De Popilia a su nieta Lucila. Salud.
Me cuenta tu madre que estás triste y que incluso has perdido el interés por visitar algunas de las ciudades más famosas de Sicilia. ¿Te extrañaría si te dijese que a mí me ocurre lo mismo? Cuando empiezan a refrescar las tardes y se ve próximo el fin del verano, siempre me entra congoja. Me ocurre desde que tenía trece o catorce años. Una vez, dándose cuenta de mi tristeza, mi madre me hizo sentarme a su lado, me cogió la mano y me contó una historia que quiero repetirte. La conoces ya, no es nueva, pero mi madre al aplicarla a ese estado de ánimo, le dio un significado diferente. Tiene que ver con la madre Ceres y con el lago Pergusa que, precisamente, extiende sus aguas en el centro de la isla de Sicilia.
Ese lago, por sus aguas transparentes y calmas, era uno de los lugares favoritos de las ninfas para tomar el baño. Con frecuencia las acompañaba Proserpina, la hija de Ceres, una muchacha hermosísima y más o menos de tu edad. Puedes imaginarte el cielo de color azul intenso, el sol brillando sobre las ondas y el rebullir del agua por el chapoteo de las ninfas, sus gritos de alegría, sus cabellos con guirnaldas de flores agitándose en la superficie. Una tarde Proserpina salió del agua y fue a buscar sus sandalias, su túnica y un gran lienzo para secarse que había dejado extendido sobre un matorral. Caminaba deprisa, dando saltitos, porque la hierba se le clavaba en las plantas y el viento fresco del atardecer le erizaba la piel. Sonreía e iba repitiendo la letra de una canción que acababa de enseñarle una ninfa. De pronto la sacudió una gran ráfaga de viento, oyó un estruendoso galopar de caballos y, antes siquiera de comprender qué ocurría, a sus espaldas un brazo la agarró por la cintura, la levantó en el aire y, pese a que ella se debatía para soltarse, se la llevó consigo.
Al enterarse Ceres por las ninfas que Proserpina había desaparecido, creyó desfallecer de dolor. ¿Qué hembra, humana o divina, podría soportar la pérdida de una hija? Ceres dejó de inmediato todas sus ocupaciones y deberes para ir a buscarla. ¿Qué le importaba a ella que no nacieran flores ni surgieran frutos? Las hojas de los árboles palidecían y perdían fuerza y frescura antes de alfombrar el suelo; lánguidos se negaban a crecer los cardos, las alcachofas no encontraban fuerzas para rebrotar, campos enteros quedaban desnudos de plantas y sólo mostraban la dura tierra. Pero esa desolación a Ceres no la conmovía, porque más desolado aún estaba su corazón. Recorrió la tierra sin descanso buscando minuciosamente detrás de cada montaña, escrutando cada valle. Exploró las orillas de los ríos y de los mares, la llamó a voces por las llanuras y los desiertos. Todo parecía inútil.
Al fin, gracias a la indiscreción de un viento, vino a saber que Proserpina había sido raptada por Plutón, señor y dios del Hades. Saliendo de la cumbre del monte llamado Etna con su carro tirado por cuatro caballos la había cogido por sorpresa y se la había llevado como esposa para que reinara con él en los infiernos. Ceres abandonó la búsqueda y se dirigió al Olimpo a suplicar a Júpiter. Él era el padre de Proserpina y debía responsabilizarse de su devolución. Supo ser muy persuasiva. Júpiter ordenó a Plutón que liberase a Proserpina para que regresara con su madre. Pero el viejo del Hades era astuto: antes de dejar marchar a su esposa, le ofreció gentilmente una granada y la invitó a comerla. Ella, deseosa de salir cuanto antes de aquel lugar sombrío, para no discutir ni entretenerse más de la cuenta, tomó seis granos y se los comió. Así, mediante esa fruta que rubricaba la fidelidad en el matrimonio, la obligaba a regresar con él durante seis meses al año.
El reencuentro de Proserpina con su madre Ceres fue emocionante. Durante su largo abrazo, la tierra volvió a florecer: verdearon los campos, se llenaron de brotes, de espigas, de flores y de frutos. Reía el sol, el cielo aparecía alto y limpio y agrupaba de vez en cuando las nubes para que con una lluvia fina alimentaran la tierra. Y así, cada año, se repite la historia: cuando Proserpina debe regresar al Hades con su marido, la madre Ceres abandona toda actividad y se recluye en sí misma y en su dolor, negándose a cuidar de la tierra hasta el regreso de su hija.
