Carta de Calpurnia, esposa de Cayo Julio César, a su amiga Cecilia en Hispania.
NOTA 1.- Este incidente tuvo lugar el 15 de febrero del año 44 a.C. Los romanos odiaban la monarquía y bastaba que se acusara a alguien de aspirar a ser rey para que perdiera el favor del pueblo. El ofrecimiento de la diadema a César por parte de Marco Antonio se interpretó como un deseo de César de convertirse en rey.
No sabes cuánto te echo de menos, amiga mía, y qué grande es mi deseo de que regreses pronto a Roma. Estoy muy desazonada. Ayer, mientras se celebraba la Fiesta de los Lupercos, ocurrió un incidente que no me ha dejado dormir en toda la noche, y a Cayo Julio tampoco. Aunque no suele quejarse ni hablar mucho, lo he sentido dar vueltas en el lecho e incluso murmurar en voz baja. Esta mañana tenía muy mal aspecto.
Desde hace años deseo ser madre, como sabes, así que me coloqué entre el público justo delante del templo de Vesta y enfrente del de Cástor y Pólux, con la intención de presenciar la carrera sagrada de los lupercos y salirles al paso para recibir su azote. Esta ha sido una de mis últimas oportunidades, pues Cayo Julio está preparando un ejército para ir a la tierra de los Partos y quién sabe cuándo regresará. En fin, recibí mi azote y deseé con todo mi corazón que propiciara mi vientre para quedar preñada. Esto te lo digo para que comprendas que estaba distraída en ese momento.
Me di cuenta, de repente, que había cesado el griterío y el público miraba hacia el templo de Cástor y Pólux, en cuyo podium Cayo Julio presidía la ceremonia junto con un grupo de magistrados y senadores. Marco Antonio había abandonado la carrera, en la que participaba en su calidad de Cónsul, y estaba de pie delante de mi marido ofreciéndole una diadema. Fue un momento terrible. La gente callaba, los senadores miraban a mi marido con odio y él se había quedado pálido como un muerto.
Cayo Julio hizo un gesto de rechazo con la mano, apartando de sí esa diadema que representa la odiada monarquía y el público rompió en aplausos. Sin embargo, Marco Antonio, no sé por qué razón, no he logrado comprenderlo ni me he atrevido a preguntarle a Cayo, volvió a ofrecérsela. Los romanos expresaron de nuevo su disgusto callando, y aplaudiendo cuando la rechazó. Y aún se repitió esta escena una tercera vez. Lo peor fue ver a mi marido alargar la cabeza hacia delante, y pasarse la mano derecha por el cuello para indicar que podían cortarle la cabeza cuando quisieran. Fue un momento espantoso que difícilmente voy a olvidar.
No sé qué pensar, amiga mía. No entiendo la conducta de Marco Antonio y me preocupa mucho la actitud de mi marido. ¿Por qué haría ese gesto de muerte? Y ¿por qué esta ciudad parece sedienta de sangre? Sus detractores son muchos, pero ahora que ha terminado la guerra civil, que ha perdonado la vida a tantos enemigos, los sienta a nuestra mesa y hasta los ha propuesto para cargos públicos, ¿qué razones tienen para seguir odiándolo? Estoy muy confusa y no sé si he logrado explicarme de manera coherente. En cualquier caso, me ha hecho bien escribirte. Contigo tan lejos, me siento muy sola en Roma y, créeme, tengo oprimido el corazón.
Escríbeme tan pronto recibas mi carta. Necesito tu consuelo.
NOTA 1.- Este incidente tuvo lugar el 15 de febrero del año 44 a.C. Los romanos odiaban la monarquía y bastaba que se acusara a alguien de aspirar a ser rey para que perdiera el favor del pueblo. El ofrecimiento de la diadema a César por parte de Marco Antonio se interpretó como un deseo de César de convertirse en rey.
NOTA 2.- Los lupercos llevaban en la mano pequeñas tiras de cuero con las que daban suaves azotes a quienes se interponían en su camino, especialmente las mujeres. Se creía que ese azote en el vientre tenía el efecto de hacerlos fértiles, así que las mujeres que deseaban quedarse preñadas se colocaban a lo largo del recorrido de la carrera sagrada para recibir su azote.
NOTA 3.- Os dejo el enlace con la página de Elena Casero donde he publicado una breve reseña sobre su novela Tribulaciones de un sicario
*Detalle de cabeza femenina. Exposición "La belleza del cuerpo" en el MARQ de Alicante.
