- Te diré una cosa, señora Imilce: la reina Dido fue una gran incomprendida en su tiempo, e incluso ahora. Mi madre no se cansó nunca de decírmelo. Ambas eran muy diferentes, pero tenían dos rasgos en común: ser muy luchadoras y rechazar el matrimonio – me dice la tejedora Amneris mientras vamos de camino a la plazuela del granado.
- Un rechazo muy diferente, Amneris – le respondo – Tu madre se había criado en compañía de mujeres, en un lugar donde no tenían cabida los varones. Todo el mundo sabía que a Nismacil no le entraba en la cabeza la idea del matrimonio. En cambio, Dido…
- A la reina le disgustaba someterse por obligación a un hombre, puedes estar segura – se reafirma Amneris golpeteando el suelo con su bastón – Y nadie, de entre todos los fenicios, fue capaz de aceptarlo. O eso creía ella.
- Puede que tengas razón, pero no acaba de convencerme.
- ¿Y cómo podríamos saberlo? – interviene Karo, como siempre al lado mío y dispuesto a meter baza.
- No lo sé. No podemos meternos en la mente de otro. Y hay que alegrarse, porque menudo lío se armaría… Hemos de atenernos a los hechos, a las palabras que sabemos con certeza que ella dijo, a sus actos.
- Un rechazo muy diferente, Amneris – le respondo – Tu madre se había criado en compañía de mujeres, en un lugar donde no tenían cabida los varones. Todo el mundo sabía que a Nismacil no le entraba en la cabeza la idea del matrimonio. En cambio, Dido…
- A la reina le disgustaba someterse por obligación a un hombre, puedes estar segura – se reafirma Amneris golpeteando el suelo con su bastón – Y nadie, de entre todos los fenicios, fue capaz de aceptarlo. O eso creía ella.
- Puede que tengas razón, pero no acaba de convencerme.
- ¿Y cómo podríamos saberlo? – interviene Karo, como siempre al lado mío y dispuesto a meter baza.
- No lo sé. No podemos meternos en la mente de otro. Y hay que alegrarse, porque menudo lío se armaría… Hemos de atenernos a los hechos, a las palabras que sabemos con certeza que ella dijo, a sus actos.
- Estoy deseando conocer la versión del poeta troyano – dice Amneris.
Karo acoge esa declaración con un bufido, pero lo hace para darme coba. Cree que tengo celos de Trailo porque escribe mejor que yo. ¡Como si me importase esa bobada! Vale más una buena información que tanto bla, bla, bla.
- Ya veremos lo que cuenta – respondo – Los troyanos no son de fiar.
La plazuela está llena de gente. Trailo se ha acicalado y perfumado como un mono y lleva una túnica limpia. Ha colocado su banqueta plegable al lado del banco de piedra, procurando que quede bastante centrada para que todo el mundo lo admire bien. Se pone en pie al vernos llegar y me saluda inclinando la cabeza, el muy idiota. Se le salen por las orejas las ganas de presumir de su prosa. Pues por mí, que la lea.
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Altísimas olas de color pardo abrumaban a los troyanos. Como una fiera que escupe muerte por sus fauces malolientes, el mar se abalanzaba sobre ellos. Agua oscura y monstruosa barría sin clemencia la cubierta de las naves arrancando remos y postes, esperanzas y vidas. Zarandeados como el grano que se sacude en un cedazo para eliminar la paja, las olas los lanzaban hacia el cielo y los hundían luego en el abismo acuoso. Los hombres de la flota del troyano Eneas, despedazada y dispersa por la tormenta, no soñaban ya con arribar a las costas del Lacio en la península itálica. Se conformaban con sobrevivir las siguientes horas y ver amanecer otro día.
Altísimas olas de color pardo abrumaban a los troyanos. Como una fiera que escupe muerte por sus fauces malolientes, el mar se abalanzaba sobre ellos. Agua oscura y monstruosa barría sin clemencia la cubierta de las naves arrancando remos y postes, esperanzas y vidas. Zarandeados como el grano que se sacude en un cedazo para eliminar la paja, las olas los lanzaban hacia el cielo y los hundían luego en el abismo acuoso. Los hombres de la flota del troyano Eneas, despedazada y dispersa por la tormenta, no soñaban ya con arribar a las costas del Lacio en la península itálica. Se conformaban con sobrevivir las siguientes horas y ver amanecer otro día.
