El ambiente en la casa de las Vestales era sombrío cuando llegó un mensajero de parte de Amulio: la Vestal Máxima debía acudir de inmediato a la cabaña real, porque se iba a reunir el Consejo. Camilia frunció el ceño. Consciente de las maniobras de Amulio para utilizar en su favor la irritación en las calles, sabía que la convocatoria del Consejo pretendía forzar la renuncia de Aurelia. Y lo que era peor: no veía el modo de impedirla.
Esta era su última preocupación, pues poco antes había recibido a las hermanas Énule y Amnesis, muy inquietas. No habían encontrado a Rea Silvia en el bosque de Silana, como esperaban, y temían, por algunos indicios, que hubiera regresado a Alba Longa seguida por los secuaces de Amulio. Camilia las había tranquilizado. Convenía salir en su busca enseguida, esconderla en su casa cuando dieran con ella y enviarle un recado con mucha discreción. La casa de las Vestales podría estar vigilada.
- Adriana, ve con uno de nuestros siervos al mercado y compra un lechón. Si Aurelia renuncia, será preciso tomar los augurios y lo necesitaremos – dijo Camilia a la vestal –. Encárgate también de avisar al augur Appius. Que acuda a la cabaña real y espere en la puerta a ser llamado.
La Vestal Máxima se cubrió la cabeza con su velo y salió. Las calles estaban abarrotadas de público, la inquietud era evidente. Muchos callaban al verla llegar y le abrían paso, pero no había sonrisas ni afabilidad en sus rostros. Tampoco ella sonreía: le pesaba mucho el no haber podido cumplir la promesa de proteger a Rea Silvia y ahora su amiga y reina Aurelia estaría más desamparada que nunca.
Los diez miembros del Consejo se hallaban ya en el salón de la cabaña real cuando llegó Camilia. Se pusieron en pie, la saludaron con una inclinación de cabeza y ella les devolvió de igual manera el saludo. La reina Aurelia estaba situada en el centro del semicírculo formado por los consejeros con su cuñado Amulio sentado a su diestra. A pesar de la penumbra, en el rostro de la reina se apreciaban las huellas del sufrimiento. Profundas ojeras apagaban la luz de sus ojos siempre animados y su tez empalidecía con las mandíbulas apretadas. Camilia se sentó a la izquierda de la reina.
- Señora, este es un momento muy doloroso para todos nosotros – dijo poniéndose en pie el consejero de mayor edad, un hombre de pelo blanco –. La pérdida que ha sufrido tu casa se le ha infligido también a Alba Longa, pues tu hijo debía suceder en el trono a tu esposo Númitor. Era un gran guerrero y un joven muy amado. Nos condolemos contigo.
- Así es, reina Aurelia – intervino un segundo consejero, más joven, cuando el anciano se sentó –. Tu hijo hubiera sido un buen rey, pues había recibido de sus progenitores las enseñanzas y el ejemplo necesarios para serlo. Apelamos a tu buen sentido y tu responsabilidad, tantas veces demostradas, para que renuncies al trono.
Hizo una pausa en su discurso mientras paseaba la vista por el rostro de la reina y los consejeros. Amulio miraba al suelo.
- Ignoramos de dónde ha venido ese ataque cruel – prosiguió –, y podría preceder a otro más extenso contra toda la ciudad. Está empezando la estación de la guerra y muchas ciudades ambicionan apoderarse de la nuestra. Debemos preparar nuestro ejército y poner al frente a quien lo pueda dirigir.
- Nadie nos ha declarado la guerra – respondió la reina –, ni he oído jamás que un pueblo atacase a otro sin haber cumplido los rituales, pedir el beneplácito de los dioses, ni avisar. Éste ha sido un ataque sorpresivo y vil. La traición no suele venir de fuera.
- Con más motivo, entonces, debemos actuar, puesto que nos enfrentamos a un peligro nuevo y desconocido – insistió el consejero, aunque a nadie le había pasado por alto la última frase de la reina.
A una leve señal de Amulio, uno de los criados que estaban en pie al fondo de la estancia hizo pasar a Catión, quien se deslizó en silencio y se colocó junto a la pared de manera que la reina lo viera bien. Aurelia comprendió perfectamente la amenaza de su cuñado de culparla a ella y no insistió en el argumento de la traición. Se inició un tenso debate.
