- He de reconocer el éxito de tu intervención con Yarbas, querida Utyke – dice a su sobrina el sacerdote de Hércules –. De hecho, el rey me ha confirmado su decisión de seguir tu consejo para imposibilitar a los fenicios el quedarse en nuestra costa. No sabes cuán satisfecho estoy.Utyke irradia alegría y no oculta su satisfacción. Están tomando la colación de la noche en el comedor de la casa del sacerdote, con quien vive Utyke desde hace dos años. Se quedó huérfana en la niñez y se crió en el palacio real, pues su madre era pariente lejana de la madre de Yarbas. Sin embargo, al convertirse éste en rey y ella en una joven casadera, el decoro exigió que se trasladase a vivir con su tío. Este cambio fue un duro golpe para ella. No lo esperaba.
También el sacerdote de Hércules había pensado que Yarbas se casaría con su sobrina y en ello fundaba muchas expectativas. El rey era un hombre temible por su genio, pero ese mal carácter ocultaba indecisión y tozudez. Alguien con la habilidad suficiente, podría manejarlo. Y no le cabía la menor duda de que su sobrina sería la persona idónea. De hecho, tío y sobrina se sienten muy unidos y, sin necesidad de darse mutuamente explicaciones, persiguen un objetivo común: apoderarse de la voluntad del rey y disponer del gobierno a su antojo. Sin duda, este éxito de Utyke jugará a favor de ambos.
- Ya te anticipé, tío, que lograría convencerlo. Tiene tendencia a complacer a sus súbditos, así que lo he persuadido de que puede contentarlos donando una porción de tierra a los fenicios y vendiéndoles el resto por un precio alto – Utyke se inclina un poco sobre la mesa para acercarse más a su tío y baja la voz. – Lo que aún no sabe Yarbas es la porción tan pequeñísima de tierra que le va a regalar a esa Dido.
- ¿Pequeñísima? Querida mía, tampoco hace falta exagerar.
- Quiero asegurarme de que la fenicia no podrá comprar las tierras y no tendrá más remedio que irse. Y para eso necesito tu ayuda.
- Cuenta con ella. ¿De qué clase de ayuda se trata?
- ¿Recuerdas la vieja piel de toro que tenía mi padre en su alcoba? La utilizaremos. ¡Sólo necesitamos un poco de imaginación!
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La reina Dido se encuentra ya en la ciudad del rey Yarbas. Hace dos días ha dejado el campamento de la playa bajo la dirección del Príncipe del Senado y emprendido el camino acompañada de un buen número de colaboradores y amigos, invitados todos ellos al banquete de Yarbas. El rey no ha tenido la gentileza de ofrecerle alojamiento en su palacio, así que han ocupado un par de posadas.
Los fenicios esperan que el rey Yarbas les ceda la tierra para fundar su ciudad. Esa ha sido la petición que le han hecho los mercaderes libios, quienes confían en que el rey atenderá su propuesta, pues para el monarca significa muy poco ceder terreno a cambio de contar en las proximidades con un puerto y una ciudad que harán florecer el comercio: es un pacto que beneficia a todas las partes.
Así, con esa confianza, los acompañantes de Dido procuran ofrecer su mejor aspecto. La reina no está en condiciones de obsequiar a Yarbas con bienes materiales, pero estima en mucho el valor de la inteligencia y lleva con ella buenos representantes: los griegos Xilón y Filón, el noble Acus y su esposa Diana, el cartógrafo Igres, un hombre muy viajado. También el actor Anarkasis resulta buen conversador, sobre todo cuando narra las historias de su tierra. La presencia de Palemón garantiza un buen entendimiento con los mercaderes locales y, además, piensa regalar los oídos y los ojos de los asistentes con la música y la danza que van a interpretar las muchachas de la isla de Chipre.
La reina ha traído consigo a la nodriza Barce, pues aunque el camino podía resultar penoso para la anciana, Dido deseaba tenerla a su lado.
- Nadie me peina y me embellece mejor que tú, Barce querida – había argumentado la reina – y conoces tan bien como yo la importancia del aspecto. ¡Mírame! Después de tanto tiempo en el mar, mi piel está demasiado curtida, mi cuerpo flaco…
- Tus ojos no han perdido brillo ni agudeza, niña mía – respondió Barce – y te aseguro que, ahora que has descansado unos días, estás mucho mejor. Sigues siendo hermosa… Pese a todo, ahora mismo le pediré a Morgana que prepare algunos de sus ungüentos para suavizar la piel y dar lustre al cabello.
Estos remedios ha producido buenos efectos y cuando Dido se presenta con sus acompañantes en el palacio del rey Yarbas, ataviada con una túnica plisada de lino, la diadema de oro sobre la frente y su manto púrpura, está esplendorosa. Los años han dotado su rostro de madurez y dignidad, las penurias pasadas le añaden hondura. Hay seguridad y majestad en sus gestos sin que resulten altivos, porque proceden de la autoridad y la experiencia. Ha sufrido. Y ese conocimiento del dolor la humaniza y, al mismo tiempo, la eleva. Cuando entra en el salón donde la esperan el rey y los dignatarios libios, se produce un silencio admirado. Al ser presentada, Dido tiene para todos sonrisas y palabras amables, les da a entender que ha sido informada de sus actividades y las aprecia. Los libios se rinden a sus encantos.
