lunes, febrero 13, 2012

ANTO RECLAMA COMPASIÓN



(XXVII)
La víspera del nacimiento de los gemelos, Prátex y Cora estaban a punto de sorprender a Rea Silvia recibiendo socorro de sus amigas y Kritubis había iniciado un conjuro para impedirlo. El rey Amulio había aceptado recibir a su hija quien, junto a su marido, había ideado un plan para salvar la vida de Rea.
La noche se había hecho eterna para Anto. Una y otra vez había repasado con Nipace las palabras que pronunciaría ante su padre, el rey Amulio. El insomnio y el nerviosismo habían dejado huellas en los rostros de ambos, pero también había crecido en ellos la determinación. Poco después del alba, tal como habían acordado, Anto acudió a la casa de las vestales a explicarles su plan. La recibió la vestal Adriana, pues Camilia había partido ya hacia el Aventino.

- Han ocurrido muchas cosas, noble Anto, desde que estuviste aquí antes de ayer – le dijo muy excitada Adriana –. Hemos encontrado por fin el lugar donde el rey Amulio tiene oculta a Rea Silvia. Gracias los dioses Tuccia la acompaña y ambas se encuentran bien. Ahora mismo nuestras amigas estarán entregándoles provisiones y ropa.

El rostro de Anto se iluminó de alegría. Conocer el paradero de su prima era un alivio, pues la rescataba del centro de una espesa bruma para devolverla a la vida real y, con ello, a la posibilidad palpable de ser auxiliada.
- La otra noticia…Tu tía Aurelia ha empeorado – añadió Adriana –. Númitor le ha pedido a Camilia que vaya al Aventino a cuidar de ella, dada la amistad que las une, para que Énule pueda venir aquí y ayudar secretamente a Rea Silvia en el parto. Él también vendrá. Quiere estar cerca de su hija e interceder ante el rey. Si no surgen contratiempos, los tendremos en Alba Longa esta misma noche.

Anto sintió aflorar de nuevo sus temores, llenársele el pecho de angustia y los ojos de lágrimas. Su cabeza era un hervidero de dudas. Recordó, sin embargo, las palabras de su marido: nada podía empeorar la situación de Rea. Si consiguiera sembrar en el ánimo del rey la semilla que quería… En tal caso, hasta la cólera que Númitor pudiera desatar en él, sería útil para su propósito. Así, dejó a un lado sus aprensiones y reclamó la atención de Adriana.

- Tú estabas presente cuando la Vestal Máxima Camilia me habló del odio de mi padre hacia Númitor y Rea. Oíste lo mismo que yo, Adriana. Camilia piensa que no hay salvación para mi prima, porque el odio de mi padre es superior a cualquier sentimiento de compasión o piedad. La matará. Por eso, dándolo todo por perdido, Nipace y yo hemos ideado una estratagema. Quiero que la conozcas y,
salga bien o fracase, sepáis todas que lo hago por amor a Rea Silvia.

Le relató, a grandes rasgos, cuál era la idea y el modo de llevarla a cabo. La vestal la escuchaba atónita, porque nunca había oído nada parecido, y terminaron llorando las dos y dándose ánimos mutuamente. Puesto que Anto se presentaría ante el rey esa misma mañana, apenas saliera de la casa de las vestales, Adriana sugirió encomendarse a la diosa Vesta. Fueron juntas a la celda donde se le rendía culto y se recogieron unos momentos ante la rústica imagen y su fuego sagrado. Suplicaron con fervor a la diosa auxilio para Rea Silvia. Con el crepitar de la llama diminuta sentía la noble Anto crecerle las fuerzas y tranquilizársele el corazón. Abandonó la casa de las vestales serena y confortada.


También la sacerdotisa de Diviana, Kritubis, estaba en ese momento invocando a Vesta junto a otras diosas, mientras giraba y giraba con los ojos cerrados. La ayuda divina y su propia magia debían ahuyentar un peligro inminente: los más viles servidores de Amulio y Criseida estaban a punto de sorprenderlos prestando ayuda a Rea Silvia.