**Escultura en bronce de Cayo Julio César en la vía de los Foros Imperiales. Roma.
***Detalle de cabeza de varón, probablemente retrato de Marco Antonio. Museo Centrale Montemartino. Roma.
****Hojas de acanto en el foro romano. Roma.
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ResponderEliminar...interesante relato, me ha encantado el contenido de la carta que deja entrever todo lo ke era el intrigante, agitado y conspirativo mundo político de Roma
Saludos y un abrazo
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Voy a buscar a ver si leo un poco más sobre los lupercos.
ResponderEliminarGracias, besotes
¿Esperaba Marco Antonio que un gobernante tan sagaz como Cesar tomara la corona?¿Obraba de buena fe? Antonio no era precisamente un gran pensador
ResponderEliminarDesconocía todo lo referente a la fiesta de los Lupercos y su relación con la fertidad. Antes de comentarte he leído un poco sobre el tema y la verdad es que me ha parecido apasionante.
ResponderEliminarEs muy interesante, y no se por que motivo pero lo que cuentas de su deseo de ser azotada por ellos para vitalizar su fertilidad, me ha recordado a los "gigantes y cabezudos" que todavía hoy animan nuestras fiestas. Por lo menos la imagen que me he hecho es esa.
Por un par de días, imagino que este dato lo tenías presente, no ha coincidido la salida de tu anotación con la fecha en la que celebraban las lupercalias -el 15 de febrero-. Curiosa también su coincidencia casi por un día con el 14 de febrero. Para mi, que fue la versión civilizada y urbana de alguno de esos ritos de la fertilidad que tanto abundan en las fechas próximas a la primavera.
!Qué poco hemos cambiado desde entonces!
Salud
como eran los lupercos?, se disfrazaban?, a que deidad honraban?.... eran predecesores del opus dei?
ResponderEliminarMarco Antonio era de los que no daban puntada sin nudo.
ResponderEliminarLa carta está llena de preocupación, sí, y no es para menos!
ResponderEliminarLo cuentas todo tan divinamente, que uno lo vive de verdad :D
Un beso
Lala
Hoy nos trae una de las paginas cumbre de la historia de roma, madame. Nada menos que el ofrecimiento de la corona a Julio Cesar.
ResponderEliminarY que curiosa costumbre la de los lupercos. Pensar que las mujeres deseaban ser azotadas y que pensaban que ello las haria fertiles! Supongo que la idea saldria de algun caballero, jiji.
Feliz dia, madame
Bisous
Sigo aprendiendo en y con tus letras, la magnífica cultura Antigua.
ResponderEliminarCariños
ALguna magia tienen esas misivas que el tiempo no ha podido destruir, se rigen en la actualidad gigantes llenas de esplendor como el amanecer de otro sol. Ojalá algún día el ser humano pueda viajar a través del tiempo.
ResponderEliminarCuriosamente he pasado después de leerte por el blog de mi amiga Chela -Jubilados Jubilosos-, y me he encontrado con una anotación en la que se habla de los carnavales en algunas zonas de Galicia que para mi tienen mucho en común con las Lupercalias.
ResponderEliminarSalud
Tu carta de Calpurnia genera una lectura tierna y conmovedora. Resulta tan cercana en su preocupación por su marido, tan anhelante de su maternidad... Lo mejor, como siempre, es lo que aprendemos de paso.
ResponderEliminarBesos, sabia Isabel.
Siempre se acusó a César de sus desmedidas ansias por proclamarse rey, a la antigua usanza, pero no creo, en la inteligencia de César, desear tamaño disparate conociendo la aversión de l pueblo romano hacia institución tan decadente.
ResponderEliminarDicen que deseaba ser dios y que por eso matrimonió con la joven Cleopatra, diosa entre los dioses egipcios. Sobre ello indico una opinión similar a la de arriba.
Y algo que César no ambicionaba lo logró su propio sobrino, incongruencias de la vida.
Pobre Calpurnia, esposa fiel hasta la saciedad, paciente y noble.
Un besito
Terrible y bella carta que nace del corazón de una mujer deseosa de ser madre.
ResponderEliminarLos siglos transcurren y el símbolismo suele ser el mismo.
Te abrazo inundada de belleza.
M.
siempre hay sido una ciudad sedienta de sangre...
ResponderEliminarsiempre e por iso.. se sente solo en Roma...
abrazo serrano y gracias pelo cariño (después cuento tudo :)
Hola paisana, interesante informacion compartes, un placer pasar por tu casa.
ResponderEliminarque tengas una feliz semana
un beso.
