Nos advertía Heráclito de la
imposibilidad de bañarnos dos veces en el mismo río: el agua discurre por su
cauce y su fluir encierra una transformación constante, un cambio cierto aun
cuando resulte imperceptible a nuestros ojos. Vemos volar los gorriones cada
primavera, al escuchar el canto de las cañas bajo el soplo del céfiro
reconocemos la música que deleitó nuestra infancia, nos conmueve la visión de
los paisajes queridos reencontrados tras una larga ausencia. Sin embargo, no
son los mismos ni nosotros tampoco. Nuestro espíritu fluye y muta, en silencio
a veces, otras de manera tumultuosa mas casi siempre paulatina, según la edad
nos proporciona experiencia y nuevos conocimientos. Sin embargo, así como en el
curso de pocas horas una tormenta es capaz de convertir un humilde regato en un
torrente cuya potencia arrolla rocas, rebaños y personas, algunos
acontecimientos humanos provocan, de la noche a la mañana, dramáticos cambios
en quienes los experimentan.
Eso vino a ocurrir en las riberas del
Tíber, allí donde su cauce se divide en dos para abrazar una pequeña isla y
luego, dando un giro brusco a la derecha, se dirige hacia el oeste. En la
orilla izquierda, que el río asaltaba violentamente cuando las lluvias y tormentas
del invierno acrecentaban su caudal, surgía un grupo de colinas altas y
apretadas como las ubres de una loba y no menos montaraces. Fuera de un
terraplén boscoso que rodeaba la base de algunas de esas colinas, el resto era
roca viva, inexpugnable por su verticalidad. El agua desbordada se metía como
dedos por entre sus vallecillos y les otorgaba durante un tiempo la apariencia
de islas. Tres o cuatro agrupaciones de cabañas salpicaban las cumbres de esas
colinas, hogar de antiquísimos dioses y de pastores, cuyas existencias estaban
marcadas por los afanes cotidianos: la lucha por la supervivencia, el cuidado
de los rebaños y la prole, los litigios por cuestiones de animales o de lindes.
Una vida diversa se desarrollaba a sus
pies, en el valle de Murcia. Encajonado entre la vertiente meridional del
Palatino y las faldas del Aventino, una colina más agreste y solitaria aún, se
abría un ancho valle. De los dos extremos más cortos, uno de ellos moría en las
orillas del río y el opuesto se difuminaba en la llanura que se extendía entre
el Tíber y los montes Albanos. En este valle estaba el Ara Máxima de Hércules en
torno a la cual se celebraba un mercado de ganado cada nueve días y atraía a
mucha gente de los alrededores. Aprovechando la curva y el vado del río, tres
embarcaderos acogían, alternativamente según la estación del año, las barcas
que remontaban el río trasportando sal. Depositaban su carga al pie del
Aventino y allí formaban convoyes de carros para adentrarse con más seguridad
en la vía Salaria, infestada de bandidos. Fuera de ese trasiego comercial,
concentrado en lo que hoy llamamos foro Boario y los depósitos de sal, ceñidos ambos
a las orillas del Tíber, el resto era entonces vida salvaje y soledad.
En ese ambiente rústico habían crecido
los hijos gemelos de Acca Larentia y Fáustulo, mayoral de los rebaños del rey
Amulio, cuya cabaña se alzaba en la cumbre del Palatino, al lado de la escalera
de Caco. A ellos iba a alcanzarles de lleno la tormenta e inevitablemente, como
cuando lanzamos una piedra al centro de un estanque y los círculos, cada vez
más grandes, agitan las aguas hasta la misma orilla, así aquellas riberas del
Tíber y las colinas circundantes se habrían de estremecer. Mas no tratándose de
materia acuosa, sino humana, cada persona ya no retornaría a su lugar siendo la
misma, pues sus cambios y alteraciones son imposibles de deshacer.
Ocurrió de manera inesperada cuando los
gemelos estaban al filo de sus dieciséis años. Cumplidos los quince y siguiendo
las costumbres ancestrales, Remo y Rómulo habían comenzado su periodo de
iniciación a la vida adulta. Durante un año los jóvenes debían vivir fuera de
la protección de sus familias y de sus poblados, construir refugios donde
guarecerse, cuidarse de las enfermedades y conseguir el sustento por sus
propios medios: el robo y la rapiña eran lo habitual, y para ello debían
adquirir destreza en el uso de armas, el
arte de la caza, la observación, el combate, la cautela.
