Apenas llegan a las inmediaciones de la vía Sacra, les sorprende la gran cantidad de mujeres vestidas de negro que llenan esta calle y las adyacentes. Su número aumenta a medida que se acercan al foro, donde forman una mancha negra tan grande y compacta, que los hombres con sus togas claras quedan relegados a los bordes. Es todo muy extraño, porque nadie sabe qué pasa. Las mujeres no lloran ni se lamentan, sencillamente están de pie y en silencio, ni siquiera hablan entre ellas. Padre e hijo se acercan trabajosamente hacia la Curia.
Cerca de las escaleras que le dan acceso, ven llegar a uno de los Cónsules, la más alta autoridad del gobierno de Roma. Los lictores que lo preceden le abren paso como la proa de un barco entre el mar de mujeres. Cuando el Cónsul llega ante la Curia y sube un par de gradas de la escalinata por la que se accede a ella, Faustina le sale al encuentro. El Cónsul se detiene y la mira con extrañeza. Esta es una situación insólita. Los hombres, que hasta entonces hablaban entre sí especulando sobre el motivo de esta escena, callan. El foro queda sumido en un absoluto silencio.
- Las matronas romanas esperan ser oídas por ti, Cónsul – dice Faustina elevando la voz. Él no contesta. Se limita a enarcar las cejas. La matrona decide interpretar el silencio como gesto de aprobación y respira hondo antes de continuar.
- No somos insensibles a tus preocupaciones. Al contrario, las asumimos como propias y queremos colaborar, una actitud que las romanas hemos mantenido desde que se fundó esta ciudad, como sabéis tú y todos los romanos. Y he de señalar, con orgullo, que cuantas veces habéis escuchado a las mujeres habéis encontrado motivos de satisfacción y nunca de disgusto. Te pido, pues, permiso para hablar.
Esta introducción ha causado muy buena impresión entre el público, tanto femenino como masculino. Más en el primero, porque los hombres no saben muy bien qué pensar. El Cónsul hace un leve gesto con la mano, invitando a Faustina a seguir. Ella ve entonces a su marido y a su hijo que se han colocado casi al lado de aquel y le dirige una sonrisa a su adorado vástago, su Tito querido.
- Las matronas hemos deliberado sobre el problema de las viudas, cuyo número aumenta sin cesar a causa de las guerras. Con frecuencia ellas y sus finanzas son un quebradero de cabeza para sus parientes varones. Sabemos que, pensando en su bienestar, habéis estudiado la posibilidad de que un hombre contraiga matrimonio con dos mujeres. Una actitud que os honra y demuestra una paternal preocupación por la que las romanas os estamos muy agradecidas.
El silencio del foro se rompe con un rumor de asombro. Los hombres se interrogan entre sí y las mujeres intecambian gestos de aprobación. Faustina, sin perder la compostura, espera pacientemente a que vuelva a hacerse el silencio.
- Sin embargo, nosotras somos conscientes de que es un sacrificio que no os podemos exigir ni debemos permitir: Dos mujeres son una carga demasiado pesada para un hombre – Faustina baja humildemente los ojos tras pronunciar esta frase y hace una pequeña pausa dando tiempo a que sus palabras calen.
- Las mujeres, en cambio, hemos sido educadas en la abnegación y los muchos esfuerzos y afanes a los que estamos acostumbradas desde la infancia, nos capacitan para sobrellevar la responsabilidad de atender a dos maridos. Entendemos que esta propuesta encierra numerosas ventajas para Roma: por una parte, el que una mujer enviudara de uno de ellos no supondría carga alguna para los parientes, puesto que el otro marido seguiría velando por ella; por otra parte, podrían acomodarse en estos matrimonios tanto ciudadanos mayores a los cuales una esposa muy joven apenas podría atender con el cuidado que merecen, como muchachos sin experiencia.
