¿Pudo imaginar nunca Filótide, en sus sueños juveniles, que algún día
salvaría Roma? A diferencia de las esclavas que trabajaban en el campo y de las
que eran escogidas desde la infancia para el burdel, podía considerarse
afortunada. Formaba parte de una familia de cierto relieve social. Vivía en una
mansión en el núcleo urbano y sus obligaciones incluían el aseo personal y el
aderezo de su señora, el cuidado de sus habitaciones, sus vestidos y alhajas.
Sabía imitar los modales de una matrona y poseía además apostura y belleza. Ama
y esclava vinieron al mundo bajo el mismo techo, casi a la par y, puesto que
los hijos heredaban la condición de la madre, la una nació libre, hija de una
patricia romana, y la otra esclava, por ser hija de esclava. Tal vez el amo la
engendró también a ella, pero en Roma la educación lo era todo. Quien hubiera
sido educada como persona libre, disfrutaría de los atributos de la libertad;
la educada en la esclavitud viviría sin dignidad, ni honor, ni voluntad propia,
y no se le inculcarían nociones morales o cívicas. Una esclava no era nada.
(…) Filótide jamás pudo soñar con salvar Roma: nunca tuvo sueños
juveniles, porque no tenía vida propia. Su existencia estaba unida a la de su
ama como la de una rama a su tronco, la de una hoja a su rama.”
De “Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones”
Aquí os dejo un par de enlaces: a la reseña de Historiae, y a la reseña en Un lector indiscreto.
¡Que los reyes magos os traigan tantos regalos como merecéis!
Que se acuerden de todos nosotros.
ResponderEliminarVale, Isabel.
Qué bonito es conocer los pensamientos íntimos de una mujer, a quien la vida le deparó nacer esclava y el papel que había de representar en Roma. Pues, quién se acuerda de estas mujeres que han hecho historia, igual que las que figuran en los grandes tratados sobre personajes ilustres. Cómo me ha gustado conocerla y sentirla.
ResponderEliminarSalve Filótide y todas las mujeres que nos hablan desde el tiempo. "Mujeres de Roma", una obra maravillosa, una perla para todas las lectoras y para nuestros amigos, los hombres que nos quieren y respetan.
Ay, Isabel, pero... ¿tú sabes la vida que has traído? Brava.
Te abrazo, te admiro, te quiero.