El rítmico batir de las palas de los remos al hundirse en el agua queda por un instante oculto por los gritos de las últimas gaviotas que se aprestan a abandonar la nave. Agitan las alas y emprenden el vuelo de regreso a la costa, cuyos contornos azules se desvanecen en el horizonte. No sopla el viento, pero el avance de la nave agita los cabellos de la reina Dido, acodada en la proa. Observa los colores cambiantes del mar, la extensión infinita y móvil, brillante y desolada a la vez.
- ¿Crees que seré juzgada con dureza por haber raptado a las mujeres ? – pregunta a Xilón, quien permanece a su lado y atento a sus palabras como siempre. Una de sus naves acaba de abandonar la isla de Chipre, llevándose con engaño a más de veinte muchachas, algunas de ellas esclavas.
- Nadie se hace esas preguntas, señora. Las necesitabas y te las han negado. Otros muchos se las llevan haciendo uso de la fuerza bruta sin haber tratado siquiera de negociar.
- ¿Es esa tu opinión, Crisea? – pregunta la reina a una joven vestida con túnica blanca y tocada con un velo. Es una virgen vestal, y ha accedido a acompañar a los fenicios para ocuparse del culto de la diosa Juno, a quien Dido encomendó la protección de la ciudad que se propone fundar.
- No apruebo ninguna clase de violencia contra las mujeres, mi reina. Y es violencia arrancarlas de sus familias, aunque para ello hayas empleado el engaño y no la fuerza. Este acto, por más que lo justifiques en la necesidad, no redundará en tu gloria.
Dido vuelve a mirar el mar. A su lado navegan las otras siete naves que restan de su flota. Fueron veinte las que huyeron de Tiro con ella, pero de esto hace ya más de tres años y las desgracias, las tormentas y el cansancio las han reducido a menos de la mitad. Mujeres y niños han sucumbido a los partos y al escorbuto, a la escasez de alimentos y de agua. Le ha disgustado raptar a las muchachas. Y, sin embargo, debía hacerlo. Una ciudad precisa contar con mujeres capaces de dar hijos y asegurar con ello su defensa y su continuidad.
- Dotaré con veinte monedas de oro a las doncellas o viudas que se casen con mis hombres. Quedarán directamente bajo mi protección y les procuraré nuevos maridos o un techo si los pierden – había anunciado la reina en todos los puertos de la isla de Chipre donde su flota se había detenido. A excepción de algunas personas, como la sacerdotisa Crisea o el comerciante griego Palemón, quienes se habían sumado de buen grado a su empresa, nadie le dio una respuesta favorable. Las familias se negaban a casar a sus hijas con los fenicios de Dido.
- Ni siquiera tienes una ciudad a donde ir, noble señora – le habían respondido también los próceres de Cnido, el último puerto donde recalaron, cuando ella solicitó la celebración de bodas. Eran gente sin patria, vagabundos. ¿Quién desea ver a sus hijas expuestas a un riesgo semejante?
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- Traigo buenas noticias – había anunciado Dincer la tarde anterior a sus compañeras. Formaban parte de un pequeño grupo que se ganaba la vida viajando de ciudad en ciudad para actuar en las celebraciones públicas. Los hombres se encargaban de las representaciones de teatro y el mimo, y ellas de la danza, el canto y el tañido de algunos instrumentos. Hace unos meses se les había unido Nismacil, una muchacha bastante misteriosa y muy diestra en el uso del arco y los cuchillos, cuya exhibición solía atraer a muchos curiosos.
- ¿No habéis oído nada? – repitió – . Los fenicios se marchan mañana y, al parecer, quieren aligerar el equipaje. ¡Y ya sabéis cómo son…!: para no pagar a la ciudad ninguna tasa por ejercer el comercio, han decidido anclar una de sus naves fuera del puerto, en la bahía de poniente, y mañana al alba pondrán a la venta sus mercancías.
- Yo no me fiaría demasiado de ellos – apuntó Nismacil –. En realidad, ya no confío en nadie.
- ¿Ni siquiera si te venden púrpura de Tiro a precio de saldo? – intervino riéndose Dadá, una muchacha de cabellos larguísimos y gestos sinuosos.
- No sé si habéis probado alguna vez sus perfumes. Son maravillosos – aseguró Dincer –. ¡Y vuelven locos a los hombres! Desde luego, yo pienso ir.
- Yo no me fiaría demasiado de ellos – apuntó Nismacil –. En realidad, ya no confío en nadie.
- ¿Ni siquiera si te venden púrpura de Tiro a precio de saldo? – intervino riéndose Dadá, una muchacha de cabellos larguísimos y gestos sinuosos.
- No sé si habéis probado alguna vez sus perfumes. Son maravillosos – aseguró Dincer –. ¡Y vuelven locos a los hombres! Desde luego, yo pienso ir.
