lunes, febrero 11, 2013

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS



Apostados tras un grupo de robles en la vertiente del Palatino opuesta al valle de Murcia, los Quintili y Rómulo habían pasado casi toda la mañana esperando a Orison. Algunas columnas de humo delataban la ubicación de las cabañas dispersas por las colinas circundantes, a veces reunidas en grupos de dos o tres. No se veía gente en los huertecillos ni sus alrededores. En cuanto al valle del foro, a excepción de un rebaño de toros que, tendidos perezosamente en los prados a los pies del Capitolio, se levantaban y caminaban de vez en cuando, nada más se movía.
Estaban a punto de marcharse cuando, al rayar el sol su cenit, el bandido apareció en lo alto del camino que penetraba entre el Palatino y la Velia acompañado por un grupo de hombres y cinco caballos. La cabeza de Orison sobrepasaba las de sus compinches y su cuerpo fornido daba una falsa impresión de pesadez, pues llegado el caso se movía con gran agilidad. Usaba poca violencia, prefiriendo la astucia y la rapidez para obtener el botín. Mas feroz resultaba en el momento de defenderlo, pues tanto él como sus hombres eran muy hábiles con los bastones y los cuchillos y así, muchos de los perjudicados por su rapiña desistían de recuperar sus bienes, se resignaban a la pérdida y hasta se alegraban por no haber caído en peores manos.
Los bandidos descendieron sin prisas por la senda hasta penetrar en el valle del foro. Justo donde hoy se levanta la basílica Emilia había un gran pastizal atravesado por el riachuelo que recorría el valle en toda su longitud. Hasta allí se acercaron, abrevaron los caballos y los dejaron sin atar, con las patas trabadas, para que pastasen a su antojo. Luego se dieron la vuelta y desaparecieron por donde habían venido.
Quedaron muy contrariados los muchachos. Manteniéndose ocultos en el bosque, habían avanzado a la par que los ladrones con la esperanza de verlos ejercitarse, bien con juegos, bien con luchas o lanzamiento de cuchillos. Sin embargo, superada la primera decepción cuando los vieron marcharse tan pronto, Rómulo animó a sus compañeros. Les propuso cruzar al otro lado del valle para ir a donde estaban los caballos y contemplarlos de cerca. Prohibió a Bona seguirlos por temor a que sus ladridos asustaran a las caballerías.
Salieron pues de su escondrijo y con grandes saltos y zancadas llegaron enseguida a donde pastaban los animales. Éstos recularon un poco, pero se mantuvieron tranquilos y los muchachos se acercaron cada vez más. Había una yegua joven espléndida, un poco nerviosa, cuya estampa había llamado la atención de Rómulo. Tenía el pelaje rojizo, la frente ennoblecida por una mancha blanca y una crin de color rojo claro le caía entre los ojos inmensos. Cabeceó al notar cerca al muchacho, pero él le pasó la mano por el lomo y el animal se calmó. Estaban los tres amigos con la atención puesta en los caballos cuando, de pronto, Rómulo sintió una fuerte presión en la espalda y al mismo tiempo el filo cortante de una voz.
- ¡Aléjate de la yegua! Vamos. ¡Apartaos todos de los caballos!
Quien así había hablado era Orison, mientras apretaba la punta de su bastón contra la espalda de Rómulo a la altura de la cintura obligándole a andar hacia adelante. Otros dos hombres hacían lo mismo con los hermanos Quintili. Caminaron durante un tramo hasta que les ordenaron darse la vuelta para verles las caras. Los bandidos soltaron grandes risotadas al verles los rostros descompuestos. Rómulo, sin embargo, se mantuvo firme y muy erguido, con gesto de orgullo y la mirada fija en la de Orison.
- No hemos hecho nada malo - dijo.
- Así que os habéis pasado el día vigilando desde el bosque, para no hacer nada malo… ¡Pues sois bastante estúpidos! – respondió Orison repasando con la mirada a los tres muchachos. Se volvió hacia sus compañeros y, señalando con la barbilla a Rómulo, añadió en tono de burla - ¡Y este es el más tonto de todos, pues ni siquiera tiene miedo…!
