(XV)
Asomaba la aurora por el horizonte cuando Énule, para dar cuenta a la Vestal Máxima Camilia de su entrevista con Aurelia, atravesó el umbral de la casa de las vestales. Salvo aquellas que se retiraban a dormir después de haber velado durante la noche el fuego sagrado, el resto de las habitantes de la casa estaba iniciando las tareas cotidianas: limpiar, moler, tejer, hilar, ir a por agua, preparar los alimentos. Tan pronto como Camilia la vio entrar, la hizo pasar a su cuarto y mandó llamar a Rea Silvia.
No les sorprendieron las noticias que traía del Aventino. Que Aurelia y Númitor habían aceptado la invitación para asistir a los ritos matrimoniales de su sobrina ya lo sabían, pues la propia Anto se lo había comunicado a Rea la tarde anterior. Les impresionó, en cambio, conocer el estado de postración en que había quedado Aurelia tras conocer el embarazo de Rea y relacionarlo con el sueño premonitorio que había tenido unas noches antes. A juicio de Énule, su desazón y angustia la incapacitaban para ayudar en ese momento. Lo que hubiera de hacerse, habrían de decidirlo ellas tres. Así, durante largo rato debatieron sobre el mejor modo de actuar.
- Esta es la situación – resumió finalmente Camilia dirigiéndose a Rea –: tu marcha al Aventino para dar a luz en secreto sigue siendo la solución más apropiada y segura. La dificultad, ahora, es cómo eludir tu asistencia al matrimonio de Anto sin que se ofendan tus tíos, los reyes. Si Amulio y Criseida se disgustan pueden negarte el permiso para ir con tus padres y todo nuestro plan se vendría abajo.
Este último era un aspecto muy importante a considerar, pues las tres conocían el riesgo. Aunque no lo expresaran con palabras, tenían muy presente el encono y el odio que sentían los reyes hacia Rea Silvia. La joven vestal prefería no pensar en ello. Desde su consagración a Vesta, las veces que, por razón de su sacerdocio, había coincidido en actos públicos con sus tíos, se había mantenido a distancia. Le alteraba profundamente su cercanía, pues no podía olvidar que su hermano había sido asesinado por orden suya y que ella misma, de no haber intervenido felizmente Camilia, también estaría muerta. Si ya era difícil para una persona adulta encajar una monstruosidad semejante y fingir que no había pasado nada, cuánto más duro sería para un corazón joven.
Sin embargo, durante su reclusión voluntaria en la casa de las vestales, Rea Silvia había reflexionado mucho y aprendido algo esencial: para lograr que sus hijos naciesen, debía luchar ante todo por su propia supervivencia. Y no olvidaba ni un instante el consejo que le había dado la adivina Celia: a veces, para subsistir, hay que doblegarse a la fuerza del viento. La fuerza la tenían en ese momento el rey Amulio y su esposa y, aunque le repugnase, debía aceptarlo así. Desde la tarde anterior, un pensamiento aún sin concretar le rondaba la mente y, de improviso, tomo cuerpo.
- Cambiemos de idea – dijo –. Hagámoslo al contrario: ¿por qué no aprovechar el matrimonio de mi prima para convencer a Amulio y Criseida de que me dejen marchar al Aventino con mis padres?
La Vestal Máxima y Énule, que seguían intercambiando opiniones, se interrumpieron para mirarla, sorprendidas.
- Si no voy a la boda, atraeré aún más la atención. Todo el mundo se extrañará de no verme, daré pie a habladurías y rumores. Puesto que mi salud me impide supuestamente desplazarme a una cabaña que está aquí al lado, ¿no me negarán mis tíos el permiso para ir hasta el Aventino alegando que se trata de un viaje demasiado largo y peligroso? ¡Ay, amigas, temo tanto las artimañas de Criseida como su odio!
- Quizá tengas razón… – concedió Camilia.
- ¿No te verán el vientre abultado? – intervino Énule.
- Ahora aún lo puedo disimular, pero ¿qué ocurriría si mis tíos me negaran el permiso y dentro de tres o cuatro lunas exigieran verme? Prefiero arriesgarme ahora, pues si me quedo escondida seguro que me descubrirán.
- ¡No lo digas siquiera! Sería horrible. ¿Se te ocurre alguna forma de convencerlos?