Tan cerca estaban, que Prátex tenía ya a la vista el refugio de paja construido por los hombres que, noche y día, vigilaban el acceso a la hondonada donde ocultaban a la vestal. El esbirro detuvo un momento su marcha y se volvió para instruir a Cora.
– Las órdenes del rey son éstas: en cuanto la vestal se ponga de parto deberás advertirnos colocando una antorcha encendida en el exterior de la cabaña, si es de noche, o viniendo a buscarnos en persona si se produce de día. Así los vigilantes tendrán tiempo de avisarme. Hemos de estar preparados para quitarle al hijo apenas nazca.

- ¡Si lo dejáis un rato oliendo este pestazo, él solito se morirá! – respondió la mujer, agitando la mano inútilmente para apartar el mal olor de las abubillas – ¡Vaya un lugar nauseabundo!

Terminaba de decir esto, cuando oyeron un grito espantoso y vieron correr hacia ellos al hombre de guardia. El desgraciado aullaba y se llevaba las manos a la cabeza, como si se sujetase un gorro de color oscuro y contornos inciertos.
Y un momento después, ellos mismos echaron a correr por donde habían venido con los ojos llenos de espanto. Un zumbido atronador y una espesa nube negra se les venían encima y los azuzaban, obligándolos a saltar entre los matorrales y desgarrarse las ropas y la piel en las zarzas y en la corteza de las encinas, hasta que hallaron refugio en la cueva de la fuente sagrada. En el umbral se detuvo una abeja escuálida y oscura y todas las demás formaron a su alrededor un cono invertido que, con un aleteo permanente, se mantenía colgado sobre la entrada sin dejarlos salir.

Jamás se había visto a las abejas abandonar sus colmenas en invierno ni atacar de manera tan feroz.



Tembló Anto al cruzar la puerta de la cabaña real. Se sentía como una extraña, incapaz de reconocer como propia la casa en la que había vivido durante casi un año y conocía desde la niñez. ¡Cuántas veces había jugado allí con su prima Rea Silvia! ¡Cuántas conversaciones y confidencias infantiles, cuántas risas cuando estaban aprendiendo a tejer y se gastaban bromas enredando los hilos! Ahora, y no por juego, los hilos del destino formaban un nudo, una trabazón monstruosa que rompía toda armonía. Giró un instante la cabeza para buscar la mirada tranquilizadora de Nipace, que entraba tras ella.
El gran salón estaba lleno de gente y el fuego que ardía en el centro, junto con varias antorchas encendidas, llenaba el espacio de una luz entre amarilla y rojiza. Desde su sitial, el rey Amulio escuchaba las peticiones de sus súbditos o mediaba en sus litigios usando su autoridad para zanjar las disputas entre ellos. No dio señales de haber visto entrar a su hija y su yerno pero, poco después, a un gesto suyo sus siervos despacharon a los albanos que aún esperaban, ordenándoles volver al día siguiente. En un momento se despejó el salón y se retiraron los criados.

- ¡Vamos, Anto! – dijo Nipace a su oído, pues la joven se había mantenido con la cabeza cubierta y gacha durante la espera.

Avanzó despacio y cuando tuvo frente a sí los pies de su padre, se postró ante él tocando el suelo con la frente y permaneciendo en esa postura.

- Noble rey – dijo Nipace –, mi esposa se humilla ante ti y pide ser escuchada.

Siguió un largo silencio en el que sólo se oía el crujir de los troncos que alimentaban el fuego y de vez en cuando caían produciendo un ruido seco y una nube de chispas. El corazón de Anto corría más veloz que un caballo desbocado.

- Habla – dijo, por fin, Amulio.

Anto irguió el busto, sin abandonar su posición de rodillas. Con los ojos mirando al suelo, respondió.

- He sido obstinada, desobediente e indigna de ti, mi rey – declaró –. Ciega a causa de la ignorancia; necia por no haber comprendido la razón de tus decisiones; despreciable y mezquina al anteponer mis afectos a los altos deberes que tienes como soberano. Aunque no lo merezco, suplico tu perdón.

- ¿Significan estas palabras que has entendido por fin que tu prima debe ser castigada? ¿Qué no volverás a molestarme intercediendo por ella? – la voz de Amulio era seca.
- Reconozco mis errores, señor – respondió Anto sumisa –. Me equivoqué creyendo que estaba en tu mano perdonar a Rea Silvia, sin comprender que, habiendo quebrantado una ley divina, son los dioses quienes exigen su castigo y no tú.

