Fragmento de una carta de una matrona desconocida a su hija.
(…) ayer visité a Cornelia y hablamos largamente. Está muy afectada todavía por el asesinato de Pompeyo, mañana se cumplirá el primer aniversario. Su amor por la filosofía no ha logrado atenuar su pesar. Aunque hablar le hace bien, me hizo un comentario muy amargo. Recordaba que la noche anterior al asesinato, mientras estaban anclados frente al puerto de Pelusio esperando noticias del embajador que habían enviado a tierra, no pudieron dormir. Ella se recostó un poco, pero Pompeyo se pasó la noche sentado, leyendo y releyendo las palabras que había escrito para pronunciar ante el rey Ptolomeo. Ni siquiera llegó a entrevistarse con él, pues lo asesinaron antes.
Me decía Cornelia que en los días sucesivos pensó muchas veces en la inutilidad de las palabras y que, en su desesperación, había pensado no volver a hablar. Pero luego se dio cuenta de que el peligro de las palabras reside, precisamente, en su capacidad de persuasión. Por eso, porque son peligrosas, muchas veces nos las arrebatan antes de que las podamos pronunciar. Tenlo muy presente, hija mía, porque esa reflexión nos puede ser útil en algún momento.
NOTA: Tras ser derrotado por César en Farsalia, Pompeyo huyó por mar y fue asesinato el 28 de septiembre del año 48 a.C. en Egipto. Se dirigía a entrevistarse con el rey Ptolomeo, junto al cual buscaba refugio, pero los siervos del rey lo asesinaron en el puerto. Cornelia fue su quinta y última esposa.
*Virgilio. Museo Bardo de Túnez. Imagen tomada de internet.
Querida Isabel en este mundo virtual hay pocas personas que se dedican a regalar cultura en la red y lo más destacado en tu caso, es que lo haces de una forma que seduce al lector más renuente; me felicito siempre de haber llegado a tu espacio y me voy de él con entusiasmo y renovado. Un gran abrazo y ¡gracias! en nombre de todos tus lectores.
ResponderEliminarPompeyo el grande, según algunos historiadores, fue un gran hombre, logró unos triunfos extraordinarios con sus propios esfuerzos, pero al final cayó asesinado a traición.
ResponderEliminarMuy inteligente la reflexión de Cornelia, y tiene razón la matrona es una reflexión que debemos tener presente en todo momento.
Bicos
Si, las palabras persuaden, querida Isabel.
ResponderEliminarEn cuanto a Pompeyo...tuvo la mala suerte de vivir en la misma epoca que Cesar.
Besos...!
Las mujeres de Roma eran, sin ninguna duda, muy inteligentes y reflexivas.
ResponderEliminarUn saludo
Me ha encantado Isabel.
ResponderEliminarCuántas veces nos preguntamos si hablar o no...
Da gusto aprender o recordar bajo tu batuta. Toda una armonía de frases y palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarExcelente reflexión de Cornelia donde las palabras pueden lograr maravillas...
ResponderEliminarBesos
Hola, un gusto llegar por aquí. Claro, las palabras... en aquellos tiempos y ahora pueden ser instrumentos benditos o malditas armas letales, pueden iluminar y engañar, dominar, servir, crear y destruir y así, un largo etc.
ResponderEliminarY pensar que "somos el lenguaje".
Te dejo saludos cordiales desde el confín austral.
Siempre Roma, hecha mujer, palabra reflexiva...que siempre puede persuadir, para bien o para mal. Genial,Isabel.
ResponderEliminarUn abrazo grande y bonita semana.
Refresco contigo la historia de Roma, querida Isabel, y me agrada mucho.
ResponderEliminarMe ha gustado hoy especialmente la alusión al poder de las palabras, del que estoy absolutamente convencida. La palabra sana o hiere, mata o da vida, según cómo se utilice.
¿Qué sería de nosotras sin palabras? Yo no me imagino.
Un abrazo fuerte.
