Marco se enfada por nada y siempre está furioso. Ni siquiera su esposa o sus hijas consiguen calmarlo. ¿Qué clase de animal eres, Marco, si ante unas manos como las de Marcela hasta los leones de amansan?
*Helena acariciando a un león. Jardines de Monforte. Valencia.
*Helena acariciando a un león. Jardines de Monforte. Valencia.
¿Sería de tipo hormonal?, digo yo.
ResponderEliminarA ver si podemos hacer algo contra la lacra irracional y fuera de toda comprensión de la violencia doméstica. La violencia siempre es repudiable y más si se ejerce contra la propia familia. No me cabe en la cabeza como alguien puede atentar contra su propia esposa o sus hijos. Precisamente el género humano se distingue de los animales en su capacidad de raciocinio, de elegir lo bueno frente a lo malo, la paz frente a la violencia.
ResponderEliminarBesitos
Besos
Manos que lastiman, más allá de la sangre. Abrazos.
ResponderEliminarLas manos que acarician siempre calman.
ResponderEliminarHay quienes tienen en efecto, el poder para apaciguar a las fieras. Es un don. Besos
ResponderEliminarEs un hombre sin emociones, sin sentimientos, probablemente un paranoico. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Espectacular la ternura en la mirada del león! Gran foto.
ResponderEliminarAbrazos
Y bueno, a la larga, Marco se va a quedar solo...
ResponderEliminarEse león parece enternecido con la caricia de unas manitas tan lindas.
Beso.
¡Qué belleza las manos de Helena acariciando el león!.
ResponderEliminarBicos
Bella...y hay hombres cuyos corazones son de piedra.
ResponderEliminarBesos Isabel ;)
Marco se lo pierde.
ResponderEliminarNo calmarse ante esas manos es un mal irreparable.
Besos.
Estoy con Ybris. Él se lo pierde porque no puede haber manos tan tiernas como las de Marcela.
ResponderEliminarUn beso
Ay. Hay veces en que los enfados se adueñan del corazón y son tan fuertes que no hay modo de que remitan. Como cuando somos niños y tenemos rabietas...
ResponderEliminarUn beso
Por cierto, qué león no se amansaría con la ternura de esas manos?
ResponderEliminarQué preciosidad
Mi madre se llama Elena, y tuvo unas manos para acariciar al Marco con el que compartió su vida. Creo que nunca le vió las manos y todo lo que llevaba en ellas.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué belleza de foto!
ResponderEliminarTierna manita acaricia al león, que manso la mira. Ni Marco se resistiría a esa Helena, no de Troya, levantina de Valentia y dulcísima criatura.
ResponderEliminarFelicidades Isabel, y dile a Marcela que al fiero Marco abandone, encontrará gatitos más mansos, capaces de apreciar sus besos. Divorcio a la romana.
A ver, amiga si apañamos ese encuentro en las esferas reales, calma. Petons, besitos.
Pues ya ves, querida Isabel, que hay hombres peores que la más feroz de las fieras, jeje. Otro besito.
ResponderEliminarEs imposible no amansar a Marco con esa ternura con que Helena acaricia al león. La foto es preciosa y poética. Besos
ResponderEliminarNo hay peor fiera que el hombre.
ResponderEliminarHomo homini lupus.
Un saludo.
Es asì nomàs amiga mìa...
ResponderEliminarHay hombres de espìritu sencillamente indomable!!!
MIS BESITOS GIGANTES :D
Esas manitas son preciosas.
ResponderEliminarPero simplemente es que el león no se las merece.
Besitos
Ante el mundo irracional de la violencia debe surgir el mundo fascinante del amor y la belleza con sumás hermoso canto que es la poesía.
ResponderEliminarUn saludo grande para ti Isabel.
Hermoso. Las manos de una inocente niña y sobre todo esa niña en especial, serán poderosas para calmar a cualquiera.
