Me gusta bajar a la playa al atardecer, cuando los pájaros regresan al nido y sus alas se recortan oscuras contra el cielo rojizo. Hundo los pies descalzos en el agua y dejo a las ondas acariciarme los tobillos. Me hace bien sentir su mansedumbre, oir el griterío de las aves y ver difuminarse en el horizonte la línea que separa mar y cielo. Pocas cosas desasosiegan tanto a una anciana como contemplar el mundo suspendido entre dos luces. A mí, sin embargo, no me atemoriza. Quizá porque es el momento del día más propicio a los recuerdos y, apenas se los convoca, acuden con rapidez.
- Vinieron por allí – le digo a Karo extendiendo el brazo hacia la derecha, en un gesto carente de precisión.
- Me lo has dicho mil veces, señora Imilce – me responde con cierto descaro – Sal ya del agua, se te van a arrugar los pies.
- ¿Más de lo que ya los tengo? Anda, tráeme el lienzo para secarme. Y acuérdate bien de lo que te he dicho. ¿Lo has anotado en la tablilla?
No es mal chico y, según afirma su maestro, tiene buena letra. No pido mucho más: eso, y que sea diligente a la hora de pasar los apuntes a un rollo de papiro para corregirlos después. Algunas personas opinan que pierdo el tiempo. Mi nuera, por ejemplo. Pero yo le respondo: ¿Para qué querría ahorrar tiempo una vieja como yo?¿Se detendría acaso si me sentase ociosa junto al fuego o pasara las horas quejándome de los mil dolores que me afligen? Ella se calla, claro, aunque me dirige comentarios sarcásticos cuando regreso a casa después de mi paseo por la playa. No lo entiende.
Si los dioses me hubieran concedido una hija o una nieta, no me tomaría tantas molestias: desde niñas les habría repetido una y otra vez la historia de nuestra reina Dido y el príncipe troyano Eneas, como mi abuela hizo conmigo. Con mis hijos ha sido imposible. Son capaces de reproducir, uno por uno, todos los movimientos que hicieron en un combate de lucha griega hace diez años. No se les olvida la lista de los enemigos de Cartago, pero ¡ay! no les interesa conocer a fondo el origen de esas enemistades. Un error que pagaremos caro, porque cuando la bruma del tiempo borre el recuerdo de aquella primera ofensa, no se podrá medir su importancia ni ponderarse si es razonable o no continuar con las querellas. El olvido, en estos asuntos, sólo consigue hacer interminable el reguero de agravios.
- ¿Me has oído? Anota bien las últimas frases. ¡Creo que he dicho algo importante!
- No puedo hacer dos cosas a la vez, señora Imilce. Y si no se queda quieta, no tendré manera de abrocharle las sandalias.
Mis nueras son jóvenes, desde luego, y aún pueden tener hijas. Sin embargo, ¿Quién me garantiza que viviré para verlo? ¿Y si soy tan vieja que pierdo la memoria o soy incapaz de relatar lo ocurrido con coherencia? Prefiero prevenirme. Por eso llevo a todas partes conmigo a Karo y le voy dictando mis recuerdos según vienen. Además, me hace compañía y su desenfado juvenil me alegra. Ya tendremos tiempo luego de ordenarlos mejor. Y si me muero antes, él podrá hacerlo.
- ¿Es cierto que tu misma viste llegar las naves de los troyanos? – me pregunta mientras me ayuda a colocarme el manto.
- Tan cierto como que te veo a ti ahora mismo. La nave de Eneas arribó a una bahía un poco más al este, no puede verse porque está detrás de ese promontorio. Una tormenta había dispersado su flota y algunas de las naves que él creía perdidas llegaron justo aquí. Y en mala hora.
- Yo los odio – dice de pronto, cuando ya hemos tomado la cuesta de camino a casa.
- Pues haces mal. Odiar, odiar… Y seguro que no sabes por qué. ¿Comprendes lo que decía antes? – le respondo airada. Él se queda callado.
Me pregunto si habrá algún palmo de tierra en el mundo que no haya sido hollado por algún ser sufriente. Cartago y esta misma playa no son una excepción. La reina Dido y todos nosotros llegamos aquí huyendo de otros dolores y traiciones. ¡Qué mujer! No sé de ninguna otra que haya experimentado el goce del amor como ella ni haya padecido tanto por su pérdida.