Así lo habían hecho los gemelos con sus
amigos. Sus refugios y sus correrías se habían limitado a las faldas y los pies
del Palatino en sus dos vertientes más próximas al Tíber, por donde triscaban
con total libertad hurtando provisiones y reses a sus propias familias y
vecinos. El lugar preferido para realizar sus juegos y adiestramiento era la falda
que miraba al valle de Murcia, poblada de robles y encinas en su parte más
baja, y el propio valle. Era éste un espacio amplio y soleado con innumerables matorrales
donde tenían sus nidos muchas clases de aves y animales. Contaban, además, con
agua en abundancia, pues allí mismo, al pie de la escalera de Caco que ascendía
a la cumbre palatina, existía en aquel tiempo un estanque rodeado por un ameno bosquecillo
de mirto.
Una sola prohibición tenían, aunque era
severa: les estaba absolutamente vedado el traspasar una linde que recorría el
valle en toda su longitud dividiéndolo en dos mitades iguales. Una de ellas estaba
reservada a los pastores del Palatino y, la otra, a los del Aventino, pues ambas
colinas estaban unidas y separadas por el mismo valle. La prohibición obedecía a
una causa precisa: poco antes del nacimiento de los gemelos, el rey Amulio,
cuyos rebaños pastaban en el Palatino, había desposeído del trono de Alba Longa
a su hermano Númitor, cuyas reses tenían las majadas en la colina del Aventino.
La enemistad de los hermanos albanos
derivaba fácilmente en peleas entre sus criados y, para evitarlo, Fáustulo y
Caius, mayorales de los rebaños de uno y otro, habían acordado marcar una linde
para mantener separados a sus respectivos hombres y prevenir roces y conflictos
entre ellos. Había sido una decisión afortunada pues, aunque persistía una
profunda hostilidad, desde entonces las peleas entre ambos grupos no habían
sido demasiado graves.
La juventud, sin embargo, a duras penas
se somete a las leyes y normas que les están dirigidas y, alcanzada la mocedad,
los muchachos consideran un mérito transgredirlas. Creen ganarse con ello el
respeto y la admiración de sus compañeros y rara vez miden las consecuencias.
Así, las acciones de los gemelos, acogidas con afecto y simpatía por los
criados de Amulio, se habían tornado más
y más audaces con el trascurso de los meses. Desoyendo las recomendaciones de
sus mayores, extendían su rapiña por doquier y se aventuraban a explorar lugares
peligrosos, bien por la presencia de bandidos, bien por haberles sido prohibido
de manera expresa.
Quienes han pasado por una etapa
semejante alegarán que todo ello es necesario para completar el tránsito hacia
la edad adulta y sus muchas obligaciones. Quizá sea así. Mas también, en este
caso, podemos entrever la voluntad de los dioses. El destino de Remo y Rómulo,
decretado por los hados mucho antes de su llegada al mundo, debía empezar a
cumplirse. Estaban en sazón, en un
momento en el cual la fuerza y el espíritu se expanden y, tras su estallido,
buscan confusamente una senda por la cual discurrir.
Había empezado ya el mes décimo, que en aquellos
lejanos tiempos era el último del año. Faltaban pocas jornadas para la fiesta
de los Lupercos, con la cual los pastores honraban al dios Fauno y los jóvenes
concluían sus ritos de iniciación en su cueva del Palatino. Entonces,
inopinadamente, se desencadenó una serie de acontecimientos que, como un río
desbordado, arrastraría a los gemelos consigo. Habrían de enfrentarse a dolorosas
pruebas. Se verían obligados a elegir casi por instinto, pues ante ellos se
abría un camino nunca hasta entonces recorrido que, al bifurcarse, tomaba
direcciones opuestas.
Estaba a punto de cerrarse un círculo.
Una nueva era se hallaba en trance de comenzar.
NOTA: Con este preámbulo comienza la novela con el título
provisional “Remo y Rómulo”, segunda de la serie sobre la fundación de Roma. Os
incluyo alguna pequeña aclaración.
El calendario arcaico constaba de 10 meses, el último
de los cuales era diciembre. Os señalo las fiestas destacadas, según la
reconstrucción hecha por A. Carandini: el 13, Parentalia; el 15, Lupercalia (fiesta de los Lupercos); el 21, Feralia (Tacita Mutae, Angerona); el 23,
Terminalia (al dios Terminus). En el calendario posterior se añadieron 2 meses
(enero y febrero), con los cuales se distribuyeron esas fiestas. De ahí que en época
de la república, p.e. la fiesta Lupercalia se celebrara el 15 de febrero.
Seguro que los hijos de mi amiga son guapos, fuertes y, por lo que se ve, lo que parece cierto es que son temerarios. No le tienen miedo a nada.
ResponderEliminar¡Con qué fuerza, empieza la historia, Romana! Y qué implacable resulta la Historia!
No sabes qué feliz me hace volver a quedarme enganchada al final de cada capítulo, esperando el siguiente.