- No sería difícil que entre ambos maridos, uno mayor y otro joven, se repartieran las funciones y responsabilidades del matrimonio con arreglo a sus capacidades respectivas. El patrimonio familiar se vería favorecido con la sabiduría del mayor, sin duda, y también conseguiríamos que aumentara nuestra prole. Si, por desgracia, ambos perdieran la vida al mismo tiempo, sólo dejarían una viuda que, pasado el periodo de duelo, estaría en condiciones de volver a cuidar de dos maridos – Faustina hace una pausa para tomar aliento y pulsar el efecto que causan sus palabras. Pero frente a ella no ve más que el rostro impávido del Cónsul y la cara demudada de su hijo.
- Para no entretenerte más perjudicando tus altas ocupaciones, no desgranaré los muchos beneficios que acarrearía esta medida. No miramos por nuestra comodidad, Cónsul, sino por el bien de Roma y de sus ciudadanos. Pensadlo bien, sopesad los pros y los contras y veréis que tenemos razón, que nuestra propuesta es acertada. Todos los romanos dormiréis mejor sabiendo que, si perdéis la vida defendiendo a la patria, vuestras familias quedarán bien atendidas y protegidas y vuestros hijos al cuidado de otros preclaros varones. He terminado.
El final del discurso de Faustina marca el inicio de una algarabía. Todo el mundo se exalta, las matronas piden a voces ser escuchadas, los hombres gritan a los senadores diciéndoles que están locos si piensan que se casarán con dos mujeres. En toda esta confusión, el Cónsul pide a sus lictores que impongan silencio y se dispone a contestar.
NOTA: Los lictores eran unos "funcionarios" que acompañaban a los Cónsules y otros magistrados. Llevaban al hombro las fasces, un haz de varas atadas con cintas y rematadas en el centro con el filo de un hacha, para simbolizar el poder de este magistrado para imponer un castigo inmediato, incluida la muerte.
* Figura masculina. Museo Centrale Montemartino
**Escalera y puerta de acceso a la Curia. Éste edificio fue reconstruido por Diocleciano en el s. III d.C. tras un incendio y se cree que lo hizo exactamente igual al anterior, construido por Julio César.
*** Fragmento de un sarcófago romano. Iglesia de los Caballeros de Malta.
**** Busto de la augusta Sabina. Museo Massimo alle Terme.
Es un placer leerte, Isabel. Un saludo.
ResponderEliminarVamos Faustina todavía!!! Qué bueno se está poniendo esto!!!
ResponderEliminarNo puedo dejar de reirme, y es por una imagen que me ha quedado grabada en la cabeza al leerte: ese intercambio de miradas en el foro entre Faustina y su marido. Lo veo a Cayo Papirio bajando la vista, tocándose las sienes y pensando para adentro: "cuánto faltará para despertarme?".
Genial, Isa.
Hola gabriela zayas, gracias por tu visita y tus palabras. Ya ves cómo andan de revueltas las romanas. Y, sinceramente, pienso que llevan toda la razón. Besos.
ResponderEliminarBueno eggy, ya ves que el patio está muy revuelto, pero nuestras romanas son increíblemente deliciosas. ¡Faustina merecería un monumento! El pobre Cayo Papirio no sabe dónde meterse pero quién sabe, quizá en el fondo...Besos.
ResponderEliminarMe dejé transportar por tus letras hasta la Roma Imperial...fué un viaje estimulante,me gusto caminar sobre los adoquines de la vía Sacra...volveré a Roma.Gracias por tus palabras Isabel.Ciao!
ResponderEliminarIsabel, de nuevo me has enganchado con una historia. Me pregunto, ¿estás basándote en hechos reales? Soy un poco sosa en historia y la verdad es que me resulta un auténtico hito. Otra vez, las cosas se tuercen a favor de ellas.
ResponderEliminarBesos.
Hoy descubro este blog...y me sorprende! Seguramente mañana volveré para redescubrirlo. Interesante, Isabel, tu trabajo!
ResponderEliminarGracias a tu visita puedo descubrir tu blog, me parece muy interesante, me atrae mucho la historia. Leo a menudo el blog de José Barral, Te lo recomiendo.
ResponderEliminarUn beso, Isabel.
Interesante revolución teñida de negro.
ResponderEliminarUna astucia apabullante la de Faustina en su discurso.
UN saludo.
