Antes incluso de que el sol hubiera asomado su rostro por el horizonte, Alba Longa le daba la bienvenida lanzando altas espirales de humo desde las cabañas. La actividad se notaba en mil pequeños signos: el rebullir de los animales en los cercados, el llanto de un niño de pecho, el olor de las tortas de harina de espelta, las voces de los vecinos. Cerca de las puertas de la muralla se agrupaba la gente esperando a que los criados de Amulio las abrieran. Allí los campesinos que iban a sus campos se entremezclaban y charlaban animadamente con quienes iban a intercambiar productos en los mercados de los alrededores, las madres que llevaban la comida a sus hijos pastores cruzaban noticias con aquellas que iban por agua a los manantiales y la conversación se extendía a cuantas personas se aprestaban a salir de la ciudad.
Ese mismo amanecer hacía temblar el alma de Rea Silvia mientras se preparaba para escuchar el veredicto de la Vestal Máxima. Había dormido poco y mal, agitada por una mortal inquietud toda la noche. Igual que una barquichuela zarandeada por las olas en un día de tormenta, su corazón tan pronto alcanzaba una cresta de esperanza como se hundía en un abismo de temor y así, su horizonte cambiaba alternativamente: ora vislumbraba una lejana costa entre la bruma, ora una masa de agua amenazaba con sepultarla. Después de tan angustiosa travesía se había levantado con el rostro descompuesto. Tuccia la animó con buenas palabras, aunque ella misma no estaba mejor, y la ayudó a vestirse.
Terminada la ceremonia ritual matutina, Camilia le hizo un gesto para que la siguiera y se dirigió a su habitación. Allí ofreció a Rea Silvia asiento a su lado, sobre la yacija.
- Te traigo aquí y no ante el altar de Vesta porque la diosa ya fue testigo de nuestra anterior conversación – comenzó Camilia –. Desde ayer, he pensado mucho y pedido ayuda no sólo a nuestra diosa, sino también a otras divinidades.
Rea Silvia tenía cruzadas las manos sobre el regazo y se las miraba. No se atrevía a alzar la vista para no torturarse tratando de adivinar la decisión en el rostro de la Vestal Máxima antes de escucharla de su boca.
- La diosa Divaida está a tu favor, según he sabido a través de Kritubis, su sacerdotisa, a quien he consultado discretamente. Por otra parte, el designio de los dioses ya quedó expresado en la profecía de Celia, a quien no he querido llamar para no levantar sospechas, pues hombres de Amulio nos vigilan. Y tu propia versión de los hechos, que narraste ante el altar de Vesta sin que la diosa manifestara en ningún momento su disgusto, también te avala. Te creo, Rea Silvia, creo en la inocencia de tu espíritu. Y sin embargo…
Por primera vez desde el inicio de la conversación, ambas mujeres se miraron. Camilia cogió entre las suyas las manos de Rea Silvia, que contenía la respiración y la miraba con los ojos empañados sin saber aún si las lágrimas que iba a verter serían de alegría o de dolor.
- Tengo miedo por ti, Rea – añadió Camila, besándole una mano –. Eres muy joven aún para soportar esta carga. No creas que los dioses te la han encomendado por crueldad, porque en su propia naturaleza sólo cabe la bondad y el bien. La crueldad es humana. Hubo un tiempo en que la Diosa Madre reinaba sobre todos y nos protegía por igual. Ella no pedía sacrificios humanos como tampoco ahora los pide Vesta. Pero, ¡ay! las mujeres hemos quedado sujetas a leyes terribles de las que no podemos zafarnos y en su nombre somos injustamente castigadas.
- Siento crecer la vida en mi vientre, Camilia, y sé que esa vida es un don muy superior a las leyes de los hombres y, al igual que el viento o la lluvia, no se sujeta a ellas – respondió Rea Silvia –. Mi tío Amulio no ha podido domar esa fuerza pese a haberlo intentado consagrándome como vestal. Eso lo hará aún más despiadado. Temo su castigo por mí misma y por mis hijos.