Los pensamientos del príncipe Eneas no podían ser más negros. Siete años habían transcurrido desde que consiguió huir de Troya, incendiada y arrasada hasta los cimientos por los griegos. Desde entonces, su vida y la de los suyos había sido un continuo sufrimiento, arrastrados aquí y allá sin descanso ni sosiego, dando bandazos de lado a lado del mar, empujados por vientos contrarios. ¿Dónde estaba esa tierra prometida por su madre, la poderosa Venus? Si hasta el hijo de una diosa padecía de este modo, ¿qué horrores no aguardarían a los hombres comunes? El corazón de Eneas, pese a estar curtido por tantas penalidades y fracasos, destilaba dolor.
Al fin el dios Neptuno, molesto porque el ruido de las olas perturbaba su descanso, salió a la superficie y puso orden: mandó a los vientos recogerse y a las aguas calmarse de inmediato. Vio entonces la nave de Eneas y la reconoció por su proa. Para congraciarse con la diosa Venus, cuya amistad estimaba, decidió empujarla suavemente hacia las costas de Libia, a cuyas cercanías la había arrojado la tormenta.
Cuando cedió el temporal, Acates, el fiel amigo de Eneas, hizo recuento: sólo quedaban siete de las veinte naves troyanas y estaban tan deshechas que a duras penas llegarían a tierra. Por suerte, ante ellos se extendía un amplio litoral y pronto vieron a su alcance una playa abrigada entre dos promontorios. Una selva espesa le servía de fondo, y apenas sus pies tocaron la arena, oyeron los cantos de las aves, el rumor del agua de una fuente y el corretear asustado de los animales que huían para ocultarse de su vista.
El dios Júpiter, que en atención a su hija Venus había decretado un brillante futuro para Eneas, contemplaba desde las alturas su llegada a la playa. Ignoraba los planes que estaba ideando la diosa Juno contra el príncipe troyano y, viendo que al otro lado de uno de los promontorios se extendía la playa de Cartago, hizo llamar a su mensajero, el dios Mercurio.
- Ve, acércate a esa hermosa ciudad, y llégate al lado de la reina. Mueve su ánimo para que acoja de buen grado a mi nieto Eneas.
Y cuando Mercurio emprendió el vuelo para cumplir el mandato, las Parcas tomaron los hilos de la vida y entretejieron los destinos de Eneas y de Dido.
- Ve, acércate a esa hermosa ciudad, y llégate al lado de la reina. Mueve su ánimo para que acoja de buen grado a mi nieto Eneas.
Y cuando Mercurio emprendió el vuelo para cumplir el mandato, las Parcas tomaron los hilos de la vida y entretejieron los destinos de Eneas y de Dido.
*Detalle de relieve. Museo del Louvre. París.
** Figura masculina. Museo Termas de Diocleciano. Roma
***Pinos en el Capitolio. Roma.
****Detalle de la fuente de la Barcaccia. Plaza de España. Roma.
*****Detalle de escultura de Venus. Museo del Louvre. París.
******Detalle de una fuente rústica. Villa Doria-Pamphili. Roma
NOTA: En la barra de la derecha, están colocados por orden alfabético los personajes de esta historia de Dido y Eneas junto con los correspondientes enlaces a las páginas de los amigos que han querido participar en ella. Quienes deseen leer la historia desde el principio, pueden buscar en el archivo del mes de marzo y obtener todos los capítulos seguidos marcando, al final del post “Dido y Eneas (XX)", en Etiqueta: Dido y Eneas (primera parte). Salen en orden inverso.
excelente post. Soy una apasionada del tema. Rara vez escribo al respecto, pero disfruré mucho el tuyo
ResponderEliminarUn abrazo
qué bueno, qué bueno!
ResponderEliminares verdad! la incomprendida, ayy los dioses cómo juegan con la vida...
Ah llegue primera. Va a tener que hacer mucho Mercurio porque despues de siete años en el mar, a galleta agusanada y carne seca, no deben verse muy bien que digamos, mas bien llegan hechos hilachas. La navegacion era un arte peligroso en esa epoca. Y sin embargo a mi, hoy, la imagen de un barco a vela, con todo su velamen al viento, simboliza como nada la libertad.
ResponderEliminarBueno me fui por las ramas. Ahora que Dido tiene claro que no quiere un matrimonio de conveniencia, que se acostumbro a ser reina y señora de su destino, que añora al marido que se dejo despellejar por ella y como siempre sucede un acto asi lo engrandece mas a sus ojos y memoria, los dioses se meten a entretejer sus vidas....
