Con cuidado para no despertar
a sus compañeros, Rómulo quitó la tranca que aseguraba la entrada a su refugio,
abrió puerta lo indispensable para dejar paso a Bona y salir él mismo y la
cerró. El alba clareaba el cielo sobre su cabeza, pero la oscuridad persistía
entre las encinas cuyo ramaje sombreaba toda la franja inferior de la ladera
hasta su unión con el valle, lóbrego a esas horas. Lo sobresaltó la voz de una
lechuza. Durante un instante quedó paralizado: por su mente cruzó de manera
confusa la imagen del pico y las garras de un ave de presa y experimentó una sacudida
de pánico. Buscó apoyo en la pared de la choza y poco a poco recuperó la
normalidad.
Sacudió la cabeza y, seguido de Bona, emprendió la marcha. Cruzó la escalera de Caco y, sin descender ni salir del área boscosa, siguió la curva de la ladera del Palatino adentrándose en el valle del Velabro. La oscuridad era allí más intensa, pues la propia mole palatina proyectaba su sombra sobre esa vertiente. Allá abajo, invisible aún por la negrura, el agua estancada por la crecida del río emanaba un hedor de putrefacción insoportable. Las aves carroñeras no tardarían mucho en emprender su diaria búsqueda de comida entre los despojos arrastrados por el río. Rómulo se sentó al pie de una encina y reclinó la cabeza sobre el tronco. La perra se tendió a sus pies.
Sacudió la cabeza y, seguido de Bona, emprendió la marcha. Cruzó la escalera de Caco y, sin descender ni salir del área boscosa, siguió la curva de la ladera del Palatino adentrándose en el valle del Velabro. La oscuridad era allí más intensa, pues la propia mole palatina proyectaba su sombra sobre esa vertiente. Allá abajo, invisible aún por la negrura, el agua estancada por la crecida del río emanaba un hedor de putrefacción insoportable. Las aves carroñeras no tardarían mucho en emprender su diaria búsqueda de comida entre los despojos arrastrados por el río. Rómulo se sentó al pie de una encina y reclinó la cabeza sobre el tronco. La perra se tendió a sus pies.
Si al menos consiguiera ser
tan fuerte como Remo, tan rápido al tomar sus decisiones. Admiraba la valentía
de su hermano, pues afrontaba sin dudar cualquier obstáculo que se interpusiera
en su camino y lo vencía con facilidad, con voluntad arrolladora. No le
importaba fallar en algo, porque enseguida encontraba otro reto y se olvidaba
del anterior. A él, en cambio, cada fracaso le pesaba, perdía tiempo y energías
en superarse, no cejaba hasta conseguirlo. Mientras tanto, los demás ya habían
triunfado en otros juegos o buscaban nuevas aventuras. No había límites para
ellos, el Tíber, las colinas, el mundo entero era suyo. Aunque le doliera, sus
amigos tenían razón al preferir la compañía de Remo.
- ¡Por fin te encontramos!
¿Cómo se te ocurre venir a este lugar apestoso?
Publio y Gordio Quintili
estaban a pocos pasos de él, equipados con sus lanzas. Rómulo levantó la vista.
- ¿Vais de caza? - preguntó a
su vez.
- Vamos de caza - dijo Gordio
moviendo la mano para darle a entender que él estaba incluido en el plan. En
efecto, Publio llevaba dos lanzas, la suya y la de Rómulo y en ese momento se
la tendió a su amigo. Pero como éste no hizo intención de moverse, los hermanos
Quintili se sentaron a su lado.
- Aún estás enfadado con
nosotros - afirmó Gordio -. No tienes razón, Rómulo. Somos tus amigos, estamos
juntos siempre, te seguimos. Pero antes de ayer quedamos como unos cobardes
delante de los demás. Y encima cenamos coles mientras tu hermano y los otros se
zampaban el cordero. ¡No sé qué tiene para ti el Aventino!
- Pues no es tan difícil de
comprender - respondió airado Rómulo -. Mi padre trazó esa linde para que nosotros
y los pastores del Aventino nos mantuviéramos alejados y en paz. Pregúntale al
tuyo si se acuerda de cuando unos y otros se descalabraban a bastonazos.