Habíamos navegado durante meses y meses y más meses y al desembarcar aquí nos arrojamos al suelo y besamos la arena. Yo creo que más bien me caí, porque después de tanto tiempo en la nave me sentia mareada y torpe como un pato al pisar tierra. Ese es uno de mis primeros recuerdos de entonces, tenía poco más de siete años. Estábamos desfallecidos pero muy alegres. Nos parecía haber llegado al final de nuestro sufrimiento. Y así fue. Hasta que se interpuso Eneas. Y los dioses, es preciso decirlo.
- El maestro asegura que es necesario consultar los augurios para no equivocarnos y actuar siempre según los dictados de la divinidad.
- Nadie conoce la voluntad de los dioses, hijo mío, hasta que se ha cumplido. Y para entonces no hay remedio que valga: suele ser demasiado tarde. Dido era todo corazón. En cuanto a Eneas… No quiero ser injusta con él. Vayamos poco a poco y con prudencia, porque no se ha inventado una balanza para pesar las culpas en los conflictos humanos. Y, ahora, entra en casa delante de mí y, si te pregunta mi nuera, dile que nos ha retrasado un vecino. Nos ahorraremos una disputa.
NOTA: Para esta historia me inspiro en La Eneida de Virgilio. Imilce (sin hache) y Karo son los únicos personajes que incorporo a esta historia y no figuran en el texto virgiliano.
* y *** Esculturas en el Museo Massimo alle Terme
** Escultura de inspiración medieval fuera de exposición en los Museos Capitolinos
****Vista del Tíber, aquí simulando la playa de Cartago.
Tags mujer
Me llamó la atención que comentaras que se secaban con un paño, en alguna ocasión que estuve en Roma nos pusieron paños en vez de las toallas felpudas que usamos en México. Las costumbres perduran mucho tiempo.
ResponderEliminarSaludos
Wow, Isabel! Este primer capitulo es una joya! Me ha encantado tu incorporacion de Imilce y Karo...apuesto que tambien a Virgilio le hubieran gustado! ;-))
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!
Wow, Isabel! Este primer capitulo es una joya! Me ha encantado tu incorporacion de Imilce y Karo...apuesto que tambien a Virgilio le hubieran gustado! ;-))
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!
la música. estrañé la música amiga.
ResponderEliminarDido era todo corazón. En cuanto a Eneas…
ResponderEliminar*
*
qué buena entrada al hombre...qué circunstancias...
Quiero conocer a Eneas... :)
Me cuentas sobre la política de tu país????
Ya quedé atrapada en tu historia!!!
ResponderEliminarNo quiero decir demasiado porque temo arruinar la continuación de éste relato,pero me anudo los dedos y con todas mis ansias espero tus próximas palabras que como siempre me hipnotizan...
GRACIAS ISA!
(cada vez que te visito mi alma se colma con la pasión de tus relatos)
BESOS Y MAS BESOS
Me acomodo en mi silla al leerte Isabel, me llena de entusiasmo tener una historia nueva que seguir...
ResponderEliminarcomo siempre
brillante!!
muchos besos!
Vamos a seguir la mirada de Imilce.
ResponderEliminarQue sabemos menos interesada que la lectura de Augusto ;)
Está genial esta relectura que hacés de los clásicos y las leyendas.
;) (F)
Un beso
Me ha gustado mucho el relato y especialmente la reflexión de que el desinterés por conocer el origen de las enemistades (la primera ofensa)impide medir su importancia y acrecienta el reguero de los agravios.
ResponderEliminarEstudiemos la Historia para buscar puntos de encuentro; nunca para encontrar agravios.
Besos
...interesante forma de empezar el relato, y en primera persona... me sumergo feliz en el mar de esta nueva aventura...
ResponderEliminar(ya me puse al día del resto!)
...besos querida romanita...
Como siempre Isabel, leerte es un placer, pero después de estas agotadoras fiestas, todavía más. ¡Féliz año!
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
Será la voluntad de los dioses que esta anciana dama plasme sus recuerdos para la posteridad? Un relato que arranca desde la playa para llevarnos, seguramente al promontorio. Abrazos.
ResponderEliminarMuy interesante! Realmente bueno lo que he leido.
ResponderEliminarTe seguiré de cerca.
Saludos
Te sigo Isabel, en silencio.