Tan interesantes y didácticas tus entradas. Te leo hoy y recuerdo a Dido. Veo que tu escritura está impregnada de la época, ¡qué bien lo haces!
ResponderEliminarUn abrazo
Me parece una reflexión importantísima. ¡Que no nos roben las palabras! Es casi lo único que es nuestro y podemos compartir.
ResponderEliminarSalud y República
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstas epístolas entre mujeres romanas o las charlas entre ellas a modo de comunicación discreta pero intensa sobre lo que les ocurría y lo que vivían, parecen tan auténticas que me emocionan.
ResponderEliminarMuchas veces he pensado si ellas, de tener el poder, lo hubieran hecho mejor que sus hombres, creo que en algunos aspectos sí, en otros dudo al recordar a la despiadada Livia y a otras. Corrompe el poder, sin excepciones.
En cualquier caso, en estas cartas y conversaciones femeninas ofreces, genial Isabel, una visión de los hechos absolutamente delicada, inteligente, mesurada, sensible y profunda.
Pompeyo sufrió a César y al revés,
Cornelia sufrió lo indecible ante el soez asesinato de su esposo, de las guerras civiles se obtiene el dolor por la muerte entre hermanos. ¿No dicen, acaso, que Julio lloró al serle presentada la cabeza de Pompeyo? ¿Otra leyenda para alabar a César?
Callar es de sabios pero hay que hablar cuando las palabras que nos envuelven sirven para llevarnos a situaciones que nunca hemos querido, quien calla otorga. Sin embargo, a las mujeres romanas, poco les era dado hablar en público, a buen seguro hablaban entre ellas como nos describes, magistralmente, Isabel.
Besitos.
Muy buenos consejos .
ResponderEliminarLas palabras para algunos pueden ser peligrosas ( en esta época y la de ahora )
Besos desde Málaga.
Un gran hoimbre de cultura, sin duda; pero también un rival, y el ansia de poder no se anda por las ramas ni hace ascos a nada, incluidos los asesinatos.
ResponderEliminarUn saludo.
Sobretodo, tus palabras.
ResponderEliminarVaya chapuzón en la historia me has hecho hacer. Me sonaba que Cornelia descendía de los Escipiones... y me he leído la vida, las raices y las relaciones de esa familia, que tanto cabalgó por la Hispania.
ResponderEliminarEl poder de la palabras,para muchos ha logrado tranformarse en un Don y para tantos otros,en un castigo...
ResponderEliminarP.D.:Y ese poder radica ni màs ni menos que en cada uno de nosotros!!
BESITOS AMIGA QUERIDA ♣
¿Acaso la mujer no ha ostentado el poder a través de la palabra?
ResponderEliminarLa única arma que ha tenido y tiene en muchos sitios todavía.
Ese reflejo ligero en el pensamiento y la palabra no logrado por el hombre, es todavía causa de que muchos callen sus bocas para siempre.
Da para mucho esta entrada, Isabel.
Qué hermosa es la palabra "persuación".
Interesante entrada.
Un abrazo.
A veces nos arrpentimos de no haber dicho a las pewrsonas que ya han desaparecido todo lo que quieríamso haberles dicho... Y hablamos tanto y de cosas tan banales... Gastamos demasiada saliva...
ResponderEliminarBesos
siempre salgo de aquí mejor que cuando entré.
ResponderEliminarEl miedo del Poder a los que tienen las palabras ha sido siempre superior al verdadero peligro de estas. Pero hace bien el poderoso en temerlas, porque aunque lleguen tarde para destituirlo, lo arrojan al basurero de la Historia.
Un abrazo
Uy ,las palabras.
ResponderEliminarY lo poderosas que son .
...
En verdad tu blog es una delicia.
Me gustaría leer tu novela , querida.
Un beso.
Cierto. Las palabras son puñales. O plumas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las palabras y sus silencios, son peligrosas, persuasivas, risueñas, emocionantes....las palabras somos nosotros.