- Aún no, pero… – dijo con animación creciente Rea –. Los invitados deberían verme muy desmejorada, creer que padezco una dolencia grave. Haciéndose pública mi enfermedad, mis tíos no tendrían excusas ni argumentos para impedir a mis padres llevarme consigo. Podría, incluso, fingir un desmayo.
- Eso convendría reflexionarlo – objetó Camilia – porque algunas personas se acercarían a socorrerte, cuando lo aconsejable es que nadie se te aproxime mucho. A cierta distancia pasa más desapercibida tu redondez.
Debatieron durante largo rato estas ideas, ponderando contingencias y riesgos, cada vez más convencidas de la necesidad de llevarlas a cabo.
- En resumen, hemos de conseguir varios efectos – concluyó Énule –: mantener a la gente a distancia, disimular todo lo posible tu vientre y lograr que parezcas muy enferma.
- Y no olvides que necesitamos el favor de los dioses, porque de lo contrario… – añadió Camilia –. De propiciarlos me encargo yo. Nos quedan tres días para planear y resolver este asunto, tiempo suficiente si pensamos y trabajamos deprisa. ¡Pongámonos a la tarea!
Por primera vez en mucho tiempo, Rea Silvia se sintió renacer. Una potente energía brotaba en su interior llenándola de fuerza y de un sentimiento parecido al júbilo. Había descubierto, de pronto, que una parte de su destino dependía de ella misma, que no era necesario aguardar a que se desarrollaran los acontecimientos, sino que tenía la capacidad de provocarlos con su propia conducta. Cobraban así nuevo sentido las palabras de Celia, esa gran sabia: eran infinitas las maneras en que el hado se podía cumplir. No esperaría de brazos cruzados: era mucho mejor afrontar con decisión el futuro inmediato, poner los medios para proteger su maternidad.
Iniciativa, determinación y coraje florecieron en la joven vestal como las amapolas en los campos y produjeron el mismo efecto benéfico en cuantas personas se hallaba a su alrededor: iluminó sus espíritus y les insufló deseos de actuar. La eclosión de esas cualidades, fruto, sin duda, de su propio esfuerzo y de una madurez acelerada por las circunstancias, obraron un cambio radical en Rea Silvia que sería irreversible. De ello dejó constancia en su crónica oral Urbano Lacio cuando afirmaba “no la doblegaron ni el tiempo ni los sufrimientos/ pues una alegría interior la sostenía./ Si fue obra de Luna, de Divaida o de ambas diosas, poco importa:/ las madres gestan secretos que sólo conocen ellas.”
Equipada pues con esta nueva arma, llamó a su doncella Tuccia y le dio instrucciones: necesitaba que un criado fuera a buscar a su amiga Palantea y la hiciera venir urgentemente a la casa de las vestales. La encontraría seguramente en el bosque de Silana pero, si no estuviera allí, que fuera a la cabaña de Kritubis para averiguar dónde podía haber llevado a sus cerdos. Entretanto, la propia Tuccia iría a casa de la orfebre Valeria y la haría venir con su ayudante, pues le urgía conocer cómo se estaban desarrollando sus encargos; que le trajeran al mismo tiempo varias joyas y amuletos adecuados para regalar a Anto el día del matrimonio. Todo debía hacerse esa mañana.
Tampoco perdía el tiempo Énule: reunida con su hermana Amnesis en la penumbra de su cabaña, meditaban acerca de lo hablado con la Vestal Máxima y Rea Silvia y se concentraban en resolver alguno de los problemas. Se hacían en voz alta la pregunta “¿cómo parecer enferma?” y la repetían como una salmodia mientras penetraban más y más en sus propias mentes en busca de una revelación. Amnesis vio imágenes de rostros con una extrema palidez, pero no era útil en este caso: después de tanto tiempo sin exponerse a la luz del día, Rea estaba muy pálida. Sin embargo, había ganado peso y las formas de su cuerpo eran rotundas, lo que contradecía una apariencia enfermiza.
