"Todo
el refinamiento de la corte de Weimar, las conversaciones y lecturas en sus
círculos intelectuales, la frustración y crueldad derivada de los juegos de
seducción que encendían el deseo pero nunca consentían realizarlo, todo eso se
desvaneció y se convirtió para el poeta en pasado. Su amante romana no
sabía de poesía, pero sí de la ternura de acariciar con los dedos el perfil de
los labios, de mordisquear el cuello o la oreja, de abrazarlo por la espalda
cuando estaba distraído. La calidez de sus brazos,
sus besos acuciantes, la voracidad de sus muslos al rodearle la cintura, la
manera de ofrecerle sus pechos, su mirada de devoción y de dicha, eran mucho
más fuertes, más poderosos y reales que cualquier otra felicidad que hubiera
disfrutado el poeta en su vida. Ella era semejante a Roma: una verdad desnuda,
una sabiduría terrenal y antigua, una raíz que lo sujetaba a la tierra y le
descubría su propio cuerpo, deseoso de amar y digno de ser amado. Faustina,
activando los resortes de su deseo, hizo de él un hombre en el sentido más
elemental y primitivo."
Muchas emociones, como la que sentía y suscitaba la tabernera Faustina en el poeta teutón Goethe, encontraron un lugar
para expresarse en Roma. Ciudad de amor, de violencia, de intereses
contrapuestos, de matices, de heroísmo, una ciudad con nombre y alma de mujer.
Hablar de mujeres es una de las muchas buenas maneras de empezar el año. Que el 2019 os sea propicio. Gracias
a vuestro apoyo, "Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones" ha
lanzado su tercera edición.
Roma ha sido una ciudad muy religiosa a la par que sensual.
ResponderEliminarVale, Isabel.
Hablar de estas emociones, de la vida que se desprende de la palabra y reclama caricias y carnalidad, como debió de sentir Goethe en su encuentro con Faustina es una de esas muchas maneras de empezar. La que yo escojo, mi favorita. Gracias, Isabel querida, por este regalo inmenso.
ResponderEliminarMi libro de cabecera, quiero releer algunos fragmentos, los necesito.
Un abrazo, maga.
Hola, Dyhego. Al hilo de tus palabras se me ocurre que es natural que sensualidad y espiritualidad vayan juntas. Besazos y feliz año.
ResponderEliminarQuerida elena clásica, Roma es una ciudad en la cabe todo, también el que un hombre descubra el amor. Lo raro es que lo digan... Besazos, querida amiga.
ResponderEliminar¡Enhorabuena Isabel por esa tercera edición! :)
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