ResponderEliminarBesos.
[Isabelísima, aclaro dichos: decía lo de que me hablaba en primera persona por la entrada anterior, ya que mi nombre es Claudia (de origen romano ni más ni menos...); c'est tout!... te dejo con un beso y a la espera de la saga...]
ResponderEliminarHola Isabel!! Que buen comienzo!!!!! Ya estoy enganchada :)) Además Dido es una de mis favoritas..... me trae recuerdos de mi infancia... Espero que te encuentres mejor ya que como te he escrito en mi blog se te extaña mucho, a pesar de que no nos dejes completamente solos y sigas regalándonos tus hermosas historias, lo que te agradezco de corazón. Mis mejores deseos para ti (espero que lleguen y te ayuden y mimen guapa!!!) Besos sanadores
ResponderEliminarPaso a desearte feliz año y a seguir prometiendo fidelidad a Roma.
ResponderEliminar:o)
ResponderEliminarVengo por un ABRAZO cálido.-
Venís a volar un ratito conmigo, Isabel?
Gracias por estar !
P.d: Hoy comienzo a leer tus historias. Espero poder seguirte! :}
Muakkkkkkk-
Me gusta el personaje de Imilce. Destila nobleza y sabe mirar más allá que el resto.
ResponderEliminarUn saludo
La sabiduría de los ancianos es filosofía en estado puro.
ResponderEliminarMagistral relado, señorita Isabel. Me ha dejado usted con la boca abierta, ya puedes darte prisa en escribir otro para ver si se me cierra (y poder volver a abrirla).
Mientras tanto, ahí van un par de besos, que te los has ganado.
(P.D.: "Nadie conoce la voluntad de los dioses, hijo mío, hasta que se ha cumplido". ¡Genial!).
Con placer vengo a leer, y con placer de haber leido, me voy.
ResponderEliminarDe los ancianos se aprende sabiduría, siempre que no hayan sido muy tontos de jóvenes. Y yo voy a llevar a Ilmice conmigo para que me ayude a relativizar un poco los conflictos, tanto nacionales como personales.
Gracias por esta nueva entrega.
Muy buen primer capítulo. Espero impaciente la continuación.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Isabel:
ResponderEliminarGracias por avisarme. Con tu permiso, me llevo este escrito a casa y el de Claudia, que son los que no he leido. Esque...es la unica manera de leerlo con tiempo.
Uf, siempre de un lado a otro, con lo reconfortante y relajante que es la lectura...
El viernes vengo.
Besos, escritora romana¡
Isabel...muy bueno, de verdad. Vengo a darte un abrazo , pero no sé nada de ti desde el año pasado. estás bien?. Te quiero amiga.
ResponderEliminarBesos.
Todo en la vida es aprender y quien de lo bueno ha gozado, el sufrimiento al perderlo, le enseña.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte y FELICIDADESSSSS.
Isabel, por fin entro justo cuando hay un capítulo 1!!!!!!!!! Me gusta muchísimo cómo escribes y la idea de una historia por entregas, que además tus lectoras y lectores esperan con ansiedad, como dicen en los comentarios, me parece una verdadera maravilla.
ResponderEliminarEspero ponerme al día con las historias anteriores, por lo pronto espero ansiosa la segunda parte de Dido y Eneas.
Un abrazo fuerte!!!
Se hace costumbre el encantador hecho de venirte a ver.
ResponderEliminarSaludos.
Nuevamente, el relato promete!! Por ahora me declaro enganchada y perfectamente dispuesta a seguir atentamente el hilo...
ResponderEliminarDebo decir que la dupla Imilce y Karo me gustaron mucho. Particularmente el personaje de Imilce, me produjo muchas cosas...Complicidad con su relato en primera persona, acompañando sus introspecciones y dialogos con Karo...
Cariños y gracias,
Ximena
Memorias de Roma...parece la película argentina...(Roma)..muy gratificante en estos tiempos locos...un beso Isabel.
ResponderEliminarMientras Imilce se ahorra una disputa con su nuera, yo no puedo ahorrarme ni un elogio por cómo llevas estas historias. Es un placer dejar la precariedad de lo real y sumergirse en el mundo que propone tu relato. _Un verdadero placer, Isabel.