Los fenicios esperan que el rey Yarbas les ceda la tierra para fundar su ciudad. Esa ha sido la petición que le han hecho los mercaderes libios, quienes confían en que el rey atenderá su propuesta, pues para el monarca significa muy poco ceder terreno a cambio de contar en las proximidades con un puerto y una ciudad que harán florecer el comercio: es un pacto que beneficia a todas las partes.
Así, con esa confianza, los acompañantes de Dido procuran ofrecer su mejor aspecto. La reina no está en condiciones de obsequiar a Yarbas con bienes materiales, pero estima en mucho el valor de la inteligencia y lleva con ella buenos representantes: los griegos Xilón y Filón, el noble Acus y su esposa Diana, el cartógrafo Igres, un hombre muy viajado. También el actor Anarkasis resulta buen conversador, sobre todo cuando narra las historias de su tierra. La presencia de Palemón garantiza un buen entendimiento con los mercaderes locales y, además, piensa regalar los oídos y los ojos de los asistentes con la música y la danza que van a interpretar las muchachas de la isla de Chipre.
La reina ha traído consigo a la nodriza Barce, pues aunque el camino podía resultar penoso para la anciana, Dido deseaba tenerla a su lado.
- Nadie me peina y me embellece mejor que tú, Barce querida – había argumentado la reina – y conoces tan bien como yo la importancia del aspecto. ¡Mírame! Después de tanto tiempo en el mar, mi piel está demasiado curtida, mi cuerpo flaco…
- Tus ojos no han perdido brillo ni agudeza, niña mía – respondió Barce – y te aseguro que, ahora que has descansado unos días, estás mucho mejor. Sigues siendo hermosa… Pese a todo, ahora mismo le pediré a Morgana que prepare algunos de sus ungüentos para suavizar la piel y dar lustre al cabello.
Estos remedios ha producido buenos efectos y cuando Dido se presenta con sus acompañantes en el palacio del rey Yarbas, ataviada con una túnica plisada de lino, la diadema de oro sobre la frente y su manto púrpura, está esplendorosa. Los años han dotado su rostro de madurez y dignidad, las penurias pasadas le añaden hondura. Hay seguridad y majestad en sus gestos sin que resulten altivos, porque proceden de la autoridad y la experiencia. Ha sufrido. Y ese conocimiento del dolor la humaniza y, al mismo tiempo, la eleva. Cuando entra en el salón donde la esperan el rey y los dignatarios libios, se produce un silencio admirado. Al ser presentada, Dido tiene para todos sonrisas y palabras amables, les da a entender que ha sido informada de sus actividades y las aprecia. Los libios se rinden a sus encantos.
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Concluido el banquete, cuando comienza el tiempo de las conversaciones, el entretenimiento y la bebida, la reina aborda el tema principal: su deseo de fundar una nueva ciudad en la costa, en las tierras del rey Yarbas, si éste lo autoriza. Toma entonces la palabra el sacerdote de Hércules.
- A nuestro rey le complace mucho tu demanda, reina Dido. Y quiere demostrarte su aprecio. Como seguramente sabrás, en esta tierra veneramos a Hércules, de cuyo culto soy sacerdote supremo.
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Concluido el banquete, cuando comienza el tiempo de las conversaciones, el entretenimiento y la bebida, la reina aborda el tema principal: su deseo de fundar una nueva ciudad en la costa, en las tierras del rey Yarbas, si éste lo autoriza. Toma entonces la palabra el sacerdote de Hércules.
- A nuestro rey le complace mucho tu demanda, reina Dido. Y quiere demostrarte su aprecio. Como seguramente sabrás, en esta tierra veneramos a Hércules, de cuyo culto soy sacerdote supremo.
- Sin duda os es propicio si hemos de juzgar por vuestra riqueza y prosperidad – responde la reina –. Tened por cierto que también nosotros lo veneraremos.
- Nos satisface tu buena disposición, pues Hércules pisó con sus plantas esta tierra. Cuando viajaba hacia Grecia llevando consigo las reses del rey Geríones, los caprichos del viento lo trajeron aquí. Se detuvo durante unos días mientras el rebaño descansaba y, cuando se disponía a reanudar el viaje, uno de sus toros, quizá el más noble de la manada, se resistió a moverse. Hércules, viendo que el animal deseaba permanecer en este lugar y considerando que su actitud obedecía a algún designio divino, decidió sacrificarlo a Júpiter. Así lo hizo sobre uno de los peñascos que emergen del mar junto a la playa donde tú misma y tus hombres estáis acampados. Ofreció su sangre, quemó el hígado y luego lo desolló él mismo y curtió la piel.
Durante este discurso, en el salón del banquete nadie se mueve. Muchas caras muestran asombro, pues ni los propios libios han oído nunca esta historia. Los fenicios no están menos expectantes, sin saber a dónde irá a parar el sacerdote. La reina no abandona su sonrisa.
