De Popilia a su nieta Lucila. Salud.
Olvidé decirte en mi última carta, querida niña, que debes visitar la fuente sagrada de Aretusa cuando llegues a Ortigia. Yo la recuerdo con mucha emoción. Declinaba ya la tarde cuando llegamos a la isla y, pese al cansancio y a la resistencia de tu abuelo, no consentí en ir a nuestro alojamiento sin haber pasado antes por la fuente. Y volví muchas veces. Hay, en la dulzura y mansedumbre de sus aguas, siempre tersas, un espejo en el que podemos mirarnos las romanas.
¿Hemos de huir siempre las mujeres? Eso me preguntaba entonces y me sigue inquietando ahora. Aretusa era hermosa y casta y no se vanagloriaba de su belleza, antes bien le incomodaba y trataba de ocultarla. Amaba la compañía de la diosa Diana y ésta la apreciaba, permitiéndole muchas veces sostenerle su aljaba y su arco. Y así la ninfa recorría los bosques y las selvas, descuidada de cualquier otro placer. Un día de calor sofocante, agotada tras una larga caminata por la espesura, se encontró a la orilla de un río. Hubiera podido contar los guijarros del fondo, tan transparente era el agua, y los sauces arrojaban sobre ella una sombra acogedora. Aretusa sintió la necesidad de bañarse. Se quitó las ropas, las colocó junto a un bosquecillo de álamos y se metió en el río.
Cerró los ojos para saborear aquel fresco placer: las ondas refrescaban sus miembros y la empujaban con suavidad; el sol, al pasar por entre los resquicios del follaje perdía calor y dibujaba hojas de sombra sobre su piel; hasta ella llegaban atenuados los rumores de la floresta. Y, de pronto, junto a su oído, oyó un extraño susurro. Se asustó, y alcanzó la orilla más cercana. Escuchó entonces, con claridad, la voz del río Alfeo: “¿Por qué huyes, Aretusa? ¿A dónde vas? Ven. Vuelve.”
Aretusa, reconociendo el deseo en el tono de la voz, emprendió una veloz carrera. Atravesó campos y ciudades, bosques, valles, montes, y Alfeo volaba tras ella y trataba de disuadirla para que pusiera fin a su huida. Sus fuerzas se agotaban y sentía el aliento de su perseguidor cada vez más cerca. Cuando ya casi el hombre tocaba sus cabellos, invocó a Diana y le pidió ardientemente ayuda. La diosa, compadecida, la envolvió en una nube para ocultarla. Pero Alfeo seguía allí, daba vueltas en torno a la nube y pronunciaba su nombre. La ninfa temblaba. Él observaba una y otra vez la tierra: las huellas de ella terminaban allí, y así, olisqueaba el aire como una alimaña, tratando de descubrirla por su aroma.
La venció el miedo. Un sudor frío le cubrió todo el cuerpo y comenzó a gotear. De los cabellos mojados escurría el agua, los pies y los brazos empezaron a destilar fluidos y, casi en un instante, todo su cuerpo se deshizo en líquido. Se dio cuenta Alfeo y, abandonando la figura de hombre que había adquirido, volvió a transformarse en río para unirse a su amada. Pero Diana, entonces, abrió el suelo, hizo caer a la líquida Aretusa en profundas cavernas y la condujo oculta bajo las olas hasta Sicilia, haciéndola resurgir a la orilla del mar, en la isla de Ortigia.
Y allí sigue, brotando dulce junto al mar bravío, huyendo eternamente de Alfeo. Lávate las manos y el rostro en sus aguas, Lucila. Y pídeles a Aretusa y a Diana que te libren de todo Alfeo. Que no permitan que nadie ejerza sobre ti violencia y seas tú, por tu propia voluntad, quien, llegado el momento, te entregues de buen grado a los brazos de tu marido.
Acuérdate de mí ante aquel mar brillante y cuídate.