ResponderEliminarSaludos a todos. Pido disculpas por tardar en responder a vuestros comentarios. Tengo un poco tocada la espalda y puedo estar muy poquito rato sentada en el pc, lo que ocasiona estar menos activa y visitarlos mucho menos de lo que acostumbro. Quiero dar prioridad a continuar las historias (por eso no temáis), así que una cosa va por otra...
ResponderEliminarHola Manuel, las toallas felpudas son bastante recientes, quizá 70 u 80 años nada más (al menos, que yo sepa y aquí en España). Besos.
Saludos tic-tac, ojalá consiga que estos dos personajes nuevos resulten bien. Siempre es un riesgo y un misterio. Besos.
Querido gonzalo, no se me ocurre qué música podría poner, además de no saber hacerlo. Cada cual tendrá que ponerse la suya en casa. Besazos.
Hola ferípula, la prudencia es importante, creo yo. Luego, cuando conozcamos esta historia - que tiene mucho de mítico ¿eh? - cada cual podrá sacar sus conclusiones. Besitos.
Hola gabu, seguro que sabes mucho de esta historia y te agradezco tu discreción, es un detalle muy bonito hacia los demás lectores. Lo que sí podemos decir es que es apasionante. Besos.
Hola cieloazzul, veremos por dónde nos lleva la señora Imilce, una anciana muy especial y algo rebelde ¿no? Un besazo.
Hola umma1, no sé si podremos librarnos de la propaganda de Augusto, por otra parte muy bien aceptada por los romanos incluso antes de que la hiciera. Creo que conocer esta invención legendaria nos puede ayudar a comprender mejor la mentalidad de aquella época, en especial respecto a las mujeres. Lo que sí trataré de hacer es presentar los personajes de modo que puedan comprenderse sus distintas posturas. ¡Espero acertar! Besitos, guapa.
Hola estefani, tienes toda la razón, hay que buscar puntos de encuentro. Y también la forma de superar aquellos viejos desencuentros que, pasado el tiempo, carecen en absoluto de importancia. Es la persistencia en sentirse ofendidos y en ofender lo que termina por amargarnos a todos. Besos.
Saludos, claullitriche, espero que Imilce resulte una buena conductora para esta historia. Por lo menos, puede constituir una válvula de escape cuando haya demasiada presión en la olla. Besos, querida amiga.
Hola miriam g., no hay como unas fiestas movidas y divertidas para tomar con más ganas el relax de la lectura. De modo que estás en las condiciones óptimas para disfrutar... Besos.
ResponderEliminarSaludos fgiucich, gracias por tus palabras y buenos deseos de llegar a alguna cumbre. Creo que la intención de Imilce es humilde y humana: dejar una constancia de algo que conoce, tal como lo conoce y como cree que se puede recordar. Y una necesidad de combatir el olvido. Besitos y hasta pronto.
Hola maría jesús lozano, muchas gracias por tu visita. Me gustaría que te sintieras en tu casa y que Imilce sea como una abuela que nos habla de cosas hermosas que pasaron hace mucho tiempo pero nos haga sentir que ocurrieron ayer. Saludos cordiales.
Hola morgana, también yo estoy silenciosa últimamente, pero sigo aquí. Besos, querida amiga.
Hola claullitriche, de nombre Claudia como las dos vestales: la de la diosa Cibeles y la que peleó en defensa de su padre (El triunfo de Claudio). No creas, también las hubo marchosas, y mucho. Tendremos tiempo de hablar de algunas de ellas, seguro. Besitos.
Hola zoe favole, me llegan tus besos sanadores y van haciendo efecto, pero no a la velocidad que desearía, así que aún ando a medio gas. Pero por nada del mundo os dejaría sin contar esta historia... Debéis disculparme por no visitaros tanto como me gustaría, pero esto es pasajero. Un abrazote.
Apreciadísima Isabel Romana, con esta introducción no has conseguido hacer que me enganche, quería que lo supieras...
ResponderEliminar¡¡Pero por favor, por favor, continúa la historia, jo, que tengo muchas ganas, jo, que siempre que me voy a comer el postre me lo quitaaaaaaas, por favor, quiero mááááááááááááááás, no me dejes así, necesito otra dosis de tu historiaaaaaaaa!!
P.D: El estilo narrativo en primera persona, le ha dado mucha cercanía a la historia y para mí, le ha dado muchísima fuerza a tu emmpiece. Me encanta la filosofía de Imilce. No dejarás de sorprenderme Isabel Romana. Un gran abrazo.