- De ningún modo debe saberlo tu tío. Nadie debe enterarse y por eso no puedes permanecer en la casa de las vestales, pues tarde o temprano cualquiera puede descubrirte y delatarte. La mejor solución sería, aduciendo tu mala salud de los últimos tiempos, solicitar permiso al rey para ir a curarte a casa de tus padres. Su cabaña está muy apartada y solitaria, allí podrás parir a tus hijos en secreto y tu madre los criaría por ti. Si alguien le preguntase, justificaría su crianza diciendo que son hijos de una sierva. ¿Qué te parece?
- ¡Es una gran idea! – exclamó Rea, abrazando a Camilia.
- Tranquilízate ahora – le decía la Vestal Máxima dándole golpecitos en la espalda, mientras Rea Silvia la inundaba con un torrente de lágrimas –. Avisaré a Énule para que ella y su hermana vayan a casa de tu madre mañana mismo. Es preciso que conozca tu situación y manifieste su conformidad o proponga otro plan. Quizá debería ser ella misma quien pidiera permiso al rey. En fin, ya veremos…
Entre quienes esperaban la apertura de las puertas de la muralla para salir, Pratex y Catión eran los más impacientes. El primero era hombre de pocos amigos, pues su solo aspecto era de una ferocidad poco común. El cronista oral Urbano Lacio lo definió como un “hombre bello en las facciones de su rostro, pero con la boca afeada por un rictus de maldad” y añadía que acumulaba “tanta furia en sus ojos cuando se enfadaba, que causaba pavor. Era alto, más que cualquier hombre, y con anchas espaldas”. Pero su rasgo más destacado era la crueldad y su gusto por avasallar a cualquiera que se encontrase en su camino y, así, “lejos de infundir el respeto adecuado a un servidor del rey, producía miedo, cuando no espanto”.
Con frecuencia se hacía acompañar por Catión, un hombrecillo cuya pobre apariencia y reconocida afición a beber vino antes producía jocosidad que desconfianza. Acostumbraba a exhortar a sus vecinos con largas peroratas sobre la honestidad, las buenas costumbres y las virtudes de los antiguos, mientras se tambaleaba peligrosamente. Los jóvenes se burlaban de él, haciendo cábalas sobre cuánto aguantaría de pie o hacia qué lado caería. Y así, mientras los albanos lo juzgaban un necio inútil, Catión no ponía reparos a prestar toda clase de servicios rastreros a cambio de más vino. Pues tan grande era su vicio que ante su altar sacrificaba hasta el respeto a las más sagradas leyes y el temor a los dioses.
En una de sus escasas disquisiciones, reflexionaba Urbano Lacio acerca del error que cometemos al juzgar inofensivo lo risible pues, acostumbrados a identificar la simpleza con la ausencia de maldad, olvidamos que, a veces, la impiedad y las malas intenciones se disimulan bajo una apariencia inocua. Y aún señalaba, como algo pasmoso, que en algunos casos hayamos de alegrarnos de la existencia de sujetos como Catión. Pues ocurre que, a través suyo y muy a su pesar, se cumplen los designios divinos y la historia sigue el curso que conocemos y no otro diferente.
Esa mañana, cuando iban de camino hacia la puerta oriental de la muralla, Pratex y Catión habían pasado por delante de la casa de las vestales y el primero había escupido y lanzado contra la casa una mirada de odio. No olvidaba que Rea Silvia le había acusado de ser el asesino de su hermano delante de las autoridades de Alba Longa y esperaba el momento de vengarse. Afortunadamente, el rey Amulio y su esposa Criseida la aborrecían tanto como él y eso le permitía concebir la esperanza de resarcirse.
Se reía para sus adentros imaginando las caras de pánico que pondrían Númitor y Aurelia cuando le vieran aparecer en sus posesiones junto al Tíber. ¡A esas alturas debían pensar que Amulio los había olvidado! Sólo por disfrutar de ese placer merecía la pena darse una caminata que les ocuparía más de medio día, obligándoles a pasar la noche en aquellos parajes. Llevaba el encargo de transmitirles la invitación de Amulio para asistir a la boda de su hija Anto. Y tenía motivos para estar contento pues el éxito de su misión estaba asegurado.