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Esta mañana, apenas han asomado los primeros rayos de luz, Dincer y sus compañeras se han dirigido a pie a la bahía de poniente. Llevan sus pequeñas bolsas de dinero y están de buen humor. No siempre se tiene la oportunidad de adquirir cosas bellas por poco precio. No son las únicas. Varios grupos de muchachas acompañadas por sus esclavas se han puesto en camino también. Algunas empiezan a cantar y con sus voces marcan el ritmo y hacen más amena la caminata. La bahía no está lejos.
- ¡Ánimo, señoras! – gritan algunos jóvenes desde la cubierta de la nave – ¡ Las primeras se llevarán lo mejor!¡Tenemos collares de oro y plata con cuentas de marfil! ¡Púrpura de Tiro! ¡Vamos, vamos! Subid y vedlo vosotras mismas. ¡Alegrad el olfato a vuestros maridos o vuestros prometidos con perfume de gálbano y almendras amargas!
Ellas corren y suben riéndose por la pasarela de madera, cogiéndose a las manos que los hombres les ofrecen desde arriba para ayudarlas. En la cubierta las mercaderías están extendidas en el suelo y han tendido toldos para protegerlas del sol. Hay muchas piezas de tela, algunas tejidas entremezclando un hilo de oro que arranca gritos de admiración; cinturones de cuero fino, sandalias y pomos de vidrio de mil colores conteniendo perfumes.
En poco tiempo la cubierta está llena de muchachas y alborozo. Todas quieren elegir, probarse el calzado, echarse sobre los hombros las telas para que otras les digan cómo les sienta al color de su piel. Insisten en conocer los precios.
- ¿Qué te parece este cinturón? – pregunta Nismacil a Dincer, enseñándole el que lleva puesto, de cuero oscuro adornado con pequeñas cuentas de lapislázuli.
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Esta mañana, apenas han asomado los primeros rayos de luz, Dincer y sus compañeras se han dirigido a pie a la bahía de poniente. Llevan sus pequeñas bolsas de dinero y están de buen humor. No siempre se tiene la oportunidad de adquirir cosas bellas por poco precio. No son las únicas. Varios grupos de muchachas acompañadas por sus esclavas se han puesto en camino también. Algunas empiezan a cantar y con sus voces marcan el ritmo y hacen más amena la caminata. La bahía no está lejos.
- ¡Ánimo, señoras! – gritan algunos jóvenes desde la cubierta de la nave – ¡ Las primeras se llevarán lo mejor!¡Tenemos collares de oro y plata con cuentas de marfil! ¡Púrpura de Tiro! ¡Vamos, vamos! Subid y vedlo vosotras mismas. ¡Alegrad el olfato a vuestros maridos o vuestros prometidos con perfume de gálbano y almendras amargas!
Ellas corren y suben riéndose por la pasarela de madera, cogiéndose a las manos que los hombres les ofrecen desde arriba para ayudarlas. En la cubierta las mercaderías están extendidas en el suelo y han tendido toldos para protegerlas del sol. Hay muchas piezas de tela, algunas tejidas entremezclando un hilo de oro que arranca gritos de admiración; cinturones de cuero fino, sandalias y pomos de vidrio de mil colores conteniendo perfumes.
En poco tiempo la cubierta está llena de muchachas y alborozo. Todas quieren elegir, probarse el calzado, echarse sobre los hombros las telas para que otras les digan cómo les sienta al color de su piel. Insisten en conocer los precios.
- ¿Qué te parece este cinturón? – pregunta Nismacil a Dincer, enseñándole el que lleva puesto, de cuero oscuro adornado con pequeñas cuentas de lapislázuli.
En ese momento, la nave se zarandea y la obliga a separar las piernas para no caerse. Otras muchachas dan un traspiés y pierden el equilibrio. La nave se está moviendo. Dincer mira hacia la orilla y ve que se han separado de ella. Grita y otras voces la secundan. De pronto, la fiesta se ha convertido en trampa, la alegría en miedo. Y al pánico y los gritos les sigue la absoluta oscuridad: de un golpe, los hombres quitan los postes que sujetaban los toldos, y éstos caen sobre las mujeres, atrapándolas. Allí abajo todo es confusión. Caídas en el suelo, con los cuerpos enredados en las telas y los toldos, en medio del nerviosismo, las lágrimas y la oscuridad, las muchachas tratan sin éxito de huir, aturdidas y torpes como pájaros enjaulados.
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- No te mortifiques, mi niña – dice la nodriza Barce poniendo una de sus manos sobre las de la reina, que aún se apoya en la proa –. ¿Cuántas decisiones horribles has tomado antes? ¿Fue más fácil, acaso, abandonar Tiro y lanzarte a la aventura?
- ¿Es cierto lo que dice Igres, que vamos ya hacia las costas de África? – interrumpe muy excitada Anna, la hermana menor de la reina - ¿Significa eso que pronto tendremos nuestra ciudad?
- Eso espero – responde Dido y su rostro se distiende con una sonrisa.
La reina ha decidido seguir el consejo del cartógrafo Igres y buscar su nuevo hogar lejos del alcance de Tiro, su ciudad natal. Hubo de huir de ella por la traición de su hermano, quien ahora la gobierna como rey, y no desea cruzarse en su camino.
