Marcia, hija mía, ¿has trenzado ya las guirnaldas de
oloroso ciprés? ¡No te entretengas, pues no tardarán en llegar los siervos de
los epulones a recogerlas! Créeme si te digo que no sé dónde tengo la cabeza. Estoy
nerviosa. Ahora no encuentro uno de los cestos que he preparado esta misma mañana con
las ramas de olivo y los pomos de espino blanco. ¡Ay, me parece una contradicción
llamar así a estos ramilletes, cuando solo se ven sus frutos rojos! Espero que
tanto la madre Juno como Minerva nos favorezcan este año, pues nunca antes la
mesa del banquete que han de compartir con Júpiter habrá estado tan hermosa. ¿Me
has oído? ¿Acabas ya? ¡Vamos, niña, que estará a punto de llegar el carro para
llevarse todo! Si mi madre nos viera, reventaría de orgullo. Según ella, la de los Juegos Plebeyos es la
fiesta más gozosa del año, porque no existe un atributo más deseado
ni celebrado que la libertad.
NOTA 1: Del 4 al 17 de noviembre se desarrollaban en
Roma los Juegos Plebeyos, que incluían representaciones teatrales y competiciones
atléticas. Aun cuando su creación se sitúa, según algunos autores, hacia el siglo V-IV a.C., a partir del 220 a.C. se convirtieron en los primeros juegos públicos de Roma, por lo que pueden considerarse los más antiguos de carácter público. Con ellos se
celebraba la libertad política de este numerosísimo grupo social, caracterizado
por carecer de los privilegios que disfrutaban los patricios. Estaban
organizados por los ediles plebeyos. Dentro de esos festejos, el 13 de
noviembre tenía lugar el Banquete de Júpiter. Consistía en poner una mesa muy
adornada con guirnaldas de plantas olorosas, un lecho, donde se tendía la
imagen de Júpiter y dos sillas, sobre las que sentaban a las diosas Juno y
Minerva. La mesa la servían los epulones,
siete sacerdotes encargados de estos festines divinos. La comida era sobria y la
consumían los citados sacerdotes. He de añadir que este tipo de banquetes sacros se celebraban también cuando ocurrían grandes desgracias o desastres.
NOTA 2: Pocas horas después de haber puesto esta entrada, se han producido en Paris los terribles atentados que han costado la vida a más de 120 personas y herido a dos centenares más. Para un puñado de terroristas y fanáticos, la libertad de otros no tiene valor, es brutalmente atacada, y se pretende suprimir con sangre. Con sangre inocente, con sangre plebeya. Hoy, como hace más de dos mil doscientos años, la libertad es un bien irrenunciable que es necesario celebrar y por el que hay que luchar.
*Tríada capitolina. Museo del santuario de Fortuna Primigenia. Italia. Foto: Isabel Barceló
** Frutos del espino blanco. Foto sacada de internet.
NOTA 2: Pocas horas después de haber puesto esta entrada, se han producido en Paris los terribles atentados que han costado la vida a más de 120 personas y herido a dos centenares más. Para un puñado de terroristas y fanáticos, la libertad de otros no tiene valor, es brutalmente atacada, y se pretende suprimir con sangre. Con sangre inocente, con sangre plebeya. Hoy, como hace más de dos mil doscientos años, la libertad es un bien irrenunciable que es necesario celebrar y por el que hay que luchar.
*Tríada capitolina. Museo del santuario de Fortuna Primigenia. Italia. Foto: Isabel Barceló
** Frutos del espino blanco. Foto sacada de internet.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSiempre son los plebeyos las víctimas de todo.
ResponderEliminarLocura y sinrazón en un mundo injusto que planta su simiente en un terreno peligroso. Luego, el fanatismo interesado de los que están manejando los hilos desde arriba, no de los que ponen las bombas, se encarga de abonar y regar convenientemente ese campo para que el mal fructifique y los ingenuos se inmolen.
Un saludo.
Hoy todos lloramos con París. La violencia nunca es justificable y aún menos cuando se ejercita de forma indiscriminada contra ciudadanos comunes, plebeyos en suma. Jamás me cabrá en la cabeza ni una sola razón que justifique el terrorismo.