Desconfiando el uno de la otra, sus amos le habían dado instrucciones contrarias: la reina Criseida le había prometido en secreto los servicios indefinidos de una esclava núbil si forzaba a Númitor y Aurelia a acudir a Alba Longa, valiéndose incluso de amenazas; por su parte, el rey Amulio le ofrecía un equipo de armamento nuevo si conseguía que su hermano y su cuñada no aparecieran por la boda, aceptándoles cualquier excusa por débil que fuese. Ya se encargarían luego de justificarla ante Criseida. De modo que Pratex afrontaba la jornada con tranquilidad. Que el resultado fuera uno u otro dependería del estado de ánimo en que encontrara a Númitor y Aurelia.
Aunque, claro, a él le gustaba más amenazar que persuadir y, desde luego, prefería la esclava.
Bueno, bueno como se presenta el tema, según la decisión que tomen los padre de Rea Silvia así será lo que está por venir. La vestal Camilia ha tenido una gran idea, pero qué pasará...
ResponderEliminarBesos en espera de acontecimientos.
Lo acabo de leer. Me hubiera gustado que no se acabara. Hay fragmentos magistrales. Además nos has presentado dos inquietudes. En fin, a esperar.
ResponderEliminarD.
El futuro toma forma, a veces incomprensible y cruel a manos de otros que no saben, se entreteje en las manos sabias de quienes esperan ayudan y se comprometen a darla.
ResponderEliminarMaravilloso Isabel...cada día más enganchada!
Besiño.
En un ay me tienes. Ay.... y eso que conocemos el final. Beso
ResponderEliminar¡Ay, ay, ay,, que por fin puedo reincorporarme a los comentarios y me encuentro una situación difícil!
ResponderEliminarTemo por mi pobre amiga. Parece que Camilia ha encontrado una solución, pero yo no estoy tan segura de que sea válida. El azar, en ocasiones, se alía con la maldad y la simpleza y Prátex y el borrachín de Catión pueden poner en peligro el plan de la Vestal Máxima para Rea Silvia.
Querida escritora ¿por qué me envías a dónde vaya ella para que pueda consolarla con mi siringa y animarla con los juegos y el afecto?
Querida Isabel. Por fin puedo volver a comentar. Menos mal que no me he perdido ninguno de los capítulos. No me cansaré de repetirlo. Es delicioso leerte.
Un abrazo muy fuerte
Curiosos personajes los de Pratex y Cation, y además tengo la impresión de que aún darán mucho de sí. De la maldad siempre cabe esperar mucho, y cuán cierta es su reflexión acerca del enorme error de identificar la simpleza con la ausencia de maldad.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
¿Qué hará el malvado Pratex? Prefiere a la esclava, con lo cual me temo que la pérfida Criseida se saldrá con la suya.
ResponderEliminarEn cuanto a mí, respiro con alivio. La Vestal Máxima Camilia ha sido piadosa conmigo y, en mi interior, ya ardo en deseos de acudir a casa de mis padres, a quienes tanto echo de menos. Su compañía y apoyo será para mí el mejor premio que muchacha alguna pueda pretender, y el fruto de mi vientre nacerá entre los suyos, donde corresponde.
Ojalá mi destino no vuelva a verse amenazado y la paz vuelva a mi vida.
Querida Isabel, no sabe aún Rea Silvia lo que le espera y respira aliviada.
Un capítulo delicioso. Me ha gustado mucho la narración de cómo la Vestal Máxima consulta con los dioses sobre el estado de Rea Silvia. También, la reincidencia en e malvado carácter de Pratex y la aparición de ese hombrecillo borrachín que puede traernos sorpresas.
Ha sido un placer leerte.
Miles de besos.