- En señal de acogimiento y amistad, nuestro rey Yarbas desea regalarte esa piel sagrada, reina Dido –. Y a una señal suya, entran en el salón seis esclavos llevando en sus manos una gran piel de toro, completamente negra, en la que se aprecia la cabeza, las patas y el rabo. Es una piel hermosa, aunque se ve que no es antigua. La reina Dido se declara emocionada y expresa al rey su gratitud por un regalo tan valioso.
- Nos satisface tu buena disposición, pues Hércules pisó con sus plantas esta tierra. Cuando viajaba hacia Grecia llevando consigo las reses del rey Geríones, los caprichos del viento lo trajeron aquí. Se detuvo durante unos días mientras el rebaño descansaba y, cuando se disponía a reanudar el viaje, uno de sus toros, quizá el más noble de la manada, se resistió a moverse. Hércules, viendo que el animal deseaba permanecer en este lugar y considerando que su actitud obedecía a algún designio divino, decidió sacrificarlo a Júpiter. Así lo hizo sobre uno de los peñascos que emergen del mar junto a la playa donde tú misma y tus hombres estáis acampados. Ofreció su sangre, quemó el hígado y luego lo desolló él mismo y curtió la piel.
Durante este discurso, en el salón del banquete nadie se mueve. Muchas caras muestran asombro, pues ni los propios libios han oído nunca esta historia. Los fenicios no están menos expectantes, sin saber a dónde irá a parar el sacerdote. La reina no abandona su sonrisa.
- En señal de acogimiento y amistad, nuestro rey Yarbas desea regalarte esa piel sagrada, reina Dido –. Y a una señal suya, entran en el salón seis esclavos llevando en sus manos una gran piel de toro, completamente negra, en la que se aprecia la cabeza, las patas y el rabo. Es una piel hermosa, aunque se ve que no es antigua. La reina Dido se declara emocionada y expresa al rey su gratitud por un regalo tan valioso.
- Mi obsequio no concluye ahí, honorable y dignísima reina – responde el rey Yarbas – Dado su carácter sacro, he decidido regalarte el trozo de tierra que abarque esa piel de toro, en el lugar que tú quieras. En cuanto al resto de tierra que precises para tu ciudad, ten la completa seguridad de que no me aprovecharé de ti, sino que te la venderé al precio que marca el mercado.
Un silencio opresivo acoge estas palabras. Se tratará de mucho dinero, algo que no poseen los fenicios. Éstos se quedan pálidos mientras los mercaderes libios están desconcertados y el sacerdote de Hércules y su sobrina Utyke a duras penas pueden contener su alborozo. Han dado en el blanco: los fenicios se miran entre sí; han quedado rotos, destrozados y sin capacidad de reacción, con sus ánimos flotando a la deriva como las naves desarboladas por una tormenta. Sólo la reina permanece con el rostro inmutable. Hasta que, de pronto, asombra a los presentes levantando su voz armoniosa :
Un silencio opresivo acoge estas palabras. Se tratará de mucho dinero, algo que no poseen los fenicios. Éstos se quedan pálidos mientras los mercaderes libios están desconcertados y el sacerdote de Hércules y su sobrina Utyke a duras penas pueden contener su alborozo. Han dado en el blanco: los fenicios se miran entre sí; han quedado rotos, destrozados y sin capacidad de reacción, con sus ánimos flotando a la deriva como las naves desarboladas por una tormenta. Sólo la reina permanece con el rostro inmutable. Hasta que, de pronto, asombra a los presentes levantando su voz armoniosa :
- Acepto tu oferta, rey Yarbas – dice –. Y ahora, para celebrar este acuerdo, disfrutemos de la música y la danza.
*Detalle de figura masculina. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
**y ****Detalles de ribazo y árboles en la colina del Aventino. Roma
***Detalle de cabeza femenina. Museos Capitolinos. Roma.
*****Detalle de retrato del emperador Cómodo ataviado como Hércules. Museos Capitolinos. Roma.
******Detalle de relieve de un sarcófago. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
NOTA 1.- Los lectores que deseen leer la primera parte de la historia, pueden buscar en el archivo del mes de marzo y obtener todos los capítulos seguidos marcando, al final del post “Dido y Eneas (XX), en Etiqueta: Dido y Eneas. Salen en orden inverso.
NOTA 2.- Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. Para facilitar la comprensión de cada post, se incluye la lista por orden alfabético de personajes al final del último post de la página.
KARO, escribiente de la señora Imilce. (Antonio Portela)
UN CANGREJO en cualquier playa. (Cangrejo sedentario)
Mmmm, Dido acepta un trato que en apariencia no le conviene nada, parece que ella también trama algo :)
ResponderEliminarEs un placer visitarte.
Un abrazo!!
Queridos amigos, sigo pidiendo disculpas porque aún no se ha solucionado mi problema con el pc. He tratado de dar prioridad a colgar un nuevo capítulo. Prometo visitar a todos en cuanto me sea posible. Besitos y gracias por vuestra comprensión.
