Esta mañana, cuando cruzaba la calle cerca del templo de Mercurio he visto al rico Craso en la puerta. Esperaba su turno para entrar al templo y sacrificar un corderito al dios. El animal se había sentado en el suelo y parecía sonreír. Me ha conmovido.
- No sé de qué te extrañas – me ha dicho Plautilla, cuando le he manifestado mi desazón por la tranquilidad del animal mientras esperaba a ser sacrificado –. Él no sabe lo que le espera. Y tú no demuestras ser muy lista. ¿Acaso no ves a tu alrededor a los millares de romanos que viven en la miseria por causa de hombres ambiciosos como ese? ¿Y los oyes rebelarse y levantarse contra él y contra quienes hacen lo mismo que él? Al contrario, muchos de esos pobres los aclaman por las calles y se arrojan a sus pies. Creen que, si son dóciles y complacientes, se ganarán el favor de Craso y los suyos y aún podrán comer las migajas que se caen de las mesas de sus banquetes.
- Eres cruel, Plautilla – le he respondido –. Quizá no puedan hacer otra cosa.
- No te engañes, amiga mía. El cordero es el que no puede hacer nada. Los seres humanos, sí.
Pues tienen mucha miga las palabras de Plautilla. Tal vez deberíamos reflexionar sobre ellas, a ver si así somos capaces de tomar la sabia decisión de dejar de ser corderos.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
Espera nomás querida Isabel, pronto llegarán a tus preciosas historias la primavera latina y el M15 y tu retórica se volverá revolucionaria.
ResponderEliminarUn gran abrazo!!
Pues yo opino como Plautilla, los seres humanos estamos capacitados para hacer que las cosas cambien cuando no funcionan como debieran, en nuestras manos está y si no lo hacemos es que estamos dormidos o ya nos han anestesiado para que no sintamos nada.
ResponderEliminarBicos
Muy interesante la reflexion de Plautilla. Creo que tiene mucha razon en sus palabras.
ResponderEliminarGracias, por pasarte por Saberhistoria. Tienes un gran espacio aqui, lo enlazare en mi blog.
Un saludo.
Uriel
Pues este es un mundo de corderos. Cuando quieran mostrarse como personas ya será tarde.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy acertado Isabel. Raza de corderos que a veces se convierten en lobos para sus semejantes.
ResponderEliminarLos Crasos de hoy son igualmente indiferentes e insaciables, ¿hasta cuándo abrevaremos en sus corrales dispuestos al matadero?
Besitos
Muy bien, Isabel. Nos metes de lleno en la actualidad: que si Corina, que si el "aborregamiento"... Nos brindas la oportunidad de reflexionar. D.
ResponderEliminarLo malo es que da la impresión de que hoy hay más borregos que personas.
ResponderEliminarIncluso algunos se dejarían sacrificar diciendo peeehhh peeehhhh
XD
Al margen del mal chiste, esta entrada da mucho que pensar, tan actual y tan real.
Un beso
isabel:
ResponderEliminarParece que lo hubiera dicho esta misma mañana, de lo actual que es.
Vale.
Hola la dame maschée, cierto que hemos de reflexionar sobre las palabras de Plautilla. Y actuar. Beso su mano.
ResponderEliminarSaludos, el drac, ojalá sea como dices, y, además, pronto. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarHola dialida, así parece que estemos, medioanestesiados... Nos van a sacrificar sin ni siquiera echarnos por encima la "mola salsa-". Besos.
ResponderEliminarSaludos, uriel, tu blog también es interesantísimo, así que le he puesto un enlace en la sección de Historia. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola cayetano, ojalá te equivoques y no sea tarde. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarSaludos, natalia tarraco, sí, ¿hasta cuándo nos dejaremos matar mansamente? Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola dolors jimeno, hay tanto sobre lo que reflexionar... Besitos.
ResponderEliminarHola áfrica, muchas veces me pregunto de qué estamos hechos, porque aceptamos antes someternos al yugo que aceptar el riesgo de ser nosotros mismos. Un abrazo, querida amiga.
ResponderEliminarHolal dyhego, cierto que resulta actual. Todos los tiempos y todas las barbaries de todos los tiempos tienen su correlato en la actualidad. Besos.
ResponderEliminarEl mundo no cambia, ni tampoco la relación entre los que están arriba, en la cúspide del poder, y los que estamos abajo, pueblo entre el pueblo, siempre sufrientes, pagadores de los males de arriba y de abajo, sufridores, aunque no mudos. Entonces el pueblo no podía apenas hablar porque se usaba la muerte contra él, ahora, por fortuna, los sistemas de coacción son otros, o al menos los que están arriba no matan a los de abajo (de momento). No somos corderillos, sino ciudadanos y nuestra voz no se compone de balidos, sino de palabras. Así que usémoslas contra el opresor y cambiemos el mundo (suena bonito, pero me temo que es una utopía, ¿o o?)
ResponderEliminarBesitos
En que poco espacio de palabras abres un mundo de llamada a la acción y a la transformación. Tiempo para dejar de sonreír complacidos y ponernos manos a la obra. Las palabras una de nuestras mejores armas.
ResponderEliminarLos seres humanos podemos y debemos.
Suscribo este manifiesto lleno de sensibilidad y de conocimiento histórico y literario.
Besazos, mi queridísima escritora.
¡Qué verdad más grande!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo querida amiga