real. Podía respirar tranquila: las primas no volverían a verse nunca jamás y ya se encargaría ella de que Anto olvidara cuanto antes a Rea. De todos modos, por si a Anto se le ocurría volver, ella y sus criadas pasarían el resto de la jornada fuera de la cabaña. ¡La estúpida y sacrílega Rea no iba a morirse por no comer bocado ni beber en todo el día!
En cuanto volviera de cazar el rey, su marido, le urgiría para que se la llevara esa misma noche. No toleraría que la sacrílega permaneciera en su casa ni un día más. ¡Que se pudriera sola, aislada, enterrada en vida en ese lugar tan secreto que Amulio ni siquiera había querido revelarle a ella, su propia esposa! El recuerdo de la desconfianza de su marido la enfureció por un instante, pero pronto se tranquilizó: si ella no sabía dónde ocultarían a Rea Silvia, ningún otro ser humano lo podría averiguar.
La noble Anto se dirigió muy apenada a la casa de las vestales. En el umbral se tropezó con la vestal Adriana, quien le informó que estaba a punto de ir a la cabaña real a llevarle a Rea Silvia ropa y las cosas más necesarias. Confiaba en que le permitieran verla y hablar con ella. Al escuchar esto, Anto no pudo contenerse y se echó a llorar.
- Rea Silvia no está en la cabaña real – logró decir entre sollozos –. Se la han llevado ya.
Esta noticia causó una tremenda conmoción. Puesto que Rea iba a ser conducida a un lugar secreto, la única esperanza de sus amigas había sido conseguir averiguar a dónde la llevaban. Toda la noche habían vigilado los alrededores de la cabaña real, sin dormir, atentas a cualquier movimiento. Esperaban detectar su salida y seguirla sin ser vistas aprovechando el amparo de la noche. Y he aquí que su plan había fracasado. Quizá la habían sacado por la puerta trasera, o en un momento en que ellas estaban distraídas o confusas por el agotamiento.
Con el corazón destrozado, la doncella Tuccia fue a buscar a la pastorcilla Palantea, que aún permanecía de guardia cerca de la cabaña real. Le comunicó, entre sollozos, que no hacía falta que continuara allí, pues ni Rea Silvia podía escuchar sus melodías, ni ellas saber a dónde la habían llevado. Pesarosas por haber fallado a su amiga, abandonaron la vigilancia.
Y así, a causa del error o de la credulidad de quienes querían ayudarla, Rea Silvia quedó por completo a merced de sus enemigos. “Como un náufrago en medio del mar/ azotado por el viento y las tormentas/ sin ayuda, sin consuelo ni resguardo:/ así el destino zarandeaba a Rea Silvia/ mientras permanecía recluida en la cabaña real”. No cabe una descripción mejor que la de Urbano Lacio.
*Todas las fotos son de Isabel Romana, tomadas en el reciente viaje a Roma y los montes Albanos.
El destino siempre nos depara sorpresas incalculables, aún en la desgracia más absoluta!
ResponderEliminarUn gusto tenerte de vuelta, Isabel.
Sin consuelo ni resguardo.
ResponderEliminar¡qué desolación!
Esta parte te ha quedado de lo más auténtica...por mí puedes alargar la historia indefinidamente, me encantan estas entregas apasionantes.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
La maldad de Criseida es tan grande que es capaz de engañar a su propia hija.
ResponderEliminarEstupendo el capítulo de hoy, como todos.
Bicos
Bien dicho, mayte: la vida está llena de sorpresas... Besitos.
ResponderEliminarHola mariajesúsparadela, sí, hay mucha desolación, pero también esperanza ¿no? Besos.
ResponderEliminarSaludos virgi, ¡nos va a llevar más tiempo escribir esta novela que fundar Roma! Besazos, guapa.
ResponderEliminarHola dilaida, la gente malvada ejerce sus artes por todas partes, y los parientes no suelen ser los menos afectados. Esta Criseida... Besitos.
ResponderEliminar♥
ResponderEliminarBienvenida,he extrañado en grande la historia.
Saludos
♥
Ay, ay, ay, es que me recomía las entrañas. Nada como saber los lectores que están engañando a los personajes, y que su propia bondad les va a traicionar, para ponernos a darle gritos a las Vestales, a Palantea y decirles que no se crean las cosas.
ResponderEliminarSiempre me hace bien recordar que los gemelos nacieron, ¡la historia!
Otra cosa que me pregunto es cómo puede ser tan maja Anto con esos padres tan venenosos. En fin, ello le proporciona mayor mérito.
Ay, ay, qué mal, qué solita se tiene que encontrar la niña Rea Silvia. Ahora, ya, manifiéstate, Marte.
Bueno, en marcha que es lo importante, cuánto antes se pasen los malos tragos, antes fundamos, ¡ay!
Besazos, querida Isabel, qué gusto tenerte. No hace falta que te lo diga las palabras poéticas de Urbano Lacio, me puede. Ya lo sabías tú, jaja.
Un gran abrazo.
Este capítulo es tremendo, pero hay que confiar en que algo o alguien consiga saber la verdad de donde está Rea Silvia.