Que su hija atribuyera el castigo a las divinidades complacía mucho a Amulio, pues lo liberaba de toda responsabilidad. Brillaba en sus ojos cierta luz de satisfacción, aunque permaneció callado.

- No has respondido a mi segunda pregunta – dijo al fin.

- No intercederé para que salves la vida a mi prima, si es eso lo que quieres saber – dijo Anto –. Antes bien, me atrevo a suplicarte humildemente que aceleres su castigo.

- Curioso cambio de opinión – dijo el rey enarcando las cejas.

- Padre mío – exclamó Anto, levantando un instante el rostro hacia su padre con mirada suplicante –. No pienses que soy una persona sin juicio ni dura de corazón. Mi afecto por Rea Silvia no ha disminuido un ápice. Pero he comprendido que, siendo culpable de un sacrilegio, debe morir.

- En eso estamos de acuerdo.

- Mátala cuanto antes – se apresuró a decir Anto bajando la vista otra vez –. Concédemelo y te juro que no volveré molestarte con este asunto.
- Antes no querías que muriera y ahora me pides que la mate enseguida…

- ¿Qué sentido tiene, padre, hacerla padecer? No esperes siquiera a que nazca su hijo: mejor es que pierda la vida con él en su seno – Anto se interrumpió unos instantes y se enjugó las lágrimas. Cambió el tono de su voz, no ya suplicante, sino profundamente dolorida –. Vosotros, varones, no sabéis bien qué significa un hijo para una madre. Lo es todo. Por él sería capaz de morir y de matar; se ofrecería como víctima en lugar suyo; se arrancaría la comida de la boca para dársela a él o se sacaría los ojos si él los necesitase. No hay dolor más intenso y cruel que ver padecer a un hijo, o perderlo.

- ¿Ha de pagar Rea Silvia con su vida? – prosiguió Anto en medio de un silencio sepulcral –. Sea como establecen las leyes. Mas ninguna de ellas impone un sufrimiento mayor del que procura el acto mismo de morir. ¿Cómo podría ella soportar que unas manos rudas le arrancasen de los brazos a su recién nacido? ¿Cómo aguantar la angustia al no saber si la criatura aún alienta o es ya pasto de las alimañas? Saber que tu propio hijo muere por tu culpa, por haber ofendido a los dioses cometiendo un sacrilegio ¿quién lo resistiría? ¿Y de qué modo acallar la esperanza de que la criatura, pese a todo, haya sobrevivido? No saber con certeza, imaginar los horrores sufridos, ir de la desesperación a la impotencia, estar siempre en duda, tener supurante esa herida … De todos los males posibles, la incertidumbre es el peor porque, como una rata odiosa, roe noche y día el corazón y la mente, no concede tregua ni descanso. ¡Cuánto mejor será para todos saber que Rea Silvia ha muerto, porque con ello se ha puesto fin a todo sufrimiento!
Anto volvió a interrumpirse para tomar aire. No se atrevía a mirar a su padre, pero su silencio le daba alguna esperanza.

- Sólo te pido esto, padre y rey mío: porque es sangre de tu sangre y por afecto a tu hermano Númitor, no le impongas a Rea Silvia un castigo más duro que la propia muerte – concluyó.

- Puedes marcharte – fue la helada respuesta del rey, mientras se alzaba repentinamente del trono –. Y nunca más, ¿me oyes?, nunca más te atrevas a hablarme de este asunto.

Con pasos temblorosos salió Anto de la cabaña real, sostenida del brazo por su marido. Todo cuanto podían hacer, estaba hecho. Sólo cabía esperar que Nipace tuviera razón.


34 comentarios:

  1. Querid@s ammig@s, me hubiera gustado mucho complaceros rompiéndole una pierna a Cora, que bien se lo merecía. Sin embargo, no tenemos poder para torcer el destino: hemos de contentarnos con mantenerla alejada un poco, un breve espacio de tiempo, pues luego habrá de de cumplir ella misma lo que está escrito. Besos a tod@s.

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  2. Quiera o no Cora, los gemelos nacerán. Pero la forma en que lo adornas, me encanta.