Rómulo dejó de prestarle atención. Al haberse desplazado hacia el centro del valle, los bandoleros daban la espalda al rebaño de toros, pero Rómulo y los Quintili los tenían a la vista y percibieron de inmediato el peligro. Quizá por la mordedura de una serpiente u otra causa semejante, uno de los toros se había puesto violentamente en pie y, con un mugido espantoso, empezó a correr y dar saltos sin rumbo ni sentido, acercándose peligrosamente a los caballos. Éstos se espantaron, pero no podían huir al tener trabadas las patas. En un instante, bufidos y relinchos retumbaban en el valle como los truenos de una tormenta.
- ¡Hacia allá! – gritó Rómulo, extendiendo el brazo derecho para indicar a Publio y a Gordio que debían desplazarse hacia esa parte. Antes siquiera que los bandidos pudieran reaccionar, los muchachos habían sacado piedras de sus zurrones y las lanzaban contra el toro al tiempo que corrían a interponerse entre éste y las caballerías. Cuando ya la res enloquecida se precipitaba contra ellos, Rómulo le acertó de lleno entre los ojos y el animal, ciego de pánico, alzó la cabeza, se giró levemente y tras recibir una lluvia de pedradas en el costado, cambió de dirección, alejándose hacia el fondo del valle.
Sin dejar de vigilar al toro ni al resto de la torada, pues muchas reses se habían levantado y se agitaban con nerviosismo, Rómulo, Publio y Gordio Quintili ayudaron a los ladrones a sujetar a los caballos, pues en su terror relinchaban, daban coces y saltos y trastabillaban al tratar de alzarse de manos. Rómulo invocó en su corazón al dios Quirino, protector de aquellos parajes con sus colinas y sus moradores y solicitó su ayuda en esos momentos de peligro gravísimo. Finalmente, con una destreza inaudita logró calmar a la yegua y poco a poco los machos se aquietaron también.
- Con razón no tenías miedo, muchacho – dijo Orison, cogiéndolo del brazo –, pues hay algo poderoso en ti. ¿Quién es tu padre?
- Fáustulo, mayoral de los rebaños del rey Amulio y jefe de los poblados del Palatino. Mi madre es Acca Larentia – respondió Rómulo levantando la mirada para observar su reacción.
En las cabañas de los pastores se decía, no sin cierto respeto, que había sido una desgracia familiar, cuya causa atribuían al rey Amulio, la que había empujado a Orison al bandidaje, pues con anterioridad había vivido con los suyos en Alba Longa. Cuál hubiera sido ese infortunio, no se sabía con seguridad: algunos apuntaban a la muerte de su esposa, otros a que la pérdida de sus rebaños lo había empobrecido y costado la vida a su mujer; unos cuantos, por último, recordaban una vieja rencilla con Amulio anterior a su ascensión al trono.
Si el saber que eran criados del rey Amulio incomodaba a Orison, no tuvo modo de saberlo Rómulo, pues el jefe de los bandidos asintió con la cabeza sin alterar la expresión ni dejar traslucir su pensamiento. Los otros bandidos palmeaban en las espaldas a Publio y a Gordio, los felicitaban por su rapidez y coraje y entre todos ellos se estableció una corriente de simpatía. Finalmente los hombres de Orison agruparon a los caballos para llevárselos y se despidieron de los muchachos con palabras amistosas.
Los jóvenes, henchidos de orgullo, se contaron atropelladamente, unos a otros, sus impresiones, cual había sido su particular hazaña, el momento más peligroso. Recordaron lo cerca que habían estado de ser corneados por aquella bestia, la manera acorde y rápida con la cual habían atacado a su vez. Reían de felicidad al recordar las caras de asombro de los bandidos. Esta aventura les confirmaba que su periodo de iniciación tocaba a su fin y habían sabido aprovecharlo bien. Ninguno de los pastores de las cercanías lo habría hecho mejor. Con esa agitación regresaron al bosque donde Bona estaba exhausta de ladrar y saltar y, aún así, recibió a su amo como si no lo hubiera visto en muchos meses.
- Hemos de conseguir vino en alguna parte – dijo Rómulo cuando ya habían descansado y recobrado la calma –. He prometido una ofrenda al dios Quirino por ayudarnos y urge desagraviar también al dios Fauno por apedrear al toro. Es preciso hacerlo antes de acabar la tarde.
- Vayamos a la cabaña de Córito – dijo Publio –. Es la más cercana y ahora no está. Siempre tiene un pellejo de vino al lado del ventanuco y con una caña podremos sacarlo.
Y sin más dilación, se dispusieron a cortar una caña y a robar.