NO SABE SLO QUE PROVOCA VENIR A LEERTE...
ResponderEliminarGRACIAS POR CULTIVARME CON LA HISTORIA DE LOS DIOSES...ES FASCINANTE!!!
TE DEJO UN GRAN ABRAZO Y MIL CARIÑOS AMIGA
Vívida descripción de la llegada de Eneas a las playas africanas. Me recordó a Ulises y Nausícaa, sólo que no tan maltrecho y más acompañado.
ResponderEliminarPor otro lado, las parcas siempre tejiendo. ¿Qué tramarán, esas traviesas?
Un fuerte abrazo, Isabel Romana
Será que Eneas se casará con la reina Dido? Ese es el destino de ambos?
ResponderEliminarSaludotes, abrazotes y besotes.
Sweet Dreams, de todo Corazón:
Arthur
Pero si la reina no quiere casarse con nadie, cómo es que le van a imponer a Eneas?
ResponderEliminarSaludos, abrazos y besos
Nice Day, con toda mi Alma:
Gusthav
Lo mejor de la historia de la incomprendida Dido son esas descripciones que hacen que cobre vida lo que nos relatas. Y las imágenes valen más que mil palabras.
ResponderEliminarGracias como viene siendo habitual y besos.
Querida Isabel, como tú bien sabes he andado de gira (y ésto es literal: he andado de mudanza) y por ello he andado ausente, pero no he perdido pista de la historia, así que aquí me tienes.
ResponderEliminarQué fina historia la que nos cuentas, amiga mía, y con cuánta precisión. Sólo tengo algo qué pedirte: dile a la señora Imilce que no desconfíe de mí, que la respeto mucho y no creo escribir mejor que ella en lo absoluto. Espero que eso le inspire más confianza.
;)
Por lo demás, querida amiga, te dejo un abrazo muy afectuoso y sigo aquí con la vista muy bien puesta en el desarrollo de ésta historia.
Besos.
Un placer enorme llegar a tu blog con un tema tan apasionante. Tendré que volver.
ResponderEliminarMe encantó. Felicitaciones por esto que estas construyendo. ¿Un libro?
Los dioses están tejiendo una nueva trama sobre Dido. Será Eneas el que sepa terminarla? Seguimos disfrutando del relato, mientras aguardamos el próximo desenlace. Abrazos.
ResponderEliminar¿Sabes qué? Al final has conseguido que busque en los libros de historia. Eres genial.
ResponderEliminar¿De un matrimonio puede nacer un imperio?
ResponderEliminarLo que bien empieza bien acaba.
Un saludo grande
He estado fuera unos dias y me encuentro con dos maravillosos capítulos que están poniendo el tema al rojo vivo. Ya tenemos a los dioses en acción.
ResponderEliminarLas fotos son estupendas.
Que siga pronto la historia.
Besos
El destino y los Dioses siempre presentes en esta atrapante historia.
ResponderEliminarBesos
La historia me atrapó. te dejo un abrazo
ResponderEliminarY me dejas en ascuas queriendo saber cual será este destino...
ResponderEliminarBesos!
Eneas y Dido...muero por saber qué es lo que sigue.
ResponderEliminarUn beso enorme Isabel.
Ahora ya con tiempo… y más que con tiempo… “Con ganas”, te saludo al menos… me cuesta decirte algo aquí si realmente no me sale de dentro…
ResponderEliminarIntervenciones Divinas en las cuestiones humanas, para mitigar el dolor y e rencor de las deidades… mala cosa para los de a pie…
Y Dido, haga lo que haga, de alguna forma está sentenciada…
Cada día me gusta aún” un poco más esa tozuda Imilce, tiene “un algo”, que me hace sentirla absolutamente cercana :)
Benditos los incomprendidos de su tiempo! Pienso, por ejemplo, en Giordano Bruno.
ResponderEliminarLos tejidos de las Parcas es una hermosa figura. Tejen un destino para Dido y eneas.
Un abrazo. Que tengas un buen domingo.
Como siempre un privilegio el poder leer tus historias y aprender de ellas, el relato es una maravilla tanto como las imágenes.
ResponderEliminarTe abrazo
noooooooo, así nunca voy a poder leerlos todos...uff! me esfuerzo en llegar a la cima y a mitad de camino me cae una avalancha encima.....si, si, más uff!