- ¡Iremos a lugares que nadie conoce! – insiste Anna reflejando la emoción en sus ojos – A tierras misteriosas, llenas de monstruos y peligros, aguas revueltas…
- El mar es traicionero en todas partes: no olvides que es el reino de Neptuno, un dios de humor antojadizo.
Sin embargo, hace más de tres años, la madre Juno, reina de las diosas, aceptó los sacrificios ofrecidos por Dido para que protegiera la ciudad que pensaba fundar, y está dispuesta a hacerlo. Desde una nube observa la flota de Dido navegando hacia el mar abierto y manda a la mensajera Iris con un recado para Eolo: el dios de los vientos debe hinchar las velas de las naves de la reina con suavidad y constancia, siempre en la dirección correcta.
*Detalle de Venus. Museo Massimo alle Terme. Roma
** Detalle de amazona. Museo Massimo alle Terme. Roma
***Nubes en Roma.
**** Detalle de relieve. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
***** Detalle de frascos de vidrio. Museo Massimo alle Terme. Roma
******Detalle de relieve. Museo Termas de Diocleciano. Roma
*******Hojas de Acanto.
******** Escultura femenina. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
*********Detalle de mapa. Museo Massimo alle Terme. Roma.
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NOTA 1.- Los lectores que deseen leer la primera parte de la historia, pueden obtener todos los capítulos seguidos marcando, al final del post, en Etiqueta: Dido y Eneas. Salen en orden inverso.
NOTA 2.- LA JEFA DE COCINA (SOFONISBA) del palacio de la reina Dido en Cartago ha comenzado ya a realizar los primeros preparativos para el gran banquete con que la reina recibirá al troyano Eneas. Quien quiera husmear por la cocina pede hacerlo ya, siempre sin meter el dedo en los platos...
NOTA 3.- Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. Para facilitar la comprensión de cada post, se incluye la lista por orden alfabético de personajes. A continuación, entre paréntesis, están los nombres de los amigos bloggeros.
KARO, escribiente de la señora Imilce. (Antonio Portela)
UN CANGREJO en cualquier playa. (Cangrejo sedentario)
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Hola! vaya espacio interesante el tuyo, y que pasión tan distinta y cautivante...
ResponderEliminarEn especial me agrada que te enfoques en nosotras las mujeres y de ellas en la historia de roma rescates del olvido a tus protagonistas!
Un abrazo!
A ver si Neptuno ayuda porque ya estoy deseando pisar tierra firme.
ResponderEliminarDido se ha pasado un poco con el rapto pero si quiere fundar una ciudad y pensar en su continuación no queda más remedio. Los gobernante cometen injusticias pensando en el bien del pueblo, que a veces es el suyo.
Claro que como Dido es buena las tratará bien.
Me gusta mucho las historias de mujeres contadas por mujeres. Y tu isabel, lo haces de una forma muy especial.
ResponderEliminar¡hay quien tuviera tiempos de raptar o que le raptaran!
ResponderEliminarNo sé porqué extraño motivo,esta vez me sentí conmovida por tu relato,tal vez la intriga,la incertidumbre y el riesgo de toparse con NEPTUNO hayan hecho crecer mi adrenalina...
ResponderEliminarMientras tanto,continuaré protegiendo a DIDO,en sus determinaciones...
MIL ABRAZOS FUERTES PARA TI,MI QUERIDA AMIGA!
Changos me han secuestrado!!!!!!!! si Nismacil tiene la mitad ed caracter q yo q lio se va a armar jajaja uhhh quiero el proximo capitulo, el proximo capitulo, el proximo capitulo!!!!!
ResponderEliminarjejeje
Besitos de hada amiga!!!!!!!!
"Este acto, por más que lo justifiques en la necesidad, no redundará en tu gloria", cotundente. Me encanta como has elaborado el personaje de Crisea.
ResponderEliminarBesos de vestal
Volvimos al ataque o a la aventura? besitos Isa... mi compu se descompuso, estoy en una lap prestada pero aqui estoy!
ResponderEliminarHola Isabel, disculpa pero ni siquiera pude pasar por aquí para felicitarte las fiestas (si es que te gustan las fallas claro, que una cosa es verlas de turista y otra vivir con ellas). Bueno Gloria está encantadísima con su personaje, le ha encantado eso de ser una especie de artista con manos de pintora...muchas gracias, auqneu ella creo que buscará un ratito para decírtelo personalmente quería que lo supieras.
ResponderEliminarBesos de los dos.
Tú como Dido Isabel, siempre en la dirección correcta.
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
En cada capítulo nos muestras facetas distintas de la gran inteligencia de la reina Dido.
ResponderEliminarPero que ande con cuidado con la sobrina del sacerdote.
Besos Nina
Encontrè un cuadro de Dido y lo uni a ti con placer (ver)
ResponderEliminarbesito
Cada vez más interesante. Sabes cómo dejarnos con la intriga y espectantes ante el nuevo capítulo que se avecina.
ResponderEliminarGracias por enésima vez.
Besos.