¡Qué maravilla, saber tanto de Roma!
ResponderEliminarYo tengo un anillo romano, lo compré hace como 25 años en Madrid, era para mí un orgullo enseñarlo.
Lo usé tanto que estuvo a punto de estropearse, ahora lo tengo guardado.
Con mi admiración, un abrazo.
Brillante interpretación del corazón de Calpurnia, a propósito de un momento muy extraño. Siempre lo pensé como una estrategia de Cayo Julio César para "semblantear" la reacción del pueblo. Me cuesta imaginar a Marco Antonio con una iniciativa semejante...
ResponderEliminarMuchas Gracias Isa! Un Abrazo Amiga mía!
Genial, como siempre. Una carta llena de angustia, pobre Calpurnia preocupada por su marido y por su maternidad.
ResponderEliminarBicos
mmm Isabel, qué atractivo es conocer la historia de la mano de tus letras.
ResponderEliminarUn besote!
Congratulaciones, Isabel. Anoche terminé de leer Dido, Reina de Cartago. Me fascinó la historia y como está contada, el ritmo y la trama. Me atrapó desde: Me gusta bajar a la playa al atardecer… hasta el final.
ResponderEliminarUna vez más, felicidades y gracias.
Saludos.
Queridos amigos, como veo que ha suscitado interés y dudas, os explico un poquito lo de la fiesta de los Lupercos. Hay diversas teorías sobre ella, porque era una fiesta antiquísima, la que más me convence a mí es que fuese una especie de "puesta en escena" del salvamento de Rómulo y Remo por parte de una loba en la llamada "cueva lupercal", una festividad que recordaría aquel hecho y tendría un altísimo valor simbólico, el tránsito a la vida civilizada. Los lupercos eran muchachos jóvenes y los dos cónsules del año (o por lo menos uno). Al parecer se escogía a dos de esos jóvenes específicamente para desarrollar un rito en el interior de la cueva. Todos los lupercos iban desnudos, y en la cueva se sacrificaba un animal (no recuerdo ahora si era exactamente un carnero)y se hacían unos ritos que simbolizarían a los gemelos y el momento de haber sido salvados por la loba. Luego, con la piel del animal se hacían unas tiras que llevavan en la mano cada uno de los lupercos. Y a continuación, éstos iniciaban una carrera muy alocada siguiendo un itinerario antiquísimo, quizá el "pomerium" o límite sagrado de la ciudad. Se relacionaba también estos ritos con el paso de los jóvenes a la edad adulta, el carnero con la potencia guerrera y sexual, etc. Se creía que el ser "azotadas" las mujeres con la tira de piel de carnero, podían quedar preñadas. Esto también iría en la línea de esa potencia viril que da la juventud... Obviamente no era un azote fuerte, quizá simplemente tocarlas con la piel, lo que exige moverla con rapidez. Es fiesta se celebraba el 15 de febrero.
ResponderEliminarEn cuanto a Marco Antonio y sus intenciones... ¿quién puede saberlo? César era demasiado inteligente como para preparar una cosa tan burda, pero en el momento había muchísimos personajes importantes que querían hacerlo odioso al pueblo, y para ello empezaron a colmarlo de honores,de manera exagerada y sin que él los hubiera pedido, para exasperar los ánimos. No creo que M.A. lo hiciera en complicidad con César. Otra cosa es por qué lo haría...
A lo mejor me decido a escribir una novela sobre el tema. Besitos a todos y disculpad que no os responda de uno en uno. Como voy muy mal de tiempo, me hace más gozo visitaros en vuestras casas y comprobar allí cómo andáis...
Es toda una aventura sumergirse en tus letras, en las historias, hoy en la carta tierna que nos regalas, lo bordas bello. Me gusta mucho leerte.
ResponderEliminarUn biko Isabel. ;)
Amiga, gracias por este relato... Nunca habia escuchado nada sobre estas cosas, y me encantó...
ResponderEliminarUn abrazo, Isabel
De todos modos no le valió mucho a Julio, y la envidia y miedo que producía en los senadores y sus adversarios, por su poco común capacidad de conquistador y guerrero, le pasó la factura en el mismo Senado romano.