ResponderEliminarAbsolutamente delicioso... y si bien he de confesar que no sé exactamente que hizo la increíble Dido, si sé perfectamente que haría yo para conseguir el terreno sin saltarme la condición expuesta....
ResponderEliminarSabes que te esperamos Isabel, pero ocúpate de tus problemas con el ordenador primero anda, y mira que te lo dice una "ansiosa" de seguir los capítulos... pero cada cosa a su tiempo :)
Mientras escribas tan bellas historias se te perdona todo.
ResponderEliminarTe sigo con toda atención.
Besos
Bueno, yo alucino con esta Dido, de verdad.
ResponderEliminarNo tardes, Isabel, que esto se vuelve a poner a cien.
Dos besos (he dicho dos, eh)
¿Valencia pone en tu perfil? Anda que... ¿Piensas que alguien se puede tragar semejante broma? Tú eres más romana que un espumoso capuccino.
ResponderEliminarBesos fascinados.
ahhhh changos me encanto!!!!! amo a la reina!!!!!! no puedo esperar para saber q esta pensando!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarbesitos de hadaaaaaaaaaaaaaaaa (intrigadisima)
Buenas Isabel, pues antes que nada te doy las gracias por tus palabras cuando tuve la migraña.
ResponderEliminarY posteo ahorita porque no tenés muchas respuestas hasta ahora y ojalá puedas leer esto.
Que buena historia de la reina, las sacás de algún lado? Porque está muy buena.
Saludotes, abrazotes y besotes.
Sweet Dreams, de todo Corazón:
Arthur
¿Asi que tenemos gente migrañosa por aqui tambien? Bueno de paso aprovecho para decir que mejora bastante -mejora, no se cura- con acupuntura; lo se por mi propia experiencia personal.
ResponderEliminarEn cuanto a Yarbas... como vas a perder, junto con la arpia de Utike y el sacerdote de Hercules. Lo que me pregunto es con que cortarian la piel en esa epoca...
Pues respaldo lo que dices lady surikat, y también por propia experiencia (desafortunadamente), la Acupuntura, y el Osteópata, consiguen mejorías con las Migrañas que no se consiguen de ninguna otra forma.
ResponderEliminarYa ves isabel hasta para consejos de salud utilizamos tu casa, pero reconoce, que si estuviéramos en las reuniones de la Plazuela, también habría surgido el tema ;)
como no anduve por estos lares, me encacntó leer todos los capítulos que me perdí seguido.
ResponderEliminaray! que me intrigué nuevamente!!!
qué trama realmente DidO??? eh???
dale decime!!!!
abrazos siderales desde el más acá.
chuicks!!!
pd: espero y te mejores prontro, Isa, que te queremos sana y salva, el pueblo romano, necesita a su Diosa!!!!
Intrigas palaciegas. esto se pone más interesante. Me conmueve la dignidad de Dido, su porte y la importancia que da a su aspecto y a su imagen.
ResponderEliminarSaludos.
Uhm...si, la reina Dido ha aceptado la piel de buen grado, pero la imagino pensando ya en un plan...Pues menuda es¡
ResponderEliminarOye, Isabel, me gustaria preguntarte algo: Mira, es que he puesto un post, y en el digo algo de que era costumbre, entre los enamorados en la antigua Roma-aunque particularmente no les imagino muy amorosos- regalarse una corona de hierba. He puesto esto porque lo lei en "La corona de hierba", de Colleen McCullough, pero no se si efectivamente era asi o bien podria ser una invención de la autora...Me gustaria que me dijeses algo, cuando puedas, al respecto.
Un saludo, escritora.
No te preocupes en contestar ...nos tienes en un hilo....sigue ....que quiero ver que pasa.
ResponderEliminarUn beso
Me has dejado expectante. No logro imaginar cual es la idea que se le ha ocurrido a Dido, sin embargo confío en su astucia.
ResponderEliminarAbrazos!
Si ya sabia yo q Dido no era nada boba, solo q ahora me mata la curiosidad por ver lo q hace, pq yo q soy mas corta no le veo las intenciones :P
ResponderEliminarUn besazo
Sabes Isabel?
ResponderEliminarLa menra estoica co la Reina se muestra es sin duda un aliciente que antoja para enfrentar las adversidades de la vida...
La historia se perfila más que venturosa e interesante...
no tardes con el siguiente momento !!
mil besos!!!
Cuánta astucia se esconde atrás de la reacción de esta reina que nos promete sorpresas en los próximos capítulos. Como siempre, un relato atrapante. Abrazos.
ResponderEliminarHola minerva, te has adelantado tanto que incluso has comentado antes de que metiera mi explicación. ¡Es un placer tener una lectora tan rápida! Creo que, somo suele decirse, la necesidad agudiza el ingenio. Y Dido está muy necesitada. Besitos.