ResponderEliminarCuánto dolor el de Cornelia, el presentimiento que ya anunciaba sus sombras, y el recuerdo del momento terrible. Sabia reflexión la de esta matrona que le regala a su hija a través de la espantosa experiencia de Cornelia... ciertamente las palabras tienen un poder tan grande, es un don que nunca nos debe ser arrebatado.
ResponderEliminarTe envío un gran abrazo, mi querida Isabel.
¡Qué bien dibujas los sentimientos de Cornelia!
ResponderEliminarSe ve que vives la historia y la sensibilidad de sus personajes.
Besos.
Saludos desde México y un abrazo. ¡Suerte con el libro!
ResponderEliminar¡¡Cuéntanos como va!!
Muchas es vecer es mejor soltar las palabras antes que nos la quiten. Cornelia no lo pudo hacer, puesto que el gran Pompeyo fue asesinado antes y, probablemente, siempre le quedaría esa espinita a Cornelia. Nuevamente, magnífica reflexión de los clásicos. Un cordial saludo.
ResponderEliminarSabia reflexión, pero también es verdad que uno es dueño de lo que calla.
ResponderEliminarJusto 2027 años después de que asesinaran a Pompeyo nació mi hijo.
Muy bella, muy sabia y muy elegante reflexión.
ResponderEliminarA veces algunos silencios pueden ser lo más doloroso...
ResponderEliminarHola Isabel estamos muy ocupados con un nuevo proyecto pronto sabrás de él, por eso ha disminuido nuestro ritmo bloguero, gracias por tu visita a Cosas de krisish y buen viaje.
Besos
Dice Aurora Luque en su poema TÓPICO:
ResponderEliminarYa no atrapes el día —no se deja-,
no es tan fácil ser dueño del presente,
persistir en la dicha o detenerla
para el trámite mínimo
de asignarle palabras.
Bellos textos, como siempre, Isabel
Precioso texto, como siempre Isabel, y qué razón tienes al decir que las palabras persuaden, y a veces de una manera tan peligrosa...
ResponderEliminarUn beso,
Nereida.
Los misterios de la muerte en una narraciòn que seduce. Abrazos.
ResponderEliminarPienso como Cornelia a veces las palabras son inútiles.
ResponderEliminarTe abrazo cielo.
M.
A veces pienso que es necesario poner el dardo en la palabra, sobre todo para que no sean inútiles o invisibles, pero por otro lado otras veces es mejor no desperdiciar las palabras y mantenerlas con nosotros/as para mejores ocasiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me estoy haciendo el té de la tarde, no mucho antes de cenar, cenamos sobre las siete. Es un momento por fin relajado para mí y con tus textos se me hace aún más agradable.
ResponderEliminarBesos
Es un texto exquisito, Isabel. Remonta a un tiempo, incluso antes de la Roma, cuando "en un principio, fue el Verbo", acaso dimensionando el poder que tendría sobre la Humanidad.
ResponderEliminarEn nuestro tiempo, que no carece precisamente de sofismas, las palabras han perdido mucha de su fuerza, pero siguen siendo peligrosas...y mucho más de una vez están en manos de inescrupulosos.
Mi Abrazo Querida Amiga.
Isabel, esta reflexión me esta sirviendo.
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo sin peligro.
Sergio Astorga
Pues sí, a veces pueden arrebatarle a uno la vida para evitar el peligro de la palabra. ¡Ah! y ese mosaico de Virgilio y las musas, tuve el placer de contemplarlo en el Museo del Bardo, incluso tengo una foto suya en mi blog principal, en una entrada que dediqué, hace tiempo, a dicho museo; allí lo denominan "La Gioconda tunecina". Otro beso, amiga mía.
ResponderEliminarHola mi querida dama.
ResponderEliminarLe he perdido el paso pero no el interés!
El poder de la palabra y las intenciones,a veces nos encerramos en un mutismo inútil,callar por voluntad y no por obligación,precioso texto muy tuyo.
Un abrazo enorme.