ResponderEliminarAbrazos hermanita.
qué bonito león con la sopresa de las manitas acariciándolo, jeje!! abrazos amiga
ResponderEliminarHermosa, hermosa fotografía... Es la contundencia y la fiereza frente a la sensibilidad y la ternura. Me ha gustado siempre el episodio del león de las Memorias de Adriano, no sé si lo conoces. Un gran abrazo.
ResponderEliminarPaso de puntillas , por no despertar la bestia .
ResponderEliminarBesos desde Málaga.
A unas dulces manos nada se le resiste.
ResponderEliminarMaravillosa imagen de la niña acariciando al león.
Te beso hada de luz.
M.
Muy hermoso. Una preguntilla ¿te gusta Catulo? Es que tu manera de escribir este párrafo me ha recordado a cierta traducción que leí de sus poemas.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola de nuevo Isabel.
ResponderEliminarConozco a más de un Marco...
no se que misterio los envuelve.
!Que manitas las de Helena!
Un abrazo
muy bueno, impactante y con mucha fuerza este relato hiperbreve
ResponderEliminarsi es que siguimos siendo unos antiguos
besos
Hay gente así, tan delicada y que reparten delicadezas por doquier.
ResponderEliminarCómo no enternecerse ante esa preciosas e inocentes manitas.
ResponderEliminarClaro que cuando Marco quiera tocar el león este le devolverá su enfado y furia.... la naturaleza ya lo tiene es cruelmente consecuente.
ResponderEliminarMucho tiempo sin pasar por aquí, compa Isabel. Y no por falta de disfrute cuando le echo ojo a tus letras, sino por las vorágines estas en que nos metemos, y con las cuales siempre queremos abarcar más, y más, y más; y así es complicado. Supongo que los romanos, en ese sentido, se organizaban bastante mejor (para empezar, no tenían Internet, ni blogs en los que enredarse...). Un abrazo y buen fin de semana.
ResponderEliminarLa ternura de esas manos es capaz de ablandar el corazón de cualquier fiera. Un contraste muy bello: la dura piedra y las tiernas manos.
ResponderEliminarManos que acarician, voz que susurra, mirada que sosiega, maneras de amansar la fiera que le devora.
ResponderEliminar¡Bellísimo!
ResponderEliminarMi querida Isabel:
ResponderEliminarMaga de palabras y sentimientos, cómo te echaba de menos. Malditos todos los Marcos del mundo y prodigiosas las manos que amansan a los leones; los animales que no se rinden ante éstas, ni siquiera tienen nombre, la peor de las maldiciones... y vagarán por las tinieblas.
Esa pequeña tocaya mía con "h", tiene las manos más preciosas y regordetas del mundo: cuidado, amiguita, que el león te dará tal lametazo de cariño que te asustará.
Un gran abrazo, escritora y amiga.
gracias por visitar mi blog y por dejar el comentario
ResponderEliminarsaludos!!!
Lindas manitas las de Elena.
ResponderEliminarUn abrazo
Ante gente así, mejor dejarlos en soledad. A nadie le gusta estar pendiente de gente que se enfada contínuamente. Besos.
ResponderEliminarEl furor, la furia, incluso la sinrazón. Es su carácter. Pero las manitas de Helena seguro que detiene hasta lo más furibundo. Saludos Isabel.
ResponderEliminarQué clase de animal seremos todos los hombres?
ResponderEliminarseguro que el mismo, no.
Fácil es el acertijo. Sin datos aún para profundizar, en la imagen está la solución. Marco es de piedra. Y Marcela, una convidada inmerecida de tal marido.
ResponderEliminarManos suaves para calmar las almas más fieras,manos largas que deberían alcanzar a la humanidad.
ResponderEliminarPrecioso mi dama profundo y sentido.
OTRO abrazo.
Siento mucho ser tan tajante, pero la respuesta es fácil...es un hombre y es humano (por lo tanto animal y mamífero) y ya está.
ResponderEliminar