ResponderEliminarHola mía, me sorprendes al decir que tienes clara la idea de lo que harías con la piel de toro. Seguramente eres una Dido moderna, y por eso te sientes tan a gusto con tu precedesora. Seguramente la reina aún no sabe qué va a hacer, pero por lo menos, aceptando gana tiempo. Lo que no es poco... Besos y hasta pronto.
Hola rodolfo n, gracias por tu comprensión. Espero tener pronto resuelto el problema. Besitos.
Hola angelusa, veo que te has contagiado de toda esta pandilla de fríos calculadores. ¡Mira que mandarme sólo dos besos...! A saber el precio que tendrían en esa época. Esta reina nos lleva de cabeza. Besitos ilimitados (¡para que veas!).
Hola ella y su orgía, te doy toda la razón: me siento romana hasta la médula, aunque claro, con tanto territorio como tenían no es tan extraño haber nacido en Hispania. Pero todos sabéis dónde encontrarme si algún día me pierdo... Besos y hasta pronto.
No puedo pensar más que en un tablero de ajedrez, es como Dido debe manejar la situación, meditando cada paso a dar.
ResponderEliminarUn beso, amiga!
Hola arthur, gracias por tu temprano comentario. Sobre la reina Dido las noticias históricas son un poco vagas, aunque todas afirman que fue la fundadora de Cartago. Entre esas noticias está precisamente esta de la piel de toro... ¡Pero no vale ir a buscarla por ahí antes de tiempo! Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola lady zurikat, seguro que los migrañosos que concurren aquí agradecerán tu sugerencia y la de mía. En cuanto a los instrumentos que en esa época se utilizaran, desde luego ya se conocían los metales... Y sí, haces bien en considerar que la reina logrará imponerse al trío de los libios. Veremos cómo lo consigue. Besotes.
Hola mía, me encanta la idea de que estemos como en la plazuela del granado, hablando de las cosas pasadas y del presente, constituyendo el alma de una ciudad. Aunque esta ciudad sea sólo virtual e imaginaria. Besos y hasta pronto.
Hola juana banana, me admira que hayas leído varios posts seguidos, porque resultan un poco largos. Pero también me alegra, porque así te incorporas al grupo de los expectantes y yo me esfuerzo más todavía en hacer interesante el siguiente post. Estoy bien de salud, a quien tengo en el "hospital" es a mi pc, cuyo disco duro se ha puesto duro conmigo de verdad... Besitos.
Hola goathemala, como ves el granado que representas se ha convertido en un hito, un punto de reunión entrañable en la joven ciudad de Cartago. ¡Y te plantó la propia reina! Quien sabe, quizá a tu sombra se le ocurrió la solución a este problema. Besitos.
Hola rafael pq, respecto a tu pregunta sobre si los enamorados romanos se regalaban coronas de hierba, lamento no poder ayudarte. Salvo en el libro de McCullough, no lo he leído en ninguna otra parte, así que no me atrevo a afirmalo. He de decir, de todos modos, que esa escritora está muy documentada por lo que puede ser cierta esa noticia. Desde luego, en la época de la que ella habla en ese libro (s. I a.C.) eso del amor era bastante desconocido, aunque se dieron casos de grandes pasiones: te recuerdo aquella historia "La muchacha de Catulo" que conté en este blog, del gran enamoramiento del poeta Catulo hacia Clodia. Hubo también otros casos singulares, pero eran una excepción. Lamento no poder darte una respuesta más concluyente. Besitos y hasta pronto.
Hola fortunata, verás que enseguida tendremos la continuación... si no se inmiscuye la señora Imilce, que ya sabes cómo le gusta intrigar a la gente. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola perséfone, te aseguro que la reina nos sorprenderá... y lo mejor de todo es que lo hizo de verdad. Besitos intrigantes.
Saludos yahoraquebonita, no es que tú seas corta, es que a poca gente se le ocurriría la idea que tuvo la reina. Y es que se había enamorado de ese lugar y quería, por todos los medios, quedarse en él. Besotes.
Hola cieloazzul, tienes mucha razón al señalar que la reina se enfrenta de una manera muy positiva y aguda a los problemas. Veremos qué le depara el destino. Besitos.
Hola fgiucich, seguro que los primeros sorprendidos serán Yarbas, Utyke y el mentiroso de su tío, el sacerdote de Hércules. Y nos encantará, en su momento, verles la cara... Besotes.
Hola gaby del río, creo que has definido muy gráficamente la situación: esto es una partida en la cual ganará quien sepa mover mejor sus fichas. Besitos y hasta pronto.
ResponderEliminarQué buen blog, felicitaciones!! Ni me imaginé que existiera algo así. Gracias.
ResponderEliminarYa te puse en mi lector de feeds.
Llueve, hace frio, asi que aproveche para ponerme el dia. Este Yarbas es un condenado idiota que no sabe ni lo que quiere. El sacerdote es un guacho que usa a la sobrina para ser el poder detras del trono, y les quieren hacer pagar el pato a los fenicios. Ah, no!!!
ResponderEliminarGracias por el personaje que me has regalado, ha hecho que me fascine mucho más la historia (aunque creo que ya sé cómo va a continuar, sin embargo continuaré enganchado, por supuesto).
