Lutacia, niña amada, viniste a mí apenas traspasado el umbral de la juventud, cuando yo había cruzado ya el de la vejez. Trajiste la luz contigo, pues ni siquiera los pájaros eran más alegres que tú y la primera torpeza de tus dedos se deshacía en risas. ¡Cuántas tardes, al terminar la clase, tocábamos juntas en mi jardincillo y te inventabas melodías para acompañar el murmullo de la fuente! La música nos hacía felices y tú te resistías a volver a tu casa.
Al conocer tu muerte, se rompieron las cuerdas de mi pandura.
NOTA: Este epitafio ha sido inspirado por la lápida de la fotografía, colgada en la página de Augustaemerita, quien ha tenido también la gentileza de fotografiarla de nuevo para conseguir mayor calidad. También es suya la información sobre la pandura, antecedente romano de la bandurria. Le estoy muy agradecida.
* Lápida funeraria de Lutatia Lupata, de 16 años, alumna de Severa, quien le dedica la lápida. Museo romano de Mérida. Foto de Augustaemerita.
**Fragmento de pintura mural de la villa de Livia. Museo Massimo alle Terme. Roma.
recuerdos, muerte, memoria, música
Al conocer tu muerte, se rompieron las cuerdas de mi pandura.
NOTA: Este epitafio ha sido inspirado por la lápida de la fotografía, colgada en la página de Augustaemerita, quien ha tenido también la gentileza de fotografiarla de nuevo para conseguir mayor calidad. También es suya la información sobre la pandura, antecedente romano de la bandurria. Le estoy muy agradecida.
* Lápida funeraria de Lutatia Lupata, de 16 años, alumna de Severa, quien le dedica la lápida. Museo romano de Mérida. Foto de Augustaemerita.
**Fragmento de pintura mural de la villa de Livia. Museo Massimo alle Terme. Roma.
recuerdos, muerte, memoria, música
Poder extraer de un epitafio un relato tan tierno y desesperado...
ResponderEliminarPreciosos ambos, la foto y el relato!
Un bicchino IsaBELLA!
Tienes finura y elegancia hasta para escribir cosas tristes. Besos.
ResponderEliminarAmiga, reproduzco el epitafio consagrado a recordar la memoria de la niña Melitina, fallecida en Córdoba y que tenía una bella forma versificada. Seguimos la traducción de Antonio García y Bellido:
ResponderEliminarConsagrada a los Dioses Manes.
Aquí yace Melitina,
de nueve años, seis meses y ocho días.
Aquí está la niña a quien el padre ha de llorar toda su vida
y a quien la madre, apenas desaparecida,
busca de continuo llena de dolor.
Agradecida a las caricias...
era como todos queremos sean nuestros hijos.
El año décimo de su vida la privó del don de la luz.
Quien lea este infortunio maldiga al hado inicuo.
Séate la tierra leve.
Carpophorus, su padre, y Titilicuta, su madre,
dedican este epitafio a su cariñosísima hija.
Han pasado cerca de dos mil años pero lo cierto es que nos sigue conmoviendo la tristeza inmensa que emana de este texto. Sentimos todavía la necesidad de maldecir a ese hado inicuo que privó a Melitina del don de la luz.
Un abrazo, Isabel
Cada día escribes mejor : ) Saludos
ResponderEliminarLa juventud que se va para siempre, es un brillante que se pierde. Abrazos.
ResponderEliminarIsabel, puede parecerte anecdótico, pero lo que me ha llamado la atención de la foto que publicas no es la lápida, sino el aparejo de ladrillo (precioso) que tiene detrás; leyendo la letra más pequeña, veo que es el del Museo de Mérida, la obra más lograda de Rafael Moneo. Un fuerte abrazo y espero que sigas bien. Am
ResponderEliminarMe ha encantado la poética tristeza de este epitafio..
ResponderEliminarun abrazo..
Qué delicadeza hay en tu texto.
ResponderEliminarNo parece ni por un momento que anunciarás una muerte.
Y qué grande el hecho de que unas cuerdas estén rotas de dolor.
Me parece una expresión de lo más sentida.
Precioso
Un besito antes de cerrar el ojito
P
Isabel, te ha quedado genial. La verdad es que te inspiras con gran facilidad.
ResponderEliminarSaludos.
Que tristeza tan grande nos embarga cuando el discìpulo abandona antes al maestro... :(
ResponderEliminarP.D.:Las leyes de la naturaleza no siempre son sabias ni los tiempos justos!!
PRECIOSÌSIMO EPITAFIO AMIGA MÌA...
(a pesar de lo triste)
BESITOS GRANDOTES ♣
No sólo estás nuevamente restando de las garras del olvido, a las dos protagonistas, también has construído un relato maravilloso.
ResponderEliminarLeí en el sitio de Augustaemerita, que la lápida ha sido traducida "Aquí yaces, que la tierra te sea leve. La vida continua, y tengo que seguir mi camino". Muy "práctico" este pensamiento romano sobre la muerte.
Gracias Amiga, he disfrutado tu trabajo!
Mi abrazote para Vos!
