Inspirado por su divina madre, la diosa Venus, a la mañana siguiente el príncipe Eneas sintió un intenso deseo de penetrar en la selva que se extendía más allá de las arenas de la playa. Llamó a su amigo Acates y juntos caminaron en dirección a uno de los promontorios que bañaban los pies en el agua y tendían sus cuerpos, como gigantes abatidos, tierra adentro. Ascendieron por una pendiente boscosa y siguieron una senda apenas perceptible, quizá paso usado por las bestias.
De pronto, ante ellos surgió una silueta femenina vestida con túnica corta y armada con arco y aljaba. Parecía una diosa, tan hermosa y gallarda era su figura, tan segura de sí. Sin mostrar signos de miedo o recelo, la desconocida se acercó a ellos y les preguntó quienes eran. Respondió Eneas por los dos, le resumió sus penas y pidió información acerca del lugar donde se hallaban. Supieron entonces que pisaban la tierra de Libia, aunque a corta distancia se levantaba una ciudad fundada y gobernada por la reina Dido.
Como nunca habían oido hablar de esa reina, la cazadora los puso al corriente: Dido había sido reina de Tiro pero su propio hermano, ambicionando su trono, trató de despojarla de su poder y asesinó cruelmente a su marido. Ella huyó entonces con un grupo de fieles y, tras varios años de búsqueda durante los cuales sorteó muchos peligros, llegó a esta costa y fundó Cartago. Debían ir a su ciudad y acogerse a la hospitalidad de la reina, una persona de naturaleza bondadosa.
En cuanto a ellos, cuyas quejas acababa de escuchar, no debían caer en el abatimiento. Su olfato de cazadora le indicaba que había doce cisnes volando, buscando un lugar donde posarse. Era una buena señal. Y sin entretenerse más, les indicó el camino hacia Cartago. Apenas anduvieron unos pasos, Eneas volvió la cabeza. La joven había desaparecido dejando tras de sí un aroma de flores, suave y penetrante al mismo tiempo, turbador: el perfume inconfundible de los dioses.
De pronto, ante ellos surgió una silueta femenina vestida con túnica corta y armada con arco y aljaba. Parecía una diosa, tan hermosa y gallarda era su figura, tan segura de sí. Sin mostrar signos de miedo o recelo, la desconocida se acercó a ellos y les preguntó quienes eran. Respondió Eneas por los dos, le resumió sus penas y pidió información acerca del lugar donde se hallaban. Supieron entonces que pisaban la tierra de Libia, aunque a corta distancia se levantaba una ciudad fundada y gobernada por la reina Dido.
Como nunca habían oido hablar de esa reina, la cazadora los puso al corriente: Dido había sido reina de Tiro pero su propio hermano, ambicionando su trono, trató de despojarla de su poder y asesinó cruelmente a su marido. Ella huyó entonces con un grupo de fieles y, tras varios años de búsqueda durante los cuales sorteó muchos peligros, llegó a esta costa y fundó Cartago. Debían ir a su ciudad y acogerse a la hospitalidad de la reina, una persona de naturaleza bondadosa.
En cuanto a ellos, cuyas quejas acababa de escuchar, no debían caer en el abatimiento. Su olfato de cazadora le indicaba que había doce cisnes volando, buscando un lugar donde posarse. Era una buena señal. Y sin entretenerse más, les indicó el camino hacia Cartago. Apenas anduvieron unos pasos, Eneas volvió la cabeza. La joven había desaparecido dejando tras de sí un aroma de flores, suave y penetrante al mismo tiempo, turbador: el perfume inconfundible de los dioses.
- ¡Oh madre mía! – exclamó entonces – Mi corazón intuía que eras tú. ¿Por qué me dejas, una vez más, sin un abrazo? ¿Por qué siempre te presentas ante mí sin darte a conocer? Mi suerte es misérrima en comparación con los demás mortales, pues siendo hijo de una diosa, he carecido del consuelo del regazo materno.