ResponderEliminar;);)..consigues que la intriga nos sea grata y placentera..qué pasará?..besos Isabel
ResponderEliminarespectacular, con el tiempo aprendía encariñarme con estos personajes.
ResponderEliminarsaludos!
Isabel!!!
ResponderEliminarQue emoción!!!
cada vez me dejas llena de incertidumbre y deseos de continuar con la historia!!!
sigo en pie:)
Mil besos...
mmm, conjuro de dioses.
ResponderEliminarComplicada nuestra reina.
Muy descriptivo el desembarco de Eneas, me figuaba allí.
sigo conectado Isabel.
Muy atrapante.
La historia está buenísima!!!
Besos
Oso
Hola Isabel.
ResponderEliminarmmm, haces que me acuerde de varias cosas con la historia,
una de ellas, no es precismente la incertidumbre, sino los tiempos.
Se dice sin decir... a toda gran obra le ocurre, dice lo que ocurrirá en el blanco de entre sus porpias palabras... eso lo hace mágico.
Me llama la atención otra cosa, en texts del antiguo Egipto, los dioses intervenían la vida del hombre por verguenza ajena que sentían hacia ellos (nosotros los hombres), en cambio los dioses griegos, son una voluntd más dentro del pasar de los hombres, a través nuestro se cumple el deseo de ellos.
Gracias por el relato.
P.S: Cómo anda el clima por allá?
Aquí en Chile no ha llovido nada. Eso es un poco preocupante.
Que estés bien.
puede que lo que te dije antes de los héroes, tenga ahora una lectura más directa (Eneas)...
ResponderEliminar... a quién se espera?
Hola Isabel, sin duda mujeres luchadoras. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPor otra parte, no pudo ser, por favor, que pare el mundo que me bajo, je, je, je...
Un beso preciosa.
Lady Read.
Y no podía ser de otra forma, siempre es así en los grandes amores, que más que de sus protagonistas parecen de las Diosas del destino que los tejieron.
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
Por fin apareció Eneas en escena. Ya tenía ganas, jejeje.
ResponderEliminarFeliz semana isabel.
Besitos
Isabel, leerte me trae tranquilidad, relax, creo que nadie le gusta someterse
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Sigo leyéndote, aunque ya no sé que aportar, incluso en el post "Se deciden las pinturas del templo de Juno" creía haberte dejado un comentario, pero lo previsualizaría, pero no lo llegaría a publicar.
ResponderEliminarCreo que todo va viento en popa y no me refiero a las murallas, al menos las rayitas verticales van subiendo.
Un abrazo
Hola peregrina, muchas gracias por tu visita. Me alegro que disfrutaras. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola elisa de cremona, los dioses juegan siempre, siempre, con los humanos. Besitos, guapa.
Bueno, lady zurikat, creo el influjo de Mercurio debe operar en todos nosotros, si queremos ver a un Eneas digno de ser admirado. Y los dioses ¿de qué se ocuparían si no estuviéramos nosotros? Besitos y hasta pronto.
Hola andrea, muchas gracias por tu visita. Estas viejas historias son fascinantes, y también lo es la intromisión de los dioses... Besos.
Hola persio, es muy fascinante la imagen de esas tejedoras entrecruzando hilos y, llegado el momento, metiendo el filo de la tijera para cortar... Besos y hasta pronto.
Hola arthur, has hecho una buena pregunta. Ahora falta encontrar la respuesta. Besotes, guapo.
ResponderEliminarHola gusthav, ya veremos qué decide hacer la reina. Desde luego, a ella no se la domeña fácilmente. Besitos.
Hola kurtz, para mí lo más importante es que podáis sentiros de verdad parte de esta historia. Besos.
Hola trailo de troya, mucho me temo que los prejuicios de la señora Imilce tengan algún fundamento en la experiencia. En cuanto a la escritura, creo que ambos tenéis estilos distintos, pero a ella le dará la razón la historia. Gracias por tu seguimiento y hasta pronto.
Saludos, alvaro y bienvenido. De momento, lo que trato de construir es un buen clima entre todos los lectores, dejen o no mensajes y transmitirles la idea de que la cultura clasica es una fuente de gozo y pura actualidad. Saludos cordiales y hasta pronto.
Hola fgiucich, está por verse la relación que se entabla entre ambos personajes. Creo que no le faltará emoción. Besos.
ResponderEliminarHola david, me alegro que hayas buceado entre los libros de historia, es el mejor elogio. Besitos.