¿Sabes? Mi madre me dijo entonces que todas las mujeres llevábamos en nuestro corazón a una Ceres y a una Proserpina. El otoño evoca en nosotras la pérdida. La pérdida de la madre, cuando somos jóvenes y sabemos que un día el matrimonio nos separará de la nuestra. La pérdida de la hija cuando somos madres y os vemos crecer sabiendo que tendremos que entregaros a un hombre. Esa es la melancolía del otoño, ese pesar inevitable. Así pues, Lucila, cuando veas amarillear las hojas de los perales del huerto, piensa en tu madre y en mí. Debes saber que, como Ceres, siempre, ininterrumpidamente te buscaremos y tendremos los brazos abiertos para ti, porque la primavera, como el otoño, siempre llega.
Cuídate mucho y escríbeme.
NOTA 1: Se hace alusión al "monte Etna" y no al volcán Etna porque los romanos no conocían los volcanes. La primera noticia que tuvieron de ellos fue la erupción del Vesubio en el s. I d.C.
NOTA 2: Mientras en el hemisferio norte la madre Ceres nos abandona, en el hemisferio sur vuelve a la luz Proserpina, se reencuentra con su madre y resurge la primavera. Disfrutemos cada uno de la estación que nos toca.
*Rapto de Proserpina de Lucas Giordano. Foto sacada de Wikipedia.
**Vista del lago Pergusa. Foto sacada de internet.
***Detalle de cabeza de una diosa. Calco de la Academia de San Fernando. Madrid.
****Detalle del Rapto de Proserpina de Bernini. Foto sacada de internet.
*****Detalle de cabeza femenina. Calco de la Academia de San Fernando. Madrid.
******Flor del terebinto. Foto sacada de internet.Otoño, mitología, melancolía, Sicilia.
**Vista del lago Pergusa. Foto sacada de internet.
***Detalle de cabeza de una diosa. Calco de la Academia de San Fernando. Madrid.
****Detalle del Rapto de Proserpina de Bernini. Foto sacada de internet.
*****Detalle de cabeza femenina. Calco de la Academia de San Fernando. Madrid.
******Flor del terebinto. Foto sacada de internet.Otoño, mitología, melancolía, Sicilia.
Absolutamente delicioso, querida amiga Isabel.
ResponderEliminarBesos...!
Que historia tan bonita, me ha gustado mucho. Ha sido un placer leer esta historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
La congoja de otoño también la saboreo. Congoja suena a lechuga a repollo y es el blanco y el verde el dominante.
ResponderEliminarPero del otoño no deseo los verdes. Del otoño me quedo con los ocres, marrones y amarillos, todos mezclados. Y aunque en el hemisferio norte y en el sur tengamos cielos distintos, iguales son los colores que celebramos aun de forma alternativa.
He oido a quién desea ser rico que siempre estaría en el verano... prefiero ser pobre, y saborear los colores que en unos días serán regalados.
Guardo todas tus Entradas.. me llegan por Google Reader.. y gozo con su lectura.. te lo quería decir, mi Romana, y dejarte unos besos..
ResponderEliminarCuanta sabiduria...vivir en matrimonio seis meses al año..¿por que no quedo instaurado como las demas "leyes"?
ResponderEliminarUn abrazo
eutelia
Isabel, que bellos son los mitos.
ResponderEliminarEspléndidamente contado.
Abrazo sin astucia.
Sergio Astorga
Isabel, de verdad es un gran gozo...poder leerte y ver como logras algo maravilloso y emotivo, que no cursi, desde la perspectiva histórica, sin perder objetividad, ni belleza. Me encanta leerte.
ResponderEliminarAbrazo hermosa ;)
Mira que es una historia ampliamente conocida por muchos, pues volverla a leer me ha vuelto a causar un enorme placer. Tienes el arte de entretener y educar con el mundo clásico. Un abrazo.
ResponderEliminarMucho conociemiento por estos lares.
ResponderEliminarMe alegra poder volver a leerte después de una forzada ausencia. Un abrazo y enhorabuen por el libro (con atraso).
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato.
ResponderEliminarDa gusto aproximarse a la mitología clásica así con tus palabras.
Gracias y besos.
Qué hermosura de entrada, Isabel. Un auténtico placer leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Isabel, qué metáfora tan bella de la alegría y de la melancolía encarnadas en la primavera y el otoño.
ResponderEliminarY sí, tengamos a Proserpina en el corazón...
Un beso
Caen las hojas, la vid en los lagares, llueve, otoño, Proserpina con Hades.
