Esta mañana, pasando junto al templo de Marte, he visto la procesión que conducía a un toro para ser sacrificado ante su altar. El animal caminaba firme, con una guirnalda en torno al cuello y la testuz erguida, los grandes ojos limpios tan hermosos como los de la madre Juno.
*Detalle de un relieve que representa el momento en que un toro es conducido al sacrificio. Ara Pacis. Roma.
**Detalle de un relieve con guirnalda de flores. Ara Pacis. Roma.
Noble amiga: nada, ni los esfuerzos de los auxiliares para doblegarte, ni el brazo alzado del sacerdote, ni el mazo amenazante afectan a tu dignidad. Alza pues la cabeza y tente firme. Precisamente es tu nobleza la que te ha llevado ante el altar.
*Detalle de un relieve que representa el momento en que un toro es conducido al sacrificio. Ara Pacis. Roma.
**Detalle de un relieve con guirnalda de flores. Ara Pacis. Roma.
Al menos, sería rápido...
ResponderEliminarlos silencios de este relato son los que me impresionan.
ResponderEliminarVaya, madame, todo un honor, pero a mi no me hubiera gustado verme en su lugar.
ResponderEliminarAy, madame, a veces es mejor que no te quieran tanto!
Buenas noches
Bisous
¿Quién es el más irracional? Y a pesar de todo camina orgulloso al matadero.
ResponderEliminarBicos
Coincido con Gonzalo: impresiona lo que no dices. No conozco la historia detrás, pero puedo suscribir el consejo.
ResponderEliminarSaludos, Isabel
El toro, animal totémico, bello, inocente, digno. Todas las culturas lo han venerado.
ResponderEliminarLa absoluta y conmovedora imagen del animal que no sabe que va a morir, y aunque lo adivine por instinto, sigue con la testuz alzada, un símbolo. Le seguía un carnero y un cerdo, en el supremo sacrificio ritual romano, a cada cual su papel.
Han de pagar los inocentes, siempre, para aplacar nuestras dudas, sangre derramada en un ara desde Mesopotamia. La Madre tierra pide víctimas que impregnen su vientre. Hasta al hijo de un dios lo inmolaron cual becerro propiciatorio. Hasta hoy las guerras con víctimas que querían vivir y son, eran, humanas.
ARA PACIS, renovado, pulcro espejo de aquella manera de entender la vida y la muerte, lo insondable.
Bellísima evocación Isabel, profunda y visceral como la imagen de ese toro perfecto, huele a frescor antes de morir, como si el animal respirara ese instante antes... !Ave! y un besito amiga.
Al toro, como a muchos que se ven arrastrados al altar de los poderosos, sólo le queda la posibilidad de demostrar su dignidad hasta el final.
ResponderEliminarUn beso.
Salud y República
No, no existe amenaza ni fuerza alguna capaz de vencer a la justa dignidad.
ResponderEliminarUn besito
La fortaleza y la nobleza hasta el final,cualquiera sea...
ResponderEliminarBesos,amiga!
Siempre el toro en la cultura mediterránea, querida Isabel. Y el hombre que lo sacrifica de una forma u otra para acallar esa dignidad alzada que le debe molestar.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Hola Isabel, me asomo a tu mundo de la blogosfera por primera vez con esta conmovedora entrada. Me ha llegado, aunque desconozco el trasfondo de la historia, en ocasiones, lo único que nos queda es la dignidad y, sin duda, es importante no perderla. GRACIAS.
ResponderEliminarSea en honor a Marte sea en honor de la "fiesta nacional", siempre les toca a los mismos ir camino del matadero para que otros se diviertan. ¡Un animal tan noble! ¿No había antitaurinos en Roma?
ResponderEliminarEl castigo le llega por su nobleza... es la injusticia que vemos cada día y la dignidad que presenciamos
ResponderEliminarUn abrazo y hermosa, aunque terrible a la vez, imagen
Hace tiempo me contaron que en Extramdura existía una curiosa raza bovina blanca, un vestigio vivo de aquella raza usada para los sacrificios por los romanos.
ResponderEliminarPrecioso relato.
Un saludo
El toro es un animal misterioso. ¿Por qué tiene esos cuernos tan afilados, tan agresivos, si es hervívoro?
ResponderEliminarUn toro no se detiene ante nada. Si se siente amenazado, atacará. Da igual que se trate de un hombre, un caballo, un elefante o un tanque.
Es que hay ciertas cosas que no sucumben a golpes.
ResponderEliminarEsas hay que mantenerlas siempre fuertes como un toro.