Hola manuel, de un matrimonio puede nacer cualquier cosa...No anticiparé nada más aunque me sometan a tortura. Besos.
Saludos, ula, desde siempre en estas páginas hemos sostenido la peligrosidad de las intervenciones divinas (sólo hay que recordar a la querida Psique), y en esta ocasión no se va a desmentir lo anterior. Besos y hasta pronto.
Hola rodolfo n, es que aquellos viejos dioses no se entretenían con nada y siempre estaban mirando hacia la tierra y enredando. Besos.
Hola mi despertar, gracias por tu visita. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola perséfone, comprendo que te intrigue y quieras continuar, sobre todo para entretener esas largas temporadas como reina del hades. Besitos.
Hola vade retro, sabes que soy bastante puntual con las entradas, así que no tardarás mucho en averiguar... Besos.
Hola mia, la intervención de los dioses pone en riesgo a los mortales. Hay que acordarse de que a Aquiles le dieron a elegir entre una vida corta y gloriosa, y otra larga pero sin relieve. Y eligió la gloriosa. De algún modo, estos dioses hicieron grandes a estos protagonistas, aun a costa de mucho dolor. Y nosotros, desde aquí, debemos alegrarnos, porque han sobrevivido al tiempo y tienen algo que enseñarnos. La señora Imilce siente que es de justicia que se recuerde a Dido. Besos y hasta pronto.
Hola máximo ballester, sin duda tienes razón al bendecir a los incomprendidos por lo mucho que nos dejaron. Y merecen todo nuestro respeto, porque pagaron muy caro ese regalo. Saludos cordiales.
Saludos, alexis coald, me alegro de tu visita. Te echaba de menos.
ResponderEliminarSaludos, clo, estas historias tan largas tienen ese inconveniente. En fin, es el precio a pagar por tener a tantos amigos participantes. Besos.
Hola fenando, persio y cieloazzul, estoy bregando con estos comentarios porque se me han borrado ya seis o siete veces, no sé que ocurre que se me interrumpe el programa. Besos y disculpas.
ResponderEliminarSaludos, oso conocido, carolina trinidad, lady read morgan. Aquí estoy sufriendo un ataque de Nero. Besos a todos.
ResponderEliminarHola miriam g, irene, alida y unjubilado, disculpad esta forma tan burda de responder, pero a cada momento se me borra. Besos.
ResponderEliminarAy! Imilce no tiene porque tener ninguna envidia de Trailo... (muy buen matiz para su personalidad y también divertido).
ResponderEliminarMenos mal que he sido superviviente del 27M (trabajar en un periódico en esa fecha es muy duro), lástima que no haya habido cambios :(
Besos de krisish
Hola, compa Isabel, ya me he pertrechado de suficiente material para leer el relato desde sus orígenes sin necesidad de conexión. Y ya te iré contando qué tal (por cierto, no sé si prefieres que te deje comentarios en las entradas originarias -donde igual ya no los leerías, si no las revisas-, o en las nuevas -donde pueden provocar algún equívoco-; no sé, igual mejor no dejo nada, tú me dirás....).
ResponderEliminarAh, por cierto, quería comentarte que he enlazado tu blog desde el mío sin avisarte previamente; espero que no te moleste, pero si, en cualquier caso, tienes algún inconveniente al respecto, házmelo saber.
Un abrazo.
adoro tus historias
ResponderEliminarsobre romaaa
hace tiempo que no pasaba por aqui...
me cambie de blog
ahroa tengo este
pero antes era dueña del
avecesnohaycolores.blogspot.com
y tu siempre me escribias
:P
saludos
Uhhh las parcas... estaran acaso anudando el destino de eneas a la risa de dido????
ResponderEliminarmiles debesitos de hada amigaaaaaa
Tenía mucho sin venir... disculpa, si pasas al blog verás el porque se desaparecio tu amiga... vaya siempre el destino se interpone en una historia... un abrazo...
ResponderEliminarComo digo siempre por aquí, es un placer perderme en tus letras... me gusta mucho tu trabajo.
ResponderEliminarDesde el frío intenso de estos días de Buenos Aires, dejo un cálido abrazo.
MentesSueltas
De nuevo, estuve en Cartago Nova y, vaya si su mar me ha dejado tocado...
ResponderEliminarNo sólamente son los dioses -si existieran- quienes juegan con nuestras visa. las olas, también las olas, tuercen nuestro rumbo y pueden dejarnos navegando a la deriva...