Para eso esta Berce para darle animo por la decisión tomada y recordarle otros hechos, aunque Crisea fue fuerte con sus palabras
ResponderEliminarEl mejor consejero para la Reina Dido es el mar
Besos amiga
urge un link a las óperas... besos para tu alma llena de historias.
ResponderEliminarAca estoy dandome una panzada con la segunda parte. No se que pasa que en mi casa no puedo abrir comentarios y me vine a un ciber.
ResponderEliminarTantos años de aventuras y desventuras siempre se llega a un punto de casi decepcion. Se añora lo que quedo atras, se extraña lo que no se tiene.
Mi hermana la amazona, sigue de aventuras aun en medio de unas borrascas fenomenales, supongo que vendra en unos dias, estoy esperando ver sus aventuras de viaje, tal vez te sirvan.
Leerte es emprender un hermoso viaje lleno de aventuras.
ResponderEliminarQue tengas una hermosa semana,
besos, Isabel.
Todo vale, en este periplo, para la supervivencia de la especie. Has agregado al relato una nuevo interrogante que nos mantiene en vilo. Abrazos.
ResponderEliminarHay una a de màs. Fue la emociòn del secuestro. Abrazos.
ResponderEliminarFuerte contraste entre las alegrías inocentes y la sorpesa del secuestro!! Muy buena narración, Isabel!
ResponderEliminarEspero que el sabor amargo sea, con justicia, alquimicamente trastocado para estas chicas(entre las que me encuentro), por el sabor de la libertad y las realidades de una nueva vida y tierra...
Un abrazo,
Ximena
Huy, Dido, maja... me has dejado un poco así de esa manera. Bueno, supongo que la época justifica el rapto. Auqnue como te dice Crisea: "Este acto, por más que lo justifiques en la necesidad, no redundará en tu gloria".
ResponderEliminarConsuélame un poquito, Isabel, anda, que me he quedado patidifusa.
Un beso, Romana.
Mi reina tiene mi apoyo al cien por cien, acataré todas sus ordenes sin rechistar. A pesar de que ella sabía que esta misión-trampa no era agradable para mí. No puedo imaginar cómo me sentiría si raptaran a mi querida esposa Diana.
ResponderEliminar.................................
Menuda polémica se ha producido con el rapto de las esclavas, Isabel Romana, la verdad que la decisión que tomó fue muy difícil, pero no creo que la más acertada. Por muy bien que las trate Dido, ellas querrían estar con su famila. A ver ahora cómo se las gana...
Un besazo enorme.
Vaya vaya
ResponderEliminarvine, y por fin, me actualicé.
veo que Amneris ha entrado en escena, y con poderío.
Me encanta leerte, es fascinante como envuelves la historia
lástima no tener más tiempo y tenerte que leer de golpe, aunque así, también me gusta...
un abrazo bien fuerte, y mil gracias por estar ahí
A diferencia del secuestro, el rapto se produce cuando ambas partes estén de acuerdo..., aunque sea después, como en este caso.
ResponderEliminarLas decisiones que toman los gobernantes nunca suelen ser en beneficio del pueblo..., os lo dice un cordelero que más de una vez ha visto la soga demasiado cerca del cuello..., y no precisamente por callar.
Besos, querida.
Saludos y bienvenida, ana gabriela sandino, como ves, aquí está todo el mundo fascinado con estas mujeres de la antiguedad con las cuales nos podemos identificar en nuestros días. Espero que te sientas aquí como en tu casa. Saludos cordiales.
ResponderEliminarSaludos, ula, en la antigüedad se solían "robar" bastantes mujeres, se hacían incursiones de unas tribus a otras en busca de mujeres precisamente por la necesidad de procrear. No es agradable, pero así era y seguramente todo el mundo lo encontraba justificado, por más que fuera terrible para quien lo padeciera. Dido seguro que las trata bien... Besitos, guapa.
Hola sirenita, algún día deberemos dedicar una narración a las sirenas. ¡Sois muy peligrosas...! Besitos, guapa.
Hola anarkasis, en nuestros días, el trabajo y las obligaciones son los principales raptores... Besitos y hasta pronto.
Hola gabu, supongo que el engaño nos conmueve a casi todos ¿quién no ha sufrido alguno? Besitos, querida amiga, y sigue protegiendo a Dido, pese a todo.
Hola aurefaire, está claro que las raptadas se adaptarán perfectamente a la vida de Cartago, ya has visto que tu hija es una tejedora muy competente y apreciada... Besitos, guapa.
ResponderEliminarHola krisish, la verdad es que los personajes son apenas un apunte, porque para hablar de tantos haría falta una novela de 300 páginas, así que trato solo de marcar algún rasgo característico. El de Crisea es la sinceridad. Besitos.
Hola ave fénix, en la medida en que la vida es una aventura, podemos decir que la de Dido está metida de lleno en ella. Besitos, guapa.
Hola adrià urpí, lo importante en estos personajes no es tanto lo que se dice de ellos sino el hecho mismo de estar: "estar en la historia" y "estar en la recreación de la historia". Esto nos permite casi verla de una manera más próxima y especial. Saludos a ambos.