ResponderEliminarBesitos, Isabel.
Me has dejado anonadado con tanta maldad. Menos mal que nuestro mendigo siguió a los criados y que como bien dice Elena Clásica debemos recordar que los gemelos nacieron.
ResponderEliminarPor cierto, sé bienvenida de nuevo y gracias por tu comentario.
Un saludo
Ha regresado la historia cargada de misterio y "malas intenciones". Que bueno!!! Abrazos.
ResponderEliminarHola melba reyes, yo también tenía ganas de retomar la historia. Os he echado de menos... Besos.
ResponderEliminarSaloudos, helena clásica, con frecuencia los malvados son muy buenos actores, se les da de maravilla fingir... Es bueno, como haces tú, recordar que los gemelos nacieron y, también, que su madre pagó un alto precio por ello: es el "nacimiento heróico", primera condición para que los héroes puedan ser considerados como tales.
ResponderEliminarEn cuanto a Anto, por sus venas corría la sangre de sus antepasados, y no todos eran tan pérfidos y ambiciosos como sus progenitores: compartía la sangre de Númitor, de su abuelo Procas, de la propia Rea Silvia... También vemos a padres muy bondadosos con hijos que no lo son en absoluto.
¡Ay, sí, Marte...! Temo que sea un padre un tanto descuidado, de momento. O quizá perezoso: ha dejado su semillita y cree haber cumplido ya. En fin, menos mal que hay otras divinidades cerca de Rea, nuestra niña Rea Silva, que la quieren ayudar.
Besitos, guapa.
Hola elysa, incluso de las cosas más ocultas alguien sabe... Besitos, guapa.
ResponderEliminarHola sahara.es, gracias a tí por recordarnos que está el pordiosero Alec siguiendo los pasos del malvado Prátex en el bosque de Silana. Siempre hay esperanza cuando la gente es capaz de sentir afecto. Gracias a tí. Besos.
ResponderEliminarHola fgiucich, ¡ay, cuánto va a costarnos parir a estos muchachos...! Un abrazo enorme.
ResponderEliminarQuerida Isabel, has vuelto cargada de energia de atmósferas y con unas imágenes bellas para ilustrar este texto.
ResponderEliminarTe lo ruego, no nos dejes con esta angustia, la ingenua Anto, las amigas engañadas, triunfando una vez más la astuta maldad.
Esa niña Rea, sola, asustada, sin ayuda, como dice magníficamente Urbano. !Marte! despierta, despertad diosas propícias.
Un abrazo cariñoso.
Qué falsa la tal Criseida, cómo ha podido engañar así a su propia hija, Anto, derramando incluso lágrimas. Pienso en Rea Silvia, sola en la cabaña, desamparada, embarazada. Espero que su prima pronto descubra las argucias de sus padres y la encuentre.
ResponderEliminarSigo esta novela, cada vez más enganchada.
Un abrazo.
A esta Anto hay que pararla los pies. Cuando vuelva de cazar me llevaré a Rea al lugar donde nadie la podrá encontrar. Mientras he de reconocer que Criseida es una actriz de cuidado y ha salvado de momento los muebles.
ResponderEliminarEsta Rea no da sino problemas, pero pronto nos desharemos de ella y acabarán las desventuras.
Rey Amulio
Querida amiga, quedo a la espera de ver cómo se desarrolla esta parte tan interesante. Besos
Salud y República
estoy en una desesperación, desde que me he enterado que en el monte albano tienen por costumbre tomar carne, y si hay carne habrá vino ¿digo yo?
ResponderEliminarHabría que montarle una fiesta a esta mussassa a ver si se levanta las faldas de una vez, ¡¡tolrato dándole a bola!!
Siendo Jano, sigo buscando entre tanta maldad conclamada algún rasgo que me haga disfrutar de la complejidad, encontrar esta otra cara en cada personaje. Mientras tanto, ante mi vista se presentan en la Roma de hoy algunos personajes capaces de todo para obtener y seguir en el poder. Las noticias se hacen instrumento y convergen hacia sus planes... parece que la esperanza está condenada.
ResponderEliminarComo siempre, la religión es usada por los poderosos para contener al pueblo. Se inculca el miedo y a callar todo el mundo.
ResponderEliminarAquí, querida Isabel, la malvada Criseida no duda en utilizarla frente a su propia hija; por supuesto, sin escrúpulos por si los dioses la castigan. Finge, balbucea y llora con tal de conseguir sus fines.
Esperemos que Anto no se dé por vencida, ni las vestales, sobre todo la Vestal Máxima Camilia.
Un fuerte abrazo.
Que los hados nos libren de una situación así...
ResponderEliminarAquí no se cumple el dicho ese que reza "de tal palo, tal astilla". La hija de la pérfida Criseida (peor que la madrastra de la Cenicienta) no es como su madre de mala y retorcida.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué mala, pero qué mala es Criseida!! Y qué inteligencia para la manipulación. ¿Qué ocurrirá ahora con Rea Silvia? ¿Adónde es que se la llevarán, alejada de los únicos que la quieren? Ingenuidad y perfidia, qué contraste y qué resultado...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amiga
Querida Isabel, espero que con tu regreso de Salamanca todo haya vuelto ya a la normalidad y que tu madre se encuentre bien.
