Conversación escuchada en el foro, junto a la escuela del maestro Filón.
- ¡Si ayer mismo juraste que me amabas! ¿Y hoy dices que amas a Hortensia? ¿Tan poca consistencia tiene tu corazón, que el amor permanece en él sólo unas horas? No te comprendo – decía una muchacha con los ojos arrasados en lágrimas a un joven con toga que permanecía impasible a su lado.
El joven vio a un esclavo de ocho o nueve años y le hizo un gesto para que se aproximara.
- Niño, acércate a aquella fuente y tráeme agua haciendo un cuenco con tus manos. Necesito beber. A cambio de ese favor te daré unas monedas.
- ¿Quieres burlarte de mí, señor? Cuando regrese aquí ya no me quedará agua.
- ¿Lo ves, Claudia? – dijo el joven volviéndose hacia la muchacha – Hasta un mocoso como éste entiende que hay cosas imposibles de retener.
NOTA: Queridos amigos, aunque he regresado de las vacaciones, con el blog voy aún a medio gas. Más adelante os contaré los motivos. Os visitaré en vuestras casas. Besos a todos.
*Escultura de una pareja. Jardines de Monforte. Valencia.
**Chorro de agua de la fuente de la Plaza del Quirinale. Roma.Foto: Rafa Lillo
Que bueno el relato, madame. Mira el inconstante con su amor de agua! Espero que la joven encontrase otro amor mas consistente.
ResponderEliminarNos tiene usted en ascuas con su nota, madame.
Feliz noche
Bisous
Ayyyyyy!!!!
ResponderEliminarLa conversaciòn que aquì plasmaste amiga mìa me viene tristemente,como anillo al dedo!!
P.D.:Asì como un niño no puede ser engañado ante lo evidente,por què acaso el corazòn nos demuestra lo tonto que puede ser a veces??
Discùlpame,pero en estos dìas el escepticismo esta ganando terreno en mì... :(
TE DEJO MI CARIÑO INMENSO ISA ♣
si es que esto de los amores, ya se sabe........... un beso poetisa!!
ResponderEliminarEl amor es como el cristal de mura no, precioso y caro, pero muy fragil.
ResponderEliminar"En el amor hay más acíbar que miel" Lo dice Juvenal, yo no estoy muy de acuerdo, pero cuando el lo dice... Un beso muy fuerte. Proserpina
Pobre Claudia bañada en lágrimas, cuyo corazón no es como el agua derramada, sino el agua poderosa de los mares que se agita en olas desbordantes y vuelven a adquirir otra forma cada vez más dolorida.
ResponderEliminarEste joven debe aprender alguna lección en vez de sustentarse en unas palabras burlonas seguramente inspiradas por algún dios travieso.
Precioso relato, que gusto volver a leerte.
Besazos.
Mi abuela decía siempre "cariño de niño, agua en un cestillo". Esta claro que el desenamorado era un infantilón y un inmaduro (de esos hay muchos).
ResponderEliminarPrecioso relato, como siempre.
Inconstante y cínico.. Que poco me gusta este chico...
ResponderEliminarPero que bien lo has narrado, Isabel, has logrado que nos pongamos en la piel de Claudia...de todas, todas..
¡Besos, muchos y muy feliz (egoistamente) por tu regreso!
Precioso y cruel relato. Pero real. Aunque quizá sea inevitable nuestras ansias por retener ese agua y la propia naturaleza inconstante del amor.
ResponderEliminarSaludos.
Tranquila,...tomate tu tiempo.
ResponderEliminarBesos...!
Jaja, me temo que es su cerebro el que tiene poca consistencia. Pero mucho morro para decirle las cositas claras a ella...ainss...
ResponderEliminarBienvenida al hogar virtual.
Un beso
Lala
un poco "cabroncete" sí que es el romanito... besos! me ha encantado el texto!
ResponderEliminarCiertamente... hay cosas imposibles de retener, y sentimientos también. Besos.
ResponderEliminarAnda, qué buena metáfora se buscó. Pobre muchacha, cuántas como ella han sufrido el mismo problema a lo largo de los milenios. Besitos, Isabel.
ResponderEliminarQuizá sea cierto lo que el joven dice... ¿pero quién desea realmente entenderlo?
ResponderEliminarBesos.
Ouchs.... morí....
ResponderEliminarque necedad la de querer conservar lo que fluye por naturaleza propia...
besos querida amiga!
Qué bien lo dice él.