Salve, gregorio luri, bienvenido a Cartago justo en el momento en que empieza a gestarse/justificarse una enemistad con Roma que durará siglos. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarHola badanita, puedes volar y revolotear a tu gusto por todas partes, yo te sigo. Besos.
Saludos tanhäuser, espero que, si logro acertarlo, ese personaje cumpla un buen papel en la historia. Besos.
Hola angelusa, como suele decirse, "más sabe el diablo por viejo que por diablo". Espero que eso ocurra con Imilce. Gracias por todo, guapa.
Saludos ula, creo que has captado con mucha agudeza el papel que pretendo que juege Imilce: un cierto equilibrio, un intentar mirar en todas las direcciones para tratar de comprender. Ojala consiga yo hacerlo realidad. Besos.
Hola kurtz, enseguida viene el segundo capítulo. Tengo intención de actualizar, como hasta ahora, dos días a la semana. Besos y hasta pronto.
Hola rafael pq, te comprendo perfectamente, vamos tan cortos de tiempo y con tantas cosas por hacer, que no llegamos a todo. Pero en fin, sírvete los relatos a tu gusto. Besos.
Estoy sorprendida por dos cualidades tuyas que forman, finalmente, tu exquisito trabajo: tu singular conocimiento de aquello de lo que escribes y tu innegable oficio de escritora. La historia de Dido y Eneas no me es particularmente afin ya que los mitos suelen tener un no-se-que de monolíticos e impenetrables que suelen terminar aburriéndome, si no se cuentan con ese acercamiento de lo cotidiano como tú lo haces, claro. Me gusta como moldeas el mundo de las emociones, tanto en tus personajes como en el lector que disfruta de esos toques agridulces de tus historias. Independientemente de la veracidad o el rigor histórico con que tratas el contenido de tus narraciones, el entorno literario ya les da, de por si, categoría de texto disfrutable -y la prueba de ellos es la cantidad ingentes de comentarios que hay en las entradas de este blog-. Seguiré leyéndote con muchísimo gusto y verdadero placer.
ResponderEliminarHola daniellha, querida amiga, no te he visitado como quería porque ando un tanto pachuchilla, pero tengo confianza en recuperarme muy, muy pronto. Besos.
ResponderEliminarHola susy, tienes toda la razón. Sin embargo, no sé que ocurre que en algunos temas da la impresión de que no somos capaces, ni individual ni colectivamente, de aprender. Besos, querida amiga.
Hola gloria, espero que disfrutes esta historia. Gregorio luri y otros contertulios opinan que con ellas estoy rescatando aquella tradición decimonónica de publicar por entregas, los famosos "folletines". Para mí, es una forma de hacer crecer las historias y disfrutar de ellas. Vuestro estímulo es fundamental para mí: de otro modo, creo que no dedicaría folios y folios escribiendo cosas para que luego nadie las pudiera leer. Así que os estoy muy agradecida. Besos y hasta pronto.
Hola jaime v. para mí es todo un placer ver tu ojo penetrante observarme. Besazos.
Hola ximena, espero que Imilce sea una buena conductora de esta historia. Creo que de un punto de realidad y realismo a las fantasías de los demás personajes. Besos.
Saludos, fernando. Creo que cuando se dice de Roma que es eterna, estamos enunciando una verdad. Besos.
Hola marta drooker, espero que este tránsito por el pasado que os propongo sirva como entretenimiento y también como reflexión que nos devuelva al presente. Es preciso, en mi opinión, intentar averiguar de dónde venimos. Muchos besos.
Saludos carmen lópez y marti, bienvenida a tu casa. Gracias por una valoración tan positiva de mi trabajo al elaborar estas historias. Más allá de las bondades y defectos que tengan, vehiculizan algo fundamental para mí: mi pasión por contar historias y, sobre todo, por contarlas de manera que nos podamos ver en ellas, que sintamos con ellas. Creo que puede ser un instrumento útil para comprenderme y comprender a los seres humanos. Espero que esta historia, aunque no esté exactamente en la línea que más te gusta, logre interesarte. Un cordial saludo.
ResponderEliminarCarmen lópez y martí, he entrado en tu página pero no he podido dejarte un comentario, ya que no estoy en esa red. Espero solucionarlo otro día. Saludos.