Con tales lamentos continuaron Eneas y Acates su camino y, llegados a la cumbre, vieron al otro lado la ciudad de la reina Dido: se estaban alzando las murallas; por todas partes se levantaban edificios, unos en construcción y otros acabados; varias carretas y muchas personas a pie circulaban por vías bien aplanadas y a lo lejos se intuían las obras del puerto y se distinguían muchas naves.
- ¡Y todo esto es obra de una mujer…! – dijo admirado Eneas.
Descendieron de la cumbre y se dirigieron hacia una de las puertas de la ciudad. La diosa Venus, para protegerlos y evitar que los guardias fenicios les impidieran la entrada en Cartago, los había envuelto en una niebla suave y mullida como un velo, de modo tal que los troyanos, sin ser vistos, pudieron penetrar y recorrer las calles, contemplar el afán y la intensa actividad que reinaba en todos lados, la prosperidad visible en el comercio, en la calidad de las edificaciones, en la perfección de las calles. Llegaron hasta el templo de Juno y cruzaron el umbral.
Y allí, en ese momento, el príncipe Eneas pudo contemplar su pasado y vislumbrar el presente y el futuro.
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Y allí, en ese momento, el príncipe Eneas pudo contemplar su pasado y vislumbrar el presente y el futuro.
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- Bien, Parepidemos Samosatense, tengo trabajo para ti – le digo de la manera más solemne posible al peregrino, apenas se sienta a mi lado en el patio.
- Cuenta conmigo, señora Imilce. ¿De qué se trata?
- Cuenta conmigo, señora Imilce. ¿De qué se trata?
- Ya has oido al poeta Trailo. Escribe muy bien y tiene habilidad para presentar a los troyanos de manera muy favorable. Es natural, siendo uno de ellos. No me encuentro a su altura. Soy demasiado directa y poco inclinada a inventarme encuentros con los dioses y demás florituras, así que me siento en desventaja.
- Tu estilo gusta a los cartagineses.
- Puede ser. Sin embargo, si esta historia de la reina Dido se copia y se difunde, como nos ha propuesto Caius Pertinax, no sería raro que en otras ciudades, al conocerla, se inclinasen por prestar más atención a los pasajes del poeta troyano y éste acabe convirtiendo a Eneas en el protagonista. Las palabras bellas saben ser muy engañosas.
- ¿Y qué piensas hacer?
- Competir con él. ¡Estoy haciendo un esfuerzo enorme para honrar la memoria de nuestra reina y no voy a tolerar que venga ahora un troyano a estropeármela! Recurriré cuanto pueda a los textos de Xilón, el cronista de la reina. Por eso te he llamado. No dispongo de mucho tiempo y ando fatal de la vista, así que necesito que me transcribas todos los documentos del cronista sobre la llegada y estancia de los troyanos en Cartago. ¿Puedes hacerlo?
- Desde luego que sí. Me pondré enseguida a la tarea. De todos modos, déjame decirte, señora Imilce, que tus textos suenan como si los estuvieses contando de viva voz. Y eso tiene su mérito.
- Estamos muy expuestos al olvido y tengo buenas razones para temer que solo perduren las mieles de la poesía.
- ¡No seas tan pesimista, señora Imilce! – me recrimina Karo. Pero yo sé muy bien de lo que hablo. En cualquier caso, pienso emplearme a fondo. Está por nacer el troyano que me pise el terreno.
*Figura femenina. Museos Capitolinos. Roma.
**Detalle de relieve de la construcción de una muralla. Museo Massimo alle Terme. Roma.
***Detalle de relieve de un sarcófago. Museo termas de Diocleciano. Roma.
****Detalle de columnas del templo de Apolo en el Palatino. Roma.
*****Detalle de cabeza femenina. Museo Massimo alle Terme. Roma.
******Contrahuellas de la escalera a los Jardines Farnese en el Palatino. Roma.
Una historia muy interesante, y contada con diversos estilos. El de Imilce no es el menor.
ResponderEliminarYa falta poco para que Eneas se encuentre con la reina Dido. Y qué pasará cuando se vean y estén frente a frente?