Esto las orientó a indagar en otra dirección. Rebuscó Énule en su memoria mujeres a quienes hubiera tratado con sus prácticas sanadoras. Se hundió en el tiempo y discurrió hacia atrás, antes de llegar a Alba Longa, y más atrás, cuando vivía en Tarquinia y, por fin, cuando habitaba en su Lavinio natal y aprendía de la sabiduría de una anciana. Ella le había enseñado las propiedades de las plantas y de ciertos animales; cómo emplearlas para curar o matar; los distintos modos de aplicación; las combinaciones, las proporciones y dosis así como las palabras mágicas sin las cuales todo lo demás se revelaba inútil frente a la fuerza de la naturaleza.
Recordó entonces a una mujer joven a quien se le hinchaba todo el cuerpo, en especial el vientre, y la piel se le había tornado de un color amarillento. Se había debilitado rápidamente, olía mal y vivió poco tiempo.
- Esto es lo que necesitamos – dijo abriendo los ojos y dirigiéndose a su hermana –: hemos de darle al cuerpo de Rea Silvia una tonalidad amarillo-verdosa. Mezcla tus tierras de colores hasta formar la combinación adecuada y piensa en cómo ligarlas para untarle la piel. Nadie conoce aún tu habilidad en la pintura de las paredes, así que no sospecharán…
No les sorprendieron las noticias que traía del Aventino. Que Aurelia y Númitor habían aceptado la invitación para asistir a los ritos matrimoniales de su sobrina ya lo sabían, pues la propia Anto se lo había comunicado a Rea la tarde anterior. Les impresionó, en cambio, conocer el estado de postración en que había quedado Aurelia tras conocer el embarazo de Rea y relacionarlo con el sueño premonitorio que había tenido unas noches antes. A juicio de Énule, su desazón y angustia la incapacitaban para ayudar en ese momento. Lo que hubiera de hacerse, habrían de decidirlo ellas tres. Así, durante largo rato debatieron sobre el mejor modo de actuar.
- Esta es la situación – resumió finalmente Camilia dirigiéndose a Rea –: tu marcha al Aventino para dar a luz en secreto sigue siendo la solución más apropiada y segura. La dificultad, ahora, es cómo eludir tu asistencia al matrimonio de Anto sin que se ofendan tus tíos, los reyes. Si Amulio y Criseida se disgustan pueden negarte el permiso para ir con tus padres y todo nuestro plan se vendría abajo.
Este último era un aspecto muy importante a considerar, pues las tres conocían el riesgo. Aunque no lo expresaran con palabras, tenían muy presente el encono y el odio que sentían los reyes hacia Rea Silvia. La joven vestal prefería no pensar en ello. Desde su consagración a Vesta, las veces que, por razón de su sacerdocio, había coincidido en actos públicos con sus tíos, se había mantenido a distancia. Le alteraba profundamente su cercanía, pues no podía olvidar que su hermano había sido asesinado por orden suya y que ella misma, de no haber intervenido felizmente Camilia, también estaría muerta. Si ya era difícil para una persona adulta encajar una monstruosidad semejante y fingir que no había pasado nada, cuánto más duro sería para un corazón joven.
Sin embargo, durante su reclusión voluntaria en la casa de las vestales, Rea Silvia había reflexionado mucho y aprendido algo esencial: para lograr que sus hijos naciesen, debía luchar ante todo por su propia supervivencia. Y no olvidaba ni un instante el consejo que le había dado la adivina Celia: a veces, para subsistir, hay que doblegarse a la fuerza del viento. La fuerza la tenían en ese momento el rey Amulio y su esposa y, aunque le repugnase, debía aceptarlo así. Desde la tarde anterior, un pensamiento aún sin concretar le rondaba la mente y, de improviso, tomo cuerpo.
- Cambiemos de idea – dijo –. Hagámoslo al contrario: ¿por qué no aprovechar el matrimonio de mi prima para convencer a Amulio y Criseida de que me dejen marchar al Aventino con mis padres?
La Vestal Máxima y Énule, que seguían intercambiando opiniones, se interrumpieron para mirarla, sorprendidas.
- Si no voy a la boda, atraeré aún más la atención. Todo el mundo se extrañará de no verme, daré pie a habladurías y rumores. Puesto que mi salud me impide supuestamente desplazarme a una cabaña que está aquí al lado, ¿no me negarán mis tíos el permiso para ir hasta el Aventino alegando que se trata de un viaje demasiado largo y peligroso? ¡Ay, amigas, temo tanto las artimañas de Criseida como su odio!