NOTA 2: El viernes 12 de noviembre, a las 20 horas, será la presentación de la novela “Dido reina de Cartago” en la Casa de Cultura de Xàbia. ¡Quedáis invitados!
NOTA 3: Os dejo unas fotos de la VIII Jornada de Cultura Clásica de Sangut.
*Fuente de Aretusa, en la actualidad. Siracusa. Sicilia.
**Vista del mar junto a la fuente de Aretusa. Foto de Rafa Lillo.
***Detalle de escultura masculina en una fuente de Catania. Sicilia. Foto de Rafa Lillo.
****Escultura moderna representando a Aretusa y Alfeo junto a la fuente de Aretusa. Siracusa. Sicilia.
*****Restos de edificios antiguos en la orilla del mar. Siracusa (Ortigia). Foto de Rafa Lillo.
Sicilia, ninfas, mitología, fuente
Madame, que bonita leyenda. No deberia haber ningun Alfeo en la vida de una mujer, pero me temo que lamentablemente hay demasiados.
ResponderEliminarVeo que sigue cosechando merecidos exitos con su novela. Larga vida a la reina Dido :)
Buenas noches, madame
Bisous
pero qué exitazo con Dido, te felicito de corazón, te lo mereces!! abrazos
ResponderEliminarPrecioso relato y preciosas palabras las usadas para contarlo. Un saludo.
ResponderEliminarEnhorabuena por el éxito del libro. Qué siga. La entrada de hoy resulta especialmente esclarecedora y emocional como el agua que chorrea de los cabellos de Aretusa. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarLinda narración, amiga.
ResponderEliminarAbrazos.
dejas mi alma llena de agua.
ResponderEliminarQué mito más curioso. No lo conocía. Me ha recordado mucho a sus antecesores griegos, con esa capacidad para la metamorfosis y ese perseguidor rijoso.
ResponderEliminarUn saludo.
La libertad de la mujer tan cristalina como el agua de la fuente Aretusa. Y la transparencia del cristal es incluso más poderosa que la fuerza bruta, aunque tantas veces haya que seguir invocando a la diosa Diana.
ResponderEliminarPrecioso mito, sobre todo narrado en el estilo epistolar que te es tan propio; y maravillosas imágenes.
¡Hala! y Dido que se está desquitando de Eneas, ¡brava carina! ¡brava, brava, brava!
Qué alegría, Isabel querida, La reina Dido sigue navegando, ¡qué reina grande y cristalina!
Enhorabuena de todo corazón y un fuerte abrazo para ti.
Bonita historia.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz presentación.
Preciosa y desconocida leyenda, por lo menos para mí.
ResponderEliminarEspero que todo vaya bien en la presentación de su libro.
Un besazo
Qué estupendo. Mucha suerte, querida Isabel.
ResponderEliminarDelicada leyenda y perfecta metáfora contra el maltrato.
Un beso querida amiga
Hola mi venerable dama.
ResponderEliminarUn texto maravilloso,una leyenda donde las emociones nos van abrazando también,el miedo es terrible y perder la confianza peor,nada como la libertad de elegir,sin presiones y sin temor,me ha encantado todas esa imagenes que se han ido dibujando en mi,acompañadas por las de la entrada, me ofreces una vez más un post magistral.
Siga cosechando éxitos que no hay Alfeo que te persiga.
Un fuerte abrazo!
Después de mi viaje por Perú, retomo ahora este blog, y como siempre, me sumerjo en bellos relatos mitológicos que jamás hubiera conocido...Pero a ese huir eternamente de Aretusa hay que ponerle fin!
ResponderEliminarBesos Isabel y mucha suerte en Xàbia
La metamorfosis de Aretusa que Ovidio nos cuenta en su libro V, es una historia my bella.
ResponderEliminarMe alegro mucho que Dido vaya de éxito en éxito, se lo merece.
Bicos
¡Qué placer leerte y aprender contigo! Vuelvo para leerlo con calma.
ResponderEliminarMontón de gracias.