Besos, querida amiga.
me gustaría vivir unas vacaciones en tu alma.
ResponderEliminarPero, qué va a pasar.
ResponderEliminarEl pobre de Eneas, derrotado y en fuga, Dido dudosa,jah.
Un abrazo diosa de Roma.
Ah, las parcas esas arañas tejedoras con los hilos de la vida. La que teje la mía es parca en palabras :)
ResponderEliminar¿Harán un nudo en el hilo? ¿enrollarán la madeja? Tachaaaaan la solución en el próximo post.
Isabel preciosa... en verdad creo que a la fecha hay mujeres adelantadas que son incomprendidas en nuestra época.
ResponderEliminarHumildemente reconozco tu trabajo qtu trabajo en mi blog... me parece excepcional.
Un beso
Si ya digo to que esos entrañables y metomeentodo de dioses no pueden estar un momento sin dar una vuelta a la historia, complicarla -aún más-, y trasladar a los pobres y sufridos mortales sus fobias y disputas.
ResponderEliminar"Los troyanos no son de fiar": desde luego y como no piensan más que en sus caballos, mira lo que les pasó.
El caso es que entre unos y otros, a Dido le van a complicar un poco más las cosas.
Un gusto leerte.
Salud
Inmensa tu descripción, tengo que inmersionarme más calma en los post anteriores sobre Dido y Eneas.
ResponderEliminarIsabel es gratificante, ver la pasión que dejas en tus Mujeres Romanas.
Te abrazo compañera del alma.
Pd. podré linkearte?
Ah¡ Los Dioses , siempre tejiendo la urdimbre del futuro de los hombres..
ResponderEliminarBesos.
Hola krisish, la señora Imilce por los celos y yo por la falta de cambios, ambas estamos de capa caída. En fin... Besitos.
ResponderEliminarHola manuel márquez, gracias por el enlace. Veo que te has tomado un enorme interés por leer estas páginas, así que sólo tengo agradecimiento. Respondo a estos comentarios con retraso, porque se me estropeó el pc., así que ya te contesto más ampliamente a tu comentario del post siguiente. Saludos cordiales.
Hola vale olguin, me pasaré por tu nuevo blog a saludarte. Gracias por no olvidarme. Besos.
Hola aurefaire, tienes mucha intuición... Besitos, hada.
Hola ave fénix, pasaré por tu blog en breve. Me alegro que estés de vuelta. Besos.
Hola mentessueltas, hasta aquí llega la calidez de tu abrazo, con la que seguro que no puede el frío. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola kostas k., el mar nos lleva a nuestro destino o nos separa de él. ¿Serán los dioses caprichosos que llevamos dentro? Besos, querido amigo.
Hola gonzalo, mi alma está disponible para ser habitada. Sobre todo si no tienes inconveniente en encontrarte allí con toda esta galería de dioses y humanos cuyos nombres apenas se pronuncian. Besos, querido amigo.
Hola heriberto, hay un denominador común en Dido y Eneas: ambos han debido salir huyendo de su patria, ambos han peregrinado por el mar buscando un solar para construir su ciudad. Veremos si tienen algo más en común. Besitos.
Hola zebedeo, a las parcas les gusta tanto jugar con los hilos como a tí con las palabras. ¡Qué vas a hacer si tus parcas son parcas...! Besitos, guapo.
Hola bettina perroni, estoy de acuerdo contigo: hay personas anticipadas a su época en todas las épocas, y también en la nuestra. Es un privilegio poder disfrutar de ellas. Gracias por tus palabras, querida mía. Besitos.
ResponderEliminarHola charles de batz, es una suerte que podamos recurrir a los dioses para explicar y explicarnos, quizá en ellos los defectos humanos se ven mejor. Besos y hasta pronto.
Hola malena, lo del linkeo ni se pregunta: es un honor. Me apetece que revuelvas un poco en esta historia de Dido y Eneas, porque estamos llegando a momentos muy cruciales que, estoy segura, te interesarán. Besitos, guapa.
Hola aquiles peleida, los dioses y tu voluntad te hicieron grande, el mejor guerrero, "el de los pies ligeros". Y tu talón ha quedado para siempre como símbolo de la debilidad. Besos, querido amigo.
Querida Isabel, tengo muchas ganas de ponerme al día con tus historias, tan bellas, tan equilibradas, con esa prosa tan tersa y tan musical. Pronto acabaré el curso y me verás por acá todos los días.
ResponderEliminarBesos.