Había oscurecido ya cuando Rómulo y los Quintili alcanzaron su refugio, pero en lugar de entrar, pasaron de largo para acercarse al de sus compañeros. Éste estaba mejor provisto y era más amplio, cabían todos en él incluidos los perros. Ardían en deseos de contarles lo sucedido con el bandido Orison, revivir con palabras la aventura del toro y los caballos y empezaron a hablar apenas se sentaron en torno al fuego frotándose las manos y los brazos, pues llegaban ateridos. Pero su entusiasmo no fue recibido como esperaban. Cuando Gordio Quintili comenzó a explicar cómo habían ahuyentado al toro, lo interrumpió Remo .
- ¡Nosotros sí que cumpliremos una hazaña mañana! - dijo sacudiendo hacia delante la cabeza. Era un movimiento muy peculiar suyo que provocaba la agitación de su cabello rizado.
- Sí, sí. Y no podréis venir, porque es un asunto para hombres, no para muchachos que aún juegan con las vaquitas… – añadió Bruto Fabio
- ¿Ahora es de hombres mover así los ricitos? – preguntó Gordio Quintili con voz de falsete y remedando el gesto de Remo. Éste se levantó de un salto y lanzó hacia delante el puño, pero no logró darle. Los demás reaccionaron enseguida para impedir la pelea y, aunque se cruzaron muchas palabras hirientes, consiguieron calmarlos. Volvieron a sentarse y durante mucho rato guardaron un silencio hosco.
- ¿Y cuál es esa hazaña? – preguntó Rómulo al fin.
- Robaremos sal de los depósitos del Aventino – respondió su hermano, no sin lanzar una mirada de desagrado a Gordio.
- No parece tan difícil. Iremos – dijo con firmeza Rómulo.
- ¡Ni hablar! – respondieron a la vez los hermanos Fabios.
- Entonces, actuaremos por nuestra cuenta.
Siguieron algunas burlas. Los Fabios insistieron en que robar la sal no era tarea para gente que se moría de miedo solo con oír hablar del Aventino. Rómulo salió de la cabaña enfadado y con el ánimo pesaroso. Otras veces Remo lo había defendido ante los Fabios, pero en esa ocasión no había abierto la boca. Su amigo Publio Quintili le echó el brazo por los hombros y restó importancia a lo acontecido. Pero las palabras ofensivas habían sido dichas y el silencio de su hermano le pesaba.

 Todas las fotos son de Isabel Barceló. El esquema de la colina y sus cabañas está fotografiado en los Museos Capitolinos.

 NOTA 1: Este es el capítulo 5º de la historia de Remo y Rómulo. Recordaros que los depósitos de sal (donde la dejaban acumulada los mercaderes para transportarla después al interior) estaban en la ladera del Aventino, cerca del área donde se celebraba el mercado de animales. Por el mismo camino que se accedía a estos depósitos se subía a la cumbre de aquella colina. 
NOTA 2:  El próximo 14 de febrero tendremos en Valencia este grato acontecimiento. Se da además la circunstancia de que la autora de este magnífico libro de relatos, Isabel Martínez Barquero, ha sido nuestra queridísima Rea Silvia, con quien tanto hemos compartido en la historia de La Vestal de Alba Longa. Arropémosla también en esta ocasión.
: ¡Os esperamos!











