Desarticulada y rota como una muñeca, Julia Drusila, te he enterrado en el jardín y no puedo siquiera señalar el lugar con una piedra. Los buenos pretorianos que querían librar a Roma de la tiranía de tu padre, el emperador Calígula, han decretado que debías morir con él y no menos brutalmente. ¡Tus dos años de edad te hacían muy peligrosa! Lloro por ti y por tu vida no vivida. Y ya que los mejores ciudadanos actúan así, imploro a las parcas que corten pronto el hilo de la mía.
NOTA 1: Julia Dursila (4 septiembre 39 – 24 de enero 41) era hija del emperador Calígula y su última esposa Milonia Cesonia. El día en que su padre fue asesinado por una conjura, los conjurados dieron muerte también a Cesonia y su hija. Según Suetonio, a la niña le estrellaron la cabeza contra una pared. Calígula fue enterrado secretamente en los Jardines de Lamia y es suposición mía que la hija y la esposa lo fueran también en el mismo lugar.
NOTA 2: Los romanos contaban la edad de una persona teniendo en cuenta los 9 meses de gestación, de ahí que se diga que Julia Drusila tenía dos años. Según nuestro cómputo, en el momento de la muerte tendría poco más de 16 meses.
Qué crueldad. Lo malo es que estas cosas siguen ocurriendo hoy en día.
ResponderEliminarCombatiendo la locura con más locura. Cuánta barbaridad en la historia.
ResponderEliminarUn abrazo, estremecido
y que luego digan que en interné no se aprende ná.
ResponderEliminaresta noche me puedo acostar temprano.
La Historia es una sucesión infinita de crueldades, venganzas, odios, muerte. Ni sé cómo hemos llegado hasta aquí, aún rodeados de hermosas obras de arte, libros, música, monumentos...
ResponderEliminarUn abrazo, querida Isabel, me ha impresionado la historia.
Pues yo también, como Arte Erótico, me he empapado hoy de algo nuevo. Terrible historia la que nos traes, querida Isabel. No parece que hayamos aprendido mucho desde entonces.
ResponderEliminarUn abrazo especial.
Ay, por favor, qué dolor. Qué daño podía hacer esa criatura. No tuvo la menor oportunidad. Y además matarla de ese modo brutal y despiadado.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
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ResponderEliminarCrueldad...Parece la parasíntesis de la "cruda realidad". Qué poco hemos cambiado a lo largo de los siglos. Tu texto nos imbuye de una piedad retrospectiva, de una atemporal solidaridad con la madre desesperada.
ResponderEliminarUn abrazo, Isabel
La crueldad del ser humano no tiene medida.
ResponderEliminarBicos
Somos unos seres terribles. Miedo me inspira nuestra situación. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarTemían por su "salvajismo", y acaso el mismo Calígula sin querer la había condenado antes, al decir que era "muy parecida a él".
ResponderEliminarQue los dioses cuiden de la niña y sigan guiando tu pluma, Querida Amiga!
Mi fuerte Abrazo!
¡¡Qué horror!! Al parecer la crueldad ha sido siempre una maldición que ha perseguido a la humanidad. Ha sido espeluznante esta entrada.
ResponderEliminarEstremecedor tu relato de hoy.
ResponderEliminarHorroriza pensarlo, pero el ser humano puede llegar a lo más sublime pero también a lo más negro y despiadado.
Un beso!
Demasiado joven como para cometer las 'crueldades' que ya se avisoraban en su caracter como contaban algunos historiadores/escritores. Quizas les molestara mas que la madre no fuera de origen noble?
ResponderEliminarQué barbaridad. La crueldad en los seres humanos no deja de sorprendernos en cualquier época.
ResponderEliminarMe ha resultado muy curioso el dato de la edad, pues lo desconocía.
Un beso querida amiga
aún lloran esos muros y esos jardines.
ResponderEliminaraún lloran esos muros y esos jardines.
ResponderEliminarAyyyy,amiga mìa,cuanta bestialidad toda junta!!!!
ResponderEliminarP.D.:Tal vez aquellos que perpetraron el crìmen,vieron en ese pequeño àngel la futura venganza...
BESITOS ETERNOS ISA QUERIDA ♣
Está claro que el ser humano es capaz de la mayor belleza y de la mayor violencia.
ResponderEliminarLo que hicieron con la hija de Calígula, una bebé al fin y al cabo, muestra lo ruines que podemos ser. Tantas y tantas barbaries a lo largo de la historia...
Y no me extraña el dolor de la madre. Aseguran que ver morir a un hijo es el mayor de los dolores.
Un abrazo fuerte, querida Isabel.
Que contradicciones las de Roma...
ResponderEliminarcurioso lo de contar los meses de gestación, me ha llamado mucho la atención.
Un saludo Isabel!
La brutalidad más abominable, en todos los tiempos se repite, no hay piedad ni para la inocente, no hay pizca de moral. A las niñas las desfloraban como otro método calculado antes de asesinarlas, así eran consideradas púberes, ejemplo la hija de Sejano.
ResponderEliminarLloro por la niñita y por su madre y por las muchas estrelladas y ametralladas, bombardeadas en sus casas de Palestina, Irak, Afganistan, Sudán...
Hermoso y dulce, triste recordatorio, homenaje a la inocencia, gracias Isabel, amiga.
Una bestialidad. ¿Qué culpa tenía esta niña de ser hija de un psicópata? Bastante desgracia tenía ya con haber tenido ese padre como para encima ser considerada poco menos que cómplice de los horrores cometidos por su progenitor.
ResponderEliminarSalud.
Los horrores que se comenten en pos de una libertad que otros arrebatan, sin medir, sin considerar.
ResponderEliminarBesos mi romana favorita!
Mejor morir que vivir en una sociedad donde sus mejores ciudadanos son capaces de matar a una niña de ese modo o de cualquier otro.
ResponderEliminarLa crueldad. La crueldad. Cuántas veces en la historia.
ResponderEliminarDe los escritores romanos también me gustan sus arrebatos de dolor funerarios.
ResponderEliminarRecordarás tú, queria Isabel, aquel texto dolorido por la muerte de una pequeña de seis años que decía que "era tan leve su peso para la tierra" ?
Uff, todavía se me ponen los pelos de punta.
Besos.
Gracias por tanta delicia .
!!!Qué horror!!!
ResponderEliminarA que grados somos capaces de llegar los humanos. ! y los tiempos no cambian!
Un abrazo querida
¿Qué culpa tendría este tierno bebé de los manejos de Roma? A veces pagan justos por pecadores.
ResponderEliminarBesos
Ciertamente peligrosa... desde luego que tenía que serlo...
ResponderEliminarSiempre me fascina darme una vuelta por aquí, aunque no deje comentarios ni rastro alguno, como pasó con el cádáver de la hija de Calígula.
ResponderEliminarAlgunos dicen que no era hija de Calígula pero el comportamiento de la niña que disfrutaba de arañar en la cara a otros niños es parecido al del emperador.
ResponderEliminarEl mal se arranca desde la raíz, porque si no estos te matarán.
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