Que maravilla de Faustina, con solo su mirada
ResponderEliminarMuchas gracias, saludos
Faustina es líder por naturaleza. Su propuesta es la más justa, y la que será capaz de hacer callar a los senadores o a sacar adelante una ley sin precedentes. Muy interesante.
ResponderEliminarIsabel, no paso todo lo que me gustaría, pero el agrado sigue siendo el mismo al leerte. Besos.
De vuelta a tu Roma, luego de algunos incidentes personales que me han tenido un poco apartado de todo, veo que continúa la saga y a través de ella vamos conociendo, o recordando aquella sociedad clásica de la cual somos deudores y beneficiarios en tantas cosas.
ResponderEliminarUn abrazo amiga.
la intrépida... la sagaz Faustina!!!! me encanta!!!! lo que daría por verles las caras a los senadores... ji ji ji
ResponderEliminarbesos
Querida Isabel por una de esas casualidades de la vida me vino a las manos una hoja de un periódico de Madird con fecha 15 -07-2006 y firmado por Wenceslá Berrendo, me encantó el comentario que te hizo, la defensa de la mujer, la reivincación del papel de la mujer en el mundo. Estoy de acuerdo contigo y debiámos echarnos una mano ,porque lo mismo que ocurre ahora ha ocurrido siempre. Enhorabuena un abrazo Nina
ResponderEliminarDe nuevo estoy aquí para adherirme a tus historías que siempre tiene un referente; la mujer y su fuerza.
ResponderEliminarBesos, muchos Isabel.
Mamen
*Impecable la organización de Faustina y sus seguidoras.
ResponderEliminar* El "speech" que tenian preparado, magistral, inteligente, inesperado
*Menuda sorpresa se habrán llevado los hombres presentes. Nunca habrán soñado con un revés de esa categoría ...
.-.-.-..-..-.-Reverencia,
.-.-.-..-..-.-Me quito el sombrero
.-.-.-..-..-.-ante esta maravillosa
.-.-.-..-..-.-mujer luchadora.
Tu relato es atrapante, Isabel!
Me encanta el giro que acaba de dar la historia... ahora son ellas las que tienen la sartén por el mango!!! Impresionante, Isabel. Seguiré leyéndote.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola mart, un placer que hayas recorrido la vía Sacra desde internet. ¡Algo que los romanos no pudieron ni siquiera intuir...! Saludos muy cordiales.
ResponderEliminarHola Anilibis. Lo que estoy contando viene, básicamente, relatado por un autor latino llamado Aulo Gelio, del siglo II d.C., que a su vez recogió noticias, curiosidades, costumbres, etc., de otros autores. He tomado esa historia y he tratado de darle vida, para lo cual me he tomado unas cuantas licencias, aunque tratando de reflejar a las mujeres tal como me parece que fueron en esa época, más o menos 150 años antes de nuestra era. Creo que está bien que susciten nuestra curiosidad: de hecho, las mujeres llevamos en el mundo el mismo tiempo que los varones, así que ¡algo interesante habremos hecho durante todo ese tiempo! Besitos.
Hola marta drooker, gracias por tu visita. Creo que en estas historias de mujeres puedes encontrar cosas muy interesantes. Hasta pronto. Saludos muy cordiales.
Hola salón de sol, gracias por pasar por Roma, espero que encuentres algún motivo para quedarte. Visitaré el blog que me indicas. Saludos muy cordiales.
Hola vade retro. Creo que Faustina y compañía sabían más que los ratones coloraos. Las mujeres estaban en la sombra, pero eso no significa que no estuvieran al corriente de los asuntos políticos. Y, desde luego sabían muy bien cómo influir en sus maridos. Esto lo tuvo tan claro el primer emperador, Augusto, que desarrolló su "política interior" recorriendo los lechos de media Roma. Trataba de conseguir que las señoras influyeran a su favor ante sus maridos y sus amantes... Esto no ocurría en épocas anteriores, porque las costumbres eran menos liberales, pero desde luego ellas influían, y mucho.
ResponderEliminarTu blog se está transformando en una parada obligatoria de lectura.
ResponderEliminarNos tenés a todos enganchados con tu historia.
Dale, dale seguí escribiendo.