ResponderEliminarEstas a otro nivel ,leere y aprendere.
ResponderEliminarQué buena manera de dar la bienvenida al Año Nuevo, estimada Isabel. Ya de entrada, la historia me ha conmovido por la presencia de éste pequeño escribano, cuya importantísima labor hay que ver con respeto.
ResponderEliminarHe leído que te encuentras algo sentida de la espalda. Te mando mis mejores deseos por tu pronta recuperación.
Bueno, si no puedes por "Space", tal vez si puedas por "Livejournal". Son públicos distintos y suelo repetir los textos -a menos que uno vaya dedicado especialmente a un blog en particular-. ¿Sabes?, a mi también me gusta mucho contar historias, aunque ultimamente no he tenido muchas ganas ni empeño para hacerlo. Por ahí duerme en mis cajones un texto que empecé a escribir a los 17 años cuando tenía todo el tiempo del mundo para dedicar a mis gustos y te sorprenderías del aire familiar que tiene esa historia con este blog de "Mujeres de Roma" -por supuesto, con mucho menos oficio literario que el tuyo y, por lo tanto, mucho menos disfrutable, supongo-. En fin, aquí te dejo la otra dirección por si gustas entrar.
ResponderEliminar:-) Con tantas historias y tan intensas que tiene que contar, normal que le guste bajar a la playa para rememorarlas. Pero seguro que púbico que desee escucharlas no le falta, a pesar de la ausencia de esa hija / nieta.
ResponderEliminarUn beso
De cuantos post consta esta saga?
ResponderEliminarSaludos.
podria bajar por esas costas, bajar y perderme en ellas, sentir la mitologia y su fuerza, atravesar el cielo y ver las naves troyanas.
ResponderEliminarexcelente inicio, millones de saludos!
...a veces suelo repetirme ,y quiero poner en palabras la admiracion que siento por tu trabajo,y siempre termino diciendo lo mismo......este espacio es un ejemplo de como se puede hacer un blog desde la pasion, el compromiso y el amor...este espacio es un sitio inevitable....y me enorgullese tener tus ojos navegando cada tanto mis tibios temporales
ResponderEliminarmi beso y mi admiracion
SALUD Y MAS QUE SUERTE
Hola Isabel, me ha encantado la anciana Imilce remojándose los pies en la playa. Mi abuelo visitaba la playa cada día, ahora los dolores no se lo permiten y alguna vez me ha propuesto copiar sus recuerdos para que perduren, no podías haber dado más en el clavo. Gracias. Un abrazo fuerte y que te mejores.
ResponderEliminarMe encanta la fórmula que adoptas en esta historia. Ella intentando convocar recuerdos...
ResponderEliminarun beso!
sufro el mismo mal. ahora que estoy mirando el mar. pediré que las olas invisibles lleven su caricia a tu espalda.
ResponderEliminarMuy bueno. Eres descendiente de Homero?.
ResponderEliminarSalud!!
Me gustò el estilo literario que ocupaste en esta historia.
ResponderEliminarAmiga adorada, ATRAPAS, cómo le haces?
Seguimos en la historia.
Besos soleados
Una lección sobre el valor de la Historia. No me cansaré de decirlo: me encantaría ver esto en papel, pero sin tener que imprimirlo; sino bien encuadernado.
ResponderEliminarBesos.
Tiene mucha razón Imilce con lo de la necesidad de conocer los orígenes.
ResponderEliminarHola aquiles, si una cosa tengo clara es que nunca dejamos de aprender, de todo y de todos. Gracias y besos.
ResponderEliminarSaludos grimalkin el bardo, creo que introducir a Karo es, en cierto modo, introducir nuestra propia voz. Al menos es lo que me gustaría hacer, siempre con una aspiración modesta. Gracias por tus buenos deseos para mi espalda. Besos.
Hola de nuevo, carmen lópez y martí, trataré de entrar en esta otra dirección. Gracias.
Hola aynara, creo que a Imilce le gustaría saber que se la oye. Eso le compensaría de muchas cosas. Besos y hasta pronto.
Saludos, leo zelada grajeda, me gustaría responder a tu pregunta, pero no me atrevo a hacerlo por el momento. Tengo la historia en la cabeza, pero la voy escribiendo post a post, para mí todo un reto. Gracias por tu interés y saludos cordiales.