La luz que entraba por el hueco de ventilación abierto bajo la viga cumbrera se desplazaba lentamente por las paredes de la cabaña al avanzar la tarde y perdía intensidad. La discusión se prolongaba: unos consejeros abogaban por esperar el regreso de Númitor, mientras otros pedían la renuncia de Aurelia. Los razonamientos de unos y otros giraban obsesivamente en torno al peligro y la exigencia por parte los propios albanos de armar un ejército, hasta que Amulio rompió el estancamiento.
- Habías manifestado esta mañana, reina Aurelia que, temiendo por la salud delicada de tu marido y cómo podría afectarle esta desgracia, renunciarías al trono en su nombre – dijo Amulio –. Se lo dijiste a la Vestal Máxima delante de mí. No entiendo tu actitud ahora. ¿Ha cambiado algo desde entonces?
- Te dije que lo haría cuando estuviera aquí mi hija para acompañarme.
- ¿Dónde está tu hija? – preguntó rápidamente el segundo consejero.
- No lo sé – respondió despacio Aurelia. Y tuvo conciencia de haber caído en una trampa.
- Temo por ella, sí. Es una niña.
- Y estando tu hija en peligro, ¿te niegas a poner un rey al frente de los guerreros que, además, la buscarían y defenderían de inmediato? Con todo el respeto, señora, el dolor te ha alterado el juicio. Ni el rey Númitor ni ninguna madre de esta ciudad aprobará tu conducta – concluyó el consejero con aire de triunfo.
Los demás consejeros quedaron atónitos. Tampoco ellos entendían por qué estaban discutiendo si la reina estaba dispuesta a renunciar. Sin duda, algo le ocurría a esa mujer prudente. Arreciaron los argumentos para convencerla, ahora procedentes de todos los consejeros.
- ¿Quiénes son los asesinos, dices? – preguntó con amargura Aurelia – Si estuviera en mi poder, ya los habría castigado.
- Sea como me pedís – claudicó Aurelia, comprendiendo que la batalla estaba perdida. Su tentativa de ganar tiempo por si regresaba Númitor había fracasado. Pero no estaba todo perdido: confiaba en la Vestal Máxima y en su capacidad para proteger a Rea Silvia. Al menos, su hija estaría en estos momentos a salvo y eso era lo más importante para ella.
– Preparad lo necesario para formalizar la renuncia – añadió, mientras se ponía en pie con la mayor dignidad.
Los demás consejeros quedaron atónitos. Tampoco ellos entendían por qué estaban discutiendo si la reina estaba dispuesta a renunciar. Sin duda, algo le ocurría a esa mujer prudente. Arreciaron los argumentos para convencerla, ahora procedentes de todos los consejeros.
- La población se volverá contra ti, Aurelia si, por tu terquedad, sus hijos son atacados por sorpresa y mueren – concluyó el consejero más anciano –. Además, querrás averiguar quiénes son los asesinos de tu familia. Cuanto más tardemos, más ventajas les damos a ellos.
- ¿Quiénes son los asesinos, dices? – preguntó con amargura Aurelia – Si estuviera en mi poder, ya los habría castigado.
- Pues danos el instrumento para hacerles pagar su crimen: renuncia a favor de tu cuñado Amulio y todo se resolverá.
- Sea como me pedís – claudicó Aurelia, comprendiendo que la batalla estaba perdida. Su tentativa de ganar tiempo por si regresaba Númitor había fracasado. Pero no estaba todo perdido: confiaba en la Vestal Máxima y en su capacidad para proteger a Rea Silvia. Al menos, su hija estaría en estos momentos a salvo y eso era lo más importante para ella.
– Preparad lo necesario para formalizar la renuncia – añadió, mientras se ponía en pie con la mayor dignidad.
Dos amigas anuncian la escritura de esa novela en sus blogsmª Antonia moreno y la dame masquée . Gracias a ambas, su ayuda se agradece mucho.
Esto es una encerrona en toda regla.
ResponderEliminarPero confío en poderos narrar que Amulio y "la innombrable" no se salen con la suya.
Isabel, que me niego a narrar que salgan victoriosos!!!
:)
Ahora en serio, Isabel. Mi admiración para ti y para tu obra. Ya lo sabes.
Y esto de leerla por capítulos tiene el atractivo de la expectación. ¡Qué arte para terminarlos en el momento más tenso!
Este abrazo para ti!
Ahora sí que hubiera necesitado que siguiera un poco más. Estoy preocupada por la reina y por Rea Silvia.
ResponderEliminar¿Tendrán entre tantas mujeres algún as guardado en la manga? Eso espero. Y si no lo tienen ellas, seguramente, lo tendrás tú.