Hola Isabel.
ResponderEliminarLindo, muy lindo, tienes mucho arte para escribir estos pensamientos cortos que tanto me gustan.
Saludos querida amiga!!!.
Esas maravillosas mujeres de Roma, talentosas, bellas y de todas las edades.
ResponderEliminarSaludos.
Una apropiada fuente de inspiración. Una relación especial la que se da entre alumnos y profesor. Gracias, no tenía idea de qué era una pandura.
ResponderEliminarY gracias también a la que tan amablemente te envió la foto.
Saludos.
Conmovedor epitafio... que esconde una bella historia...
ResponderEliminarUn beso, Isabel
Creo que ya lo he dicho en ocasiones, pero no me cansaré de hacerlo: resulta tan conmovedor enfrentarse a una de estas lápidas que, por un momento, nos parece sentirnos próximos a la persona a quién se lo dedican. Es parte de esa eternidad que se soñaba tras aquellas hermosas palabras:"sit tibi terra levis".
ResponderEliminarSalud
Es cierto: los epitafios romanos transmiten una estremecedora desolación, y una ternura que atraviesa las mareas del tiempo para llegarnos directamente al corazón. ¡Excelente y conmovedor, Isabel!
ResponderEliminarMérida Romana... Isabel Romana...
ResponderEliminarTodo es posible.
¡Qué bonito!
Me ha encantado tu post (extraordinario).
ResponderEliminarEl comentario de Antiqva tambien se las trae: precioso epitafio.
¡Con lo alegre que yo estaba hoy! Que los dioses infernales te castiguen por ponerme triste...!
(Jejej, es broma)
Un abrazo!!!:
Me quito el sombrero ante usted, por esa maestría tuya para contar tantas cosas y con tanto sentimiento en tan pocas líneas.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Beso!
Qué facilidad tienes para inspirarte y para escribir grandes historias en pocas palabras.
ResponderEliminarHaces que parezca hasta fácil.
Besos.
¡Que hermoso escrito!.
ResponderEliminarConmovedor.
Hola selma, el hecho de que una profesora de pandura le dedique una lápida a su alumna, ya es conmovedor. Besitos.
ResponderEliminarHola isabel, creo que escribir cosas tristes es menos difícil que escribir alegre. El humor es todo un reto.Besos, querida amiga.
Hola antiqva, el epitafio en recuerdo de Melitina nos llega al alma. No es difícil ponerse en la piel de esos padres e imaginarse lo que sentirían. Por otra parte, el que fueran capaces de escribir sobre la piedra su dolor, ya es un consuelo. Me parece triste que ahora apenas pongamos unas fechas y ni una palabra fuera de las fórmulas al uso. Besos, querido amigo, y gracias por esta aportación.
Hola morgana leFay, a ver si me voy a poner intratable... Besitos.
Hola fgiucich, estoy contigo en que es mucho más doloroso que no se haya podido completar una vida. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarHola andrés, precisamente porque a mí también me gustaba ese muro, he preferido mantenerlo en lugar de recortarlo, como hago con otras fotos. Hace muchos años que visité el Museo romano de Mérida, pero desde luego me impactó. Besos.
Hola isis de la noche, la vida contada siempre tiene un punto de dolor y nostalgia. Besitos.
Hola penélope, considero una virtud el que los romanos quisieran dejar constancia de sus sentimientos. Yo trato de imaginar lo que no han dicho pero han sentido profundamente. Besos.
Hola AugustaEmérita, gracias por tu post que me ha servido de inspiración y por las molestias que te has tomado para facilitarme las fotos. Me alegra que pienses que ha merecido la pena el resultado. Besos.
ResponderEliminarHola gabu, cuando se altera ese orden que consideramos "natural" en la vida, y los jóvenes se marchan antes que los viejos, sentimos una frustración, un dolor especial por todo lo que esos jóvenes no han llegado a conocer, sentir y experimentar. Eso es lo que nos produce pena. Besitos, guapa.
Hola susana, los romanos tenían un pensamiento práctico en todo y para todo. Sin embargo, no olvidaban jamás a sus difuntos; es más, contaban con que ellos podrían protegerlos. Un beso muy fuerte.
Hola birdelo, muchas gracias por tus palabras. Escribir corto resulta muy cómodo... Besotes.
Hola armidia leticia, ya ves cuánta confianza tengo en las mujeres del pasado, del presente y del futuro. A todas ellas tenemos algo que agradecerles, incluso a las que vendrán... Besos.
ResponderEliminarHola goathemala, me apetecía mucho subrayar eso que dices, la especial relación entre maestro y discípulo. Algo que debemos conservar. Besotes.
Saludos, mª antonia moreno, ahora a las dos nos ha dado por los textos breves. No dejan de ser un reto. Besitos.
Hola charles de batz, no había pensado nunca en eso que sugieres: que la expresión "que la tierra te sea leve" pudiera estar vinculada al deseo de eternidad a través de la perviencia de la memoria. Me cuadra. Gracias por ese matiz tan interesante. Besotes.