- Quizá tengas razón… – concedió Camilia.
- ¿No te verán el vientre abultado? – intervino Énule.
- Ahora aún lo puedo disimular, pero ¿qué ocurriría si mis tíos me negaran el permiso y dentro de tres o cuatro lunas exigieran verme? Prefiero arriesgarme ahora, pues si me quedo escondida seguro que me descubrirán.
- ¡No lo digas siquiera! Sería horrible. ¿Se te ocurre alguna forma de convencerlos?
- Aún no, pero… – dijo con animación creciente Rea –. Los invitados deberían verme muy desmejorada, creer que padezco una dolencia grave. Haciéndose pública mi enfermedad, mis tíos no tendrían excusas ni argumentos para impedir a mis padres llevarme consigo. Podría, incluso, fingir un desmayo.
- Eso convendría reflexionarlo – objetó Camilia – porque algunas personas se acercarían a socorrerte, cuando lo aconsejable es que nadie se te aproxime mucho. A cierta distancia pasa más desapercibida tu redondez.
Debatieron durante largo rato estas ideas, ponderando contingencias y riesgos, cada vez más convencidas de la necesidad de llevarlas a cabo.
- En resumen, hemos de conseguir varios efectos – concluyó Énule –: mantener a la gente a distancia, disimular todo lo posible tu vientre y lograr que parezcas muy enferma.
- Y no olvides que necesitamos el favor de los dioses, porque de lo contrario… – añadió Camilia –. De propiciarlos me encargo yo. Nos quedan tres días para planear y resolver este asunto, tiempo suficiente si pensamos y trabajamos deprisa. ¡Pongámonos a la tarea!
Por primera vez en mucho tiempo, Rea Silvia se sintió renacer. Una potente energía brotaba en su interior llenándola de fuerza y de un sentimiento parecido al júbilo. Había descubierto, de pronto, que una parte de su destino dependía de ella misma, que no era necesario aguardar a que se desarrollaran los acontecimientos, sino que tenía la capacidad de provocarlos con su propia conducta. Cobraban así nuevo sentido las palabras de Celia, esa gran sabia: eran infinitas las maneras en que el hado se podía cumplir. No esperaría de brazos cruzados: era mucho mejor afrontar con decisión el futuro inmediato, poner los medios para proteger su maternidad.
Iniciativa, determinación y coraje florecieron en la joven vestal como las amapolas en los campos y produjeron el mismo efecto benéfico en cuantas personas se hallaba a su alrededor: iluminó sus espíritus y les insufló deseos de actuar. La eclosión de esas cualidades, fruto, sin duda, de su propio esfuerzo y de una madurez acelerada por las circunstancias, obraron un cambio radical en Rea Silvia que sería irreversible. De ello dejó constancia en su crónica oral Urbano Lacio cuando afirmaba “no la doblegaron ni el tiempo ni los sufrimientos/ pues una alegría interior la sostenía./ Si fue obra de Luna, de Divaida o de ambas diosas, poco importa:/ las madres gestan secretos que sólo conocen ellas.”
Equipada pues con esta nueva arma, llamó a su doncella Tuccia y le dio instrucciones: necesitaba que un criado fuera a buscar a su amiga Palantea y la hiciera venir urgentemente a la casa de las vestales. La encontraría seguramente en el bosque de Silana pero, si no estuviera allí, que fuera a la cabaña de Kritubis para averiguar dónde podía haber llevado a sus cerdos. Entretanto, la propia Tuccia iría a casa de la orfebre Valeria y la haría venir con su ayudante, pues le urgía conocer cómo se estaban desarrollando sus encargos; que le trajeran al mismo tiempo varias joyas y amuletos adecuados para regalar a Anto el día del matrimonio. Todo debía hacerse esa mañana.
Tampoco perdía el tiempo Énule: reunida con su hermana Amnesis en la penumbra de su cabaña, meditaban acerca de lo hablado con la Vestal Máxima y Rea Silvia y se concentraban en resolver alguno de los problemas. Se hacían en voz alta la pregunta “¿cómo parecer enferma?” y la repetían como una salmodia mientras penetraban más y más en sus propias mentes en busca de una revelación. Amnesis vio imágenes de rostros con una extrema palidez, pero no era útil en este caso: después de tanto tiempo sin exponerse a la luz del día, Rea estaba muy pálida. Sin embargo, había ganado peso y las formas de su cuerpo eran rotundas, lo que contradecía una apariencia enfermiza.