Su afirmación no recibió
respuesta. Durante un rato permanecieron callados los tres.
- Hagamos la paz también
nosotros - dijo finalmente Publio -. Dentro de unos días nos romperemos las
cabezas con otros pastores y no será por unos sucios corderos, sino por atraer
la atención de las muchachas. ¿Dónde podemos ir ahora? ¡Necesito ejercitar mis
piernas!
- Yo pensaba seguir por aquí
hasta el riachuelo.- dijo Rómulo -. Quizá Orison lleve hoy a abrevar sus
caballos. Incluso a veces lleva a una mujer con él.
- ¿Y eso no lo tenemos
prohibido? - respondió Gordio.
Pero hubo de echar a correr
sin esperar respuesta, pues Rómulo y su hermano ya le llevaban ventaja.
La maza batía el mortero con
golpecitos breves y rápidos. A veces sonaban más fuertes, cada vez que Flora
recordaba las palabras de su padre y se le reavivaba el disgusto. Entonces
algún grano de espelta volaba por el aire e iba a caer sobre la tierra
apisonada de la choza. Era una desventura ser la única hija de Caius. ¡Y aún
juzgaba su madre necesario darle gracias, pues muchos padres dejaban morir a
sus hijas nada más nacer! Rectificó enseguida ese mal pensamiento: sí, debía
estar agradecida. Aunque severo, su padre era un hombre justo y no muy difícil
de tratar. Sin embargo, no entendía el motivo de un enfado tan exagerado. ¿Tan
malo era hablar con un muchacho en la fuente? Ella no tenía la culpa de vivir
en un lugar casi desierto. ¿Estaba condenada a no hablar con nadie de su edad o
a casarse con un viejo sin dientes? Golpeó furiosamente el mazo.
- Tu padre tiene razón - dijo
su madre, desde el fondo de la cabaña, donde arreglaba unas pieles a la luz de
un lucerna.
- ¿Cómo sabes lo que estoy
pensando?
- He sido joven también. Y me
gustaba participar en las fiestas de los pastores, cantar y danzar alrededor de
las hogueras, asistir a las bodas. Pero nunca pensé en elegir yo misma a mi
marido. Tú no debes pensarlo tampoco, hija. Tu padre elegirá al mejor hombre
para ti.
- ¿Y si es un viejo?
- No será un viejo -
respondió presta la madre -. ¿Qué viejos conoces tú por aquí, aparte de Quinto?
- Pues los demás no me
gustan. Y no entiendo por qué padre se ha enfadado tanto. ¿Qué tienen de malo
los muchachos del Palatino?
- Escúchame, Flora - dijo la
madre dejando su tarea y sentándose junto a ella -. Olvídate del hijo de
Fáustulo. Es un criado del rey Amulio y esa gente sólo puede traernos
desgracias. Lo sé bien, porque yo misma vi morir a la antigua reina Aurelia, en
ese rincón de ahí. No hay palabras para describir cuánto sufrió esa mujer. Y
por culpa de Amulio. Todo lo relacionado con el rey está maldito para nosotros.
Mírame.
Su madre le levantó la
barbilla y la obligó a mirarla a los ojos. La mujer sonreía.
- Cuando este año vayamos a
la fiesta de Júpiter Latiaris, me señalarás a los pastores de tu agrado y yo
hablaré con tu padre - dijo -. ¿Estás de acuerdo?
Flora asintió, le dio las
gracias y ambas retornaron a sus tareas. Sin embargo, la muchacha no estaba
conforme con las explicaciones de su madre. Le parecían absurdas. ¿Que tenía
que ver Remo, su adorado Remo, con la muerte penosa de Aurelia? Se la habían
contado muchas veces, pues era un honor para su familia habitar en una cabaña
que había pertenecido a un rey, pero Númitor había sido destronado hacía ya
muchos años. ¡Ella aún no había nacido! Esas viejas historias no le atañían.