ResponderEliminarSaludotes, abrazotes y besotes.
Sweet Dreams, de todo Corazón:
Arthur
Y cómo supieron que un troyano andaba por Cártago? O será que la señora Imilce cuando dice algo se hace realidad?
ResponderEliminarSaludos, abrazos y besos
Nice Day, con toda mi Alma:
Gusthav
Ayyyyyyyyyy...ISA,que nerviossssssssss!!!!
ResponderEliminarEstamos llegando a la etapa de la historia que tanto me apasiona!!!
Adoro el poder que puede ejercer una mujer con sólo proponérselo,y me fascina percibir el asombro y la admiración masculina!jajajajajaj
P.D.:Demasiado feminista lo mío,no? Y creo que como tal poco digo de una diosa como JUNO...
¡YA SE ACERCA ENEAS!
MIL BESAZOS MI QUERIDA DIOSA ISABEL...
Tenia que ser la madre la que lo enviara, y me gusto eso de quedar mudo ante la obra de una mujer. Una mujer que se habia impuesto ser una gobernante sabia y capaz, amante de la paz, y proteger a los suyos. Solo que los tirios no tienen a los dioses de su parte ni aun habiendole prometido la ciudad sobre el cadaver aun tibio de Siqueo, nada de eso los conmovio....
ResponderEliminar(Eneida escrita por los romanos que se le va a hacer ...)
Poniendome al día y con muchísimo gusto.
ResponderEliminarY aunque paresca disco rayado ¡escribes maravilloso!
¿qué pasará? aguantaremos la intriga temporalmente, deleitándonos con las hermosas estatuas que acompañan los textos...
ResponderEliminarsaludos, besos y sonrisas...
Isabel, me aparto un momento de la fascinante Roma y te leo :El momento más feliz del día es el que dedico a escribir. Y esto me hace pensar, mucho.
ResponderEliminarSomos tantos, tan diversos. Todas las opciones personales son válidas. Pero sigo pensando, en los contrastes, en las diferencias. Etc, etc.
Saludos, buen fin de semana.
Una madre siempre sobreprotege a un hijo, aunque lo hace tan sutil, que el hijo nunca se da cuenta, Eneas esta vislumbrado de ver la obra de Dido; la señora Imilce escribirá con toda su alma
ResponderEliminarIsabel gracias, que pases un bello feliz fin de semana
Como Eneas, envuelto en una estela de humo, me quedo prendado en la continuación del relato. Presiento tantas cosas que no quiero perderme ninguna de ellas. Abrazos.
ResponderEliminarSi su estilo gusta a los cartaginenses el tuyo nos cautiva... eres una genio, tus historias siempre envolventes y como no! si hasta parte de ellas somos.
ResponderEliminarBesitos preciosa y que tengas excelente fin de semana :D
Que curioso debe ser el hijo de Venus - que bellas son las hitorias epicas !!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias mi querida Isabel.
ayy querida, he estado ausente... es que el regreso a la madre patria me tenía enceguecida... no sabes la de trámtes que me llegan por doquier...
ResponderEliminaren fin.. me pongo al día porque no todo pueden ser celebraciones este día!
un besazo!!
amiga!!!
ResponderEliminares inevitable no quedarse con la delicia de tus metaforas y el recorrido gráfico que nos inspiras!!!
sigo al hilo la historia!!!!
Mil besos:)
Me gusta leerte en fín de semana con calma varios capítulos seguidos de la historia que relatas tan bien.
ResponderEliminarUn beso, isabel.
jiji Se queda mudo ante la obra de Dido!!!!!!!!! y es q mi reina es una genia!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarbesitos de hada con bufanda amigaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!
MI DIOSA VENUS!!!
ResponderEliminarGRACIAS POR ESTE POST
TE DEJO MIS CARIÑOS AMIGA
Esto está cada vez más interesante. Menos mal que esta mañana la he tenido libre (por primera vez en mucho tiempo) y lo primero que he hecho ha sido entrar aquí.