ResponderEliminarMíra el Etna, Isabel, lo harás pronto, sueña que Ceres está cerca, atenta a su hija, olvidada de la tierra. Imagina la primavera en Sicilia, cerca del mar en Taormina, celebran un drama en el teatro, las estaciones, de telón el volcán que vigila y suelta una bocanada de humo. Vencerá Proserpina a Hades, de nuevo en abril. Ahora, dulcísima Isabel, no te entristezcas, los colores del otoño traen melancolia y una belleza delicada a la isla. Duerme Proserpina, las lágrimas de Ceres son la lluvia en los campos y sobre los templos de Agrigento, en el punto más alto del valle, reza a Hera como si todas las columnas aguantaran aún la cela, la naos guardando la estátua de la madre diosa, reza, te escuchará.
Crecen verídicas hojas de acanto en el basamento, me acuerdo.
Tus palabras merecen los oídos de una diosa.
Besitos y hasta pronto , !auguri!
No sabía que significaba el otoño, y siempre ha sido una estación complicada para mi y también para mas personas, pero ahora la veo hermosa. Hermosa porque llora la ausencia de madres e hijas, joder que bonito.
ResponderEliminarMadame, precioso relato para celebrar el cambio de estacion.
ResponderEliminarYo hubiera preferido que volviera la primavera, pero bueno, no podemos elegir, y cada estacion tiene su encanto.
Qué escultura maravillosa la de Bernini. Parece que la piedra es blanda, que los dedos se clavan en la carne. Es insuperable.
Feliz dia, madame
Bisous
Siempre está vigente el mito de las estaciones a partir del rapto de Proserpina, la Perséfone griega. Estos chicos grecorromanos eran la mar de iamginativos.
ResponderEliminarUn saludo.
Este artículo es una Belleza!
ResponderEliminarAquí, con el corazón vestido de Primavera, te agradezco esta exquisita Proserpina, Querida Isabel!
Mi Abrazo muy fuerte para Vos!
Cuanto me has dejado para meditar en tus palabras mi querida ISABEL!!!
ResponderEliminarP.D.:Por aquì hemos comenzado recientemente la PRIMAVERA y todo parece renovarse,movilizàndose a su paso... :)
TE DEJO UNO BESITO FLORIDOS ♣ ♣
Me encanta, Isabel. Siempre das en el blanco.
ResponderEliminarGracias.
Es un placer leer en tus líneas y sentir los relatos mitológicos como si hubiesen sido parte de un recuerdo. Proserpina se ha marchado con Plutón y la tierra se vuelve gris y melancólica. Ojalá hubiese sido raptada por otro dios más alegre. No quiero imaginar la vida de la diosa en el mundo del Hades.
ResponderEliminarCerca de Mérida existe un pantano que llaman precisamente Pantano de Proserpina, quizás en alusión al lago en que se bañaba la diosa cuando fue raptada.
Besos
Una gozada leerte.
ResponderEliminarAprendo y disfruto.
Estuve en Sicilia y gocé de tantas maravillas!
Un abrazo, espero que vengas a Tenerife con lo de tu libro.
Bellísima recreación del mito, querida Isabel. Un día tengo que mostrarte a la bailarina Aurea de Sarrà que interpretó a Deméter en Eleusis. Te gustará. Un abrazo.
ResponderEliminarEs un placer y una suerte tenerte para conocer y disfrutar de la mitología romana.
ResponderEliminarEs una historia preciosa.
Un beso
imagino aqellas iniciiaciones.
ResponderEliminarbesos.
Siempre hay lugar para la primavera...
ResponderEliminarDe la mano de tu mano y en el misterio de tus historias...
Besos
Precioso relato.
ResponderEliminarLa primera erupción conocida del Etna es la registrada por Diodoro Sículo. El poeta romano Virgilio dio lo que probablemente sea una descripción de primera mano en la Eneida:
Es este puerto grande y está libre del acoso de los vientos, mas cerca ruge el Etna en horrible ruina y, si no, lanza hacia el cielo negra nube que humea con negra pez y ascuas encendidas, y forma remolinos de llamas y lame las estrellas; otras veces se levanta vomitando piedras y las entrañas que arranca del monte y al aire con estruendo amontona masas de roca líquida y hierve en el profundo abismo.
Un abrazo
sencillamente me ha encantado. Un saludo.
ResponderEliminarEs un poco doloroso.
ResponderEliminarPero me encanta la indiscrección de un viento, la fuerza de la ráfaga del viento...
Esa escultura es bellísima!!