ResponderEliminarBesos.
Se pone cada vez más emocionante, querida Isabel, ésta historia llena de personajes vivos.
ResponderEliminarAhora quiero ver qué es lo que se propone la inteligente Dido. Tu historia atrapa, como siempre.
Te mando un abrazo muy cordial.
;)
mmm me encanta esta historia sobre la "piel de toro" muchísimoooooooooo
ResponderEliminarMala, malona, nos dejas expectantes
:)
Cortando la piel apropiadamente podemos hacer que rinda muuuuuuucho terreno.
ResponderEliminarSaludos guapa
Me parece recordar que cuando iba a la escuela, en la clase de lectura, escuché algo sobre esa piel de toro, pero no digo nada, contandolo tu me traerá gratos recuerdos el placer de leer tu deliciosa prosa.
ResponderEliminarSalve, Isabel romana. Y también un beso levantino.
Pues sí que sabes crear suspenso...
ResponderEliminarSi Dido aceptó el mezquino cuero taurino...¿Cuál será su astuta estrategia para fundar un reino más amplio que el señalado por Yarbas?
Será la seducción el arma empleada? Me desilusionaría...
Un abrazo, admirándote siempre.
Como siempre no tiene desperdicio. Por cierto, gracias por poner los enlaces. Me perdí el anterior.
ResponderEliminarNos has dejado en ascuas!...besos
ResponderEliminarLos libios también tienen derecho a decidir sobre su territorio, pero claro, nosotros vamos con Dido y queremos que le salgan bien las cosas, que bastante mal lo ha pasado (y lo que le quede).
ResponderEliminarYa estoy deseando saber como se arreglará este asunto de la piel de toro y espero que sea pronto para empezar a organizar la nueva ciudad.
Espero que tu ordenador se ponga bueno pronto.
Besos.
Hola bestiaria, gracias por tu visita y tus palabras. Espero que nos frecuentemos. Saludos cordiales.
ResponderEliminarSaludos, lady ice, has calado bien a todos los personajes, siempre hay gente con deseos de poder, en todas partes y en todas las épocas. La gracia es que éstos son los nuestros. Besitos y hasta pronto.
Hola kurtz, me alegro que te guste tu personaje, aunque no resulte alguien de carácter muy favorecido. Pero vaya, como querías ser sólo un poco malo...Yarbas da el perfil. Besitos y hasta pronto.
Hola grimalkin el bardo, dentro de poco se te acabará ese periplo en el que ahora estás embarcado siguiendo los pasos de tu madre para regresar a Cartago y continuar participando de la historia con la señora Imilce. Creo que también esa parte te gustará. Besos y hasta pronto.
Hola almena, no me eches la culpa a mí. Hemos de reconocer con honestidad que es la señora Imilce la que maneja los hilos de la intriga, o sea tú. También yo comparto tu interés por esa piel de toro...Besotes.
ResponderEliminarManuel, seguro que habrías sido un ayudante muy competente para la reina Dido. O quizá debería decir que lo fuiste... Besos.
Hola juan, es bienvenido tu beso levantino. Esto de la piel de toro le suena a algunas personas, pero aún así, no pierde su valor como intriga... ¿Qué hará Dido con esa piel vieja y, supongo, bastante feota aunque la hayan aseado para la ocasión? Besos y hasta pronto.
Hola, diana l. caffaratti, seguro que Dido estará estrujándose la cabeza para tratar de manejar de manera favorable este asunto. De momento, ha ganado tiempo y ha desconcertado a sus oponentes. Y el tiempo suele ser fundamental. Pronto veremos por dónde resolverá el asunto. Besitos, guapa.
ResponderEliminarHola david, celebro que te guste esta historia. De momento, no le falta intriga y emoción. Besos.
Hola fernando, ya ves qué difíciles le han puesto las cosas a Dido. ¿Cómo no vas a saberlo, si fuiste su cronista? Todos intuimos que Dido saldrá vencedora de esta contienda. Besitos.
Saludos ula, desde luego que los libios tienen derecho a decidir sobre su territorio. De hecho, Dido ha recorrido el mediterráneo buscando un lugar (durante la 1ª parte), y en todas partes se lo han negado. Sencillamente, le han dicho: no. Lo que ha ocurrido en la tierra de los libios es que le han dicho "si" por motivos políticos cuando querían decir "no" por los mismos motivos. Ahí han querido jugar a "quedar bien" mintiendo a los mercaderes libios y a los fenicios. Si finalmente Dido consigue quedarse allí y fundar su ciudad, sólo cabría decir al rey de los libios que estos son los riesgos de no ser sincero. Por lo demás, también yo estoy impaciente por ver crecer las casas en ese solar. Besitos y hasta pronto.
Me muero de ansias por saber como el cinico se enamoro de la bailarina lo cual es relativamente facil de imaginar, lo que no me imagino es QUE DIJO el para que ella se enamorara de el. Eso requerira de todo tu talento, y tambien como fue esa boda en el inicio de Cartago ¿la primera quizas? en un recinto limitado por una piel de toro. Las romanas se vestian de azul en las bodas como signo de pureza (blanco, vade retro! el azul ultramar era ademas mas caro y era un signo de status social) no se de que color se vestirian los fenicios.
