Sinceramente no se lo que será, pero esa fotografía te deja polarizado, más aun si eres conocedor de esa obra prima-hermana de Santa Sofia. Esos tímpanos son como úteros, cuando estas en el centro contemplándolos, esa es la sensación que me invade. Saludos.
Desde que pude ver in situ el Panteón romano, ya me quedé hipnotizado para siempre con esos casetones y ese óculo central. La perfección elevada a categoría de arte clásico. Cuídate. Un abrazo.
Aunque eterna sea la admiración que profesamos por algunos de los grandes símbolos del arte o la arquitectura, como el Panteón, por ejemplo, con el que bien ilustras. Abrazos, Isabel!!! Un gusto pasar por tu blog.
Una reflexión muy lúcida, por cierto. Hace unos días estuve allí, en ese Panteon, pudiéndome sumergir en esa luz cenital tan mágica que penetra la cúpula desde hace siglos. Un abrazo
Sí, dapazzi,esa cúpula produce la sensación de hallanos en un lugar protegido,materno. Para los romanos era el panteón de todas sus divinidades y, al fin y al cabo, creían que de ellas procedía el ser humano. ¿Y te has fijado alguna vez en las ranuras en el suelo (con forma de pequeños pétalos), por donde se evacuaba el agua que penetraba a través del óculo? También el agua es una bendición. Un abrazo, querido amigo.
Hola, Cayetano Gea, a mi impactó, por primera vez,desde fuera. En definitiva, es el único monumento romano antiguo que se ha conservado íntegro. En cuanto a la cúpula, su diámetro es unos metros mayor que la de Miguel Ángel en el Vaticano. Claro, que esta se encuentra a menor altura. Es un monumento fascinante que te atrapa enseguida el corazón. Besazos, querido amigo.
Cierto, Patzy, nuestra admiración es eterna, pero no para todos: miremos, si no, cómo algunos destrozan con bombas o con mazas hermosísimas obras antiguas y no por su belleza, sino por lo que simbolizan. De otras muchas sólo nos quedan las descripciones más o menos detalladas que hicieron los antiguos. ¡Qué no daríamos por ver los jardines colgantes de Babilonia o el Coloso de Rodas...! Un abrazo muy fuerte.
¡Qué suerte la tuya, Neogéminis Mónica Frau! Puedo decirte que yo he pasado muchas horas, en diferentes días, sentada en los escalones de la fuente de la plaza de la Rotonda contemplando la noche, las nubes, la luna, sobre este edificio maravilloso. Reconozco que es mi favorito. Un abrazo muy fuerte.
La verdad del arte, llamada también poesía (Diccionario de las Artes, Félix de Azúa), es la capacidad de soportar el dolor que causa la experiencia del tiempo porque en ella está la muerte, y la muerte es la frontera del mundo y el mundo, como decía Wittgenstein, es lo que hace al caso, todo lo que hay más allá, como también decía el filósofo austríaco, es todo aquello sobre lo que es mejor guardar silencio.
Espero que te encuentres del todo fuerte en muy breve espacio de tiempo, cuánto te agradecemos que tu arte nos ilumine.
Pues, desde luego, el pellizco del dolor que nos insufla el arte pareciera un guiño de algo que a todos nos toca y que todos parecemos obviar en cada paso, como si cada uno de estos pasos no supusiera otro paso más hacia el tiempo.
Un abrazo fuerte, querida amiga, todo mi cariño y mi energia positiva para ti.
Isabel, aunque breve, bien potente la entrada. El Panteón es mi edificio preferido en Roma. Aprovecho para decirte, aunque quizá ya lo sepas, que tendremos pronto en Valencia a Gianluigi Colalucci. Gracias por continuar actualizando el blog.
Es una bella reflexión, casi como un laberinto si entras en ella, pues aún no siendo completa, la eternidad sigue presente en la mente del artista al intentar alcanzar para su obra... Tan real como humana.
Me permito enviarte referencia de un trabajo sobre las mujeres según César y Salustio, aunque quizá ya lo conozcas. http://campus.usal.es/~revistas_trabajo/index.php/0213-2052/article/view/8817/9902 Un saludo.
Sinceramente no se lo que será, pero esa fotografía te deja polarizado, más aun si eres conocedor de esa obra prima-hermana de Santa Sofia.
ResponderEliminarEsos tímpanos son como úteros, cuando estas en el centro contemplándolos, esa es la sensación que me invade.
Saludos.
Cierto, Isabel! Un abrazo enorme.
ResponderEliminarDesde que pude ver in situ el Panteón romano, ya me quedé hipnotizado para siempre con esos casetones y ese óculo central. La perfección elevada a categoría de arte clásico.
ResponderEliminarCuídate. Un abrazo.