Con un suspiro evocó a su
amado. Él y su hermano gemelo sobresalían entre los demás pastores por su
apostura. Se movían con una gracia animal, firme y ligera al mismo tiempo. Los
reconocería desde el otro lado del valle al verlos correr aunque llevaran
ocultas sus cabelleras doradas. En cuanto a Remo, en toda la ribera del Tíber no
había quien tuviese una figura tan atlética, unos ojos tan vivaces y atrevidos.
¡Y qué boca…! Irradiaba confianza en sus propias fuerzas y en su porvenir.
Siguió moliendo el grano y su
cabeza pensaba en el modo de hacerle saber a Remo que si no acudía a la fuente
no era por su voluntad, sino por la prohibición tajante de su padre. Dentro de un
par de días se celebraría el mercado junto al Ara Máxima de Hércules. Hallaría
la manera de encontrarse con él.
- Eres muy bueno lanzando
piedras - dijo Hortensio mientras se acercaba a Remo, quien desde uno de los
extremos del Palatino tiraba piedras al valle con evidente furia. Había
esperado inútilmente junto a la fuente de Fauno y Pico durante toda la mañana.
El muchacho cesó sus
lanzamientos y lo miró un instante. El prometido de su hermana Fausta no le
gustaba. Conseguía ser el centro de atención allí donde iba porque hablaba
mucho y gastaba bromas sin parar. Era un presuntuoso que, por ir con frecuencia
a Alba Longa, donde tenía parientes, se creía el hombre más importante de las
colinas del Tíber.
- En realidad, eres muy bueno
en todo - insistió Hortensio, sentándose al pie de una encina -. Te he visto
arrojar la lanza, cazar y correr y no conozco a nadie que se te iguale. ¡Si yo
tuviera tu habilidad, ya habría conseguido un buen regalo para tu hermana
Fausta!
Esa declaración dejó perplejo
a Remo. No solo el reconocimiento a su propia superioridad, sino porque
Hortensio era un hombre acomodado.
- ¿No puedes hacer un regalo
a mi hermana?
- Puedo hacerle muchos, pero
no le satisfacen. Las muchachas son muy caprichosas - dijo Hortensio -. Les
gusta lo difícil o imposible de conseguir. ¡Por extravagante que parezca, basta
con hacer una tontería para convertirte en un héroe a sus ojos!
- Y ¿qué clase de tontería
querría de ti mi hermana? – preguntó Remo, a quien Fausta le había parecido
siempre una joven poco exigente.
- Se volvería loca si robase para
ella un buen puñado de sal – dijo Hortensio con un suspiro -. La sal es la
riqueza de una casa, dice, y es de buen augurio recibirla de un futuro esposo.
Sobre todo si el pretendiente se arriesga a hurtarla de los almacenes del
Aventino sin que le rompan la cabeza los vigilantes. O aunque se la rompan…
Remo quedó pensativo durante unos
momentos. Luego, no sin orgullo, reanudó el lanzamiento de piedras esforzándose
por hacerlas llegar más lejos. Pero ya las tiraba sin furia.
NOTA: Este es el capítulo 4º de Remo y Rómulo. Todas las fotos son de Rafa Lillo.
Me gusta, me gusta, Isabel.
ResponderEliminarVale.
Se van perfilando los gemelos. Rómulo admira a Remo y de él está enamorada Flora. Este amor parece que camina a ser contrariado, veremos. Y los dos muchachos son rubios y están dotados de grandes cualidades físicas para correr, lanzar piedras (en esto último, sobre todo Remo)...
ResponderEliminarComo dice Dyhego, me gusta, me gusta.
Un grandísimo abrazo, querida Isabel.
Poco a poco vamos conociendo a los gemelos no tan iguales en el caracter como se está viendo.
ResponderEliminarBesitos
Vaya, que sea Remo el que sobresale sobre Rómulo, quién es el que tiene más fama, no deja de sorprenderme. Es un interesante giro de la historia. Me hace pensar en cuantas cosas de la antigüedad no conocemos.
ResponderEliminarEstoy impaciente por la quinta parte
Me gusta que sean distintos. Puede que en el futuro unan sus cualidades para conseguir lo que se propongan.