Saludos, miriam g., celebro que la dirección te parezca la indicada. Besitos.
Hola nina, pronto encontraremos razones para que la reina Dido se eche a temblar por la proximidad de la sobrina del sacerdote de Hércules. ¡Serás más mala...! Besitos, guapa.
ResponderEliminarHola liliana, iré enseguida a ver ese cuadro de Dido. Me encantó la página que me enviaste. Besos.
Hola kurtz, no hace falta que me des tantas veces las gracias, porque entonces tendré que hacer yo lo mismo a los lectores... El placer es que vengáis una y otra vez a acompañar a la reina. Besos.
Hola alida, creo que en este caso, tanto Barce como Crisea hacen bien: la una animando y la otra señalando los aspectos menos positivos de la reina. Ella necesita ambas cosas: saber lo que no está bien y, al mismo tiempo, gozar de comprensión. El mar, si, es un consejero. Besitos.
Hola gonzalo, nuestro amigo harry reddish me ofreció poner la música, así que espero que pronto lo hagamos: cuando se de el encuentro entre Dido y Eneas ¿no? Besitos.
Hola lady ice, gracias por tu visita desde un ciber. La reina lleva mucho tiempo ya en el mar, está cansada, como todos, y desanimada a veces. Ha perdido a más de la mitad de su gente... En fin, ya va mereciendo un descanso. Espero que lady zurikat nos cuente luego sus aventuras. Besitos.
ResponderEliminarHola morgana, que tengas también tú una semana estupenda. Besitos, maga.
Hola fgiucich, creo que Dido saldrá con bien de esto. La vida no era fácil en la antiguedad, lo estamos viendo... Besos.
Hola ximena, es una experiencia terrible, sin duda, la de ser secuestrada. Sin embargo, creo que estas jóvenes se adaptarán a la nueva situación (a la fuerza ahorcan, se dice por aquí),ya ves que han dejado descendencia muy implicada en la historia de la ciudad. Besitos y hasta pronto.
Hola angelusa, el único consuelo posible es reconocer que todos nosotros tenemos en nuestro carácter y en nuestra biografía luces y sombras. Dido tomó una decisión necesaria para la supervivencia de su pueblo, pero cruel para quienes se vieran afectadas. En esa disyuntiva moral, ella opta por lo que cree que es más importante y trasciende su propia existencia. De todos modos, en aquellos tiempos arcaicos, el bien común estaba, siempre, muy por encima de los sentimientos personales.
Hola acus, desde luego tienes toda la razón al señalar el gran dolor que causa una decisión como la que ha tomado Dido. Soy consciente de que nos disgusta. Es una decisión absolutamente impopular, dramática para las afectadas. No obstante, esta no es una acción extraña: se repetía continuamente. En ese sentido, Dido es una mujer de su época. Besitos, querido amigo.
ResponderEliminarHola paula, lo importante es que os guste la historia y lo paséis bien, la regularidad es secundaria. Me alegra que te hayas puesto al día. Besitos.
Hola kostas kamaki, las decisiones de los gobernantes son siempre discutibles aunque no discutidas. En este caso, estoy segura de que el cordelero estaba de acuerdo. ¿Cómo se funda una ciudad sin mujeres? Aquí la clave está en la gran mortandad de mujeres. Era muy dura la vida entonces. Besitos, cordelero.
¿Y mi beso?
ResponderEliminarMe maree con tanta aventura. Usted perdonará pero como soy alguien que se la pasa sentado casi todo el día. En cuanto a Dido, lo dicho: siempre voy a respetar a las mujeres que tienen que tomar decisiones haaaarto difíciles.
ResponderEliminarPues aquí estoy, de nuevo, de regreso a la blogósfera.
Serch.
P.D. ¿Te animas a hacer un relato sobre el ave Fénix?
Hola isabel, no sabía que en la antigüedad se secuestraran mujeres con el fin de procrear si había falta de ello. ¡Qué duros tiempos! Lástima que esas mujeres no pudieran rebelarse y tomar anticonceptivos jajajaja En esas épocas no existía la píldora, pero una vez leí en un libro de "historia de los anticonceptivos" que en Grecia (y no sé si en Roma también)hubo los primeros condones hechos con pieles de animales :S y seguro que las mujeres tendrían formas de abortar, con hierbas y cosas raras.
ResponderEliminarSi las mujeres secuestradas les salieran rebeldes siempre podrían amotinarse abortando sus hijos :O!!Todavía más duro..
Pero espero que se den cuenta de que Dido no es mala y que pueden salir ganando con un cambio de vida.
Tengo ganas de que lleguen a tierra jejeje o bien que tengan un encuentro con Neptuno :P
Un abrazo
he vuelto a ponerme al día como esquizo..
ResponderEliminares que el sur me deja como me deja y nada más se puede ver ni sentir.. pero bueh... ya he vuelto..
un besazo
Hay cosas que nunca cambian, a lo largo de la historia siempre se ha visto que a las mujeres nos atraen las joyas, los perfumes, jejeje.
ResponderEliminarUna rebaja excesiva en los precios siempre conlleva algo sospechoso.