Esto las orientó a indagar en otra dirección. Rebuscó Énule en su memoria mujeres a quienes hubiera tratado con sus prácticas sanadoras. Se hundió en el tiempo y discurrió hacia atrás, antes de llegar a Alba Longa, y más atrás, cuando vivía en Tarquinia y, por fin, cuando habitaba en su Lavinio natal y aprendía de la sabiduría de una anciana. Ella le había enseñado las propiedades de las plantas y de ciertos animales; cómo emplearlas para curar o matar; los distintos modos de aplicación; las combinaciones, las proporciones y dosis así como las palabras mágicas sin las cuales todo lo demás se revelaba inútil frente a la fuerza de la naturaleza.
Recordó entonces a una mujer joven a quien se le hinchaba todo el cuerpo, en especial el vientre, y la piel se le había tornado de un color amarillento. Se había debilitado rápidamente, olía mal y vivió poco tiempo.
- Esto es lo que necesitamos – dijo abriendo los ojos y dirigiéndose a su hermana –: hemos de darle al cuerpo de Rea Silvia una tonalidad amarillo-verdosa. Mezcla tus tierras de colores hasta formar la combinación adecuada y piensa en cómo ligarlas para untarle la piel. Nadie conoce aún tu habilidad en la pintura de las paredes, así que no sospecharán…
Pues manos a la obra con el asunto. A ver si con el maquillaje pueden disimular el estado de Rea Silvia.
ResponderEliminarUn saludo.
Hice bien confiando en ti. Siempre encuentras soluciones.
ResponderEliminarNada hay nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarTrucos, magia, engaños. Todo sirve para salvar a una inocente.
Esperemos, veo que la solución está cerca.
Abrazote.
Bueno, bueno, cayetano, mariajesúsparadela y virgi: no os confiéis... Besitos.
ResponderEliminarQué astutas, madame. Yo creo que lo están planeando todo muy bien. Es posible que el plan salga bien, aunque el enemigo nunca duerme.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
El ingenio femenino tiene raíces profundas. Beso.
ResponderEliminarDe nuevo por estos pagos, me encuentro con tu prolífica inspiración.
ResponderEliminarBesos!
Cuantas cavilaciones para ayudar a Rea Silvia, y por fin ella está tomando las riendas. De todas maneras deben ser más listas pues los enemigos son maquiavélicos.
ResponderEliminarBesos.
Pues sigamos adelante con el plan. Parece muy bueno. Y además si se ha urdido en una noche tan mágica como la de hoy, seguro que sale bien. Como siempre, nos quedamos con ganas de mas. Bsts.
ResponderEliminar¡Vaya! me quedo más tranquila, parece que se van solucionando las cosas.
ResponderEliminarBicos
Cómo me gusta la inteligencia con la que ha actuado Rea Silvia. Demuestra aplomo y una gran capacidad de reflexión.
ResponderEliminarTambién me gusta esa alegría interna que la asiste y la salva de todas las desdichas.
Con el conturbenio de mujeres tramando, seguro que algo positivo saldrá.
Precioso, Isabel. Se vibra de emoción al leerte.
Un fortísimo abrazo.
Saludos la dame masquée, cierto que el enemigo nunca duerme. ¡Y nos quitará el sueño a nosotros...! Beso su mano.
ResponderEliminarHola emejota, tienes mucha razón: las raíces de las mujeres son hondísimas. Besos.
Hola rodolfo n, qué alegría recibirte aquí. Hace tiempo que no nos visitamos. Pasaré a verte. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarHola elysa, desde luego el mal siempre es activo mientras que el bien suele ser pasivo. Así nos va. Espero que entre todas consigan resolver la situación... Besos.
Hola bagoas, me gusta esa confianza en la magia de esta noche del solsticio de verano... Ojalá a Rea Silvia y sus amigas todo les salga bien. Besos.
ResponderEliminarHola dilaida, sí, hay que descansar un poco mientras nuestras chicas piensan y urden y preparan... Besotes.