Un beso del Teide
Hola, Isabel querida, qué hermosa leyenda nos traes sobre la ninfa Aretusa. Tengo muchas ganas de conocer Sicilia, de hecho, estuvo a punto de ser mi destino vacacional del verano pasado, pero al final me decanté por Grecia, a ver si para este verano me decido.
ResponderEliminarY añadir que el poema que me has leído sobre la Venus Ericina, (cuyo santuario también se ubicaba en esa isla), ha visto la luz en parte gracias a ti, pues, efectivamente, leí en su día el post que le dedicaste y poco después me sirvió de inspiración. Así que es un poema que he "parido" con tu ayuda, jeje. Mil gracias por tanta valiosa información como nos aportas a tus lectores, pero, además, con el sello de una narradora excepcional. Un beso grande y disfruta mucho del finde y de tu prsentación de Dido en Xàbia.
Nunca deberìamos deponer nuestros deseos a los caprichos ajenos...
ResponderEliminarP.D.:Bellìsima enseñanza que me has dejado amiga!!!!
BESITOS ENÈRGICOS ♣
Una leyenda preciosa la de Aretusa, Isabel.
ResponderEliminarAdemás, hoy me ha gustado especialmente la moraleja final, la que denuncia el mal trato y la violencia de los hombres sobre las mujeres.
Las fotos son maravillosas. Tengo que ir a Sicilia, está claro.
Besos y abrazos. Pronto, en persona. ¡Qué ganas!
Un bellìsimo relato: conmovedor. Gracias por tu regalo, amiga. Abrazos.
ResponderEliminarQuerida Isabel:
ResponderEliminarGracias por tus visitas que no han pasado desapercibidas para mi corazòn de viejo amigo.
El hehco es que además de la soledas, no esoty conectado a Internet, por eso estoy algo ausente a pesar de mis deseos.
Encuentro una vez màs tu don de autora enciclopedista, te felicito de todo corazòn por este grandioso espacio que creas permanentemente, y una vez màs mi abrazo por no haberme olvidado.
O sea, Isabel, que fue ayer la presentación del libro, me encantaría hacerme con un ejemplar, cuéntame por correo cómo lo consigo.
ResponderEliminarLa lectura de este último texto es deliciosa, de verdad. Dime cómo lo haces, Romana.
Un abrazo.
Que bella tu manera de narrarnos este mito, del que nada conocia... Uhm, que tiempos aquellos en que las dulces ninfas poblaban la tierra...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
Un placer volver a leer tus relatos pues los escribes de forma que parece que el lector pueda estar en la escena viviéndolo todo.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuánta belleza se encierra en esa leyenda que nos has traído en esta entrada. Me ha encantado
ResponderEliminarUna hermosa historia, que acompaña tu delicadeza acostumbrada, tus letras llenas de verdad.
ResponderEliminarMe encanto Isabel.
Unbeso
Necesitamos muchas fuentes que nos hagan de calmo espejo.
ResponderEliminarGracias estaba buscando data de estos temas! financial help
ResponderEliminarscholarships
He disfrutado mucho con esta lectura, sobre Aretusa y el deseo persiguiéndola.
ResponderEliminarSon hermosas historias que gusta de releer muchas veces.
Un abrazo.
¡Como disfruto con tus relatos!
ResponderEliminarAbrazo.
..encuentro en tu narrativa una exquisita forma de dar vida y pasión a la Antigüedad, voy a citarte en mi blog!
ResponderEliminarGracias y continua por favor!
admirable Isabel me encantò tu blog. Lo encontré buscando historias de Aretusa, la ninfa que me inspiró para realizar una pequeña escultura. Voy a enviarte mi historia de cómo sucedió esa inspiración por mail. Gracias por compartir todo esto. Abrazo
ResponderEliminarGracias, Alicia. He visto tu trabajo y me parece interesantísimo.¡Qué feliz encuentro! En mi perfil encontrarás mi e.mail. Espero que me cuentes de tu inspiración... Saludos cordiales.
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