No bien me había quejado [a Cupido], cuando abrió él su aljaba inmediatamente y escogió una flecha destinada a mi perdición. Curvó vigorosamente el sinuoso arco sobre la rodilla y dijo: “Toma, poeta, argumento para tus versos”.
OVIDIO.- "Amores".
Traducción de Vicente Cristóbal López.
NOTA 1: Os dejo el enlace a un interesante artículo – en el que se mezcla mitología y actualidad – de nuestro amigo URCO en nuestra novela de la fundación de Roma (Vicente Valero Costa). Un valioso colaborador de Rómulo…
NOTA 2: Mañana colgaré el siguiente capítulo de la fundación de Roma.
NOTA 3: Esto es lo que Corina ha dicho respecto a Cupido.
Doy fe que es peligrosisisismo!
ResponderEliminarBesotes, Isabel.
Cupido es un irresponsable.
ResponderEliminarCupido es peligroso cuando manda flechas equivocadas y te deja colgado de alguien que no te quiere.
ResponderEliminarEntonces sí, salen versos a borbotones...
Ains...
Vaya mala leche la de Cupido. Más vale no pedirle nada para que no te dé "argumentos"...
ResponderEliminarUn abrazo
¿Peligroso? Mortal...
ResponderEliminarPor eso yo cuando veo una flecha dirigida a mí me escondo.
ResponderEliminarBuena frase.
Feliz semana.
Peligrosisisismo!, Actúa con predemitacion y alevosía y goza de inmunidad diplomática,...
ResponderEliminarBesos venerable dama.
Ja, ja, mayte, a tí debe tenerte apuntada todo el tiempo... Besitos.
ResponderEliminarHola mariajesusparadela, no seas muy severa con él: sólo es un niño... Besitos.
ResponderEliminarBueno, áfrica, salen versos y salen también maldiciones, melancolía, tristeza a raudales... estoy contigo en que lo peor de Cupido son sus flechas de plomo. Besitos.
ResponderEliminarJa, ja, daalla, la vida sin Cupido sería aburridíiiiisima. Besos.
ResponderEliminarCierto, pedro ojeda escudero, mortal. Y con capacidad para llevarnos a la inmortalidad. Besitos.
ResponderEliminarHola mercedespinto, acuérdate de aquellos versos de Machado: "en mi corazón tenía/la espina de una pasión/ logré arrancármela un día/ ya no siento el corazón." En fin, aunque te escondas, deja algún trocito fuera para que el niño Cupito te alcance alguna vez... Besos.
ResponderEliminarHola américa, goza, como muy bien dices, de inmudidad. Con todo, Psique le hizo beber su propia medicina. ¡Bien por ella! Besos, querida amiga.
ResponderEliminarAsí opinaba Cervantes de Cupido en la segunda parte del Quijote.
ResponderEliminar«Yo soy el dios poderoso
en el aire y en la tierra
y en el ancho mar undoso
y en cuanto el abismo encierra
en su báratro espantoso.
Nunca conocí qué es miedo;
todo cuanto quiero puedo,
aunque quiera lo imposible,
y en todo lo que es posible
mando, quito, pongo y vedo.»
Bicos
Todo está ya escrito.
ResponderEliminar¡Qué sencillez!
Besos, esperando sigo...
Dispara sus flechas y no podemos evitar caer heridos, pero es una herida dulce donde se experimenta la vida en toda su plenitud.
ResponderEliminarUn beso, Isabel, y gracias por tus palabras en La Esfera. Eres un crack, amiga.
Isabel, siempre elegante y esencial. Cuánto placer y serenidad al leer tus entradas sobre Roma.
ResponderEliminarAy, ay, los poetas.
ResponderEliminarAunque, alerta, ni el más guerrero más intrépido escapa de la flecha:
"Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo.
Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,
donde la sal duele, y arde el yodo,
que corre todo a lo largo del buque,
que deja pasar la espuma,
que tiene un ojo triste en el centro.
En la actividad de navegar,
como en el ejercicio del amor,
ningún marino, ningún capitán,
ningún armador, ningún amante,
han podido evitar esa suerte de heridas,
escoriaciones profundas, que tienen el largo del cuerpo
y la profundidad del mar,
cuya cicatriz no desaparece nunca,
y llevamos como estigmas de pasadas navegaciones,
de otras travesías. Por el número de escoriaciones
del buque, conocemos la cantidad de sus viajes;
por las escoriaciones de nuestra piel,
cuántas veces hemos amado."
Preciosos versos de Cristina Peri Rossi.
Bien sabía Ovidio de lo que hablaba.
Isabelita, mala, jajaja.
Un gran abrazo, querida amiga.
Peligrosísisisimo
ResponderEliminarBesotes
Muy peligroso, sobre todo si son poetas enamorados. Ya lo dijo Góngora, más o menos así:
ResponderEliminar"Ciego que apuntas y atinas,
caduco dios y rapaz,
vendado que me has vendido
y niño mayor de edad.
(...)
Déjame en paz amor tirano.
Déjame en paz."
Un saludo.
Es cierto, es muy peligroso...
ResponderEliminarBesitos
El pequeño dios que encandila a quien en su vida contemplativa sueña, tiene el poder de aportar razones para que la contemplación sea placentera.
ResponderEliminarCreo que es peligroso para todos porque es un poco tuerto y apunta sus flechas, a veces, con poco tino.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Cuando CUPÍDO nos tiene en la mira de nada servirá intentar esquivar la certeza de sus fechazos!!!
ResponderEliminar;)
;)
;)
BESOTES ENAMORADOS =)
Has citado a una autoridad, dialida: no puede explicarse mejor ni más completo que como lo hace Cervantes "mando, quito, pongo y vedo...". Un abrazo.
ResponderEliminarVirgi, todo está dicho ya. A veces me asombro de que no hayamos agotado todos los recursos para hablar del amor, sus inductores y sus efectos... Besitos y ándate con cuidado que el niño acecha...
ResponderEliminarHola isabel martínez barquero, coincido plenamente contigo: no hay nada superior a esas flechas dulces que nos hacen flotar... Enhorabuena por la publicación de un relato tuyo en la Esfera cultural. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola, andrés glez déniz, el mérito lo tienen tantos escritores que han sabido transmitir de manera intensa, interesante, sabia y hermosa sus pensamientos y experiencia de la vida. Besos.
ResponderEliminarHola elena clásica, maravilloso el regalo que nos has hecho de esos versos de Cristina Peri Rossi. Esa cicatriz que no desaparece nunca, marca de vida vivida, llaga abierta, dolor y sabiduría. Con todo, conviene que te cuides del niño o, al menos, que estés atenta a esquivar las flechas de plomo y ponerte a tiro de las de oro. Pero ¿qué digo? Tú sabes mucho más que yo de todo eso... Besos, querida amiga.
ResponderEliminarY lo malo es que Cupido nunca falla... Donde pone el ojo...
ResponderEliminarOvidio esta perdido, sin duda.
Un abrazo fuerte