Hola isabel martínez barquero, la alegría es una de las mejores armas en la vida, nos ayuda a superar todo, cualquier cosa, por dura que sea. Es un don. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarLa estrategia parece adecuada y confible...
ResponderEliminarP.D.:Con la fuerza mancomunada de las Vestales estoy segura que REA SILVIA podrá salir airosa del evento y lograr su cometido!! :)
BESITOS EN LA ESPERA
Esta muy apasionante tu relato amiga!!
Isabel, me gusta tu estilo, tienes una forma de relatar clara, sin florituras, y tus descripciones son extraordinarias.
ResponderEliminarEsperaré para ver qué sucede con el plan.
Besos!
Blanca
Rea Silvia toma fuerzas, una esperanza en el camino terrible lleno de incertidumbre y sufrimientos. La ilusión todo lo puede, una buena artimaña, esperemos que sus formas redondas no queden al descubierto ni sean incontestables, seguro que el color verdoso que lucirá su piel hará un buen papel.
ResponderEliminarSi sale bien, y por fin puede irse con sus padres, ay, esperemoslo así.
Aparece mi querido personaje Urbano Lacio, como siempre lleno de poesía, cronista lírico y filósofo donde los haya. Cuánto me gustan sus apariciones.
Vamos a ver cómo evolucionan estos trucos y maquillajes, la magia de la apariencia, otro tema apasionante.
Un gran abrazo, querida Isabel.
Camilia sabrá dar favor a los Dioses para que protejan el plan de las vestales, eso anudado a la fortaleza que ahora crece en el vientre de Rea Silvia, al amor de toda Madre, logrará que el engaño sea verdad ante los que odian sin razón.
ResponderEliminarMe llevo conmigo esta frase hoy mi querida Isabel... "a veces, para subsistir, hay que doblegarse a la fuerza del viento".
Un abrazo!
Ah, que gran verdad, amiga, a veces, para subsistir, hay que doblegarse a la fuerza del viento...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Isabel
Lo que no invente el ingenio femenino ni los dioses.
ResponderEliminarTengo esperanzas, amiga Isabel, lo conseguirán todas unidas. Además Rea madura antes de tiempo, Destino ha provocado su madurez a base de ponerla a prueba. Valiente niña, será madre perfecta, cariñosa, lo pido a Fortuna.
Besitos post solstício.
Rea Silvia va a tener un aspecto más que enfermizo, repulsivo, pero desde luego opino que es mejor presentarse para no llamar la atención, que esconderse y que la llamen posteriormente, cuando ya no pueda disimular el embarazo. De todos modos, la cuestión de la enfermedad puede provocar que se olviden de ella durante un tiempo, pensando que es una epidemia contagiosa...Veremos a ver si la treta da el resultado adecuado.
ResponderEliminarBesos
¡Me has dado, Isabel, una alegría muy grande! Los lamentos han dado paso a la determinación. Un giro que me ha gustado mucho.
ResponderEliminarD.
Tan importante es la predisposición y la valentía como el apoyo de los que tienes cerca.
ResponderEliminarMe gusta ese "complot" para engañar a los malos de la película. Aunque me da la impresión de que nos a vas a poner los pelos de punta con algún susto que otro, jaja!
Un beso
Bueno por fin una cabeza que piensa, y ha sido la propia interesada quizas tironeada por la necesidad, la que les dio la idea.
ResponderEliminarAparecer.
Y a la vez verse mal. Bueno, tambien podrian aparentar otros sintomas pero huirian todos de la boda creyendo que tiene una enfermedad letal en la epoca, mejor que parezca que tiene una linda hidropesia...
Una argucia inteligente, pero yo no soy manco, veremos si no se descubre el pastel. Porque mi querida Criseida no tiene un pelo de tonta y se dará cuenta. Tramposas, que es lo que son, muy Vestales pero muy trileras.
ResponderEliminarRey Amulio.
Besos
Salud y República
Hermoso, inteligente y esperanzador me ha parecido este capítulo.
ResponderEliminarAbrazos
Dispuesta a acudir en ayuda de mi amiga y para lo que me necesite...
ResponderEliminarParece que por fin hay un plan más que factible en marcha. Gracias a la escritora que cuenta con el favor del mismísimo Tito . Que digo yo que por algo será.