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  3. ¡ya me has vuelto a engañar!,
    Estaba yo con que paría hoy,..

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  4. Ja, ja, mariajesús, esta es la gracia que tiene el asunto, que sabemos que nacerán pero nos encanta saber cómo... Amamos los detalles. Besitos.

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  5. Bueno anarkasis, tú es que estás deseoso de que tu Catión haga una más de las suyas. ¡Y mira que tiene que ser aburrido empinar el codo tan en solitario! Pero, ay, nacerán en breve, sí, nuestros gemelos. Besos.

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  6. Menudas estratagemas se inventan!!!
    Quieran los dioses que den resultado, estoy ya impaciente por ver a esas dos criaturas.Incluso me queda la esperanza de que la madre sobreviva a tanta maldad.
    Un beso grande, querida Isabel.

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  7. "...los hilos del destino formaban un nudo, una trabazón monstruosa que rompía toda armonía."

    Tan incierto es el destino en esos instantes en que más necesitamos de certezas!!!

    MIS BESITOS AMIGA QUERIDA

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  8. ¡Hay que ver cómo se cumple el destino, se quiera o no!
    saludos gemelos.

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  9. La tensión aumenta y se acerca el momento.
    Bicos

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  10. Creo que las abejas van a tener en esta ocasión una función protectora. Veremos.
    Quiera o no Amulio y de más enemigos de Rea Silvia, nacerán los gemelos, con o sin Cora, que aquí son muchas las fuerzas que están sobre escena y muchas las divinidades invocadas.
    En cuanto a Anto, me ha conmovido.

    Perfecto, querida Isabel. Avanzamos hacia este parto tan esperado y temido.
    Un gran abrazo.

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  11. Ya le tocara a Cora, por lo pronto que el destino se encauce y los Dioses acompañen a las mujeres de Roma!!

    Mil besos Isabel.

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  12. Abejitas, abejitas, qué alegrías nos traéis, si es que sois tan dulces cuando seguís los dictados de la naturaleza y de las ninfas. Porque yo sé quien se anda en este asunto, que nos acercamos a su bosque. qué poderosas, tenían que ser unos pequeños seres los que pusieran las cosas en su sitio. Sí, qué alegría me han dado.
    Ya sabía yo que desde que apuntábamos la idea de la pierna, no se la iba a romper, jajaja, "basta que me dijeran los lectores- personajes algo para que yo hiciera lo contrario", cuánto me gustaron aquellas palabras y cuánto las recuerdo, de una tal Isabel Barceló, fue en Madrid.
    Pues ole tú porque la salida ha sido genial.

    Astuto y digno esposo de Anto es Nipace. Nada mejor que conocer el carácter del enemigo que ha de vencerse para adoptar la estrategia adecuada. Rudo y lleno de odio está Amulio, no es tarea fácil vencer sus decisiones, pero, la idea que han sembrado, ¿adónde nos llevará, que ha de ser de Rea Silvia?

    Ay, ¿qué ha de suceder?

    Ya nos has dejado en aprensión, con el suspense encima y el parto llamando a la puerta. Todo conduce a un remolino donde han de precipitarse los acontecimientos, creo yo.

    En fin, veremos, si al menos pudiera ir encontrando las Crónicas de Urbano Lacio... jajaja.

    Un gran abrazo, querida Isabel.

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  13. Los gemelos llegarán eso está claro, pero mientras tanto nos haces sufrir, Isabel. Las abejas, el plan de Nipace y Anto... ¡uff! Veremos.

    Besitos

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  14. Bueno, aunque sabemos que nacer han de nacer lo cierto es que todo esta complicado... Je,je,je...

    Magnifica trama, amiga

    Un abrazo fuerte

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  15. No me gusta nada esto. ¿No será que mi hija está preparado algo para ayudar a su primita, la embarazada? Habrá que tener cuidado. No me fío un pelo.
    Rey Amulio

    Isabel, a ver si nace esa parejita antes de que nos dé un ataque de nervios, que parece que no va a llegar nunca. Bravo, por tu novela. Un beso.

    Salud y República

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  16. Amiga Isabel,

    Tengo que felicitarte porque eres capaz de crear tensión al contarnos unas historias que, en rasgos generales, ya nos son conocidas. Desde luego que el mérito es enorme, conociendo como conocemos el desenlace: de que al nacimiento de los Gemelos se producirá, porque así está escrito en el Destino.