35 comentarios:

  1. Jugar con fuego puede quemar. Algunas compañías no son desde luego las mejores. De los bandidos se libraron por ser más osados que ellos. Veremos qué pasa ahora con la sal.
    Buena suerte en esa presentación de Valencia.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Cada hermano comienza a ir por su lado. Se van marcando perfectamente por parte de la escritora actitudes y aptitudes de ambos. Bien por la tensión que eso empieza a crear y, sobre todo, por la pericia de la escritora.
    Sólo una pequeña cosa. En el inicio del capítulo, Isabel, hablas de los Quintili y REMO y por los amigos que cada gemelo tiene y por todo lo que se narra en el capítulo, parece lógico pensar que quien espía y aguarda al bandido es RÉMULO y no REMO. Si estoy equivocada, siento el comentario.

    Un abrazo enorme, querida Romana

    ResponderEliminar
  4. Me ha gustado la aventura con el toro. ¡Cuántos jóvenes se medían con la fiera!
    Mima la presentación. Sé que lo harás.
    Muchos besos.

    ResponderEliminar
  5. Hola cayetano, como suele decirse, hace falta tener amigos hasta en el infierno... Nunca se sabe. Besazos.

    ResponderEliminar
  6. Hola freia, muchas gracias por la observación. Aunque pongo mucha atención, parece casi imposible que no cometa errores... Ya lo he corregido y espero no cometer más. Estoy sometida a mucha tensión. Besazos, guapa.

    ResponderEliminar
  7. Sí, pero robar sal era más por demostrar su amor a su amada,ya que esto es lo que le pidió en prenda.

    Vamos a esperar el desenlance de esta hazaña.

    Un abrazo Isabel.

    ResponderEliminar
  8. Saludos, maria luisa arnaiz, tienes razón en insistir en que cuide la presentación. Trato de hacerlo pero parece que estoy fallando... Menos mal que cuento con vuestra cordial ayuda. Besos, guapa.

    ResponderEliminar
  9. Isabel:
    Te leo con agrado.
    Vale.

    ResponderEliminar
  10. yolanda carrasco11:09 p. m.

    Cada vez está más interesante.Una delicia leérte Isabel.Ya lo sabes.Besos.

    ResponderEliminar
  11. Pues menos mal que han salido airosos de su enfrentamiento con bandidos y toros!
    Por otra parte, esá claro que el interés por la sal es proporcional al interés por la niña, jejejeje!
    A ver los sobresaltos que nos depara esa aventura, que seguro los hay.


    Un beso y feliz presentación

    ResponderEliminar
  12. Querida Isabel: me ha gustado mucho la aventura del toro y cómo se han ganado el respeto de los bandidos. Casi me parecía sentir la respiración del"animalito" en la nuca... Por otro lado, veremos qué tal el robo de la sal, preciado bien. Me llama la atención la rivalidad entre los dos hermanos, más aguda en tanto que se quieren mucho y se hacen saño con las palabras y los gestos...

    El 14 yo estaré en Badajoz, en el inicio de un proyecto muy interesante, me hace ilusión pensar que las dos estaremos con algo bueno entre manos. me acordaré de la autora, la gran Rea Silvia y de ti. Feliz presentacion. Besazos, amiga.

    ResponderEliminar
  13. Interesante el bandido, una versión de ladrón de tiempos muy antiguos. Para nosotros hoy dia, ir a robar sal no tiene nada del otro mundo, en esa epoca se ve que era un delito mucho mayor que robarse un caballo. Un tanto jactancioso Remo, por ahora.

    Asi que presentando un libro. Espero que llegue el dia que presentes algo mio, quien te dice, con Miss Lizzie sentada elegantemente en el escritorio como una panelista mas, algo a lo que no le gana nadie ni una reina de esos tiempos o de estos.