Un saludo desde la Argentina.
Hola alida, desde luego que Faustina es mucha mujer, y muy lista. Me hubiera encantado estar a su lado en este momento: no debía ser nada fácil ponerse frente a un Cónsul y hablar. Algo que no hacían las mujeres. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola maik pimienta, no sé si lo que propone Faustina es lo más justo, pero sí lo que más les conviene a ellas...es una propuesta muy astuta. Me alegra que pases por aquí siempre que puedas. Besotes.
Saludos manolotel, un placer encontrarte aquí de nuevo. Ya ves que seguimos divirtiéndonos con las peripecias de estas mujeres tan especiales. Espero que todos tus asuntos estén resueltos y charlemos con más frecuencia. Besos.
ResponderEliminarHola mª antonia moreno. Yo daría cualquier cosa por estar en el centro de todo esto y ver las caras de todo el mundo sin perder detalle. Habría para hacer una antología completa, ya lo verás... muchos besos.
ResponderEliminarHola nina querida, me alegro mucho siempre que vienes por aquí. El artículo que dices de Wenceslá Barredo fue muy interesante, ella se tomó mucho interés por el blog y la reivindicación de las mujeres. Creo que es muy importante que recordemos todos/as que el mundo se ha construido entre los dos sexos, con todo lo bueno y con todo lo malo. El ignorar a las mujeres, el negarnos ese pasado, nos priva de una historia y del prestigio y el valor de haber participado en ella con toda nuestra energía. Hay muchas personas eruditas que trabajan en esa línea desde hace años. Yo trato de hacerlo desde la divulgación a través de la literatura, intentando que sintamos con ellas, nos emocionemos con ellas y las admiremos y respetemos. Esto es algo a lo que tu contribuyes en tu blog cuando hablas de las costumbres antiguas, de las recetas de cocina, de la belleza o de las mujeres egipcias. Gracias por tus palabras, siempre tan cariñosas. Un millón de besos.
ResponderEliminarHola mamen somar. A veces parece que las mujeres sacan su fuerza de su propia debilidad, de su conciencia de no poder competir con las mismas armas que los hombres. La necesidad agudiza el ingenio, suele decirse... Besazos.
ResponderEliminarHola maria del norte, estas mujeres no se dejan atrapar por nada (o por casi nada). Los hombres se han quedado a cuadros, algo que les viene muy bien para poner en sus vidas una emoción que no sea la de blandir las armas...Si algo tienen estas mujeres es una enorme capacidad para poner a todo el mundo de su lado. Besos.
ResponderEliminarSaludos, elena. La capacidad de maniobra de las mujeres es tan eficaz como la de las legiones. Sólo que en este terreno mandan ellas. Besos.
ResponderEliminarHola walde, es un placer atraparte con las redes de estas mujeres tan antiguas. ¡Y eso que apenas acabamos de comenzar! Hay un millón de historias emocionantes. Saludos muy cordiales.
ResponderEliminarJajajajajaja
ResponderEliminarESpera, que todvía me estoy riendo. Muy bien, sí señor, Faustina es una mujer muy astuta, eso sí que es adaptar un problema para hacer que se convierta en el problema de otro.
Ya estoy deseando saber como sale del paso el Cónsul :-)
Besos
Hola aynara. No quisiera yo estar en el pellejo del cónsul en este momento. Y menos todavía intuyendo que su propia mujer debía estar ahí... ¡Se puede gallear mucho en el Senado, pero al final cada cual tiene que volver a casa!
ResponderEliminarBUENO , BUENO .
ResponderEliminarESTAMOS EN PRESENCIA DE UNA MUJER DE CARÁCTER , SIN DUDAS .
FAUSTINA METE UN POQUITIN DE MIEDO .
COMO HABLAN DETERMINADAS MIRADAS .
SEGUIMOS...
RECIBE MIS SALUDOS ISABEL
ADAL
Lindas romanas, estaban a punto de tener Presidenta, igual que nosotros.
ResponderEliminarSeguro que Faustina haría temblar a más de un romano, pero no a un hippie viejo como tú, amigo mío. Besitos.