ResponderEliminar¡Pero qué malísima es Criseida! Y la pobre Anto, como buena hija la ha creído. Ahora todas (entre ellas yo) van a dejar sola a Rea Silvia.
Mucho me temo que el destino empieza a cumplirse.
Un abrazo fuerte, Isabel
No y no! me niego a que la malvada Criseida se salga con la suya! Alguien sabrá a qué lugar llevan a Rea!
ResponderEliminarY cuando Anto se entere de las mentiras de la madre y de las verdades que no sabe, qué hará la pobre, viendo los padres que tiene???
Ainss...un sinvivir!
Besos
Saludos, natàlia tarraco, ojalá las diosas propicias acudan pronto en ayuda de la niña Rea, tan sola en estos momentos. ¡Ay, qué difícil es ser madre de héroes! Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola mercedespinto, verdaderamente Criseida es capaz de cualquier cosa, el poder tira mucho... Veremos qué pasa. Besos.
ResponderEliminarHola rgalmazán, desde luego, ¡qué poca consideración con tu hija Anto...! Es una buena hija, puedes estar seguro, aunque quizá aún sea mejor amiga de su prima. Ya lo advirtió la adivina Celia: habrá venganza contra tí. Ve tomando nota... Besitos, guapo.
ResponderEliminarHola anarkasis, claro que se bebería vino para acompañar la carne. Toda clase de carne, la cocinada y la fresca... Y mira, búscate a otra muchacha, que a Rea ya se la ha reservado Marte.... Besotes.
ResponderEliminarHola hyperion/Jano, tienes razón al señalar que los rasgos de los personajes están simplificados. Parece que es rasgo propio de la legenda el enfrentar al "bueno" y al "malo" y para ello es preciso acentuar ambos extremos. Por otra parte, incluso en esos personajes actuales que citas se me antoja difícil encontrar buenas cualidades... Besos, querido amigo.
ResponderEliminarHola isabel martínez barquero, ya desde el principio se vio que Criseida y Amulio eran unos "descreídos", lo suyo no es el respeto sincero a los dioses sino, como bien apuntas, su utilización en su favor. Es algo muy antiguo. Esperemos que Rea Silvia reciba ayuda, y pronto. Besos.
ResponderEliminarSaludos, pedro ojeda escudero, creo que nos estremeceríamos si supiéramos cuántas personas en este momento pueden encontrarse en una situación similar. ¿Millones de mujeres? Creo que no exagero. Besos.
ResponderEliminarHola cayetano, creo que Anto no ha heredado la ambición de sus padres ni su falta de escrúpulos. Al menos, eso se deduce de la lectura de Dionisio de Halicarnaso. Besitos.
ResponderEliminarHola mª antonia moreno, lo que no saben esos pérfidos tíos es que, precisamente con el maltrato que le dan a Rea Silvia, hacen factible su maternidad heróica. Y es que los malos no siempre alcanzan a ver todas las consecuencias de sus actos. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola freia, el destino se cumplirá, sin duda. Ya lo dijo Celia. Pero también dijo que había infinitos caminos para su cumplimiento. Ojalá el camino de Rea no sea el más duro y espinoso. Besotes.
ResponderEliminarHola áfrica, creo que Anto tiene una idea de la maldad de sus padres, aunque le sería difícil, si no imposible, odiarlos. Así es la vida. Esperemos que las cosas se presenten algo mejor para Rea. Besos, guapa.
ResponderEliminarImagino cuánto le habrá costado a CRISEIDA fingir tantos lamentos aún en pos de resguardar toda la maldad que guarda en su corazón!!!!!
ResponderEliminarP.D.:Confío en que todavía haya una pequeña luz en el camino de la noble REA SILVIA... :)
MIL BESOTES AMIGA
Y súmamente atrapante cada una de tus palabras!! =)
¡Pobre Rea Silvia! El destino parece que se ha vuelto en su contra. Esperemos que los hados cambien su curso.
ResponderEliminarBesitos
Mi venerable dama.
ResponderEliminarEsta Criseida me está cayendo extremadamente mal,un ejemplo de la manipulación de los sentimientos,ahora las cosas parecen estar peorrrr que nunca,yo no me tranzo imploro venganza y que aparezca Jupiter.
Besos querida...
Que alegría leerte.
ResponderEliminarHe estado liadísima, viajando por tierras de la Galia, y luego también pasé fugazmente por Salamanca, lo mismo nos hemos cruzado en el camino…
Pero ahora retomo todas las entradas atrasadas y me da envidia y nostalgia tu viaje… Hace ya unos cuantos años que pisé Roma por última vez, tal vez sería hora de ir pensando en una vuelta…
Kisses
Hemos esperado, pero ha valido la pena. Espero que Anto sepa cómo interpretar a su madre.
ResponderEliminarD.
Perfecta esa pregresiva tensión, y como el mal va venciendo hata llegar a esa fiel descripción del abandono.
ResponderEliminarMe imagino lo que habrás disfrutado tomando fotos para ilustrar este ambicioso proyecto.
Abrazos.