ResponderEliminarComo siempre, y sin miedo a repetirme, gracias.
isabel...mi querida amiga, aumenta la tensión, que pasará?. De verdad eres especial para mantenernos en suspenso.
ResponderEliminarRecibe mi cariño.
Besos.
Isabel: Nuevamente leo unos cuatro capitulos de un tirón y quedo en este punto, tan tenso, que ¡me cuesta esperar la siguiente entrega!
ResponderEliminarPor ahora trato de imaginar lo que pasaría por Eneas al mirar las pinturas sobre Troya...
¡Besos para vos! Y gracias por estar siempre (pese a los caprichos de la tecnología que hoy nos dejan trabajar normalmente y mañana no...)
Extrañaba pasear por Roma...
ResponderEliminarUn placer encontrado.
Besos mil...
Halo, Isabel!
ResponderEliminarBuen trabajo, sin duda. Gracias por compartirlo con nosotros
Compa Isabel, como otros muchos lectores tuyos, sigo poniéndome al día, poquito a poco, despacio (no con la celeridad con la que arranqué, más pausado y tranquilo; mejor así, creo). Ando por tus relatos de octubre del pasado año, y tengo que decirte que hay uno que me ha encantado especialmente, que es el de la intrépida Faustina. Supongo que ya habrá quién te lo haya dicho antes (y más de uno, probablemente), y, además, es algo que se podría predicar, prácticamente, de cualquiera de tus relatos, pero de éste que te indico, en particular, creo que se podría sacar un excelente guión para un corto. ¿Te has planteado la posibilidad...?
ResponderEliminarUn abrazo (y sigo leyendo...).
Un abrazo grande para ti
ResponderEliminarescritora.
Y los tuyos. Tus textos también suenan "como si los estuvieras contando de viva voz"
ResponderEliminar:)
Sigo a Imilce en su empeño por la verdad. ¿Qué menos merece Dido?
¡Que no nos engañe el poeta troyano!
Un abrazo, escritora
El verano pasado estuve unos días en Roma. Visita obligada fue la Galleria Borghese, donde tuve ocasión de admirar (en mayúsculas, con la boca abierta y los ojos como platos) las cuatro célebres esculturas basadas en la mitología clásica de Bernini: el David, Apolo y Dafne, el Rapto de Proserpina y Eneas abandonando Troya. Ya entonces sentí el deseo de recuperar de la estantería La Eneida, que ahora me has vuelto a despertar.
ResponderEliminar¡Ay, quedan tantos libros por leer y por releer!
Siempre me impresionan tus textos, lo bien escritos que están y la imaginación que derramas en ellos. Un placer leerte.
ResponderEliminarUn abrazo
Como siempre, genial.
ResponderEliminarHola niha, me alegra verte por aquí, te tenía perdida... Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola arthur, eso es lo que estamos esperando, saber qué ocurrirá cuando se encuentren...¿No te imaginas nada? Besitos.
Hola gusthav, quizá ha sido error mío: quien relata la llegada de Eneas a Cartago es el poeta Trailo. Como la señora Imilce lo tiene incorporado a su historia... Espero que esto no confunda a los lectores. Besitos, guapo.
Hola gabu, espero que esta etapa resulte emocionante para todos y en especial para tí... Creo que está perfecto que un hombre se admire de la obra de una mujer, aunque aquí hay que decir que pocos fueron sinceros para decirlo como Eneas. Besitos, querida amiga.
Hola lady zurikat, qué cierto es que Dido merecía todo el respeto y admiración. Creo que los siglos se lo han dado, pero también el olvido... Besos, querida amiga.
Hola perséfone, esto de ponerse al día es bastante laborioso. Todo sea por acompañar a la reina ¿no? Besitos.
ResponderEliminarHola pru, es cierto que son muy bellas las estatuas, pero todas no son de tu autoría... Besitos.