Un besito
Lala
P.D. Tuve la oportunidad de ver el Ara Pacis, es precioso, espectacular.
:D
La dignidad antes que la humillación. Buen consejo a esa amiga.
ResponderEliminarHermoso por ambas, por ella y por ti...tampoco sé la historia, pero si te tiene a su lado ya tiene un triunfo...
ResponderEliminarPor cierto, ¿que dia estás en la capital del reino?...estoy con el grabador...
Hermoso por ambas, por ella y por ti...tampoco sé la historia, pero si te tiene a su lado ya tiene un triunfo...
ResponderEliminarPor cierto, ¿que dia estás en la capital del reino?...estoy con el grabador...
Majestuoso.
ResponderEliminarLa Dignidad frente a la Adversidad y el aciago destino, es precisamente lo que justifica doblar nuestras propias rodillas frente a la Virtud.
Dama, bellísimo Artículo!
Un fuerte Abrazo Querida Isabel!
Al dìa de hoy,se siguen practicando estos rituales??
ResponderEliminarPaaaaaaaaaa!!!!!
Cuànto de INvolucionados aùn tenemos,verdad??
TE DEJO MI MANOJO DE BESAZO
Y mi deseo de que pases un fantàstico fin de semana amiga mìa... :)
Amiga Isabel,
ResponderEliminarMe ha gustado esa nobleza que destacas en los toros, siempre mirando de frente y con la cara en alto, incluso cuando van a ser ritualmente sacrificados. Sólo hay un momento en que el toro baja la cabeza, y es cuando reconoce la superioridad jerárquica de otro toro como jefe de la manada, como macho dominante. Eso lo describe Virgilio magistralmente en el libro III de Las Geórgicas.
Veamos ahora el texto en el que Virgilio nos explica con todo lujo de detalles cuál va a ser la reacción de los toros ante la presencia de una hembra en estado de ser fecundada. Se trata de saber cuál es el toro dominante, en una lidia que utilizará la mínima violencia necesaria.
Ellos (los toros), enfrentándose por turnos, con gran violencia entablan luchas con frecuentes heridas: una sangre negra baña sus cuerpos y empujan uno contra otro sus opuestos cuernos con impresionantes bramidos; resuenan las selvas y a lo lejos el Olimpo.
No es costumbre que los que han reñido compartan el mismo establo, sino que uno de ellos, el vencido, se marcha y se destierra lejos, en regiones desconocidas, gimiendo largamente su ignominia, las heridas que le dio el soberbio vencedor y, sobre todo, los amores que perdió sin poder vengarse, y, mirando sin parar su establo, se ha retirado del recinto que dominaron sus abuelos.
Entonces, pues, todo el cuidado cifra en ejercitar sus fuerzas y entre peñascos duros pasa la noche echado sobre un lecho sin camas y se alimenta de erizadas hojas y de carrizo puntiagudo; pruébase a sí mismo y, luchando contra un tronco de árbol, aprende a servirse de los cuernos para ejercer su cólera, y cansa al aire con sus embestidas y se ejercita para la lucha desparramando la arena.
Después, cuando ha condensado su vigor y recuperado sus fuerzas, levanta las enseñas y se lanza precipitado sobre el enemigo descuidado: al igual que la ola, que comienza a blanquear en medio del mar, y, según se extiende y cobra anchura, hincha sus senos y luego, volcándose hacia tierra, resuena con horroroso estruendo entre peñascos y cae deshecha tan alta como la montaña misma; pero de lo más profundo de la ola suben hirvientes remolinos y arroja del fondo a la superficie una negruzca arena.
(Geórgicas, III, 220-241)
(Traducción, con algún cambio, de Tomás de la Ascensión Recio García y Arturo Soler Ruiz).
Te envío un gran abrazo,
Antonio
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ResponderEliminar...el relato a todas luces es trascendente... LA DIGNIDAD ANTE TODO!!! el magnifico ejemplar luce imponente con regio talante...
me ha fascinado la frase de cierre: "Precisamente es tu nobleza la que te ha llevado ante el altar" (qué más se puede pedir de la naturaleza), lleva consigo una fuerza expansiva capaz de transfigurar cielo y tierra.
Saludos, feliz de leerte con el deleite de siempre
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Hoy he madrugado un poco más de lo habitual aún siendo un día más tarde para despedirte el fin de semana, esperando este te proporcione el descanso emocional que durante la semana es impensable.
ResponderEliminarUn beso aterciopelado te acerco para acariciar tus mejillas.
Chao
María del Carmen.