Comentar después de mi querida Rea Silvia ya es un lujo. Y más sabiendo que los dioses están a su favor, a pesar de la maldad de los hombres.
ResponderEliminarLlego siempre aquí con la lengua fuera, ansiosa por leer hasta el final.
Besitos, querida Isabel.
Me chifla urbano Lacio, es sin dudarlo uno de mis personajes favoritos, el juego narrativo con lo que ha de escribir, es decir, el presente y el futuro. Y me encanta el juego en el que nos sumerges "en una de sus escasas disquisiciones, reflexionaba Urbano Lacio...", vamos ni Cide Hamete Benengeli. Muy bueno.
ResponderEliminarPor cierto, bellísima es su reflexión, profunda y creo que muy acertada.
Qué noche de pesadilla, la pobre Rea Silvia, menos mal que encontramos un poco de luz al final del tunel, un camino posible, una ayuda también y el desahogo de poder contar y compartir el dolor y la tortura interior.
Este Pratex es lo peor y Catión...
ay, qué pena de dos.
No menos despreciable es el matrimonio real. Están también ellos en las manos de Prátex: "divide y vencerás". Que personajes más ruines.
Vamos a ver por donde se decanta el asqueroso de Pratex, que no nos haga perder la esperanza porque no, ¡por Divaida!
Bellísimo. Besazos, querida Isabel.
Parejas: Dos personas en las dos situaciones. Dos mujeres que se unen para un objetivo común: una alianza. Dos hombres que se unen para luchar contra otros: una conjura y colusión. Que parecidas y distintas pueden ser las dos caras de un hecho... y qué bien lo cuentas!
ResponderEliminarHoy el relato más que nunca se articula en un juego de contrarios. Por un lado, la bondad de la vestal, con esos dos ángeles de la guarda que son Celia y Kritubis que con sus opiniones favorecen a Rea. Y por el otro, la maldad de los tíos y de los viles lacayos, uno que odia y disfruta haciendo daño y otro que vendería su alma y a su madre por un trago de vino barato.
ResponderEliminarUn saludo.
Me encanta la parte feminista del relato, con la que estoy en absolutos acuerdo.
ResponderEliminarA veces los malvados tienen suerte: salga lo que salga, ganan.
Muy bien resuelto.
Querida Isabel, es la segunda vez que pruebo comentarte, no me dejaba, cosas del éter.
ResponderEliminarConfiaba en el dictamen de Camilia, se abre una esperanza, Destino lo sabe.
Pero rey y reina, no cesan en sus proyectos nefastos, Pratex, brutal, debería obedecer más al rey que a Criseida, mujer al cabo, sin embargo ¿le vencerá la sensualidad? De Catión me fío menos que de Sileno, el beodo amigo de Baco. Infelices Numitor y Aurelia en manos de un par de insensibles canallas.
Isabel, como siempre nos dejas a la espera de tus aladas palabras, nos metes en ambientes distintos y nos sometes a la intriga de esperar un nuevo capítulo. !Ave! y un besito.
Verdades como templos las palabras de Urbano Lacio. Y un error que no dejamos nunca de cometer a lo largo de los siglos. ¿Debilidad humana o torpeza?
ResponderEliminarEn cuanto a Camilia...¿ a quién no le gustaría tenerla cerca ? Inteligente, sabia, amiga, fiel, leal, comprensiva...en fin, una maravillosa mujer.
Besos Isabel, y quedo a la espera de mas.
Camilia es una celestina y una floja. Ni dioses ni leches, que a mí no me la dan. Rea ha yacido por placer y tiene que pagarlo, que luego vienen los problemas. Se van a enterar estas vestales, que pretenden engañarme, de lo que vale un peine.
ResponderEliminarVoy a tener que contratar a Pratex para que les dé una lección.
Rey Amulio
Un beso
Salud y República
Estupendo, sigue la intriga. me encanta Camila, me parece una excelente mujer.
ResponderEliminarBicos
Pues yo siempre protegeré y apoyaré a Rea Silvia. Me gusta la versiones de los dioses antiguos que solían tener más funciones de protección de los lares y de las familias.