Saludos, santos g. monroy, los romanos nos legaron toda una cultura, pero encontrar huellas sencillas como las lápidas, inscripciones, etc. nos hace sentirlos mucho más cercanos a nosotros y reconocernos en ellos. Besitos.
ResponderEliminarHola mizo, Mérida es una ciudad fascinante. Si no la has visitado y tienes oportunidad de hacerlo, no la dejes pasar... Besitos.
Hola cornelivs, seguro que los dioses saben que estabas de broma. Y ellos celebran mucho encontrarnos de buen humor. Besazos enormes.
Hola almena, viniendo de tí, que eres una maestra de la brevedad, estimo en mucho tu elogio. Besotes.
Hola kurtz, todo es ponerse... Besitos, querido amigo.
ResponderEliminarHola ludwig, despedirnos siempre apena. Besitos.
La lápida de Lutatia Lupata es una de las más bellas del Museo de Mérida, y ahora también el epitafio que le has dedicado ¡enhorabuena!
ResponderEliminarEl epitafio elegido por Antiqva también es precioso; cómo son las despedidas...
Un abrazo!!!
¡¡Bello y sensible relato!!
ResponderEliminarLa música no logra encontrar cobijo, dentro de un alma apenada por la muerte temprana de un ser querido!!!
Besotes!!
Con dolor vemos marcharse a los jóvenes porque con ellos se van nuestras esperanzas de permanecer.
ResponderEliminarPreciosas palabras para un adiós definitivo.
Puedo imaginarme el sentimiento de Severa.
Un abrazo grande, mujer romana
Un epitafio hermoso, Isabel. Una delicada pincelada sobre la fragilidad de la vida.
ResponderEliminarUn beso.
Me siento un privilegiado porque sí que he disfrutado de todo lo bueno que Mérida ofrece a sus visitantes, igualmente de Roma, la eterna, y gracias a ti, puedo revivirlo con plenitud y pureza.
ResponderEliminarGracias.
Palabras dolidas de gran belleza, que solo surgen de un alma afligida. Dolor, que ni la sabiduria alcanzada con la edad prepara a superar.
ResponderEliminarJunto a este texto me encanto' tambien Banquete Comprometido; ambos revelan tu gran flexibilidad como escritora.
besos, Isabel!
Me gusta leer los epitafios, tan olvidados en la actualidad.
ResponderEliminarY me gusta ese sentir lo que inspira una foto.
Me gustan tus brevedades.
Me gustaría que tú escribieras mi epitafio.
Es decir, me gusta todo lo que aportas porque me gusta aprender.
Estoy muy gustada, ja!
Abrazos amiga.
Hola Isabel: Gracias a tu visita te he descubierto. Entraré con más tiempo.
ResponderEliminarUn saludo y gracias nuevamente por tus palabras
Hola el llano galvín, estuve en Mérida hace años, y la verdad es que recuerdo el conjunto del museo y la impresión que me causó, pero no recuerdo los detalles ni las obras. Cuando vi esta lápida en el blog de Augustaemérita, me enamoré de ella. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola la candorosa, hasta algo que nos hace felices, como en este caso la música, pierde fuerza ante la muerte. Besitos.
Hola trenzas, tienes mucha razón en cuanto a esa pérdida que es también la nuestra, porque se borra un rastro de nosotros mismos. Con todo, a mí me duelen por las experiencias y cosas hermosas de la vida que ya no podrán vivir. Besitos, guapa.
Hola soledad sánchez m, sabes que no hay modo de suavizar el dolor de una pérdida. Pero a veces, a nuestro alrededor, algo lo alivia. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHola mizo, compartir amores y aficiones - como veo que es nuestro caso - es algo que nos conforta el corazón. Ojala podamos disfrutar de la belleza de Mérida y de Roma muchos años. Besitos.
Hola tictac, gracias por tu comentario. He de aclarar que "banquete comprometido" es un texto de Ovidio. Y ciertamente es delicioso. Besitos, querida amiga.
Hola clarice baricco, no hay que tentar al destino escribiendo epitafios por adelantado. Aunque esto me recuerda esa maravillosa novela "Sostiene Pereira" de Antonio Tabucchi a cuyo protagonista le gustaba escribir necrológicas por anticipado; así se aseguraba de estar preparado por si de un día para otro se moría un escritor célebre. Pero vaya, niña mía, a nosotras nos falta aún mucho... Besotes, querida amiga.
ResponderEliminarBienvenido estractos. Gracias por tu visita, espero que nos encontremos más. Saludos cordiales.
Te leí. Pasé por la página de Augustaemerita y volví aquí.
ResponderEliminarTras la emoción de tu lectura, la de esa lápida:
H S E S T T L
Hic sita est. Sit tibi terra levis.
Leve tierra para tan frágil vida.
Así nos sea a todos aunque nadie nos recuerde tras dos mil años.
Un abrazo muy grande, amiga.
Qué hermoso, Isabel.
ResponderEliminarPorqué no imaginar que fue exactamente ese el pensamiento que surgió en Severa.
Que voló por el tiempo y lo atrapaste, sin saberlo, para devolver el tierno sentimiento, como susurro poético al presente?