ResponderEliminarYa sé que te lo he dicho más veces, pero siempre me sorprende la magnífica selección de imágenes que tan bien acompañan a tus textos.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Me gusta venir a navegar por este oceano de letras, tantas emociones, tantas sensaciones,...
ResponderEliminarUn beso y espero que ya tengas bien el Pc.
Lady Read
Isabel, creo que eres una mujer con un nivel intelectual por encima de la media, por lo que dudo que te hayas deprimido al leer mi entrada en Escritos al viento, más bien me parece que has hecho gala de una fina ironía para seguir el juego de los despropósitos de la entrada.
ResponderEliminarNo tomes en serio nada de lo que leas en mi blog. Verás que toco temas diversos pero todos por medio de una prosa caricaturesca, cínica y desenfadada. El blog es, para mí, una distracción en que ocupar alguna de las largas horas del día de que dispongo debido a que estoy jubilado, pero no por eso he perdido el sentido del humor con el cual intento protejerme de la ordinariez, el estress y la crispación en que vivimos hoy.
Te pido disculpas si realmente he herido tu sensibilidad, no es mi intención la de molestar a nadie; verás que las imágenes no son, ni mucho menos, indecentes y procuraré que sigan siendo así.
Besos de disculpa, ilustre isabel romana.
22 de abril, día de la tierra. Quién no la respeta, no respeta la humanidad.
ResponderEliminar22 of April, day of the land. Who does not respect it, does not respect the humanity.
22 d'avril, jour de la terre. Qui ne la respecte pas, ne respecte pas l'humanité.
22 نيسان يوم الارض. فمن لا يحترم ومن لا يحترم الانسانيه.
22 von April, Tag des Landes. Wer es nicht respektiert, respektiert nicht die Menschlichkeit
22日,一天的土地. 谁不尊重,不尊重人性. 4月の22、土地の日。
4月の22、土地の日。 それを尊重しないかだれが、人間性を尊重しない。
22 апреля - День земли. Кто не уважает его, не уважать человечество.
22 de Abril, dia da terra, quem não a respeita, não respeita a humanidade
22 της ημέραης Απριλίου, του εδάφους, που δεν το σέβονται, δεν σέβονται το Ανθρωπότητα
David Santos
Si la reina pide que bailemos y bebamos seguro que sería porque, bailaremos y beberemos de felicidad ante la posibilidad, casi segura, de no navegar más a la deriva..., ¡y no como otros!, jajaja.
ResponderEliminarBesos, querida romana.
Gracias, Isabel, qué pericia para contar la historia con todos los colores y lejos de los bronces de las estatuas.
ResponderEliminarjajajajaj ay, ay, que soy ya la "culpabla"
ResponderEliminar:)
cómo se dice gracias en el idioma de la alegría?
ResponderEliminarQue tramara la reina…
ResponderEliminarDefinitivamente me gusta esta parte, nos déjate en la expectativa como siempre
Besos amiga
la diosa Dido con un manto púrpura, no la había "visto" esos colores, que la hacen más fulgurante. Ahora fundara la ciuda, estoy intrigado. Muchos saludos Isabel.
ResponderEliminarVeo difícil que consigan engañar a Dido. Supongo que tendrá una baza preparada.
ResponderEliminarSalud
hola isabel, mi romana amiga :)
ResponderEliminarLo de la piel de toro traerá sorpresas. Espero que arreglen pronto tu pc, tranquila que aquí te esperamos.
Me ha sorprendido la actividad del comentarista de arriba, un crítico de blogs. Ahora está de moda crear blogs para criticar a otros blogs ..."jack el destripablogs" fue al primero que se le ocurrió, en blogissimo. En fin, ni caso. Está bien que te critiquen de vez en cuando, eso es que tu blog es bueno y llamó su atención.
Un besazo
Hola lady zurikat, veo que estás muy picada con ese tema del filósofo y la bailarina... nunca se sabe con exactitud qué dice una persona para fascinar a otra. Besitos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola gregorio luri, espero que me dure bastante tiempo las reservas de imágenes. Besos y hasta pronto.
Hola lady read morgan, gracias por pasarte por aquí. Ya he recuperado el pc, afortunadamente. Besitos.
Hola juan, no me ha molestado en absoluto lo que he leído en tu blog. Como bien has adivinado, lo que te he dicho ha sido con ironía y porque es verdad. Ante razones tan contundentes, una se queda sin palabras... Besos y hasta pronto.
Hola david santos, gracias por recordar el día de la tierra. Yo también lo celebré. Besitos.
ResponderEliminarHola kostas k., como suele decirse "quien canta sus males espanta". ¿Quien puede saberlo mejor que tú? Besos, guapo.
Hola omar piña, gracias por tus palabras. A veces dudo... Saludos cordiales.