    ResponderEliminar
  14. Ya estoy con el corazón en un puño. Estos gemelos son sangre creciendo y no paran quietos. Veremos qué sale del robo de la sal.
    Eso sí, me place verlos fuertes y llenos de energía.

    Isabel, seguro que la presentación sale bien. Así quiero pensarlo, que ya ando algo nerviosilla, pues se acerca el día y siempre siento algo de vacío interno previamente. Pero en el momento de la presentación, todo se me va. Al menos, así ha sido hasta ahora.
    Contar contigo como presentadora es todo un lujo para mí. Sé que lo vas a hacer de fábula. Y que sepas que me siento muy amparada por ir de la mano de mi narradora Claudia Hortensia.

    Un beso con todo mi cariño.

    ResponderEliminar
  15. Mi estimada Isabel!

    Sigues sorprendiéndonos con esta magnifica recreación de los hermanos Remo y Rómulo quienes demuestran valor y, a su vez, una cierta rivalidad que, ya en esta parte de la historia, comienza a dejar huellas en ellos. La sed de mostrarse ( y serlo, porqué no?)valientes los está llevando a la aventura sin miedo o respeto por sus consecuencias. En fin, Isabel, seguiré pendiente de esta historia y de tu ingenio.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Los hermanos toman su camino, cada uno ha de elegir, de vivir, valerosos, llenos de vida...la historia empieza a escribirse.

    Fabuloso siempre leerte Isabel!

    Besos.

    ResponderEliminar
  17. Anónimo9:26 a. m.

    Vibrante capítulo, y estupendo el desarrollo de la acción y la formación de la personalidad de los actores. Esperamos mas
    Rafa

    ResponderEliminar
  18. ¡Que suerte han tenido con el toro! La historia podría haber acabado de un modo muy distinto. Veamos cómo salen del tema de la sal...
    Abrazos, Isabel

    ResponderEliminar
  19. Que tengaís un día muy saleroso en todos los sentidos, suerte que ese par de chicos me dan disgustos infinitos, ayyy y con la gripe que pillé no levanto cabeza.
    Besitos.

    ResponderEliminar
  20. Me gusta mucho como va la novela. Felicidades de nuevo.
    Ambs Isabeles lo haréis muy bien en la presentación del libreo de relatos: sólo tenéis que conversar con el público.

    ResponderEliminar
  21. El desencuentro es claro, en forma de decepción. La cuerda se tensa y quedamos, como siempre, a la espera de lo que está por venir.

    Salud

    ResponderEliminar
  22. Una hazaña que hubiera podido acabar mal: primero porque no sabemos cómo se las hubiesen gastado los "bandidos" y segundo porque los toros podrían haber embestido a alguno de los protagonistas. Está claro que los hados les son favorables a los gemelos, al menos de momento.
    Un besito

    ResponderEliminar
  23. Hola bertha, para presumir ante su amada, eso seguro. Y ante todos los demás... Besitos.

    Ja, ja, mariajesusparadela, con el sudor de su frente. Besazos.

    Hola dhyego, gracias pues por leerme. Besos.

    ResponderEliminar
  24. Hola yolanda carrasco, espero que el interés se mantenga e incluso crezca. Gracias por tu fidelidad lectora.

    Saludos, áfrica, me da a mí que a este Remo es un pelín pendenciero. A ve qué hace. Besos.

    Saludos, maria antonia moreno, tienes mucha razón al señalar la rivalidad entre los hermanos, poco más que un pique, aunque ya se ha visto que Remo es poco dado a reconocer los éxitos de su hermano. Ya veremos. Te deseo muchísimo éxito y felicidad en ese nuevo proyecto que empiezas ahora. Seguro que será apasionante. Besos, querida amiga.

    ResponderEliminar
  25. Hola alyx faderland, has acertado al llamar jactancioso a Remo. ¿Cosas de muchachos? La sal era considerado un producto de primerísima necesidad y muy apreciado, pues ten en cuenta que lo usaban para conservar los alimentos, un aspecto que para nosotros ya no es relevante porque tenemos otros métodos.
    ¡No sabes cuánto me gustaría presentar algo tuyo aquí o allá, con la elegantísima miss Lizzie y, sobre tod, contigo. Un abrazo muy fuerte.