Hola pedro (glup), en el contraste y las diferencias y en el respeto mutuo está nuestra riqueza. Soy consciente del esfuerzo y dolor, la angustia, que provoca la escritura en algunas personas. Yo he recibido en ese campo concreto el don de la alegría. Pero no pienses que no me ha costado conquistarlo. Besos, querido amigo.
Hola alida, seguro que la señora Imilce cumplirá su palabra. Está picada con el troyano, ya lo ves. Y tiene ciertas razones... Besitos y buen fin de semana.
Hola fgiucich, nosotros sí que estamos contemplando esta historia agazapados, sin que sus protagonistas nos vean. ¿Seremos como los dioses? Besos y hasta pronto.
Hola bettina perroni, creo que esta historia, si resulta envolvente, es por la proximidad que sentimos respecto a ella. Hasta conocemos a la nuera de la señora Imilce... Besos.
ResponderEliminarHola paz traverso, creo que todo lo que podemos encontrar en el mundo está en estas historias clásicas. No se ha inventado nada nuevo. Besitos, guapa.
Hola elisa de cremona, feliz regreso a tu patria. Ponte al día, que esto se está poniendo al rojo vivo. Besitos.
Hola cieloazzul, gracias por la constancia con que sigues esta historia. No me extrañan los triunfos de tu niño y el fútbol... Besitos.
Hola sirenita, los fines de semana suelen dejarnos en aguas calmas... Besitos.
Saludos, aurefaire, aquí ahora estamos a punto de entrar en el verano, como en Cartago. Besitos cálidos.
ResponderEliminarHola andrea, gracias por tu visita. Besotes.
Hola kurtz, estimo mucho el esfuerzo que hacéis para no perder el hilo. Esta historia está resultando larguíiiisima. Gracias a vosotros por perseverar... Saludos cordiales.
Hola daniellha, no soy yo: son las historias las que nos mantienen con la atención alerta. Es nuestra querida reina. Besos y hasta pronto.
Hola tony, supongo que para todos sería muy impactante ver, de pronto, que se nos conoce en lugares del mundo de los que ni siquiera conocíamos su existencia. Y nos extraña ahora, que existe internet... Besos, querido amigo, y hasta pronto.
Hola abril, Roma es una ciudad siempre disponible... Besos.
ResponderEliminarHola david santos, me da gusto verte por aquí. Gracias por seguir con esta historia.
Hola manuel márquez, desde luego esa tarea que has emprendido de leerlo todo es admirable. También a mí me gusto mucho escribir La intrépida Faustina, lo pasé en grande. La historia está montada sobre una noticia muy breve, en la que se da cuenta de ese pequeño enredo. De hecho, Papirio recíbió el sobrenombre de "pretextato" porque aún llevaba la toga pretexta, la de los muchachos que aún no habían alcanzado la mayoría de edad, y fue al único joven al que permitieron seguir asistiendo a las sesiones del Senado. Desde ese momento, fue prohibido para todos los demás. En cuanto a que podría ser un guión de un corto, no lo había pensado. Pero vamos, si se te ocurre que a alguien le interese, no tienes más que decírmelo. Besos, querido amigo.
Hola carolina trinidad, gracias por tu visita y feliz semana. Besos.
ResponderEliminarHola trenzas, la señora Imilce y tu cabra tienen mucho en común, quizá el sentido de la realidad y el del humor, esa facilidad para ser directas. Es difícil competir con un troyano, pero creo que ella merece contar, al menos, su parte de verdad. Besitos.
Hola arrebatos, comprendo tu emoción al ver esas esculturas, son realmente hermosas. Lástima que allí no dejen hacer fotografías, porque de lo contrario habría sacado y las colgaría aquí. Creo que hay libros que nos fundan y seguramente uno de ellos es la Eneida. Me alegro que te hayas reencontrado con ella. Saludos cordiales.
Hola trini, para imaginación la tuya, querida amiga. Gracias por pasar por aquí. Besos.
Hola david, gracias por tu visita. Eres siempre muy bienvenido. Besos y feliz semana.
Isa: primero, gracias por actualizar mi vocabulario: "misérrima" no la había leído en años!!!!