    Y es que me viene ahora a la mente aquella frase de Séneca:

    Ducunt fata uolentem, nolentem trahunt.
    [Al que quiere, el Destino lo acompaña; al que no quiere, lo arrastra]
    .

    Mis Felicidades, amiga Isabel, por esta gigantesca y exitosa tarea que estás llevando a cabo.

    Te envío un abrazo.

    Antonio

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  17. La naturaleza y los dioses siguen interviniendo en la historia. En esta epopeya el cariño de Anto hace honor a esa parte mejor donde la razón se une al corazón y cubren la incertidumbre con la amistad cierta. Un río subterráneo en la historia de Roma que a veces aflora y a veces se cubre con razones de estado, razones que hacen que las leyes estén por encima de las personas. Amulio, su razones de poder y su silencio seguirán vivos también en la fundación de Roma. Ahora dejo también yo la sala con pasos temblorosos sin dejar de mirar a mis espaldas.

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  18. Nada hay peor que la incertidumbre, madame, es verdad. Muchas veces he dicho que puedo asumirlo casi todo, y que lo que me destroza es la incertidumbre, el no saber a qué atenerme. La incertidumbre resulta una tremenda crueldad.

    Feliz día de san valentín :)

    Bisous

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  19. No hay peor sufrimiento que aguardar el final en la antesala de la muerte y que ese momento se vuelva eterno porque tarda en llegar. Y no hay nada más cruel que esperar a matar a la madre cuando dé a luz. De ahí la propuesta de Anto a su padre, el hombre del corazón de piedra.
    Un saludo.

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  20. Maravilloso blog!!!
    Un placer haber llegado hasta aquí.
    Saludos y feliz día.
    Maribel Muñoz

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  21. Hola virgi, la esperanza es lo último que se pierde, así que mantenme la moral alta... Besitos.

    Así es, querida gabu, cuantas más certezas necesitamos, más se empeña el destino en negárnoslas. Besitos.

    Hola dyhego, al menos eso pensaban los antiguos, que nuestro destino estaba escrito y se cumpliría inexorablemente. Besos.

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  22. Hola dilaida, así son las cosas, todo en este nacimiento ha de resultar difícil hasta el final. Besotes.

    Hola isabel martínez barquero, por lo pronto las abejas han ahuyentado a los malvados y les impide descubrir a las amigas de Rea. Si, hay muchas fuerzas en liza, enfrentadas, básicamente las fuerzas del bien y del mal. Una lucha eterna, reconocible aún. Besos, querida amiga.

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  23. Hola mayte, a todos les llega la hora de ser juzgados y de recibir aquello que han dado. A Cora, desde luego, también le llegará. Besitos.

    Hola elena clásica, quizá en libreros de viejo igual puedes encontrar la crónica de Urbano Lacio... aunque no sé, creo que en su momento no se le dio toda la importancia que merecía y debe andar perdida ya.
    En cuanto a nuestras abejitas, no me cabe duda que son dóciles a los mandatos de las ninfas: vienen a los árboles que ellas les indican y salen también, cuando hace falta, a espantar a las visitas indeseables.
    Y si, esperemos que Nipace haya sabido interpretar bien a su suegro y prever sus reacciones, en él y en Anto ciframos gran parte de nuestras esperanzas. Besos, querida Silana.

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  24. Hola elysa, pues si nosotras sufrimos imagínate cuánto debieron sufrir las protagonistas reales. Pero esta génesis fortalece a los gemelos. Besos, querida amiga.

    Hola antiqva, gracias por tus buenos ánimos. Seguro que nacen y a no mucho tardar. Besos.

    Hola rgalmazán, en tu propia maldad están las soluciones, eso creo que casi se puede adivinar. Y no podemos reprochar a Anto ni a todas las personas que quieren a Rea Silvia que peleen duro y tan activamente como los malvados. Besos.

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  25. Saludos, antonio martín ortíz y muchas gracias por tus elogios y ánimos. Ya sabes que vuestra atención, vuestro interés me contagia y me llena de ardor y de fuerzas para seguir adelante. No escribiría de no ser por vosotros, lectores. Magnífica la frase de Séneca, y adecuadísima para el momento en que estamos y tantos personajes que están en tensión con ese destino que, en realidad, nadie conoce. Besos, querido amigo.