    Saludos, isaberl martínez barquero, estoy segura de que la presentación irá muy bien, pues tú sabes lo que escribes y por qué lo haces, así que a tus lectores les encantará escucharlo de tu propia voz. Tengo ya muchas ganas de verte. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  26. Saludos, gustavo figueroa v., gracias por seguir esta historia con tanta atención. La rivalidad entre los hermanos es más que frecuente (baste recordar a una pareja que "funda" nuestra relición judeocristiana, los famosos Caín y Abel) y aparece bastante en la mitología. Veremos qué ocurre con estos dos hermanos: parece que uno puede devorar al otro. Besos, querido amigo.


    Hola mayte, verdaderamente ellos están en un momento crucial, en el cual las elecciones pesarán para siempre. Besazos.

    Hola rafa, me alegro de que te haya gustado cómo se van dibujando las personalidades de los gemelos. Besos.

    ResponderEliminar
  27. Hola xibeliuss jar, sí, el asunto de los toros les ha salido bien. En cuanto al futuro... Veremos, veremos. Besotes.

    Hola natalia tarraco, la sal va también estupendamente, diluida en agua hervida, para "desatascar" la nariz tapada. ¡Es cuestión de pedirle a tus gemelos que te lleven una poca! Besazos y mejórate.

    Hola dolors jimeno, gracias por tus buenos deseos, te echaremos de menos. Seguro que Isabel encanta a sus lectores/as. Besos.

    ResponderEliminar
  28. Hola charles de batz, qué alegría escucharte de nuevo. Ay, estos muchachitos mucho me temo que nos darán algunas sorpresas. Besos, querido amigo.

    Hola carmenBéjar, seguro que los dioses los están protegiendo, desde que nacieron. Pero ante el destino y su cumplimiento, no cabe más que arrostrar los peligros que vengan. Besazos.

    ResponderEliminar
  29. Me parece que hay muchos dioses a los que desagraviar. Estos chicos no van a ganar para ofrendas!
    Y ahora un hermano agraviado también. Mal asunto.

    Buenas noches,madame

    Bisous

    ResponderEliminar
  30. En fin, no ganamos para sustos con estos chicos. Ya veremos como va la aventura del robo de la sal.

    Besitos

    ResponderEliminar
  31. Los sentimientos encontrados están a flor de piel, la unión tan fuerte entre los gemelos está mostrando el dibujo del odio en esta cara de la pasión, cuánto se habrán querido cuando solo se tenían el uno al otro, atemorizados, y ahora ese mismo hilo tensa sus sentimientos hacia el desencuentro. Estos muchachitos no solo están aprendiendo a sobrevivir con sus argucias, también están mirando hacia su interior, ¿qué veremos próximamente de ellos? Terrible ha sido la sombra sobre la descendencia de Númitor y Aurelia.

    Hermoso episodio. Un abrazo, y que los dioses os acompañen en la presentación de nuestra Rea Silvia.




    ResponderEliminar
  32. Muy gallitos los hermanos. Está claro que son héroes desde que nacieron y eso les llevará a realizar grandes gestas.
    Un beso

    Salud y República

    ResponderEliminar
  33. Querida Isabel, ¡qué apasionante este episodio de bandidaje! ¡Qué oportuno ese "pánico" infundido por Pan-Fauno! Con razón corre Rómulo a ofrecerle la libación para cumplir con el desagravio! ¡Y qué guapo está "mi muchacho" con esos rizos en la cabellera! Lo malo es que se masca en el aire la tensa situación entre los gemelos...
    Ganas tengo ya de saber más.
    Mil bicos.

    ResponderEliminar
  34. Repito mi asombro por la naturalidad con que tejes la historia, introduciendo personajes nuevos y dejando otros, así como el dominio del espacio.
    Me impresiona mucho.

    ResponderEliminar