Un abrazo muy fuerte, Isabel
Saludos, gabu, desde luego todas estas mujeres están decididas a ayudarla y creo que esa fuerza vale mucho. Beesos enormes, querida amiga.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, b.miosi, me anima mucho saber que cuento con tu aprobación. Ya veremos qué nos depara la historia, que no es otra que la de los mitos fundacionales de Roma. Un abrazo.
Hola elena clásica, qué gran acierto al señalar "la magia de la apriencia". ¡Qué antiguos son todos los trucos, todos los esfuerzos para presentarse ante los demás como queremos que nos vean, ocultando la mismo tiempo lo que somos en realidad. Aunque ¿no es realidad lo que ven en nosotros?¿no formamos nuestra propia imagen por el reflejo que los demás nos dan? Un tema apasionante, como apuntabas.
ResponderEliminarEn cuanto a Rea Silvia, tiene la ventaja de la gran oscuridad en el interior de las cabañas y el hecho de que se alumbraran con lucernas. Esas luces favorecen el engaño. Pero, ya ves que Amulio viene amenazando, que él no es tonto, que esa niña tiene que desaparecer. Pero nosotras hemos de estar potentes como ella, decididas a afrontar todo lo que venga.
Le diré a Urbano Lacio de tu preferenia por él. Un beso enorme.
Hola mayte, desde luego que Camilia tiene un gran mérito, porque también ella se expone mucho. No obstante el cargo tan alto que ocupa, o quizá por él, tiene un sentido de la justicia muy equilibrado. La amistad,la solidaridad son importantes para ella y más teniendo conciencia, como ya dijo en una ocasión, de las leyes tan duras a las que se había sometido a las mujeres. Confío mucho en ella. Un abrazo, querida amiga.
Hola antiqva foto, eso es algo que mucha gente sabe y practica. Es una actitud sabia. Sin embargo, hay personas que cierran los oidos a ella y luchan activamente contra ese viento cuando sopla injusto. Y es gracias a ellos que la humanidad se libra a veces de verdaderas plagas... Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola natàlia tàrraco (¡por fin pongo bien los acentos!), el ingenio femenino ha tenido que afilarse a lo largo de los siglos. Quien no tiene el poder de la fuerza ha de tener el de la astucia como mínimo... Confiemos en ellas, sí,y en la fuerza que enama Rea Silvia, una muchachita en condiciones de dar lecciones de fortaleza. Besos, querida amiga.
Hola carmenBéjar, yo también creo que puede dar resultado, sobre todo porque las enfermedades muy aparentes constituyen una barrera social. Ojalá tu pronóstico sea cierto. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola dolors jimeno, me satisface saber que te has llevado una alegría. A la luz de tus palabras he ido corriendo a releer lo anterior... Uff. No ha habido muchos lamentos. Deduzco que, lo que ocurre, es que al pasar varios días entre un post y el siguiente, tenemos la sensación de estar detenidas en un punto angustioso. Pero no... Besos, muchos besos.
Ja, ja África, cómo se nota que te cuentas entre las decanas de las seguidoras... ¿No está la vida llena de sobreraltos? Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola alejandra sotelo faderland, ¡no me seas injustas con las chicas! Todas están pensando, todas se esfuerzan por resolver una situación harto compleja.El giro "imaginativo" lo ha dado Rea Silvia cambiando por completo el planteamiento. Recuerda que ellas buscaban el modo de eludir la boda - y seguro que lo hubieran conseguido. Besos, querida amiga.
ja,ja, rey Amulio/rgalmazán, ya sabemos que eres muy perverso y que lo mejor sería mantenerse a mucha distancia de tí. Eso es lo que trata de hacer Rea Silvia, pero claro, ahí está, como bien dices, tu mujer...Besotes sin rencor.
ResponderEliminarHola isabel, así tiene que construirse esta historia, capítulo a capítulo, paso a paso, como la vida misma. Besos.
Hola freia, tu amiga te necesita mucho, mucho. Y aún te necesitará más todavía. Las amistades verdaderas son para siempre. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarAsí me gusta, mujeres tejiendo su destino, aunque sea en manos del viento. Precioso post, Isabel. Y gracias por tu visita.
ResponderEliminarUn beso