Besos impacientes, querida Isabel.
Con la salud del Rey y ese mensajero que se ha quedado tan nervioso al volver, con Rea Silvia, tan cerca y tan lejos...Aurelia y Camilia han de rebasar todos los obstáculos, practicamente solas...que así sea.
ResponderEliminarUn abrazo Isabel, estoy en suspenso.
Aquí sentadita y descansando mientras te leo. Un placer, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarAurelia es lista, pero Criseida lo tiene todo pensado. A ver qué hace Rea Silvia.
ResponderEliminarQue temple que ha sabido tener la reina aùn en los momentos en que todo y tod@s supieron ponerse en su contra!!!
ResponderEliminarP.D.:Vuelvo a leerte con muchìsimo entusiasmo cada una de las palabras que con tanta tenacidad nos relatas... :)
MIS BESITOS PERSEVERANTES AMIGA ;-)
¡Pobre Aurelia! Amulio va a conseguir lo que tanto desea.
ResponderEliminarMe encanta Isabel.
Bicos
debería dimitir, ha estado muy sosa, o espabila o se la van a cargar a ella también.
ResponderEliminarMal se ponen para Aurelia y para toda su familia. Confiemos en las vestales y, sobre todo, en la prudente Camilia, que los hombres del Consejo no intuyen.
ResponderEliminarEsto marcha, Isabel. Lanzados vamos y la emoción crece.
Un beso.
Yo confío, más que nada, en la porquera: me parece inteligente y fiel.
ResponderEliminar¿Tendrá que renunciar? ¿Qué pasará?
ResponderEliminarEsperamos con ansia el próximo paso.
Besos.
♥
ResponderEliminarEstoy siguiendo con mucho interés cada entrega. Muy interesante.
Salud♥s
triste momento en que la luchadora Aurelia se ve obligada a claudicar, pero con la esperanza de que no estaba todo perdido. Yo creo que Aurelia es de las que no se rinden nunca.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
bisous
El manejo del suspenso es uno de tus atributos más destacados. Vamos caminando por la cornisa a la espera del próximo capítulo. Abrazos.
ResponderEliminar¡Siempre adelante, Isabel!
ResponderEliminarHoy quiero destacar la belleza de las imágenes con las que acompañas el texto. ¡Muy adecuadas, además!
Abrazos
Como bien decía Aurelia, la traición suele venir de dentro, y la pobre reina ha de ceder el poder precisamente al traidor...
ResponderEliminarExpresado de forma exquisita, tu relato va tomando forma, Isabel y estoy segura que cosechará éxitos cuando la novela se halle finalizada, pues capta muy bien el interés del lector.
Te dejo un gran beso y mis mejores deseos para el fin de semana.
Isabel algo le pasa a tu pagina, me ha costado leerlo lo que se dice 'un Peru', en pedazos; algo hay que se detecta como virus y a riesgo que entren los autenticos troyanos tuve que bajar el antivirus sin asco para leerlo.
ResponderEliminarComo siempre, las escenas estan magnificamente pintadas, las discusiones, las trampas, la codicia y el tomar a lo que se ama de rehen (vaya si conozco algo de esto, aunque no sean crios), el estar sola entre la pared y cientos de espadas aunque ya sabes que yo suelo hacer otra comparacion pero en esta epoca no esa muy de moda qu digamos o falta n siglos de tecnologia para ello.
Pobre Aurelia. No ha tenido más remedio que renunciar. Cómo ha debido de dolerse, sin poder denunciar al traidor que tan cerca tiene.
ResponderEliminarBuen fin de semana, Isabel. Un beso
Se aproximan tiempos mejores. Estoy a punto de ser rey. Y a Aurelia que la zurzan, terminará siendo lo que siempre debió ser: una donnadie. En cuanto a su hija, Rea Silvia, daré con ella y acabaré con el último obstáculo que puede interponerse entre la corona y yo mismo.
ResponderEliminarEn fin, se siente, aquí gano yo, que soy el malo. Que le vamos a hacer, no soy el único que ha cometido crímenes para reinar. Es necesario mano dura y tener al pueblo metido en un puño. Basta de monarcas blandos y buenos. Empieza mi época.
Salud y República amuliense.
¡Cuánta tensión para la pobre Aurelia! El ser o no ser hamletiano en estos idus de marzo que presagian malos augurios. Marzo, el mes de Marte, el dios de la guerra. Pero una débil lucerna alumbra la esperanza (y la espera expectante del siguiente capítulo).
ResponderEliminarAve, Isabelia, los lectores te saludan.