ResponderEliminarHola gonzalo: y tantas mujeres que se lo han merecido. Es una suerte y un orgullo que vayaís a tener presidenta. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarIsabel, gracias por la visita, muy interesante este blog, sera visitado tantas veces como sea necesario jajaja besos y gracias por compartirlo
ResponderEliminarIsabel...Faustina, se las trae , dejó a todos fríos, pero que decisión, sigo leyendo, me encanta tu historia, sobre todo saber que desde siempre las mujeres hemos marcado pauta en la historia misma e impuesto nuestro parámetros.
ResponderEliminarUn beso.
Este post es de altas letras, felicitaciones, excelente
ResponderEliminar¿Qué no te gusta de Faustina?
ResponderEliminarBesos nocturnos sin café.
jajajaja ¡astuta Faustina!
ResponderEliminarcómo he disfrutado viéndola hacer tambalear los cimientos de los cónsules.
Un beso, Isabel.
Magnífica como nos tienes acostumbrados
:)
Toda una performance de la Antigüedad! ya me hubiera gustado estar presente para ver todas esas mujeres de negro, y sobre todo ver la cara de estupefacción de sus maridos. Espero la continuación impacientemente. Un beso Isabel
ResponderEliminarNo puedo esperar la respuesta del Cónsul!!!!! Isabel, x ti voy a descubrir la paciencia ;)) Ojalá tod@s tuviésemos a una Faustina a nuestro lado. Besos!!
ResponderEliminarllevan razón... jaja
ResponderEliminarun gran revuelo vamos a seguir leyendo.. sí?
He estado husmeando por el blog y tengo que admitir que es muy bueno, diferenta a todos los que he leido hasta ahora. Y aunque tengo que admitir que soy muy perezosa para tentas una historia seccionada en muchos capítulos, tu lectura engancha y da crédito de una excelente documentación e imaginación.
ResponderEliminarÁnimo y adelante con este blog que le veo futuro.
Ah, el artículo que más me ha gustado ha sido el de LAILA.
Hola amada inmortal, éste es tu sitio (al menos algunas temporadas) porque nos encanta sonreir. Espero que nos frecuentemos. Besos.
ResponderEliminarPues sí, querida daniellha, las mujeres formamos parte de la humanidad ¡¡¡que se vayan enterandooooo...!!! Hubo muchas Faustinas y muchas otras mujeres admirables por otras razones. Espero que vayamos conociendo a algunas de ellas. Besitos.
ResponderEliminarSaludos alexis coald, gracias por tu apreciación. Espero que te sumes al grupo de romanas/os, también yo te frecuentaré. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola clarice baricco, no quiero imaginarme a Faustina si en su tiempo se hubiera conocido el café y se tomara tres o cuatro tacitas al día... ¡Suena muy bien! Besos.
Saludos, almena, seguramente el cónsul debe estar pensando en la suerte que tiene su colega de estar por cualquier rincón del imperio luchando como un hombre, contra hombres. Me encanta imaginármelo así. Besos.
Ya ves que estamos en medio de una krisish, de modo que puedes imaginarte tu misma ahí. Te sugiero que te coloques al lado de Faustina, para verle mejor la cara al cónsul y al querido Tito, el hijo mayor de la matrona. Y con qué fuerza respira ella y qué firme está. Besos.
Hola zoe favole, la paciencia es una gran virtud, poco cultivada en nuestros días. Hay que ser impacientes pero tener paciencia, así se consiguen muchas, muchas cosas. Besos, guapa.
ResponderEliminarCierto, elisa de cremona, se ha armado un taco en pleno foro. ¡Estas chicas...! Besos.
Hola chanchiss, tienes toda la razón, resulta un poco pesado leer historias que se alargan mucho. Mi intención era hacer historias de un solo post o de cuatro o cinco, que se empiezan y se terminan pronto o incluso pueden leerse seguidos. Pero en fin, los contertulios me animaron a continuar con la historia del poeta Catulo y su musa y, tontamente, nos metimos en 20 posts. Me alegro de que te gustara Laia. Es una historia muy cruel, pero era una realidad. Saludos muy cordiales.