ResponderEliminarHistorias para disfrutar. Un placer.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Cara Isabel de Hispania:
ResponderEliminarUn soldado de la V Legión acantonada en la Dacia, donde los juncos helados parecen falutas empinadas y dispuesta a tocar en medio de la noche, me ha traído esta carta tuya donde me hablas con inquietud de las cosas de Roma. He ordenado a mis copistas que la reproduzcan cien veces, para enviarla con urgencia a todas las fronteras del Imperio. También yo mismo he encendido unas hoguera, a la que he rociado de hierbas aromáticas para que su humareda adquiriera el color de los presagios, con la esperanza de que, quien los quiera ver, se arrodille ante los amaneceres de paz que todavía queden, que serán pocos...
¿También los hombres podemos ser golpeados por el fino cuero de las cabras montesas que pastan en los montes de los templos de Roma? Lo digo por la moral enflquecida de esta lanza romana que poseo, y en la que últimamente no puede colgarse ni un pañuelo de seda...En fin, y mientras ruego porque que los idus de marzo tarden en llegar, me tomo una copa de Vino fogueado con pasas de corinto e higos de Judea, me pongo a escribiros una Carta en la Noche, que no tardaré mucho en llegarte.
¿Escuchas los mugidos del Toro? son tambores de alegría...
Muy interesante la información que nos das sobre los Lupercos. Es curioso pero me ha venido a la cabeza la película de Fellini, el Satyricon.
ResponderEliminarBesos
Isabel esto es muy interesante :)
ResponderEliminarsaludos desde República Dominicana.
Es una historia muy interesante. Muy curiosa y estaría muy bien que te pusieras manos a la obra para enlazar una buena novela.
ResponderEliminarLa transición entre monarquía y república
Besos y gracias por el enlace a la reseña.
Qué bien explicas todo lo relacionado con la historia de Roma!! Fascinante.Besos.
ResponderEliminarQué maravilla de blog y qué sorpresa. Soy un fascinado vivísimo de Roma. Si la reencarnación existe viví ahí en otro momento pues es una ciudad que no solamente me gusta sino que además la reconozco. Ya tengo trabajo para el fin de semana, trabajo gustoso se entiende... Conocerte y conocer tu casa romana, tan sensible y tan cuidada. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, querida Isabel. Pues pobre Calpurnia, no sabía lo que le esperaría a su marido como consecuencia de proclamarse dictador, que al fin y al cabo era una especie de rey, puesto que detentaba el poder absoluto...Estupenda entrada la publicación de esta epístola, muy didáctica. Un beso fuerte y muy feliz finde.
ResponderEliminarAy las cartas, las cartas. Cómo me gusta este género. Y esa despedida me gustó mucho. Así la haré cuando te escriba, jeje.
ResponderEliminarBesotes.
Qué incidente tan intrigante y curioso y cómo lo has narrado desde las palabras de una mujer preocupada por ser madre...
ResponderEliminarQué interesante, Isabel, he pasado un rato bien agradable de lectura.
Un beso
Fascinante este incidente que nos relatas sobre las convulsiones políticas, retratadas con tanta viveza y desde la perspectiva del cariño y la preocupación de Calpumia. El tono íntimo y de confidencia entre dos amigas es lo que le da esa magia tan tuya. Ojalá escribas un libro a este respecto, tendrías que ser tú la maga de la novela histórica y de las sensaciones del alma femenina en lo siglos.
ResponderEliminarBesazos, querida amiga.
Interesantisimo blog..!!!me ha encantado..!!
ResponderEliminarEnhorabuena..!! y gracias por compartir
♥
ResponderEliminarHola, Isabel, me considero afortunada de haber encontrado tu blog. Ma apasiona el tema romano, eespecialmente de la época de Julio César y de Augusto.
Tengo mucho que aprender en este blog que preparas con esmero. Gracias por hacerlo.
Salud♥s desde Nicaragua.
Lovingly done is richer reconsider than comfortably said.
ResponderEliminarArtistically done is sick than spectacularly said.
ResponderEliminarWell done is sick than extravagantly said.
ResponderEliminarA the huan race who dares to atrophy bromide hour of age has not discovered the value of life.
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Gilda
We should be painstaking and fussy in all the information we give. We should be especially prudent in giving advice that we would not dream up of following ourselves. Most of all, we ought to evade giving advisor which we don't mind when it damages those who transport us at our word.
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ResponderEliminarTo be a good lenient being is to be enduring a kind of openness to the far-out, an skill to guardianship undeterminable things beyond your own control, that can take you to be shattered in very extreme circumstances on which you were not to blame. That says something remarkably impressive relating to the condition of the principled autobiography: that it is based on a conviction in the fitful and on a willingness to be exposed; it's based on being more like a weed than like a jewel, something somewhat fragile, but whose mere special attraction is inseparable from that fragility.
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