De Popilia a su nieta Lucila.
Salud.
Me
he despertado esta mañana con un nudo en la garganta, querida mía. Quizá sea
por mi edad, o porque cada año, en esta fecha, cuando los hermanos Arvales
celebran la segunda jornada de ceremonias en el bosque sacro de la Diosa Dia, mi madre me recordaba la importancia del
antiquísimo culto de las ollas. ¡Ay, en los tiempos pasados, cuando el padre Rómulo
instituyó la fraternidad de los Arvales, se daba mucha importancia a las ollas!
Eran grandes recipientes de barro,
instalados en el templo, donde se guardaban las semillas destinadas a sembrar
los campos el año siguiente. Todos los ciudadanos debían aportar semillas, quienes
más y quienes menos, según la abundancia o escasez de la cosecha de cada uno. Mas
cuando a los pocos meses llegaba el momento de la siembra, las semillas se
repartían a todos por igual.
¡Mira
si es antigua la costumbre de reunir grano entre todos, cada cual según los
resultados obtenidos, y repartir igualitariamente después! A veces, querida niña, creo que se han perdido
esos principios a través de los cuales los habitantes de una ciudad dejaban de
ser individuos para convertirse en una comunidad. ¿Qué vemos ahora? Aunque se
celebren como siempre las ceremonias y se multipliquen las reuniones y los
banquetes sacros, unos cuantos rehúyen hábilmente el aportar a la olla el grano
que les corresponde en proporción a sus cosechas y, en cambio, cuando llega la
hora de repartir, se llevan la parte más abundante, a costa de los honestos ciudadanos.
¡Qué tiempos de codicia y de ambición desmesurada nos ha tocado vivir!
NOTA : El 29 de mayo se celebraba la segunda jornada de los tres días que
duraba la fiesta Ambarvalia, en honor de la Diosa Dia, asimilada más tarde a la
diosa Ceres. Se trataba de purificar los
campos y protegerlos de todos los males, así como “las ollas” o grandes
recipientes de barro donde se conservaban las semillas destinadas a la siembra.
Según la tradición, el colegio de los hermanos Arvales (compuesto por 12
sacerdotes) fue fundado por Rómulo. El templo y el bosque sagrado de la Diosa Día
se hallaba en la vía Campana (en la margen derecha del Tíber) a cinco millas de
Roma.
*La foto la he sacado de internet. Es un sacerdote Arval y se conserva en el Museo del Louvre.
En algunas cosas no hemos avanzado sino retrocedido.
ResponderEliminarUn saludo.
Así es, Cayetano. Saludos cordiales.
ResponderEliminarTristemente.
ResponderEliminarMe encanta como escribes.... espero llegar a tus niveles...
ResponderEliminarUn beso.
Giovanna (scrittrice in erba)
Magnífico Isabel, me ha encantado.¡Cómo explicas las cosas más actuales comparándolas con las de la Antigua Roma, y de que forma más sublime!Me encanta leérte. Es un deleite para los sentidos y para el intelecto.Muchos besos.
ResponderEliminarPues si vieran nuestros tiempos, madame! No querrían vivir en ellos.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Exactamente como ahora, vamos... Ni cada quien aporta según sus posibilidades ni se distribuye igualitariamente... Mientras unos pocos acaparen todo para sí y expolien al pueblo, arreglados estamos.
ResponderEliminarMalos tiempos, querida Isabel.
Un beso.
Estoy convencida que si obviáramos los formalismos, la realidad externa, y nos centráramos en los sentimientos y emociones podríamos mantener una conversación fluida con nuestros ancestros. Bss.
ResponderEliminarTriste obsesión por acomular tantas riquezas esta avaricia de tener mas sin importar a quien pueden dañar.La historia se repite.
ResponderEliminarUn abrazo Isabel.
Ni siquiera al fisco se contribuye proporcionalmente.
ResponderEliminarPocos se acuerdan de las ollas querida amiga, llevas razón, y algunos en vez de poner el grano quitan la cosecha entera, cierto.
ResponderEliminarBesito en honor a Ceres y a ti.
Siempre aprendiendo contigo, aunque en este caso preferiría no hacerlo, así no sigo confirmando la mezquindad que nos rodea, la racanería, el atropello continuo...
ResponderEliminarUn abrazo, mi Profe.
Siempre es un placer leerte. Me consta que disfrutas escribiendo y quiero que sepas que yo disfruto leyendo lo que escribes. ¡como me gustaría escribir como tú!
ResponderEliminarQuerida Isabel, ya lo decía Marcial: "Dantur opes nullis nunc nisi divitibus", 'Las riquezas, hoy día, no van más que a los ricos'.
ResponderEliminarHe andado estos días un poco liada con el final de curso de 2º de Bachillerato, pero pronto me pondré al día con los gemelos.
Mil bicos.
Una vez más se confirma que no hay nada nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarVale, Isabel.
Un recuerdo de cómo se realiza en la actualidad el parcial reparto de bienes comunes, la Hacienda pública. Ni en fiestas señaladas el hombre ha cumplido, a veces, con el deber de festejar y compartir. Tanto en Roma como en la actualidad, el engaño en el grano sólo produce miseria y deshonor.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.
Fíjate, el concepto de bien común ha estado siempre en crisis, como la poesía. Cuánto listo en el mundo...
ResponderEliminarMuy bien traído, Isabel, desde los tiempos de Roma.
Un beso.
El dar y el recibir no siempre han sido los fuertes de la humanidad por lo visto. Por buena que fuera la intencion, a la larga todo se desvirtua y queda la vil rapaceria de los que quieren un botin mayor.
ResponderEliminarComent version 2.0: Me imagino lo que sera tu trabajo de escribir basandote en fuentes si bien escritas, pero tomadas de tradicion oral, contradictorias, no del todo veraces mas las dudas de uno mismo. Debe ser un esfuerzo demoledor y no como me dijero una vez que escribias sobre leyendas y podias darte el lujo de decir que Helena de Troya se peinaba con una pezuña de vaca. Te podras imaginar mi cara al respecto del comentario.
ResponderEliminarQueridos amigos, muchas gracias a tod@s por vuestros comentarios. Disculpad que no os conteste individualmente, voy apurada pero por una cosa sencilla, pero buena... Besazos y gracias por vuestra comprensión.
ResponderEliminarAunque me repita: ya está todo dicho y estudiado, ¿por qué no aprenden?
ResponderEliminarAquí hay quienes no aportan grano alguno sino que se llevan el grano de los demás a otros países!
ResponderEliminarLa codicia es tremenda en estos momentos. Y la solidaridad inexistente.
Me encanta cómo lo transmites.
Un beso