ResponderEliminarAyyy, a ver si Remo y Flora se encuentran!
Un beso
P.D. Me da en la nariz que será Remo el ladrón de sal finalmente, jajaja, ya empiezas a hacerme cavilar, jajaja.
La historia, con el tiempo demuestra sus injusticias, normalmente siempre sobresalen y ganan los mediocres.
ResponderEliminarSaludos.
Me gusta, me gusta mucho. Siempre enganchas.
ResponderEliminarRafa
Me ha hecho gracia Hortensio, diseñándole tan minuciosamente el plan. Ay, este Remo, que está haciendo nuestras delicias!
ResponderEliminarFeliz fin de semana, madame
Bisous
Me ha hecho gracia Hortensio, diseñándole tan minuciosamente el plan. Ay, este Remo, que está haciendo nuestras delicias!
ResponderEliminarFeliz fin de semana, madame
Bisous
Engancha muchísimo esta historia; amedida que te adentras en ella es más interesante.
ResponderEliminarUn abrazo Isabel feliz finde.
Cómo se las gastaban por entonces. A la mínima los pastores se abrían las cabezas a bastonazo limpio. Ya pueden andar los mozalbetes con cuidado, por muy fuertote que parezca Remo.
ResponderEliminarUn saludo.
Flora cree en las maldiciones del destino y la mala acción del Rey Amulio la lleva a todo lo venga de él, incluso al hijo de su criado, el pastor Faústulo. Muy clásico, Isabel. ¿Qué nos deparará?. Abrazos y buen fin de semana.
ResponderEliminarYa empezamos a conocer a esta parejita que serán la luz sobre las colinas que soportarán la inmensa ciudad.
ResponderEliminarExcelente.
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
¿De qué no será capaz una adolescente enamorada? Veremos.
ResponderEliminarMuchos besos.
Saludos, dyhego, espero que los gemelos nos proporcionen todo el tiempo muchas emociones. Besos.
ResponderEliminarHola isabel martínez barquero, nuestros muchachos nos van a dar mucho que pensar y que sentir en los próximos días. Pero ¿qué adolescente no provoca esos mismos efectos en quienes lo rodean? Es propio de la edad... Besazos.
Hola elysa, sí hay mucho parecido en el carácter y muchas diferencias. Es natural. Besos.
ResponderEliminarHola laura díaz, a medida que vayamos avanzando en la historia comprenderás esta aparente contradicción. No puedo explicartelo ahora para no estropear la historia a quienes no conocen el mito. Pero verás que tiene una lógica. Besotes.
Hola África, qué buen olfato tienes... Y que lo has entrenado mucho, la verdad. Veremos como evolucionan estos dos muchachos, que están en una edad... Besazos.
ResponderEliminarHola dapazzi, creo que hay de todo. No me atrevería a decir que sólo han descollado los mediocres ni mucho menos, pues por lo general no descuellan. Con todo esta historia tiene su miga... Espero que la sigas con interés y pasión. Besazos, querido amigo.
Hola rafa, me alegra saber que te engancha. Eso siempre es positivo. Besos.
ResponderEliminarHola la dame masquée, desde luego que Hortensio ha sido bastante claro. Y nuestro joven, que quiere descollar como un gallito... Beso su mano.
Hola bertha, es estupendo que te enganche y te apetezca seguir leyendo. Estos niños darán mucho de sí (espero). Besazos.
ResponderEliminarHola cayetano, es una buena advertencia a estos atrevidos, sobre todo Remo, que parece no temerle a nada. Pero sí, los pastores tienen malas pulgas y el papá de Flora aún más. Besos.
Hola paco hidalgo, este es un ejemplo de esas sociedades antiguas antes de que existieran los ejércitos, pues eran los criados los que luchaban por y con su amo, como si fueran pequeños ejércitos privados. No es extraño que las enemistades se transmitieran... Besos.
ResponderEliminarHola antonio campillo, antes de que estos muchachitos puedan alumbrar una nueva ciudad, nos harán pasar algunos ratos negros... Besos, querido amigo.