Me alegra hacer un pequeño recorrido a través del tiempo.
Saludos!
Dido me gusta, me gusta mucho. Déjame seguir leyendo:
ResponderEliminar"Una ciudad precisa contar con mujeres capaces de dar hijos y asegurar con ello su defensa y su continuidad".
ResponderEliminaralguien tiene que representar el papel de raptora. Si es Dido, mejor.
¿De dónde sacas estos textos? Me recordaron a Virgilio aunque en prosa.
ResponderEliminarHola Isabel...
ResponderEliminarVamos! que la trata de blancas ya viene de antiguo... Caramba! No hay nada nuevo bajo el sol.
Pero será posible que siempre la ligásemos por curiosas, vanidosas, o necesitadas de hijos?
Aunque mi opinión del rol de la mujer en la historia es otra... la verdad que las leyendas, fábulas, cuentos y etc, etc, siempre nos ponen el dedo en la llaga ;)
Un abrazo
Tal como decia Maquiavelo, que no se porque tiene tan mala fama... el fin justifica los medios, cuando el soberano actua por el bien general
ResponderEliminarA ver Neptuno q tal se porta, son tan caprichosos estos dioses...
Un besazo
El rapto de mujeres...como el de las Sabinas por los romanos pero en el agua...un beso Isabel.
ResponderEliminarBenditas épocas en que había raptos y dotes, amazonas y héroes míticos. Ahora todos somos iguales, para bien o para mal.
ResponderEliminarPodrá más la promeso de Juno que la furia caprichosa de Neptuno?...en el mar se jugará el destino...
ResponderEliminarUn abrazo de la piel d eun toro
Ay, angelusa, que se me olvidó mandarte un besito de buenas noches... Perdóname. Te lo envío redoblado. Mua, mua, mua. Besotes.
ResponderEliminarHola sergio vogel des feuers, ya te he conocido varios nombres y, supongo, cada uno de ellos responde a un renacimiento. Me alegro que estés de nuevo en la blogosfera, a ver si esta vez dura... En cuanto un relato sobre el ave fénix, sólo será posible si es hembra. Ya veremos. Me alegra verte de nuevo, besos.
Hola irene, en la antiguedad (como ahora) se hacían barbaridades. Lo del robo de mujeres está acreditado. Hay que pensar que la mortandad era altísima y si un grupo se quedaba sin mujeres o con pocas mujeres, estaba condenado a desaparecer. En cuanto a medidas contra el embarazo, parece, efectivamente, que las había. En cualquier caso, las vidas y las mentalidades eran muy distintas de las nuestras, la supervivencia de la especie pesaba mucho más que cualquier otra consideración. Pronto tocaremos tierra. Besitos, guapa.
Hola elisa de cremona, espero que hayas disfrutado de tu estancia en el sur. Aquí no nos hemos movido para nada... salvo para acompañar a la reina. Pero vamos, lo de siempre. Besitos y bienvenida a la vida cotidiana.
Hola minerva. Creo que tanto a hombres como a mujeres les gustaban los signos de distinción. Entonces, como ahora, en el vestido se establecían las diferencias: el ciudadano romano vestía la toga, cosa que no podía lucir el extranjero, los esclavos llevaban su ropa especial, etc. de modo que cualquier persona llevaba signos externos de su condición jurídica y de su rango en la ropa. De un modo menos patente, sigue ocurriendo hoy: todo el mundo no se puede vestir de alta costura, por ejemplo... A las mujeres les atraían las chucherías... Besitos.
ResponderEliminarHola raquel olvera: no te has equivocado en el sentido de que la historia de la reina Dido viene relatada por Virgilio, aunque no estas aventuras en concreto. Cuando empecé a escribirla, declaré solemnemente (mira si soy tonta)que seguiría el texto de Virgilio y sólo dos personajes (la señora Imilce y Karo) serían de mi cosecha, el resto vendrían de la obra virgiliana (La Eneida). Lo cierto es que tantos amigos han querido participar en esta epopeya con un papel, aunque fuera muy pequeño o simbólico, que para incluirlos he tenido que inventar aventuras que no están en Virgilio pero que, doy fe, formaron parte de la historia de la reina. Lo del rapto de las mujeres sí lo recogen al parecer las fuentes antiguas que hablan de esta reina, indicando además que las robó en la isla de Chipre. En fin, así son las cosas. Besos, raquel.
Hola umma1, no es exactamente una trata de blancas, puesto que a estas mujeres no se las rapta para ser explotadas sexualmente (que es el sentido de esa expresión)sino más bien, y en general, para asegurarse la continuidad de la especie. No es que se asocie a ellas con el deseo de maternidad, sino con la necesidad. Hablamos de tiempos arcaicos (hace aproximadamente 2.800 años) y los grupos humanos tenían que reproducirse. Es una ley de la naturaleza, un instinto. Y las personas vivían para el grupo, el interés del grupo estaba por encima de los intereses personales. No nos resulta fácil comprenderlo hoy. En cuanto a la vanidad, estaba relacionada con el rango y sólo hay que ver la existencia de collares y toda clase de objetos de ornamento personal en las tumbas arcaicas. También los hombres hacían uso de esos signos externos de rango y riqueza. Pero ahora, como había que raptar a mujeres... Besos, guapa.
