Adiós noble Germánico, alma mía, esposo amado. Tengo la boca llena de amargura. Y estoy sola. Ante tu cadáver juro que no callaré ni cesaré nunca de reclamar justicia, aunque tú mismo me hayas suplicado, con tu prudencia y dulzura de siempre, que guarde silencio. ¿Puede dejar de rugir una leona al ver a su compañero atravesado por una lanza? ¿Acaso no aúllan las lobas ante el lobato muerto? ¿Cómo no voy a gritar yo, si para mí tú eras padre, hermano e hijo, además de esposo amantísimo? No, no callaré. Y vosotros, cortesanos hipócritas, aduladores incansables del emperador, deberías avergonzaros de vuestra actitud servil o dejar de llamaros romanos. Fingís no daros cuenta, pero yo os lo grito a la cara: un padre ha matado a su hijo adoptivo. ¿Acaso conocéis un crimen mayor?
NOTA: El 10 de octubre del año 19 d.C. murió en Antioquía
Julio César Claudiano Germánico, sobrino del emperador Tiberio e hijo adoptivo
suyo desde hacía quince años. Probablemente fue envenenado. Su esposa Agripina
la Mayor sospechaba que había sido por orden del emperador Tiberio. La muerte
de Germánico causó una hondísima conmoción en Roma, donde era muy querido.
Quizá en ese afecto se encontrara la causa de la envidia y odio de Tiberio. También
Agripina habría de padecer ese odio.
Me gusta más tu versión que la de Pierre Grimal, sinceramente...
ResponderEliminarComo siempre admiro tu arte capaz de adentrarse en lo más profundo y cierto del alma femenina. Un abrazo
ResponderEliminarComo siempre admiro tu arte capaz de adentrarse en lo más profundo y cierto del alma femenina. Un abrazo
ResponderEliminar(Repito el comentario porque por error consigné mal mi enlace)
Pero el senado acuso de su muerte por envenenamiento a Pison y a su mujer Plancina. Ella fue absuelta y Pison se suicido.
ResponderEliminarMi libro abierto sobre Roma: venir a leerte.
ResponderEliminarBesos.
Las muertes violentas en el seno de las familias poderosas romanas han sido tan desgarradoras como esta. Un padre ordena la muerte de su sobrino e hijo adoptivo.
ResponderEliminarAgripina tenía motivos para llorarle y para clamar la injusta muerte de su esposo desafiando a Tiberio y su poder.
Pero, ¿acaso no es de Ley pedir justicia? La Dama de la venda en los ojos, a veces, simuló no ver estos horribles asesinatos.
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
Cuánta emoción hay en tu texto. Emociona realmente, querida Isabel, y consigue que nos pongamos en el lugar de Agripina.
ResponderEliminarUn beso, mi romana.
me gusta tu version hermano . lo isiste bien . primera vez en tu blog amig
ResponderEliminar"Señor Excelentísimo, mi llanto
ResponderEliminarya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto."
Quevedo no lo puso en boca de Agripina, pero le viene al pelo (a ella también)
¡Qué distinta hubiese sido la historia si Germánico hubiese llegado al trono! Pero no, llegó Calígula.
Un abrazo, Isabel
¿Como no tenia que desparramarse todo ese imperio, con toda esa gentuza en el poder?.
ResponderEliminarLos mismos perros con diferentes collares, las personas no cambian.
La fuerza de Agripina la Mayor, y también de su hija, debió ser arrolladora. Pocas veces se conocen personas de ese tipo
ResponderEliminarSí, leí que fue envenenado pero por Livia, madre de Tiberio, se la conoce en la Historia por una gran envenedadora e intrigante, incluso se cree que envenenó a César Augusto con unos higos, y parece que se "libró" de gran parte de la familia de su esposo con tal de facilitarle el paso a Tiberio al trono...
ResponderEliminar¡Pero qué malita era la puñetera!
Enhorabuena, Isabel, me encanta tu blog.
Un abrazo.
El veneno de la envidia corroía a Tiberio, hijo de su madre.
ResponderEliminarEl odio segó la vida de aquel romano digno en todos los sentidos, insoportable conducta, ejemplo a ojos vista, intolerable que siguiera brillando para dejar en su sítio al César.
Comprendo el odio de Agripina al perder a tan amado esposo, padre, amigo. !Agripina! nombre famoso que dio mucho de sí en aquella Roma, en todos los aspectos.
¿Qué sucede? Casi siempre se elimina a los decentes.
Muy buena tu versión amiga mía. Besitos.