Bellísimo y ademas atrapa el buen arte, que aunque el tiempo pase siempre tiene algo que demostrar.
ResponderEliminarFeliz otoño Isabel
Un beso.
Aunque eterna sea la admiración que profesamos por algunos de los grandes símbolos del arte o la arquitectura, como el Panteón, por ejemplo, con el que bien ilustras. Abrazos, Isabel!!! Un gusto pasar por tu blog.
ResponderEliminarUna reflexión muy lúcida, por cierto. Hace unos días estuve allí, en ese Panteon, pudiéndome sumergir en esa luz cenital tan mágica que penetra la cúpula desde hace siglos.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, dapazzi,esa cúpula produce la sensación de hallanos en un lugar protegido,materno. Para los romanos era el panteón de todas sus divinidades y, al fin y al cabo, creían que de ellas procedía el ser humano. ¿Y te has fijado alguna vez en las ranuras en el suelo (con forma de pequeños pétalos), por donde se evacuaba el agua que penetraba a través del óculo? También el agua es una bendición. Un abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarGracias, Yolanda Carrasco, siempre tan atenta a todo cuanto ocurre en este blog. Besazos.
ResponderEliminarHola, Cayetano Gea, a mi impactó, por primera vez,desde fuera. En definitiva, es el único monumento romano antiguo que se ha conservado íntegro. En cuanto a la cúpula, su diámetro es unos metros mayor que la de Miguel Ángel en el Vaticano. Claro, que esta se encuentra a menor altura. Es un monumento fascinante que te atrapa enseguida el corazón. Besazos, querido amigo.
ResponderEliminarCierto, Bertha, además de belleza, el arte nos habla del pensamiento humano de cada época. Un abrazo muy fuerte, querida amiga.
ResponderEliminarCierto, Patzy, nuestra admiración es eterna, pero no para todos: miremos, si no, cómo algunos destrozan con bombas o con mazas hermosísimas obras antiguas y no por su belleza, sino por lo que simbolizan. De otras muchas sólo nos quedan las descripciones más o menos detalladas que hicieron los antiguos. ¡Qué no daríamos por ver los jardines colgantes de Babilonia o el Coloso de Rodas...! Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminar¡Qué suerte la tuya, Neogéminis Mónica Frau! Puedo decirte que yo he pasado muchas horas, en diferentes días, sentada en los escalones de la fuente de la plaza de la Rotonda contemplando la noche, las nubes, la luna, sobre este edificio maravilloso. Reconozco que es mi favorito. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarCreo que el arte es eterno mientras la gente sepa apreciarlo. Nace con vocación de eternidad, desde luego.
ResponderEliminarLa verdad del arte, llamada también poesía (Diccionario de las Artes, Félix de Azúa), es la capacidad de soportar el dolor que causa la experiencia del tiempo porque en ella está la muerte, y la muerte es la frontera del mundo y el mundo, como decía Wittgenstein, es lo que hace al caso, todo lo que hay más allá, como también decía el filósofo austríaco, es todo aquello sobre lo que es mejor guardar silencio.
ResponderEliminarSaludos.
Queridísima Isabel:
ResponderEliminarEspero que te encuentres del todo fuerte en muy breve espacio de tiempo, cuánto te agradecemos que tu arte nos ilumine.
Pues, desde luego, el pellizco del dolor que nos insufla el arte pareciera un guiño de algo que a todos nos toca y que todos parecemos obviar en cada paso, como si cada uno de estos pasos no supusiera otro paso más hacia el tiempo.
Un abrazo fuerte, querida amiga, todo mi cariño y mi energia positiva para ti.
Isabel, aunque breve, bien potente la entrada. El Panteón es mi edificio preferido en Roma. Aprovecho para decirte, aunque quizá ya lo sepas, que tendremos pronto en Valencia a Gianluigi Colalucci. Gracias por continuar actualizando el blog.
ResponderEliminarEn efecto: pero hay segundos de contemplación del arte que valen por toda la eternidad.
ResponderEliminarBesos.
Es una bella reflexión, casi como un laberinto si entras en ella, pues aún no siendo completa, la eternidad sigue presente en la mente del artista al intentar alcanzar para su obra... Tan real como humana.
ResponderEliminarSaludos!
Me permito enviarte referencia de un trabajo sobre las mujeres según César y Salustio, aunque quizá ya lo conozcas. http://campus.usal.es/~revistas_trabajo/index.php/0213-2052/article/view/8817/9902 Un saludo.
ResponderEliminarUna gozada, Isabel, una se puede quedar hipnotizada ante su contemplación.
ResponderEliminarViajo poco, y por eso se agradecen tus imágenes.
Un abrazo.
Gracias a todos, queridos amigos. Un abrazo y hasta pronto.
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