¿Quién
no ha oído hablar de ese diosecillo que, armado con arco y fechas, se divierte lanzándolas
a cualquiera que se ponga a su alcance? Le encantan las travesuras y hacer que
se enamoren entre sí personas muy diversas y de todas las edades, sin importarle
que sean ricos o pobres, jóvenes o viejos, bellos o poco agraciados, humanos o divinos.
Es uno de los dioses más temibles. Caprichoso. Peligroso. Ni siquiera los altos
dioses del Olimpo se atreven a regañarlo, por temor a que los vuelva a herir
con sus flechas de amor y encienda ardientes pasiones con su antorcha.
Respecto a él, había coincidencia entre mortales e inmortales: Cupido se tendría bien merecido sufrir un poco, probar las alegrías y las hieles de las heridas de amor que tan alegremente dispensaba a los demás. ¡Que bebiese un buen trago de su propia medicina! Y claro que la bebió: se enamoró perdidamente y las cosas no fueron fáciles para él ni para su amada. Desde luego, esa enfermedad suya llamada “amor” tuvo sus consecuencias en el mundo.
Respecto a él, había coincidencia entre mortales e inmortales: Cupido se tendría bien merecido sufrir un poco, probar las alegrías y las hieles de las heridas de amor que tan alegremente dispensaba a los demás. ¡Que bebiese un buen trago de su propia medicina! Y claro que la bebió: se enamoró perdidamente y las cosas no fueron fáciles para él ni para su amada. Desde luego, esa enfermedad suya llamada “amor” tuvo sus consecuencias en el mundo.
De
la aventura amorosa de Cupido, del Rapto de Europa, de las peligrosas criaturas
de la noche y de otras historias que amaban relatar los romanos, quizá a la luz
de las lucernas, tendremos oportunidad de hablar dentro de poco. La exposición “Luz
de Roma” nos anima a ello, no solo porque pone ante nuestros ojos las lucernas
con las que iluminaban la oscuridad los habitantes de lo que hoy es la
provincia de Alicante, sino porque muchas de ellas, en su decoración, nos hablan
de esas antiquísimas conversaciones, de la manera romana de explicarse y
comprender el mundo, algo que aún nos importa conocer y nos sigue fascinando.
Como
ya estamos en verano, una época muy propicia para que Cupido haga de las suyas,
conviene prevenirse. Por lo que a mí respecta, dirijo esta invocación a su
madre, la diosa Venus.
QUE CUPIDO
NO SEA DEMASIADO DURO
“Antes
de marcharme de Roma sólo una cosa te pido, madre Venus: ordena a tu hijo
Cupido que no sea conmigo demasiado duro. Si ha de alcanzarme una de sus
flechas, sea. Acepto gustosa sus heridas, siempre que no sean profundas. Al
verano le favorecen los amores alegres y ligeros como la brisa marina o las
ondas que llegan mansas a la orilla, amores que nos hacen felices unos días y nacen
condenados a desaparecer. Por ellos sólo quiero pagar dos lágrimas cuando
concluya la luna de agosto y haya de retornar a nuestra ciudad. Dos lágrimas
sólo y un poco de melancolía. Nada más.”
La
conferencia CUPIDO ENAMORADO Y OTRAS HISTORIAS DE LA NOCHE ROMANA, impartida
por Isabel Barceló Chico, tendrá lugar el viernes 8 de julio, a las 19,30
horas, en la Casa Alberto Sols de Sax. En este mismo centro cultural, puede
verse, hasta el 22 de julio, la exposición LUZ DE ROMA, organizada por el Museo
Arqueológico de Alicante (MARQ) y la colaboración, entre otras entidades, del
Ayuntamiento de Sax.
¡OS ESPERAMOS!
Suerte en la conferencia. Y procura atar bien corto al rapaz, no haga de las suyas.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, Cayetano Gea. El rapaz es indomable, hay que tomárselo así. En cualquiera caso, si nos hiere para bien, ¡que dure! Besazos.
ResponderEliminarCupido, creo, debe de ser "ciego", como la justicia, pero él como ella, deben también de hacer trampas y seguramente algún agujero ha de tener el pañuelo que tapa sus ojos.
ResponderEliminarSaludos