Larga fue la mano de la familia Julio-Claudio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Genial y conmovedor como siempre nos tienes acostumbrados Isabel.Besos.
ResponderEliminarLa envidia que mala consejera y en unos tiempos que la gente daba rienda suelta a sus pasiones , odios,fanatismos-Ella lloraba de impotencia por la muerte del esposo y después lloró por su propia impotencia ante tanto odio.
ResponderEliminarFeliz finde Isabel.
Gracias por tu felicitación, querida paisana. Y enhorabuena por este blog tan apasionantemente llevado y que tantos ratos de felicidad nos proporciona. Un beso.
ResponderEliminarHola Josep Asensi, Agripina tiene luces y sombras, es compleja. Siento por ella algo muy especial. Un abrazo.
ResponderEliminarSaludos, diana laura, gracias por tu elogio. Sabes cuánto me gusta sondear en el universo femenino. Besazos.
Hola marcos, así fue, como tú dices. Sin embargo en la mente de Agripina y de muchos romanos siempre estuvo la sospecha de que tal muerte había sido inducida por Tiberio y por la propia Livia, abuela del difunto. Saludos cordiales.
Hola virgi, cada uno de nosotros tiene abierto un libro a través de su ventana en internet. A mí me encanta sumergirme en el tuyo. Besazos.
ResponderEliminarCierto, antonio campillo, la dama de los ojos vendados no ve, y no siempre en el sentido en que la quieren presentar, sino en todos. Cuando el poder lo ejerce una sola persona y de manera despótica, no hay rincón en el mundo donde nos podamos ocultar y escapar. La familia Julio-Claudia, a la que pertenecían estas personas, fue terrible. Un abrazo.
Hola isabel martínez barquero, muchas veces he tratado de ponerme del lado de Agripina y siempre siento un escalofrío. Tenía defectos, pero también un coraje fuera de lo común, era una matrona romana de la mejor estirpe. Besos.
Hola frank, bienvenido. Saludos cordiales.
ResponderEliminarQuerido xibeliuss, qué cita tan hermosa. Gracias por ponerla. En cuanto a Germánico, los romanos esperaban que de su mano retornara la república... Un sueño imposible. Besos, querido amigo.
Hola dapazzi, con frecuencia ocurre que los pueblos son mejores y más grandes que algunos de sus individuos, por encumbrados que estén. Rara vez se dan abusos de poder público sin que los haya también privados. Y a la inversa. Besazos.
Hola laura díaz, estoy completamente de acuerdo contigo. Fueron mujeres de gran calibre, para bien y para mal. ¿Sabes que el recipiente que contenía las cenizas de Agripina fue usado durante la edad media para medir el trigo? En cierto modo, eso le hizo justicia. Besos.
ResponderEliminarBienvenida, mari carmen garcía franconetti, desde luego la fama de Livia era tremenda. En mi opinión, ella se llevó por delante a todos los que se interponían en su camino, sin la menor piedad. Como dijo de ella un historiador antiguo, fue "dura madre para Roma, dura madrastra para la casa de los Césares". Está todo dicho. Besitos.
Qué gran verdad has dicho, natalia tarraco, en algunos tiempos los decentes no duran nada, enseguida son arrollados por los desaprensivos que ostentan el poder. Agripina odiaba a Tiberio aunque quizá no tanto como Tiberio la odiaba a ella. Incluso, a la muerte de la ilustre matrona, Tiberio declaró nefasto el día de su nacimiento. Y eso que ya le había matado a su madre y a tres o cuatro de sus hijos. Besitos.
Hola maria luisa arnaiz, como muy bien dices la mano de la familia Julio-Claudia fue larga y, sin embargo, dio también buenos frutos aunque, lamentablemente, poco duraderos. Un abrazo.
ResponderEliminarHola yolanda carrasco, gracias por tu comentario y tus ánimos de siempre. Besos.
Hola bertha, desde luego Agripina hubo de llorar muchas veces. Tenía delante un pedazo de mármol así que las lágrimas no lograron conmover a Tiberio. Besos, querida amiga.
Hola antonio porpetta, reciente Premio de las Letras de la Generalitat Valenciana. Gracias por tu visita. Es un honor y un enorme placer contar con tu asiduidad y afecto. Enhorabuena otra vez por un premio tan merecido. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarAdmiro profundamente a esa mujer, Isabel. Gracias por traerla a la memoria en un instante tan difícil de su vida.
ResponderEliminarGracias, carmen lópez y martí, desde luego fue una mujer extraordinaria. Besos.
ResponderEliminarAdmirable mujer, sin duda y valiente. No calló.
ResponderEliminarBesitos