Hola almena, aquí cada cual ha de cargar con el personaje elegido, ya lo sabes. Y a tí se te ve el plumero... Besotes.
Hola gonzalo, creo que eres tú mismo quien debe responder a tu pregunta. Eres un sol. Besitos.
Hola alida, la reina va a la defensiva siempre, así que continuamente tiene que inventar. Creo que podemos confiar en ella. Besitos.
ResponderEliminarHola heriberto, seguro que funda su ciudad, de eso no nos cabe duda. Besos y hasta pronto.
Hola charles de batz, en cierto modo esto es un juego de ingenio y la reina tiene que pensar rápido y mejor que los demás. Besitos.
Hola cyber warrior "el ojo de la blogosfera", mucho me temo que suspendo todas las veces. Gracias por pasar.
Hola irene, ya tengo el pc de vuelta en casa, así que ahora espero recuperar la normalidad. Creo que sí, la piel de toro dará que hablar. Besitos, guapa.
Los años han dotado su rostro de madurez y dignidad, las penurias pasadas le añaden hondura. Hay seguridad y majestad en sus gestos sin que resulten altivos, porque proceden de la autoridad y la experiencia...
ResponderEliminarMe encanta esta descripción....
que elige el terreno que corresponde al tamaño de esa piel...adentro del palacio?????
Qué tal el trono?????
AY! Quiero saber cómo sigue!
Besos y cuando quieras te vienes al mini-tour argentino...
Y que tonto resulta darse cuanta de repente que “Tu idea”, no era tal idea, si no que era un recuerdo, un recuerdo sin centrar, pero al fin recuerdo… (aquí iría un emoticón avergonzado)
ResponderEliminarMira, me reconforta saber por que lo tenía tan claro… jaja ja ja ja , que no es cuestión de olvidarse de todo, tranquiliza comprobar que aún el estímulo es capaz de centrar lo que en condiciones basales se ¿disuelve??? ;)
ANTE TU DESCRIPCIÓN ME PARECÍA ESTAR VIENDO A LA REINA, POR CIERTO, MUY ATRACTIVA.
ResponderEliminar¿EL SACERDOTE?, BUE, ES MÁS FUERTE QUE YO, JE!
ATRAPANTE ISABEL.
SIGO CONECTADO.
BESOS
ADAL
Mi querida ISA,insisto en que DIDO esta mejor plantada que nunca!
ResponderEliminarY dudo que puedan hacerla flaquear facilmente...
P.D.:Todas mis fuerza seguiran iluminándola!
¡MIL ENORMES BESOS!
Y MI CARIÑO...
ESPERO QUE PRONTO SOLUCIONES EL TERRIBLE DOLOR DE CABEZA QUE TU COMPU TE DEBE GENERAR!
Me dejaste pensando en lo de "carácter sacro".
ResponderEliminarImagino la fiesta. Se antoja estar ahí.
Seguimos preciosa...seguimos.
Te extraño en el Laberinto.
Besos
Me gustará releer la historia de la piel de toro. No he podido evitar leer la crítica de cyberwarrior de la que estoy en desacuerdo. Pero lo que sí admito es que hacerte la crítica y anunciarse en los comentarios es una excelente estrategia publicitaria.
ResponderEliminarBesetes
me encanto y me entretube
ResponderEliminargracias por eso
dejo suaves caricias
Cada relato, intriga, es una historia emocionante, de verdad que aprendo en cada post.
ResponderEliminarGracias de nuevo querida Isabel,
que disfrutes la semana.
Hola ferípula, ya pasé por tu minitour argentino, que me ha gustado mucho. Gracias por enseñar tu tierra. En cuanto a la piel de toro, ¡es una idea genial que la coloque sobre el trono! De todos modos, tendremos que ceñirnos a la tradición sobre ese asunto. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola mía, creo entender a qué te refieres con tu reflexión. Yo he tenido siempre la sensación de que había cosas que sabía sin que nadie me las hubiera contado. Y puede que sea así... Besos y hasta pronto.
Hola el hippie viejo, estás estupendo en el papel de Sacerdote de Hércules. Y no sé por qué, me da que te quedarás con un palmo de narices... Besitos de consuelo.
Hola gabu, afortunadamente ya se ha recuperado el pc, así que estoy más tranquila. En cuanto a Dido, es evidente que cuenta con tu protección, y a tope. Besos, querida amiga.
Hola clarice baricco, también yo extraño el Laberinto y me reconcomo por dentro. Creo que el carácter sacro de la piel (falsa sacralidad, claro) viene por el hecho de que supuestamente había sido curtida por el propio Hércules, adorado como un dios. Veremos qué ocurre. Besitos, guapa.
ResponderEliminarHola krisish te doy toda la razón en cuanto a esas formas espúreas de publicitarse. En cuanto a la lectura continua del texto, yo siempre tengo dudas. Besos y hasta pronto.
Hola suave caricia, gracias por tu visita. Saludos cordiales.
Hola morgana, espero que también tu tengas una semana estupenda. Dentro de nada tendremos la fiesta del trabajo (¡habrá que estar descansada para celebrarla!) Besos.
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