¡Mira dónde pones los pies, Elia! Y agarra bien la bolsa con las monedas. ¡Cuidado! ¡Eh, tú, descarado, mantén las manos lejos de mí! Y tú no me empujes, niño. ¿Has oído qué precio más disparatado piden por las coles? ¡Ni que estuvieran bañadas en oro! ¡Oye, oye…! ¿Habrase visto? Ese tipo casi me hunde el pecho de un codazo. ¡Espera, Elia! Si corres tanto, no puedo seguirte… Que los dioses me perdonen, pero cada vez que salgo a la calle me vienen a la cabeza cosas horribles. ¡A veces pienso que es más peligroso venir al mercado que enfrentarse a un ejército de galos!
Imagino que no han cambiado mucholas cosas en las aglomeraciones: mal educados, ladrones, oportunistas, nada nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarCon razón, el poeta Rafael Alberti, en su forzado exilio, escribió "Roma, peligro para caminantes".
ResponderEliminarUn saludo.
Una escena deliciosamente viva.
ResponderEliminarBravo....!!!
Un abrazo Isabel
Con tus descriptivas letras es fácil imaginarse ese mercado romano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Decía Juvenal en una de sus Sátiras que en Roma había tanta delincuencia y tanto individuo delincuente que ya no había hierro suficiente para hacer arados y otras herramientas de labranza, porque se lo habían gastado todo para hacer grilletes y cadenas para los delincuentes.
ResponderEliminarY pienso yo: más o menos como ahora por la Plaza de Cataluña y las Ramblas de Barcelona.
Te envío un abrazo, amiga Querida.
Antonio
Cierto, Isabel. Las pequeñas tiendas, una junto a otra, en la calle por la que las grandes piedras planas están tan pulidas que resbalan, están llenas de gentes de todo tipo que molestan e incluso hasta pueden robar aprovechando un empujón, un toque maestro, un descarado roce...
ResponderEliminarDescribes la vida cotidiana con una perfección muy difícil se superar. Esto es de agradecer porque nos describes con tal pulcritud los sucesos que los vemos y vivimos.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Ese mercado romano podría ser uno de los nuestros hoy día. Poco cambian algunas cosas, por lo que siempre maravillan estos recorridos por la antigua Roma.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
bisous
Jajaja, Isabel.aún sigue siendo igual, lo que no le resta un ápice de encanto.
ResponderEliminarBesicos.
Mercadeo, peligro para muchos a la vista. Beso.
ResponderEliminarUhmm, parece que los tiempos no han cambiado mucho desde aquel entonces
ResponderEliminarque bravo.
ResponderEliminarNada nuevo... La calle con aglomeraciones; todo un peligro!
ResponderEliminarNada nuevo... La calle con aglomeraciones; todo un peligro!
ResponderEliminarAyer, antes del alba, yo llevaba mi carro de desechos por la Via Sacra cuando me encontré de frente con un botarate cargado de lechugas. ¡El muy necio no me cedió el paso, a pesar de que yo salía del Pomerium y él entraba! Estuvimos atascados dos hora gritándonos, sin poder pasar ni retroceder, porque ya había otros carros detrás de nosotros.
ResponderEliminar¡Ah, Isabel, cuánto eché de menos tu buen juicio! Tal vez contigo hubiera podido convencer a ese tontucio y evitar la intervención de la fuerza pública.
Sí, hay cosas que nunca cambiarán. Colonizaremos otros planetas y el mercado se parecerá a este que tan vivamente nos has traído:)
ResponderEliminarAbrazos, Isabel
Ayyy Roma ayer y hoy; ATTENTI AI LADRI!
ResponderEliminarNos vemos en la Malvarrosa, Isabel del alma, seguro, gracias por tu coment. a mi entrevista.
!Hasta la vista! besitos a Elia de parte de Quinto.
Magnífico Isabel! Me encanta!
ResponderEliminarLeérte es un placer, un deleite.
Un abrazo.
Pero dónde sino los mercados para ver vida !!
ResponderEliminarMuy bueno Isabel
Igualito que ahora, jajajaja!
ResponderEliminarPero qué bien expresado!
Uno se ve allí metido en ese mercado abarrotado de gente...
:D
Un besito
Querida Isabel:
ResponderEliminarseguimos siendo romanos, si es que no hay duda ninguna. Esto es exactamente lo que ocurre en la tienda de frutas vecina a mi casa. La cola va dando la vuelta al ruedo hasta la caja mientras cada uno va cogiendo lo que necesita, las consecuencias son peores que entrar en batalla, jaja. He renunciado a comprar mandarinas, es muy comprometido, prefiero llevar las bandejas preparadas del supermercado. ¡Cuestión de supervivencia! Ha habido enfrentamiento muy rudos por motivo de los turnos, y si no entras al trapo no sales en dos horas... jajaja, ¡renuncio!
Ciudadana romana: Elena Clásica.
Un gran abrazo.
Jajjajajajajajaja
ResponderEliminarComo todos los mercados el trajín es de no creer,la gente nunca se cansa de toparse entre ella????!!
BESITOS CARIÑOSOS QUERIDA AMIGA =)
Si pasara por las Ramblas en hora punta...
ResponderEliminarNo parece leyendo este texto que las cosas hayan cambiado mucho.
ResponderEliminarBesitos
Y mira que poco han cambiando los tiempos! Se topa una con cada "peligro" viviente en un mercado...aunque también con pequeñas grandes maravillas.
ResponderEliminarBesos, Isabel.
Pues imagínate si esos personajes se acercaran hoy al mercado, lo que dirían.
ResponderEliminarLa lucha empieza en cuanto te despiertas!
ResponderEliminarHermoso espacio el tuyo, ha sido un placer encontrarlo. Yo Roma la vivo a menudo, pues soy Italiana así que me encanta este espacio tuyo. Hablando de mercados...visistaste nunca Porta Portese?
ResponderEliminarUn saludo desde Italia,
Clara