ResponderEliminarUn beso, querida Isabel.
Estamos en una espiral estimada Isabel:entre fanatismos , políticos corruptos, que parte y culpa de que esto salte por los aires.Y quien paga: siempre los mismos.Esta mañana con el susto en el cuerpo aun; porqué tenemos unos familiares, y afortunadamente están bien. Pero me pongo en el lugar de estas familias y esto es un atentado contra todo y todos y no queda otra que unirnos y que el miedo no nos paralice...
ResponderEliminarUn beso.
Todo pasa porque la humanidad adquiera una mayor conciencia...
ResponderEliminarMuy bien, Isabel. Un texto muy bonito y del que aprendemos mucho y una actualización muy acertada. Gracais por todo ello.
ResponderEliminarSe distingue a los fanáticos precisamente en eso, en que no toleran la libertad del otro.
ResponderEliminarBesos.
EL ciprés es mi árbol favorito, sobre todo los días de lluvia, cuando se mojan desprenden un aroma único, espero que no nos coloquen un impuesto nuevo a la plebe relacionado con el olfato.
ResponderEliminarSaludos.
Queri8da Isabel, desearte un feliz día de tu santo y que te lo pases genial.
ResponderEliminarMagnifica entrada y con un término muy actual por desgracia al que me uno con mi pesar a las familias de las vícti8mas inocentes y con mi apoyo y solidariamente al noble pueblo francés.
Un beso.
Muy acertadas tus palabras, Cayetano Gea. Y a eso hay que añadir la hipocresía, porque ¿cuántas empresas y gobiernos suministran armas para los conflictos bélicos? En fin. Besazos.
ResponderEliminarComparto tu opinión, Isabel Martínez Barquero, nada justifica el terrorismo. Hacer daño a quien no tiene culpa de nada es un crimen deleznable. Con todo, es necesario que reflexione todo el mundo, y en especial quienes mandan, porque ellos sí podrían hacer algo inteligente para modificar este estado de cosas. Besazos, querida amiga.
ResponderEliminarCierto, Bertha, el miedo no puede paralizarnos. Es momento de estar unidos y también, como sugieres, de que empiecen a darse cuenta los aprovechados de que sus intereses, cuando no media la moderación y la cordura, terminan por condenarnos a todos. Me alegro de que tus familiares estén bien. Besazos.
ResponderEliminarSaludos, Manuel. La humanidad debe adquirir una mayor conciencia, sí, estoy de acuerdo contigo. Sobre todo deben tener conciencia quienes tienen mayor poder, porque esos son los que nos pueden llevar a una salida o a seguir vagando durante años por este laberinto de horror. Saludos codiales.
ResponderEliminarGracias, Dolors Jimeno. A veces, mirando el calendario, me doy cuenta de que no hay un solo día del que no podamos aprender algo si miramos hacia el pasado. ¡Y mira que se empeñan en quita de la enseñanza las asignaturas que nos harían más humanos y más sabios...! Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola Pedro Ojeda Escudero, has dado un buena definición de fanático. Nos hemos pasado la historia rodeados... Besazos.
ResponderEliminarJa, ja, Dapazzi, ojala se cumpla tu deseo. Al leer tus palabras me he acordado de aquellos famosos urinarios que hizo construir en distintas partes de Roma el emperador Vespasiano y por cuyo uso debía pagarse. Cuando alguien se quejó y señaló que había algo de indigno en llenar las arcas del estado mediante tal método, respondió: "El dinero no tiene olor". Y cuánta razón tenía...
ResponderEliminarEn cuanto al ciprés, es un árbol sagrado por el que siento, también, el mayor afecto. Besazos, querido amigo.
Gracias por tu felicitación, Mari Carmen García Franconetti, es la primera que recibo; incluso yo misma lo había olvidado. Y es que mi abuela, por quien llevo ese nombre, lo celebraba el 19 de noviembre y para mí aún sigue siendo esa fecha... Besos, querida amiga.
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