Comparto tu criterio y determinación, Rey Amulio. La mosquita muerta de tu cuñada Aurelia, bien sabe hacerse la víctíma para congraciarse y tener de su parte a la plebe ignorante. Pero se acabaron las tretas. Un rey que se precie de serlo, debe hacerse valer y ser temido para que el pueblo lo respete, y aquí no cabe la piedad. Para ceñir la corona has de ser implacable y no ceder a los remilgos. En cuanto a Rea Silvia, no hay de qué preocuparse. Algún cazador puede "confundirla" con una bestia en el bosque y alcanzarla con un venablo. Ave, Amulio, Romanum rex!!
ResponderEliminarCuriosa y "actual" utilización del supremo bienestar de los hijos para conseguir metas poco dignas.
ResponderEliminar¡qué poco hemos cambiado!
One Kiss & Happy Weekend
Una encerrona a base de elocuencia, de aquello llamado retórica tan amada por los romanos. Todo puede manipularse con labia.
ResponderEliminarAurelia baja los brazos, triunfa la iniquidad, ¿y la Vestal? espero sus venerables palabras o todo está perdido.
Sufro por la niña Rea, aunque la acompaña un amiga, los Hados a veces son crueles.
Espero, pues, tu veredicto sumisa.
Isabel no tardes que estoy muy inquieta.
Gracias por coment. en mi blog.
Un abarzo cariñoso.
La injusticia ha tomado el poder.
ResponderEliminarPero los ojos de los ciudadanos sólo ven lo aparente.
El miedo se apodera de los hombres descartando así cualquier análisis, cualquier duda que les anime al deseo de conocer la verdad.
Pero mientras exista alguien que la conozca, la justicia se abrirá paso como el agua en cualquier momento!
Hoy vengo con seriedad y solemnidad, porque el capítulo lo requiere! XD
Mientras espero la llegada de la verdad y la justicia, porque tiene que llegarrrrrr, ayyyyy
Un beso
Crónica de una renuncia anunciada. Se veía venir. Menos mal que la reina cesante puede confiar en la Vestal máxima para que no le pase nada a su hija, su gran preocupación.
ResponderEliminarUn saludo.
No sabía yo que hubiera una estación para las guerras, supongo coincidiría con el buen tiempo ¿no?
ResponderEliminarNos intrigas con cada capítulo.
Abrazos
Es un placer volverte a leer, querida Isabel, y compruebo que sigues haciendolo tan maravillosamente bien como siempre.
ResponderEliminarUn enorme abrazo y feliz fin de semana.
En esa postura de dignidad del personaje al final, hay muchas claves.
ResponderEliminarBesos.
Las cosas se ponen feas para Aurelia, pues no ha podido retener la corona en manos de su familia. Al menos su hija está a salvo, en principio.
ResponderEliminarBesos
Cada vez el relato se hace más interesante y la emoción avanza en intensidad, siguiendo la norma horaciana de que el interés por la narración debe ir in crescendo. Estoy más que intrigado por ver cuándo y cómo conviertes a Rea Silvia en Vestal. Creo que te va a salir una novela con mucho cuerpo y con considerable extensión. Te felicito nuevamente por tu trabajo, Querida Isabel.
ResponderEliminarTe envío un abrazo,
Antonio
yujuuuuuuuu
ResponderEliminarhoy es madrugada de sábado y como tal , me voy a jincar mis dos episodios de Roma by Isabel Barceló; esto necesita postura horizontal , me voy a la cama con el pc, ya luego o mañana te comento que acostada no veo el teclado.
Te lo digo para que sepas que he estado aquí.
Aunque si no me puedo aguantar te dejaré algo aunque sea mal escrito....
un beso.
Ya me he puesto al día.
ResponderEliminarLlega Númitor o no llegaaaaaaaaa?
No tardes en darnos el próximo episodio...Me has dejado la esperanza de que suceda algo inesperado a favor de la reina
ResponderEliminarToda la belleza en senderos antiguos...
ResponderEliminarHola almena, en esta situación tan crítica y dura para la familia real de Alba Longa, ¡sólo faltaría que la narradora se declarase en rebeldía! Siempre hacen falta los testimonios sinceros, para lo bueno y para lo malo. Gracias por tu confianza, querida amiga.
ResponderEliminarHola virgi, no sé si tendrán algún as en la manga, como dices. En cualquier caso, si miramos adelante en el tiempo, o releemos el primer capítulo, quizá nos demos cuenta de que las cosas debían discurrir así y no de otra manera. Un abrazo, guapa.