ResponderEliminarDesearía decir que es idéntico a todos los varones, pero su razón lleva.
Un abrazo
No conocía esta historia, pero me ha parecido antológica. ¡Si usted supiera lo que adoro Roma y su historia! No sabe lo que está haciendo con su blog: me está matando de amor. Por favor, no abandone.
ResponderEliminarMuy bueno, Isabel, muy bueno!
ResponderEliminarSobre todo los amantes de la belleza entienden este concepto sutil sobre el amor.
Me ha encantaoooo! Y aunque la pobre Claudia se ha quedado hecha polvo, no puedo parar de reirme.
Besos
Qué engreidilla esa toga...
ResponderEliminarHummm, a mí lo que me gusta de roma son todas esas historias, hasta su mitología... no sé, independientemente de lo que cuenten, siempre me hace pensar que hubo un tiempo en que los dioses fueron colegas, pero con el pasar de los siglos...
Imagino que con la mortalidad todo se arregló.
abrazos de deja que se vaya
Pobre las mujeres que se enamoran de aquellos amores acuáticos, pluviales,fluviales o marítimos!
ResponderEliminarLo que se puede aprender de un niño, siempre tienen las cosas más claras que los adultos.
ResponderEliminarBuen regreso, besos.
Que relato tan bello y con enseñanza, ¡¡que maravilla!!
ResponderEliminarHay cosas que debemos aprender desde muy pequeños para sufrir menos!!!
Besotes!
Isabel, con el cuenco del cerebro vacio, te digo que hay veces en que hacerte un comentario inteligente a la altura de esta lección práctica resulta difícil de redactar.
ResponderEliminarAbrazos detentados.
Sergio Astorga
Es la eterna lucha entre la razón y el corazón. Ninguno de los dos comprenderá nunca al otro.
ResponderEliminarUn beso, Isabel
Verdaderamente encantador tu regreso, Isabel.
ResponderEliminarYo estoy, precisamente, descubriendo lo cierto del ejemplo.
Un abrazo.
Y toda una leccion, querida Isabel,breve , escueta , pero profunda...
ResponderEliminarse te echaba de menos, binevenida.
Tremenda la realidad del diálogo, pero para evitar este desenlace el amor se debe guardar y llevar en el corazón y no en las manos...
ResponderEliminarBesos!
Así es el amor a veces imposible de retener.
ResponderEliminarEspero que estés bien después de las vacaciones.
Un abrazo.
Hola Isabel:
ResponderEliminarDespués de ver tus dos primeros posts después del verano, no sé si has llegado más escéptica que de costumbre. Comparto el primero, no el segundo.
Lo que se escurre entre los dedos no es amor, es otra cosa.
Besos.
Amiga Isabel,
ResponderEliminarHas hecho una estupenda recreación de lo que Ovidio entendía por “amor”, cuando les hablaba a los hombres y las formas de seducción.
Dice en “Ars Amandi” (I, 631-2)
“Nec timide promitte: trahunt promissa puellas;
pollicito testes quoslibet adde deos”
(No seas tímido a la hora de hacer promesas: las promesas arrastran a las muchachas. Pon por testigos de lo prometido a cualesquiera dioses)
Se ve que ese joven con toga era un buen conocedor de Ovidio.
Me ha encantado la imagen del esclavo y el cuenco de agua. Parece un texto auténticamente clásico.
Felicidades, querida Isabel.
Un beso,
Antonio
Comparto la impresión del amigo Fab-Golem, que me precede dos puestos en los comentarios, al apreciar un tono diferente en el blog, él lo llama más "escéptico". ¿Quizás nos debieras explicar esas razones a que aludes al final de la entrada que te hacen tenerlo a medio gas? En cualquier caso, un abrazo post-vacacional, y ánimo con ellas, sean lo que sean. A.
ResponderEliminarAy, la inconstancia del amor......
ResponderEliminarBesos
Hola, Isabel!
ResponderEliminarCuánto tiempo sin visitarte, y en general sin dar una vuelta por la Blogosfera. Me alegro de regresar y encontrarme con tan hermosos y sugerentes textos. Como siempre, adoro tus narraciones hiperbreves. Pequeñas joyas.
Un abrazo!
Vaya lección que nos has dado mi querida Isabel...
ResponderEliminarAsí es el amor... al momento de querer retenerlo, se lo pierde por completo ;)
besos miles!!!
qué bueno tenerte de vuelta ;)
Un hermosísimo texto...
ResponderEliminarUn abrazo cordialísimo.