    Hola hyperión, quizá ya en estos inicios de la que sería Roma se observa la tensión permanente entre el bien y el mal, tensión fructífera cuando nos fortalece en nuestro espíritu y en nuestras convicciones. Los retos nos hacen crecer. Y no hay reto mayor que la supervivencia. ¡Qué grandes mujeres debieron ser Rea Silvia y cuantas, a su alrededor, la ayudaron! Y qué grandes también los varones que creyeron en ella. Comprendo que al salir te tiemblen las piernas como a Anto: la proximidad de la maldad asusta. Besos, querido amigo.

    Saludos, la dame masquée, en eso estamos plenamente de acuerdo. El saber nos permite curarnos. Beso a vd. su mano.

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  26. Hola cayetano, siempre me ha parecido una gran crueldad esperar al nacimiento para ejecutar a una madre. Y también sería una crueldad matarla con el hijo, que de nada tiene culpa. En realidad, matar, en cualquier circunstancia, es siempre muy cruel. Besos, querido amigo.

    Saludos, maribel muñoz, me alegro que te hayas pasado por aquí, sé bienvenida. Un abrazo muy fuerte.

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  27. sabemos que tienes que hacer lo que tienes qeu hacer. Pero!!!!!!!!!!
    Isabel, te lo digo siempre, ya lo sé, te lo dicen todos tus lectores, ya lo sé. Pero qué novela estás escribiendo. Qué trabajo de investigación, de escritura pura y después, de mantener la emoción, el suspense, la coherencia. Los personajes, qué descripciones, son personajes de una pieza, malvados, buenos, tiernos, enigmáticos, maravillosos. Un fuerte abrazo y enhorabuena una vez más.

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  28. Pues esperemos que las estrategias surtan efectos.

    Besos.

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  29. Benditas abejas!!!
    Ellas nos devuelven por un momento el aliento! XD
    Estoy intrigadísima por ver dónde nos lleva la mentirijilla de Anto y Nipace.
    Y estoy ansiosa por el parto. Vamos, como si fuera a parir yo misma!
    Tienes un arte para meternos dentro de tu historia!
    Y nos haces disfrutar un montón.

    Un beso

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  30. Disculpa mi tardanza, asuntos griposos.

    Amiga Isabel, conocemos la voluntad de Destino, pero en estas horas de dolor e incertidumbre tú nos ofreces instantes de tremenda fuerza. Sean las diosas propicias, actue Fortuna según está señalado.
    Besitos.

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  31. Gracias, mª antonia moreno, tu entusiasmo me contagia. Ojalá sea cierto que está saliendo una buena novela y sepa yo rematarla como se debe. ¡Auguro muchas más aventuras emocionantes en el futuro! Besos, querida amiga.

    Bueno, isabel, las estrategias darán resultado a unos sí y a otros no, porque en definitiva, hay dos fuerzas titánicas enfrentadas... Esperemos que venzan las que queremos. Besos.

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  32. Hola áfrica, las abejitas han dado miel a Rea Silvia y Tuccia durante todo este tiempo y ahora, encima, las han protegido. ¡Eso va a ser cosa de Silana! Me encanta oirte decir que estás intrigadísima... ¡Yo también! Besazos, guapa.

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  33. Saludos, natalia tarraco, espero que la gripe haya remitido ya. Cúmplase lo que han establecido los hados y podamos verlo nosotras y comprenderlo. Besos, querida amiga.

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  34. Querida amiga, no sé que es peor, si la intriga que me deja este capítulo o el no tener tiempo para poder entrar y leerte. Sigues siendo magistral. Las abejas, no se me hubiese ocurrido tal artimaña para proteger a quienes, haciendo gala de la amistad, arriesgan todo por ayudar a Rea Silvia. Lo que me ha dejado un poco perplejo ha sido la petición de Anto a su padre, pero ya veremos a que nos conduce. Sólo hemos de dar tiempo al tiempo para que la Parca Isabel siga entretejiendo los hilos de esta historia.

    Un fuerte abrazo y disculpa mi falta de tiempo.

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