Hola yahoraquebonita, creo que Maquiavelo se refiere a vulnerar todas las normas, cualquier norma, para conseguir el fin. Probablemente no fuera éste el caso. Ente Dido y Maquiavelo pasaron más de 2.300 años y eso es mucho tiempo. Se supone que en época de Maquiavelo estabamos mucho más civilizados... Insisto en la antiguedad de los hechos relatados sólo a los efectos de comprender que, en aquel contexto, no era una actuación rara o extravagante. Lo que no nos impide rechazarla de lleno. Besitos, guapa.
Hola fernando, hay un claro paralelismo entre esta historia y la de las mujeres raptadas cuando se fundó Roma. ¿Qué decía Rómulo? : El rapto es una de las formas de matrimonio más aceptada y noble en Grecia... (eso dice Plutarco que dijo Rómulo). Besitos, guapo.
ResponderEliminarHola manuel, yo creo que podemos lamentarnos, como tú, por la pérdida de los aspectos emocionantes y épicos de estas fabulaciones sobre el mundo antiguo. En la realidad, hoy sufrimos también miserias horribles como las de entonces y no les podemos encontrar ningún atractivo. Es nuestra imaginación, nuestra capacidad de mitificar, la que nos hacer mirar el pasado con emoción. Besitos.
Hola carlos a. gamboa, muchísimas gracias por pasar a visitarme en estas circunstancias. Confío en que sigas viniendo y el ratito que pases aquí te ayude a superar tu dolor. Muchos besos.
Una vez más llego tarde, pero prefiero esperar a disponer del tiempo necesario para leer con detenimiento los textos que nos ofreces.
ResponderEliminarPara mi que eso del secuestro, puede que no sea tan grave como de principio parece, y que sea más algo que tiene que ver con la voluntad de los dioses... A saber...
Espero con ganas seguir leyendo la continuación de tu historia.
Salud
Emociones fuertes, basales; raptos, escapes y el destino como la voluntad de los dioses; todo un cóctel que me hace volver por más.
ResponderEliminarTu idea, tu pasión, el tema, soberbios, tu estilo también, la descripción del entorno, todo producto de una investigación sería,
ResponderEliminarGracias por permitirme entrar Isabel, estoy feliz de conocerte
...pues una reina se debe a sus decisiones, a las dulces y a las amargas, a las loables y a las reprochables... son, como dices, los medios de la época con los que contaba Dido...
ResponderEliminar...a pesar de mi dolor femenino (yo tampoco puedo siquiera imaginar que me separasen de mi querido esposo Acus!), apoyo y sigo a mi reina en su peregrinación...
...gracias Isabel, por esta reina Dido humana, que puede equivocarse... un gran abrazo amiga!...
Hola, por fin aqui se puede comentar. En casa de mi hna. que como contaba anda haciendo de las suyas por las sierras alimentando bambis en la boca y otros animales, dedicada a la fotografia y los animales.
ResponderEliminarPor aqui hay unas tormentas que parten el cielo, y a pesar de todo ella es capaz de encontrar la forma de ser feliz, todo un personaje.
Yo atrapada por la historia, como siempre, por el chispazo de encender la memoria en Cartago (ya se q 'dicen' q paso) y por como avanza. Veremos cuando llegue Zurikat que opina....
Qué preciosas las imágenes, Isabel...
ResponderEliminarY esta Reina...cambio de planes?
Bueno, tal vez los monstruos del futuro no sean de los malos ....y encuentren a los hombres que necesitan...
Mujeres, es que no hemos cambiado?
Un abrazo, reina de las historias.Te dejé unas espinitas...para el fin de! Muák!
Hola charles de batz, a todos nos ha conmovido esto del secuestro. Supongo que si atribuimos a los dioses otras responsabilidades podemos cargarles también ésta... Tómate todo el tiempo que necesites para leer. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola heriberto, cierto que esta historia tiene ingredientes diversos pero el más importante, para mí, es que pudo ser cierta. Besitos.
Hola lety, me gustaría que te convirtieses en una adicta. Fuera de bromas, gracias por tus palabras, me dan ánimos. Bienvenida y hasta pronto.
Hola claullitriche, la reina Dido tiene en tí una amiga muy fiel. Creo que fue precisamente la fidelidad de los suyos lo que la mantuvo con tanta energía, la que pudo sostenerla en un periodo de tantas penalidades. No hay que olvidar que perdió a su marido del modo más brutal. En ese aspecto, la reina está muy sola. Besitos, guapa.
ResponderEliminarHola lady ice, menos mal que se te arreglo el pc. Me imagino a lady zurikat en medio del monte con rayos y truenos por todas partes y ella, tan feliz, tratando hacer salir de sus madrigueras a los animalitos. Bueno, ice, el día que entres de lleno en la historia, recibirás felicitaciones e improperios. Debes estar preparada para ese momento. Besitos y hasta pronto.