Saludos, amigo persio, creo que ver arribar barcos es siempre fascinante, pero si se trata de naves troyanas es ya el colmo de la emoción (para algunos de nosotros, claro). Seguimos siendo muy romanos. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola fuego negro, garcias por el interés y devoción con que sigues estas historias. Es un estímulo para mí. Me gusta visitarte y visitar a todos los amigos que puedo, saber cómo estais. El encontraron bien me produce bienestar. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola krisish, no hay que dejar pasar la oportunidad. Si se pierde una memoria se pierde un mundo. Ponte en el papel de Karo, escucha a tu abuelo y recoge sus recuerdos. Aprenderás mucho más de lo que puedes imaginarte y lo harás feliz. Besos y hasta pronto.
Hola querida almena, a ver si esta fórmula funciona. Trato de introducir formas distintas, para evitar la monotonía. Ya veremos qué sale. Besitos.
Me gusta. Y por como empieza, veo cierta similitud con la epoca actual, por lo de la memoria esa...
ResponderEliminarY el de Claudia tambien o lei. Me sorprendió especialmente.
besos¡
Hola gonzalo, gracias por esas olas acariciantes y sanadoras. El agua hace milagros y suele traernos hermosas sorpresas. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola damián, en la medida en que me fascinan las historias, soy descendiente de Homero. Como todos a quienes les gusta contarlas y escucharlas. Bienvenido.
Hola clarice baricco, hemos de aprestarnos a escuchar lo que Imilce quiera contarnos. Y si tiene habilidades para ello, pues mucho mejor. Besos, querida amiga.
Saludos umla2001, te aseguro que también a mí me gustaría verlo impreso. Quién sabe si este año nos traerá una sorpresa. Gracias por tus palabras y hasta pronto.
Saludos, niha, conocer los orígenes nos ayuda a decidir, creo yo. ¿Cómo sabremos a dónde vamos o queremos ir si no tenemos ni idea de dónde venimos? Gracias una vez más por tu visita.
Hola rafael pq, la memoria es necesaria en todas las épocas y todas las sociedades. Por eso siempre tiene actualidad. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarKart- Hatha... Neapolis, Karjedon, muchos nombres para la "Ciudad Nueva". Literalmente eso significa. Carthago es el nombre que le dieron los romanos, Isabel... quizás podrias jugar con las palabras, poniendo en boca de los troyanos ese nombre y en el de los púnicos el de Kart-Hatha.
ResponderEliminarLa leyenda de Dido y Eneas... una de mis favoritas. Porque une dos ciudades de he amado y querido.
Tan parecidas y tan distintas...
Y esta leyenda las une.
Dulce Dido... hermana del rey de Tiro, y negociadora nata.
Ya sabrás la leyenda de la piel de toro, en tiras, para formar el perimetro de la ciudad. Pues fue idea suya.
Lo cual da a entender que en Karjedon, las mujeres estaban mejor consideradas que en Roma, por ejemplo.
En cuanto a Eneas... bueno, un forastero en tierra extraña, y buscando una patria concedida por los dioses...
Hijo de una Diosa, y padre de la dinastia Julia... da mucho que pensar, que, no se rindiera, como los demás.
En fin, Isabel... espero seguir leyendo esta historia con mucha atencion. Si bien, tocas mi alma cuando escribes sobre Roma, esta leyenda me llega dos veces.
Un saludo de Edem
Holas Isabel, me has dejado impresionado de verdad. Voy a intentar ponerme al día con blog, uf, lo que me da rabia es perder muchos datos por no tener la suficiente cultura, pero me dejaré llevar, quieran los dioses, que me dejaré llevar y disfrutar por el camino. Un abrazo y qué gran hallazgo.
ResponderEliminarCOMO TODA HISTORIA QUE COMIENZA , ANALIZO A LOS PERSONAJES PARA BUSCAR POR QUIEN HACER FUERZA .
ResponderEliminarSEGUIRÉ A IMILCE , PARECE MUY NOBLE .
ISABEL
QUE TENGAS UN BUEN FIN DE SEMANA´
ADAL
Bueno acus, aquí estoy, dispuesta a reparar el error. Me alegra que te haya gustado el comienzo, siempre es muy importante y, a mi parecer, marca cuál va a ser el desarrollo de la historia. ¡Ojala haya acertado! Y ánimo, ya ves que con dos capítulos por semana no hay que comerse las uñas.... Besazos reparadores.