Hola maria luisa arnaiz, desde luego cuando una muchachita está enamorada difícilmente se someterá por completo a las órdenes paternas. Vermos qué nos depara esta historia. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarDos hermanos distintos y seguramente complementarios. Veremos como sigue la historia, que sin duda atrapa.
ResponderEliminarUn beso, querida amiga,
Salud y República
Ahora venos las diferencias entre los hermanos, tan parecidos físicamente y a la vez tan diferentes en la forma de pensar y sentir. Remo parece no tener tacha y es impulsivo; Rómulo es reflexivo, la prefiere a la acción aunque le gusten ambas. ¿Existirán diferencias de criterio entre ellos en un futuro? ¿Será Rómulo un envidioso de su hermano? Poco a poco lo iremos viendo a través de tu espléndida pluma.
ResponderEliminarUn beso y feliz fin de semana
Bueno, los chicos tienen sus diferencias y Remo tiene que sobresalir si o si para impresionar a su amada. Y que no hara un jovencito enamorado para hacerlo, y que no hara ella para atraer su atencion.
ResponderEliminarMuy formal la madre de Flora, pero que se aviene a ser el poder en las sombras de elegirle ella el marido a la hija, y que da una idea de la forma en que murio Aurelia de la que por otros motivos se paso 'casi volando' en la novela anterior.
Besos!
Isabel que esto tiene una pinta maravillosa. Se ven el carácter de los gemelos y de Flora.
ResponderEliminarQue tengo ganas de leerlo en papel.
Muchos besos,amiga
Hola rgalmazán, ya veremos, ya veremos. Estos hermanos son un tanto singulares... Pero mucho me temo que tú personalmente (Amulio) tengas que ir preparándote... Besazos.
ResponderEliminarHola carmenBéjar, veo que sí, que las diferencias entre los hermanos se notan. La cuestión es que ambos están en la adolescencia, un momento en el cual casi todo puede pasar. Veremos. Besazos.
Hola alejandra sotelo faderland, veo que has captado estupendamente el interés de Remo por conquistar a su amada. Y sí, las mujeres hemos tenido que recurrir a actuar en la sombra - por lo que dices de la madre de Flora - por la imposibilidad de hacerlo a la luz. Una pena. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarJa, ja, elena casero, yo también tengo ganas de verlo terminado, pero asumo que tendré que escribirlo antes... Un besazo enorme.
Querida Isabel, ¿tendrá algo que ver con esa apariencia tan varonil y atractiva de los gemelos esa ascendencia divina de Marte? En cuanto a sus caracteres, en esa prudencia y reflexión que manifiesta Rómulo frente a la impetuosidad y la osadía de su hermano late ya el germen del desenlace futuro.
ResponderEliminarSigo encandilada por la historia; aguardo impaciente los próximos acontecimientos.
Mil bicos, cara.
Hola profedegriego, claro que tiene que ver. Pero ellos no lo saben, sus amigos no lo saben, sus padres putativos no lo saben tampoco... ¡Ay, cuando se destape! Besazos, guapa.
ResponderEliminarQuerida Isabel, acabo de enviarte un correo de respuesta con un Sí enorme a tu pregunta; espero que lo hayas recibido.
ResponderEliminarMil bicos.
Me gusta mucho cómo vas introduciendo poco a poco lo necesario para que la acción fluya y al tiempo recordar aspectos de la novela anterior para que no nos perdamos. Se me había pasado leerlo hasta ahora mismo.
ResponderEliminarEpisodio fundamental en el dibujo de la personalidad de cada uno de los hermanos, como han señalado todos los amigos en sus comentarios. Las pasiones de ellos y de los que los rodean, tanto las generosas como las mezquinas empiezan a ofrecer un manto de niebla que crea el mundo que se avecina en la Fundación. Casi nada, disfrutar de estos sentimientos en estado puro, la que más me conmueve, Flora, prendida de amor.
ResponderEliminarVoy al siguiente. Besazos.
Empecé a leer en el orden inverso a la publicación y ha sido un ejercicio interesante, voy ya armando el puzzle de los hermanos, la sal, Flora, los amigos...
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