Empieza a caldearse el ambiente, empieza a verse que se cuece algo mayor.Hay diálogo y razonamientos. Una vía muy adecuada.
ResponderEliminarwow! uno mayor y otro joven... mira vos...
ResponderEliminarEsto si que ni lo imaginaba! Wow.
No salgo de mi asombro. =O
Te visitarè pronto... por màs.
Un abrazo de Luz.
QUE BUENO ESTO! y casarse con dos mujeres... Pero que buena ley seria prohibir de mujer a todo aquel que hace la guerra, veran...Un abrazo y gracias por pasar a visitarme.
ResponderEliminarHola francisco ortiz, a las romanas les gustaba ir a lo práctico y les encantaba razonar. Y, sobre todo, salirse con la suya. Besos.
ResponderEliminarHola princesa dariak ¿a que no está mal pensado? La experiencia tiene su interés y la bisoñez no es nada despreciable... Son mujeres de la antiguedad, pero en absoluto tontas. Gracias por tu visita y hasta pronto.
Hola máximo, según he leído un grupo de mujeres han iniciado una campaña llamada "piernas cruzadas" para forzar a sus compañeros a rebajar la violencia. No quieren que sus hijos se queden sin padres ni quedarse ellas viudas. Sin duda hace falta valor para ello, porque aunque estén todas de acuerdo, luego cada cual se encuentra en su propia casa y a solas para lidiar esa situación. Creo que tu idea de privar de sexo a quienes hacen la guerra es buena. Aunque no sé, llevando armas.... Saludos muy cordiales.
ResponderEliminarQue no acabo de recorrer todo el blog!
ResponderEliminarLa sagacidad de Faustina fue genial.
ResponderEliminarLa unión de las mujeres, la fortaleza.
El recordar que "el que a hierro mata, a hierro muere", el impulso.
Si en alguna vida anterior estuve en Roma, seguro que formé parte de la "volteada".
Bien por Isabel y sus historias!.
Bueno, Isabel, avanzas con Faustina y un toque de humor lo impregna todo.
ResponderEliminarPor cierto que hay una hisoria de una mujer con dos maridos. Catón de Útica le cedió por un tiempo su mujer a Hortensio para que este pudiera tener un hijo con una digna matrona llena de virtudes. Posteriormente la recibió después con dignidad: la historia expolica que al volver ella a casa él se adelantó y la envolvió en su manto, que era la fórmula de la adopción.
No es una historia aberrante a los ojos d eentonces y a los ojos de hoy es mejor no juzgarla, porque no tiene sentido.
cada post tuyo es un viaje no solo en el tiempo, sino a vidas muy intensas...
ResponderEliminarcautivante como siempre!
Hola xoconoxtle cósmico, no es raro que te extravíes por este blog, resulta ya un tanto kilométrico. Aunque eso no debe ser nada para alguien acostumbrado a dimensiones cósmicas! Besos.
ResponderEliminarHola dilaca, seguro que estuviste en primera fila, casi al lado de Faustina. Por eso te habrás dado cuenta que está francamente indignada y dispuesta a pelear hasta el final por defender a las mujeres. Tu misma estás a punto de lanzarle una mirada asesina al propio Cónsul... Besos.
ResponderEliminarHola luis rivera. Sí, toda esta historia de Faustina está impregnada de humor, de buen humor, porque hombres y mujeres se lanzan pullas muy sabrosas sin dejar de apreciarse unos a otros. En cuanto a Catón de Útica, como muy bien dices, su conducta no podría entenderse ahora, lo que seguramente no nos impedirá tratar de explicarla más adelante... siempre resulta interesante encontrarse con un personaje que ama y odia amar. En cierto modo, parece una antítesis de Catulo. Saludos cordiales, luis, y gracias por la evocación de Catón (biznieto del Catón que se cita en el post siguiente).
ResponderEliminarHola digler, no hay duda de la pasión que han puesto las romanas en este asunto. ¡Puede hundirse por completo su reino doméstico! Yo hubiera estado (o tal vez estuve?) en la primera fila. Gracias por tu visita. Besos.
ResponderEliminarNo hay mejor defensa, que un buen ataque, sabia Isabel. Abrazos.
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