Danke,
besitos
precioso isabel, como todo!! besos
ResponderEliminarAmiga Isabel,
ResponderEliminarPreciosa recreación del Rapto de Prosérpina el que nos ofreces hoy, con todo lujo de detalles, en esa extensa y tierna carta de la abuela a su nieta. Tengo la sensación de que es una recreación del relato de Ovidio, en Las Metamorfosis, adaptada para niños. Si no fuera porque conozco algo la Literatura Clásica, y también sé que de las mujeres Romanas apenas nos quedan escritos, podría yo perfectamente pensar que este texto tuyo es una auténtica carta escrita por una Romana. Si alguien tuviese la osadía de traducirlo al Latín y decirnos que es un manuscrito descubierto en una Biblioteca olvidada, de buen seguro que más de uno se lo creería.
Felicidades y Enhorabuena, Querida Isabel.
Un abrazo,
Antonio
Qué relato tan maravilloso. Y qué oportuno en este inicio del otoño. He disfrutado leyéndolo. Ciertamente todos los que tenemos hijas somos Ceres y no nos gusta verlas ir con un Plutón cualquiera. Me ha encantado, como siempre, también tu prosa, bella y elegante.
ResponderEliminarAssolutamente d'accordo con lei. In questo nulla in vi e credo che questa sia un'ottima idea. Sono d'accordo con te.
ResponderEliminarAssolutamente d'accordo con lei. Credo che questo sia un concetto molto diverso. Pienamente d'accordo con lei.
...pero que pocos recursos tiene la Proserpina esa, dejarse engañar por un viejo..
ResponderEliminaren vez de decirle:
- Vale la sentencia, pero que me va a doler la cabeza Plutón, que te enteres tú y el jili de mi padre Júpiter que la hizo.
Has vuelto por ese hermoso camino del relato que manejas a la perfección. Abrazois.
ResponderEliminarHermoso este relato que recrea el mito de Proserpina, yo lo había leído en su día con Perséfone, su equivalente griega, pero aquí le das otro enfoque, el de la separación de las madres y las hijas cuando llega la edad del matrimonio y también el de la entrada de los equinoccios, puesto que el mito explicaba antaño ambas cosas. Como siempre, mi querida Isabel, estás en todo, porque la mayor parte de tus entradas mantienen uan gran relación con el calendario. Un beso grande, es todo un placer leerte, querida. Y disfruta mucho del finde!
ResponderEliminar¡Qué forma tan linda de celebrar la venida del Otoño!
ResponderEliminarBesos
Assolutamente d'accordo con lei. In questo nulla in vi e 'una buona idea. Pronta a sostenere voi.
ResponderEliminarAssolutamente d'accordo con lei. Penso che questo sia una buona idea. Pienamente d'accordo con lei.
querida Isabel
ResponderEliminarseré un poco cursi pero ME HA ENCANTADO, esto de la mitolgía me chifla y tu escrito me ha dejado muy feliz, como bien sabes, Mi Hotel entonces puedo llamarlo Ceres Proserpina, precioso, y es un gusto pasar por tu casa ya que siempre me sorprendes y siempre aprendo algo nuevo
gracias
y besos
Es alucinante y muy atrapante el relato. Y así que seis granos de granada eh?? ¡¡muy buen dato!!! Un gran beso, hasta siempre.
ResponderEliminarQuerida Isabel, yo no he tenido la suerte de tener una madre a quien añorar (falleció cuando yo era muy pequeña) pero con este precioso texto he sentido la misma melancolía que si la hubiera tenido siempre junto a mi. Un cariñoso abrazo!
ResponderEliminarSolo le digo mi dama que he devorado el texto, el mito de Proserpina me deja encantada y feliz de gozar de una buena lectura.
ResponderEliminarBesos.
Me encanta esta historia tengo una hija a la que le apasiona la mitologia, asi que voy a leersela ahora mismo, se que le va a gustar tanto como a mi.
ResponderEliminarque delicioso cuento! hermosamente escrito, su cadencia y su sentimiento me llegaron al corazón. Recomiendo leer acerca de BAUBO, una mortal que figura en la historia de Ceres-Demeter como quien la hizo reir mostrandole sus genitales. Es quien habita en la risa y figura en muchas mitologías como poseedora de la union de sexualidad, rito y humor. Un eslabón en la historia que, por interesante, se ha desestimado. Como siempre, ja!
ResponderEliminarUna lectura deleitante, como todas las que este blog ofrece. Había leído este mito de niño, me gustó mucho repetirlo en una versión tan ingeniosamente enmarcada. Un saludo.
ResponderEliminarFantástico relato Isabel
ResponderEliminar