ResponderEliminarHola querido edem, cuyas apostillas son siempre tan jugosas... La idea de dar nombre distinto a la ciudad según sean unos u otros quienes la nombre es buena, pero creo que en este contexto de blog es poco viable. Quiero decir que, cuando tienes un libro en las manos, la lectura es más rápida y contínua, la utilización de un nombre u otro no habría de tener mayor problema. Pero aquí, con una lectura muy fraccionada y con cierta distancia en el tiempo, creo que antes crearía confusión que otra cosa. Lo mismo pasa con Dido, cuyo nombre original era Elisa. Pero si la denomino de una manera y la otra, temo que los lectores se resientan.
ResponderEliminarMe alegro que esta historia sea de aquellas que te gustan, sobre todo por unir las dos ciudades tan míticas... Espero que disfrutemos juntos. Besos.
Hola davichof, intento que mis historias puedan ser leídas por todos los públicos, y creo que no tendrás demasiada dificultad en seguirlas. Podría ser que se me escapara algo, si es así, puedes estar seguro de que es involuntario. Me gusta contar y que me escuchen, así que muy bien venido a este blog, donde puedes considerarte en tu casa. Saludos cordiales.
Hola, querido hippie viejo, adal, creo que has hecho una buena elección. Creo que Imilce nos conducirá por una senda de equilibrio. Besazos.
Hola isabel,este primer capítulo ya deja con las ganas de leer el siguiente.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola irene, espero que ese interés pueda mantenerse durante toda la historia, por lo demás, preciosa. Besos.
ResponderEliminarTodavía dudo si te refieres a la Imilce que fue princesa ibera y que se desposó con Anibal. Voy presto a por el II.
ResponderEliminarPerfectamente descrita "l'heure bleue" que dirían los franceses, esa hora que llega al ocaso y que es tan propicia a los recuerdos.
Saludos.
Qué bien poder filtrar el recuerdo a través de una mente más joven..., he de seguir leyendo...
ResponderEliminarMe maravilla tu gran imaginación y tu hermosa manera de escribir. Esta es una historia que, como todas las que nos regalas, promete.
ResponderEliminarUn abrazo
En un principio, las historia se transmitía así. Me pregunto si sería muy diferente de haber sido contada en su mayoría por mujeres..
ResponderEliminarSigo poniéndome al día.
Hola goathemala. No es la Himilce esposa de Aníbal, nacida cerca de tu pueblo. Sencillamente, me gustaba mucho el nombre, su relación con el mundo púnico y también con nuestro país, Iberia. Lo he puesto, a propósito, sin "h", para diferenciarlas. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola marcaliope, me parecía interesante meter alguna voz que nos hablara directamente... Veremos si resulta bien. Besos.
Saludos, trini, gracias por tus palabras. Espero que te guste de verdad, es una historia intensa y dramática. Hasta pronto, guapa.
Creo que la historia hubiera sido distinta, anilibis, si las mujeres la hubieran escrito. Creo que en ellas podemos encontrar un poco más de ecuanimidad. Besitos.
Vaya descubrimiento! Vengo desde el blog de Antonia y me encuentro nada más y nada menos que con Dido y Eneas. Soy una gran aficionada a la historia antigua. Aunque mi especialidad es la griega. Empecé en este mundo de la mano de Robert Graves y su gran novela Yo Claudio y cuando cayó en mis manos Los Mitos Griegos, supe por donde debía dirigir mi vida.
ResponderEliminarCon tu permiso, me imprimo la historia de Dico y Eneas para poder leerla (yo también tengo serios problemas de espalda) y te invito a entrar en mi blog en el apartado Cronicas del Tiempo Pasado; se trata de una novela basada en los Dialogos de Timeo y Kritias de Platón.
Espero que sigamos en contacto.
Un saludo
CHARO
Me gusta mucho esta narración en primera persona.
ResponderEliminarBueno bueno... empiezo la historia de Dido y Eneas con ansia.
ResponderEliminarPrecioso comienzo de esta saga que me dispongo a seguir. Esos personajes, Imilce y Karo, que serán los conductores de la historia, le proporcionan tu sello y reinventan la leyenda literaria según tu personalísimo estilo. Un besote.
ResponderEliminar