Hola ferípula, cambiar, cambiar, hemos cambiado mucho y nada. Por ejemplo, las habilidades para engañar siguen creciendo y no disminuye la torpeza de caer en esos engaños... ya ves. Besitos y buen fin de semana.
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ResponderEliminarHummm Dido me está dando una idea. Voy a comprar un barco, con la ayuda de algún señuelo llenarlo de chicas y, posteriormente, hacerme a la mar jejejeje
ResponderEliminarBromas aparte, los dioses son muy vengativos y pueden hacer que Dido se arrepienta por su decisión del rapto. Lo habrá calculado Dido ¿o no? .....
Hola zebedeo, supongo que el dios Júpiter o Zeus, que es el más indicado por estar esa parte de la isla de Chipre bajo su influencia, no protestarán por el rapto. Si hay un especialista en llevarse o en seducir doncellas es él... Besitos, guapo, y buen fin de semana.
ResponderEliminarLa pobre infeliz reina DIDO ,transformada por las circunstancias en una cruel ladrona de vientres ,no de corazones, la compra de voluntades en monedas, no de amor ,para calmar la sed de los hombres de la flota.
ResponderEliminarEspeluznante capítulo.
Cariños
Pues volví para saber que me dijiste y desde hoy retomé también la buena costumbre de responder en casa. Voy arriba para leerte
ResponderEliminarUn abrazo
BUE, POR SUERTE TENEMOS VIENTO A FAVOR , AL MENOS ESA ES LA ORDEN, NO SÉ HASTA CUANDO.
ResponderEliminarCREO QUE LA REINA SE MUEVE COMO UN PEZ, EL MAR LE SIENTA MUY BIEN.
LO MEJOR PARA TI ISABEL.
SIGO CONECTADO
ADAL
Hola tinta del corazón, tienes razón en lo espeluznante del capítulo por lo que tiene de cruel y lo que tiene de aspecto desfavorable de Dido. Pero en fin, todas las biografías tienen luces y sombras. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarHola lety, me alegra que estés de nuevo aquí. Besitos.
Saludos, hippie viejo, aunque a Dido le siente bien el mar,le corroe la inquietud. Necesita, como todos nosotros, un lugar que poder llamar hogar. Besitos, guapo.
No apruebo ninguna clase de violencia contra las mujeres, mi reina. Y es violencia arrancarlas de sus familias, aunque para ello hayas empleado el engaño y no la fuerza.
ResponderEliminarPerdona que te comente con tus propias palabras, pero el párrafo me ha gustado mucho :-)
Besos
Bonito relato el de hoy, diosa.
ResponderEliminarA fin de cuentas, ellas ya eran esclavas en alma de su propia codicia y ahora lo son por entero... esclavas 'en cuerpo y alma'.
Lo dicho, bonito de verdad, un beso.
una de las únicas cosas que no me gusta de irme de viaje es que quizá me salgo del ritmos de este relato que nos ha arropado a todos. besos
ResponderEliminarLa desesperación lleva a tomar desiciones poco gloriosas...
ResponderEliminarDICE NINA:
ResponderEliminarFelices Pascuas para los que como tu vivís en otra comunidad, en la nuestra
ya se acabaron, mañana empezamos de nuevo el diario andar, unos llegaran a
la playa como la reina Dido y su pueblo, otros dejarán la playa con su
monótono y relajante ir de las olas para perderse en el asfalto.
Morgana le vaticina a Dido su triunfo,¿cuanto le costará conseguirlo?,¿que
dará a cambio?
En tu mano está la pronta o tardía solución, mientras tanto solo nos queda
esperar los acontecimientos y ser pacientes. Besos a mi gran prima y
original escritora Nina
Te deseo de verdad los buenos días.
Hola aynara, creo que está bien que una virgen vestal se reafirme contra la violencia. Desde luego, en Roma no estaba bien vista... Besitos.
ResponderEliminarHola javier, sin duda hay muchas clases de esclavitud... Besitos.
Hola ontokita, ya verás como en cuanto regreses te pones al corriente enseguida... Besos, guapa.
Hola perséfone, tienes toda la razón: las prisas y la angustia no son buenas consejeras. Besos.
Hola prima nina, me ha hecho mucha gracia tu comparación del viaje de Dido con nuestro ir y venir a/de las playas en estas fechas. Me encanta tu sentido del humor. Ya ves que he metido tu comentario como anónimo, yo tampoco sé qué ocurre ni por qué razó el señor blogger pone dificultades para comentar. Besazos, guapa.
Un placer leerte. Se contagia tu fascinación.
ResponderEliminarUn capítulo precioso del que destacaría esta frase: "No apruebo ninguna clase de violencia contra las mujeres, mi reina. Y es violencia arrancarlas de sus familias, aunque para ello hayas empleado el engaño y no la fuerza. Este acto, por más que lo justifiques en la necesidad, no redundará en tu gloria."
ResponderEliminarTal parece que tú hubieras viajado en la nave de Dido como reportera.
Un abrazo