ResponderEliminarBesos.
Vesta
La idea de Camilia ha sido magstral: una manera de que Rea Silvia pueda tener a su hijo sin problemas y alegre la ancianidad de Aurelia sin sospechas, en principio, para el cruel asesino. Ahora bien, ¿se tragarán el engaño? ¿Llegará Rea Silvia a tener a su hijos sin contratiempos?
ResponderEliminarLos personajes que aparecen ahora sí que no me gustan. Tienen mal cariz. Un violento y un borrachín juntos...
Besos
Todos los personajes están representando a la perfección sus papeles .
ResponderEliminarRea S. una adolescente juiciosa y sensible, que le puede más el deber, que su propio bienestar.
Camila , juiciosa y sensible a la desgracia de Rea S. , siempre a su lado como buena amiga, y consejera.
Pratex, es tan malo que, hasta su amigo Catón le sigue la corriente pues no esta en sus cabales con las borracheras que coge .
Los padres de Rea S. un modelo de personas, buenas y sabias .
Y entre todos los personajes, la forma de narrar de Isabel, que emociona, transportandonos a parajes y personajes de la antigua Roma.
BSS.
Hummm. Camilia ha encontrado una solucion rapida, pero peca en exceso de simplona. Tambien podrian hacerlos pasar por hijos de la ex reina, que considerando a la edad que se casaban aun puede dar sorpresas pero eso haria pelirar la vida de los niños.
ResponderEliminarSe me hace que esta solucion no prosperara.
Los malos? Ah, que se arreglen.
Los dioses han sido benévolos. No estoy seguro que los hombres lo vayan a ser también. Pratex, desde luego no parece; y por cierto, qué adecuada representación suya describiéndolo al lado de uno de los titanes de alabastro del palacio del Marqués de Dos Aguas: un gigante que, como el río que representa, caudaloso, está dispuesto a arrasar con todo incluida la pobre Rea Silvia. Un saludo.
ResponderEliminarEs increíble la cantidad de tejes y manejes que el ser humano logra manipular!!!
ResponderEliminarSea cual sea el resultado logrado por PRÁTEX,obtenrá su recompensa...
P.D.:En cuanto a REA SILVIA,todo se va hilando delicadamente en su entorno,logrará la tranquilidad tan ansiada al fin???
MI CARIÑO REPLETO DE BESAZOS AMIGA MÍA =)
Bueno, parece que Divaida esta muy comoda en su papel, tanto que ya se pide en nombre de ella; nada haria mas feliz a la niña que saberlo. Esta semana casi se arma una buena riña para que me dejen verla y solo un rato; para la semana que viene esta reservado un juez federal (que no son de fiar).
ResponderEliminarEstoy segura que nadie como la original sabe tender una mano amiga y por supuesto estara a la altura en este caso, y nada mejor que jugarles alguna mala pasada a los malhechores, algo que a decir verdad nos encanta.... Te pasare una receta que no es venenito pero....
Los dioses han jugado una carta poderosísima y el ovillo del misterio se va deshilvanando con la promesa de que el suspenso irá en aumento. Muy bueno, amiga. Abrazos.
ResponderEliminarYa me puse al tanto de tus letras y me encuentro con más mundo.
ResponderEliminarCuánto aprender contigo hermanita.
Al leerte, pienso en tantas cosas y trato de comprender que finalmente, seguimos en la misma historia a pesar del tiempo.
Gracias.
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ResponderEliminarY el rey la dejará ir con sus padres? Aprovechará la malvada reina este acontecimiento para intentar de nuevo acabar con Rea?
ResponderEliminarDesde luego, Criseida es la que manda...ya veremos...
Llego algo tarde, pero no por gusto. Complicaciones...y poco tiempo.
Un beso
Me quedo quedo una frase clave 'la crueldad es humana'.una lección de compasión y compresión,aun cuando temo puede acecharla peligros aun mayores...
ResponderEliminarabrazo.