Es que los romanos tienen lo suyo eh...espero que los motivos no sean nada que te preocupe Isabel y que vaya bonito mientras vuelves al 100%
ResponderEliminarBikiños mil. :)
Antaño y hogaño, las cosas no cambian, ¡todos son iguales!
ResponderEliminarDesde México.
Sabiduría de saber los límites.
ResponderEliminarEs mucho.
Bello comentario para una hermosa reflexión.
Besos.
Un relato sutílisimo y bello sobre la inconstancia y la levedad del sentimiento amoroso.
ResponderEliminarUna delicia!!!!
Un abrazo
Aunque sea a medio gas (que no lo parece) un placer leerte.
ResponderEliminarSaludos
Parece que el comentario que te deje en el anterior post no subió así que te reitero mi alegría por tu vuelta y por tanto como aprendemos y disfrutamos contigo.Ay la inconsistencia del amor, la fugacidad de las cosas que amamos...un beso guapa
ResponderEliminar"Lo único que veo-dijo Claudia- es a un niño apoyándose en otro niño y mostrándome su sabiduría: la naturaleza del juego.
ResponderEliminarVeo que sabes bien, oh Claudio, de charcos que caben en una mano y se deslizan entre los dedos en un momento,evaporándose tras la noche, cuando el sol del alba apenas los calienta; pero poco o nada pareces saber del inmenso océano en el que uno solo puede sumergirse por completo, incontenible y eterno,y en el que el reflejo del sol sólo consigue aumentar una belleza inimaginable para tu triste charco.
Pero ya te he comprendido. No tiene sentido torturarse intentando beber de la corriente pasada que ya esta lejos, cuando hay tantos charcos,rios y afluentes en Roma con los que calmar la sed.Juega, oh niño, con tu importante filósofo; entre los dos sabréis comprenderos bien.
Y diciendo esto,se alejó serena en dirección al puerto."
Que fantástico blog. Eres una escritora increible.¡Gracias por todo ese tiempo dedicado a construir este pequeño templo!Sin duda, una de las Siete Maravillas de la red.^_^
Bello y triste, cierto y amargo.
ResponderEliminarLástima, Isabel, que el agua no fuera arena, algo quedaría en las manos del niño, algo para Claudia, un recuerdo.
Espero más delicias de tu imaginación y de tu amor por la antigüedad.
Cuando puedas, por favor, mírate mi relato sobre aprender de este jueves, tu opinión me importa mucho.
Hasta siempre, feliz regreso, !salve! natalí
Bellísimo relato. Aunque Claudia me inspira lástima, insultada de esa forma y escuchando argumentos falaces...
ResponderEliminarUn saludo y un canto de ballena. =)
menudo morro!
ResponderEliminarestos romanos se las sabían todas...
espero poder leerte pronto más a menudo.
un saludo
¿Pariente de nuestro estimado Publio Ovidio Nasón? Já, excelente Isa!
ResponderEliminar"Vete lejos con tus flechas, Cupido; ninguna mujer vale tanto que me haga desear la muerte a todas horas" Ahhh, Ovidio!
Bienvenida Querida Amiga!
Junto con mi abrazo, el deseo de que todo esté bien.
Es un texto buenísimo. Qué delicadeza para contarlo.
ResponderEliminarUn abrazo y aguardamos, aguardamos..
Feliz regreso y tómatelo con calma... Justo ahora soy yo la que se va, pero estaré igualmente conectada.
ResponderEliminarBesos
Ay duele la lección pero es cierta. Y pensar que a veces no entendemos.
ResponderEliminarBesos.
Saia lección, pero aún así, difícil de entender para una corazón enamorado.
ResponderEliminarEspero que lo que te retenga a medio gas no sea nada malo.
Un abrazo.
Ay, Isabel, así de voluble es el amor, a mí me ha ocurrido en una ocasión lo mismo que a tu joven protagonista femenina, y tampoco lo comprendía, porque había conocido amores más duraderos, pero...el amor sólo es eterno mientras dura. Un beso fuerte, querida amiga y gracias por tus sabias lecciones históricas y filosóficas.
ResponderEliminarEs un buen relato y una lección de la que todos podemos aprender.
ResponderEliminarNe alegra ver que poco a poco todos vais regresando.
Saludos
Buena lección a tener en cuenta no solo en temas de amor.
ResponderEliminarUn saludo
Pero siempre queda la Humedad... en esas manos,recuerdo de lo que hubo, que lo sé... :)
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