ResponderEliminarSegundo: vos inventás los nombres???? Son únicos. Me transportan!
Tercero: Eneas está ante una puerta enorme...qué sucederá? Me gusta Imilce...
Acá esperamos la continuación.
Una hermosa semana para vos! :)
Esta Historia se está poniendo buena...
ResponderEliminarserá la misma que nos enseñaron en el secundario?
Isabel cuando Eneas se pregunta: "¡Y todo esto es obra de una mujer…! " ¿Se refiere al mundo verdad? ;-)
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
Muchísimas gracias por tus palabras de ánimo querida amiga.
ResponderEliminarSeguiremos leyéndote (aunque primero nos tendremos que poner al día).
Besos de los dos. Adrià y Gloria.
Siento tu relato a carne viva, una historia de amor interminable, ni la muerte lo logra.
ResponderEliminarAyer por esas cosas estuve sumergida en la ópera con música del compositor inglés del barroco Henry Purcell y nació la necesidad imperiosa de releer tus post.
Gracias por la intensidad.
ME.
Ya he vuelto!!, y con fuerzas renovadas para presenciar virtualmente el encuentro entre Dido y Eneas.
ResponderEliminarMuchos besos de krisish.
Nadie olvidará esta historia, señora Imilce, nadie. Tanto Dido como Eneas, serán recordados a través de los más diversos medios, tanto hablados como escritos.
ResponderEliminarLos helénicos, somos así, perdurables a través del tiempo, contra viento y marea...
Besos, querida amiga.
Hola ferípula, es cierto que ese superlativo no suele usarse mucho, pero encaja bien en una historia así de clásica. En cuanto a los nombres, salvo los que aparecen en la Eneida la mayor parte de los demás son inventados por los propios amigos que participan en ella, así que no tengo yo ningún mérito. Besos, querido Ascanio...
ResponderEliminarHola diluvio, cuando empecé a contar esta historia dije que seguiría a Virgilio, así que por ahí irá la cosa. La cuestión está en los matices, creo yo. En cualquier caso, espero que esté llena de emociones. Besos.
Hola miriam g., aceptemos que sí se referiría al mundo. Aunque en esa época ya ves que se había producido un giro del predominio de las diosas femeninas a los dioses masculinos... Besos, querida amiga.
Hola adrià urpí y gloria, es momento de actualizaros, porque se acercan momentos muy especiales... Besos y hasta pronto.
Hola malena, una de las cosas que más me gusta de la literatura clásica es cómo nos remite continuamente a otros campos del arte y del saber. Modestamente aspiro a provocar en los lectores el deseo de sumergirse en ese mundo, tan fascinante, que tantas emociones y tantas reflexiones nos proporcionan. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola krisish, me alegro de esas fuerzas renovadas, la reina te necesita ahora más que nunca. Besotes.
Hola kostas k., los helenos (griegos) estáis en el centro del corazón occidental y cualquier memoria nos conduce a vosotros. Es importante, sin embargo, rememorar de vez en cuando, más todavía en esta sociedad nuestra tan inclinada al olvido. No podemos de verdad creer que no debemos nada a nuestros antepasados. Besos, querido amigo.
Algo me está pasando amiga, parece tan real y tan vivo todo, cada letra parece que danza y en un pestañeo leo una verdad: "Estamos muy expuestos al olvido".
ResponderEliminarQué mujer! Me gusta como la honras.
Saludos
Cuando leo un texto me gusta apreciar los pequeños detalles, esas pequeñas cositas curiosas, creativas, que se le ocurren al escritor y que muchas veces pasan inadvertidas pero que en conjunto son las que le dan la magia a una obra literaria. Por ejemplo, me encanta cuando dices lo de los 12 cisnes, o el detalle del aroma a flores de los dioses.
ResponderEliminarCuánta razón tiene Imilce al señalar que estamos muy expuestos al olvido. No sólo los literatos, sino todos, incluso en nuestra vida cotidiana, en el amor, estamos expuestos al sino fatal del olvido.
Un abrazo, Isabel.