Saludos mayte, verdaderamente el panorama es duro, sobre todo para nosotros, lectores. Para los protagonistas lo es menos, porque en definitiva ninguno sabe del otro, lo suyo es padecer por incertidumbre... Besos.
Hola emejota, así me gustaría estar a mí, sentadita y relajada... Besotes.
ResponderEliminarHola anabel botella, la pobre Rea Silvia aún está sin saber qué ha ocurrido. No sabemos cómo reaccionará. Besitos.
Hola gabu, yo creo que Aurelia es muy consciente desde el principio que no podrá hacer mucho contra Amulio. Salvar las vidas ya se le antoja mucho. Besos.
Hola dilaida, la maldad, como bien sabes, es militante y, cuando se pone en marcha, es difícil de parar. Besitos.
ResponderEliminarHola historia del arte, frente a la ambición de Amulio y Criseida, la muerte del hijo y la situación de debilidad en que la han dejado, Aurelia está bastante quebrantada. Besitos.
Hola isabel martínez barquero, la tensión crece y no sabemos aún cómo se resolverá esta situación tan cruda. Besos.
Hola mariajesusparadela, al dar tu confianza a la porquera se ve que amas lo natural y confías más en la sencillez que en la sofisticación. Haces bien. Besos, guapa.
ResponderEliminarHola elysa, ya ves que la cosa está mal... Besos.
Hola melba reyes a, gracias por alegrarte y padecer con nosotras. Besos.
Hola la dame masquée, también yo creo que Aurelia es una luchadora de primera línea. Hemos de confiar. Besotes.
ja, ja, fgiucich, me ha encantado esa metáfora de la cornisa sobre la que caminamos. Un abrazo.
ResponderEliminarHola xibeliuss, desde luego las imágenes me cuestan mucho de encontrar y/o de adecuar. ¡Casi tanto trabajo como escribir la historia! Besos.
Hola mayte dalianegra, gracias por tu confianza en el resultado final. Haré todo lo que pueda y lo mejor que pueda para que sea como tú dices. Un abrazo.
Hola alejandra sotelo faderlan, tienes mucha razón, Aurelia está acorralada y sin muchos recursos para zafarse de esa situación. Los traidores han sabido preparse bien, aunque luego vayan aprovechándose hábilmente de las circunstancias.
ResponderEliminarEs terrible, mª antonia moreno, como dices, tener tan cerca al traidor y no poder denunciarlo. Eso arrasa cualquier corazón. Besos.
Bueno rgalmazán, desde luego es tu hora. ¡Si no la aprovechas puede que pierdas la oportunidad para siempre! Como muy bien han dejado entender algunas contertulias, hace falta la maldad tuya para que brille la bondad de los demás (y la maldad extrema y terrorífica de tu parienta). Besitos.
Para mí la presencia de Appius es un signo de buen agüero. Así que, contra todo pronóstico, Aurelia no formaliza la renuncia...o eso me gustaría a mí. Vamos Aurelia, aguanta, que los Dioses están contigo !
ResponderEliminarUn besazo Isabel
Hola miguel cobo, cierto, estamos en el mes de Marte, el dios de la guerra, cuando los ejércitos comenzaban a luchar. Esperemos ver esa luz... Besos.
ResponderEliminarSaludos opabimia/Criseida y celebro que estés de acuerdo con tu señor esposo. Hace falta mano dura, mucha mano dura, para hacerse temer ya que no hay para vosotros esperanza de haceros amar. Así están las cosas. Y espero que si algún cazador en el bosque se siente tentato de confundir a Rea Silvia con un ciervo, los dioses lo confundan a él y se clave el venablo en su propio pie.
A sus pies, señora.
Si, señor bagoas, hemos cambiado poco. La ropa, la vivienda y poquito más. Besos y buen fin de semana.
Hola natalí, Amulio y Criseida son expertos en manipular y mentir, así que no nos extraña nada que hayan conseguido arrinconar a Aurelia. Esperemos, sí, que Rea Silvia, nuestra niña, nuestra esperanza, salga con bien de ésta. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola áfrica, el miedo pone muchas vendas en los ojos y esa pareja de usurpadores saben también jugar sus cartas y disimular. Engañar al prójimo es algo corriente para ellos, su modo de vida. Esperemos que, como dices, triunfe la justicia. Un abrazo.
A veces es preciso perder para llegar a ganar algún día, cayetano. Eso lo comprendes porque eres un buen pastor. Un abrazo.