Esto me recuerda a Ifigenia. Y ojalá que le suceda lo mismo a la mujer que camina hacia el ara.
ResponderEliminarA veces, los dioses se apiadan de las nobles mujeres "de raza fuerte", como Artemisa se apiadó de Ifigenia por su dignidad y su valor. En el último momento, la sustituyó por una corza.
La imagen es bellísima, con ese magnífico toro. Y el texto también.
Sí, brava Isabel, concisa en tu precisión y claridad: la nobleza lleva al altar a muchos grandes. Parece que haya un poder de atracción de la luz por la envidia de las sombras... pero, "lo que brilla con luz propia nadie lo puede apagar,
ResponderEliminarsu brillo pueda alcanzar la oscuridad de otras costas" canta Pablo Milanés.
El proceso es duro y difícil pero ese proceso es la vida misma, los ojos limpios dicen claramente quien los ostenta frente a la mirada oscura de los verdugos. Nos ha cautivado ese todo firme con la testuz erguida.
Bella, bellísima metáfora, y valientes y puras siempre tus palabras.
Besazos.
Porque siempre lo mismo? Sacrificar al noble, al animal, a la dignidad?
ResponderEliminarSegun dice mi mama no son de mal animo, hasta se dejan rascar los rulos de su frente (seguro que los ha rascado) si se respeta su espacio e intimidad, algo que le llaman querencia.
Eso si, fanaticas antitaurinas que no entendemos como el hombre viaja al espacio y al mismo tiempo mata por diversion, hacemos hinchada por el toro, y nada mas gozozo de ver cuando despachurra un torero. Me saco sangre de las palmetas de aplaudir a rabiar al toro.
La dignidad, ante todo!!! Abrazos.
ResponderEliminarDe toda la cutura antigua, los sacrificios me han parecido de lo mas aterrador. mataban animales hasta en las bodas para leer el futuro de la pareja en sus entrañas. Rara vez se representó un sacrificio en el arte antiguo. hasta a ellos mismos les debia dar algo de reparo hacerlo. por algo será
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ResponderEliminarLo siento, le he dado cuatro veces a enviar :S
ResponderEliminarIsabel, tal vez sea la nobleza lo que los destinos mas aprecian y valoran.
ResponderEliminarUn abrazo de buen encaste.
Sergio Astorga
Hermosa lección de dignidad la que ofrece el toro y es interpretada así por esta mujer que aconseja a su amiga. Y hermosas las fotos del Ara Pacis, el cual me dejó muy impresionada, por su excelente estado de conservación, cuando lo visité hace 3 años. un beso y muy feliz finde, querida Isabel.
ResponderEliminarLa dignidad -que no el orgullo- son columnas de la voluntad inamovibles.
ResponderEliminarBiko grande Isabel.
Orgullo y nobleza obligan,y el acento de ingenuidad a un que no salve nos diferenciande los demas.
ResponderEliminarMuy bella imagen dama.
Recurres a Roma hasta para las metáforas para sostener a las amigas. Roma da para mucho, da para el infinito. Y tu sensibilidad también.
ResponderEliminar¿Recuerdas aquello de...Como el toro he nacido para el luto y el dolor...?
ResponderEliminarSé que da empuje y ánimo y fuerza esta hermosa comparación que haces (y además llena de cariño por tu amiga)
Pero, sabes Isabel, si nos dejaran ser pájaros o mariposas o qué sé yo...nos iría mejor a todas.
Recurrir siempre a la dignidad, al valor y la templanza, es agotador.
Casi mejor que ocupen nuestras horas en los momentos difíciles con detalles hermosos y descansados.
Besotes para las dos.
El toro, digno animal. Con la frente siempre en alto a pesar de los pesares.
ResponderEliminarOrgulo, nobleza, dignidad, la frente alta frente a lo que le aguarda...deberían ser cualidades para ser imitadas no para ser sacrificadas en aras del favor de unos dioses lejanos.
ResponderEliminarComo siempre, estupendo texto y estupendas imágenes.
Besos, Isabel
Frente al sacrificio, es lo último que nos queda a todos... La dignidad : ) Saludos desde México
ResponderEliminarMe entró un suspiro de esperanza. A la vez la tristeza por el toro. Pero es un ejemplo.
ResponderEliminarBesos amiga.
Bellísimo texto, admirada Isabel, la descripción del toro que avanza hacia el sacrificio es magnífica y el consejo a la amiga impagable. Me gusta mucho, y me entistece, ese final que has dado revelando la causa del castigo.
ResponderEliminarUn beso fuerte,
Izaskun