Hola isabel, en efecto, en la antigüedad se guerreaba al inicio de la primavera, que para ellos era el inicio del año. Luego tenían que atender todas sus obligaciones como campesinos: cosechar, sembrar... Un abrazo.
Hola cornelivs, un placer verte asomar por aquí otra vez. Se te echa de menos. Un abrazo.
ResponderEliminarHola pedro ojeda escudero, soy de tu misma opinión. La dignidad hace falta en todas las situaciones, pero sobretodo cuando se pierde. Besos.
Hola carmenBéjar, has acertado: su hija está bien... en principio. Besotes, guapa.
Saludos, antonio martín ortiz, ja,ja, creía que ya intuirías por donde iba a discurrir la historia... Me alegro que no sea así. Mas emoción ¿no? Gracias por tus elogios. No podéis imaginaros cuánto me animan y me estimulan vuestra confianza y vuestros comentarios. Un abrazo.
ResponderEliminarJa,ja, reyes, ya veremos si llega, cuándo y cómo. Hay que esperar... Besitos, guapa.
Hola diana laura, como suele decirse la esperanza es lo último que se pierde. A mí siempre me ha impresionado mucho pensar en las personas que están sufriendo y su esperanza se ve defraudada. Un abrazo muy fuerte.
Saludos, mentecado. La belleza está allí donde sabemos mirar... Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola ana, vamos depositando la confianza en unos y otros para que contribuyan a resolver la situación. A veces llega de donde menos se espera. A veces no llega nunca. Besos y feliz fin de semana.
¡Oh no! Qué terrible ha sonado esa palabra: "claudicó" Aurelia. Ah, dioses, Catión adelantado como una sombra, ¡maldito seas, vendido, víbora asquerosa! Y arrojados al Hades sean los conspiradores: Amulio y Criseida, que solo sienten en su ánimo una pasión: la de la envidia.
ResponderEliminar¡Putrefactos, ruines!
Malas noticias llegan a la cabaña real, ni siquiera acierta Aurelia en la protección ya otorgada a mi adorada Rea Silvia por parte de la Vestal Máxima.
Bueno, he de aportar un poco de luz, Rea Silvia, ¡por Juno! aliviará el dolor a su madre, pues vivirá para hacerlo. Escucho como susurra el viento entre las humildes hojas de las encinas para corroborarlo.
Terrible episodio, la preocupación en el rostro del pueblo, el paseo de Camilia apesadumbrada, la incomprensión de los consejeros, ¡oh dioses! Isabel querida, parece que el mundo se desmorona: llegan las noticias de Japón y en nuestro mundo literario las de la indefensión de la reina Aurelia, y no tenemos dónde agarrarnos.
¿Qué hemos de hacer? Voy a encenderle un incienso a mi muy íntima Silana, ¡terribles noticias han llegado!
Un gran abrazo, querida amiga. Increíble cómo nos tienes.
Hola elena clásica, cierto lo que dices que, de todas partes, nos llegan malas noticias, siendo las peores, sin duda, las que hablan de la actualidad y la muerte y el estrozo de tantas y tantas personas y familias. También yo voy a encender una varita de incienso y pedir a Silana que proteja a tantas personas como pueda: a nuestra Rea Silvia, desde luego, y a la Palantea, y a Aurelia, y a Camilia, y a tantas buenas personas como hay en Alba Longa deseando ayudar. Y que ayude también a quienes en nuestro mundo de hoy se han olvidado de los bosques sagrados y las Silanas. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarimagino esos bosques y ese templo.
ResponderEliminarNo puedo ni imaginarme la angustia de esa madre y reina ...
ResponderEliminarUn abrazo Isabel
"Esto está que arde"
ResponderEliminarLa persona mas desprotegida y maltratada es Aurelia, que siendo la Reina no puede decidir, ni dar órdenes, y el dolor que debe sentir por la muerte de su hijo y la desaparición de Rea S.
El rey Numitor, tampoco está para librar muchas batallas.
Rea S. y Palantea, confío en que encuentren alguna estratagema, para desbancar a Amulio...
BSS...
Este ha sido un capítulo muy tenso, una intriga palaciega bien hilvanada y llevada con maestría. ¿Podrá Aurelia ganar un poco más de tiempo hasta que su esposo regese?
ResponderEliminarDiantres, estoy a punto de entrar en accion... Y en un contexto de espanto...
ResponderEliminarMe quedo con el ejemplo de dignidad más allá del profundo dolor del personaje.
ResponderEliminarSeguimossss.