Contigo hasta que termine la tri o la tetralogía. Un beso muy fuerte, Isabel
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ResponderEliminarMe pasa como a Freia, estoy enganchada ya desde el primer capítulo.
ResponderEliminarBien, ya estamos todos en nuestros asientos, listos para ver la que pueden liar estos dos "adolescentes problemáticos", jejeje
ResponderEliminar¡Pinta muy bien, Isabel!
Abrazos
Una nueva era se hallaba en trance de comenzar... Como tu novela. Listos y preparados, como apunta Xibeliuss. Atrapados. Un beso, querida, aquí estamos, emprendiendo el viaje contigo :)
ResponderEliminarUna gozada empezar la noche con este sabroso bocado romano.
ResponderEliminarSiento que cada vez escribes mejor, por eso me trasladas con facilidad al escenario esperado.
Aquí me tienes, embobecida desde ya
Es usted única! Qué belleza de comienzo! Cómo no va a tenernos enganchados desde la primera página?
ResponderEliminarEsas primeras palabras sobre el río y la mención de las andanzas juveniles de los gemelos, que nos resultan tan cercanas, han servido para abrir boca y quedarse deseando paladear un delicioso nuevo capítulo.
Buenas noches, madame, y enhorabuena de nuevo!
Bisous
¡Qué bien! Ahora mismo voy a contar en Twitter que Isabel ha empezado la nueva novela, a ver si se incorporan lectores nuevos ;)
ResponderEliminarIntentando retomar mi rutina bloguera y mira que sorpresa me he encontrado. He llegado a tiempo y que maravilla de inicio, para retormar y engancharme de nuevo a esta novela tan adictiva.
ResponderEliminarBesitos
Ayy, no sé qué decir...
ResponderEliminarEmocionada estoy por empezar de nuevo a leerte. Ya nos has puesto la miel en los labios con este preámbulo. Nos sitúas, nos predispones con ese arte! Y así seguiremos hasta el final.
:D
Un beso
Que maravilla!!
ResponderEliminaryo ya estoy sentado sobre una colina imaginaria
para ser espectador de primera fila
de los acontecimientos que han de venir.
!! Brava Isabel !!
Atenta me tienes y tan contenta. Bss.
ResponderEliminarBuen arranque.
ResponderEliminarLos gemelos están en inmersos en un doble proceso iniciático. Como corresponde a la costumbres de sus gentes y también como adolescentes, cuya máxima característica es la rebeldía y el hacer oídos sordos de los consejos de sus mayores.
Te deseo una muy buena andadura con la nueva novela.
Saludos.
Engancha... un preámbulo: muy bien elaborado!.Esperando con impaciencia ...
ResponderEliminarMuchísima suerte!
Un abrazo Isabel.
Magnífico e interesante comienzo Isabel! Enhorabuena! Y como ya te han dicho antes, yo también estoy enganchada ya hasta el final.Muchas gracias por este maravilloso regalo.Muchos besos.
ResponderEliminarLeí ayer el preámbulo de Rómulo y Remo, pero he esperado a hoy para comentarlo para volver a leerlo con más detenimiento: tras una magistral descripción geográfica de donde se criaron los gémelos, has hecho un estupendo estudio psicológico de la vida de los pastores y la formación de ambos hermanos, traviesos y atrevidos, como bien dices al no casar la juventud con las leyes, por naturaleza, y está a punto de desencadenerse una serie de acontecimientos que darán lugar a una etapa gloriosa de la historia.
ResponderEliminarLa obra tiene todos los ingredientes necesarios para el éxito, Isabel: documentación, intriga, rirmo narrativo... No dudo de que enganchará a muchísimos, como ya estoy enganchado. A esperar la nueva entraga. Muchos besos.
Me parece un comienzo precioso, un preámbulo que nos sitúa directamente en la adolescencia de Rómulo y Remo, esos pequeños nacidos de mi vientre y criados con tanto esmero por los buenos de Acca Larentia y Fáustulo.
ResponderEliminarLa alusión inicial a Heráclito es apropiadísima y supone un arranque rotundo y bien encaminado. (Aquel sabio griego siempre me gustó).
Mi enhorabuena. La nave ya ha zarpado con buenos augurios. Que los vientos le sean favorables y acudamos llenos de emoción a la nueva era que esta a punto de comenzar.
Un beso, querida Isabel.
Desde la otra orilla del río disfruto con tus palabras: me hacen ver, imaginar, sentir sonidos y olores, revivir... y aún siendo inmortal o por serlo, me das la alegría de participar en la historia, en tu historia. Abriendo cada capítulo un tiempo nuevo, incluso cuando sea el último, no dejes nunca de empezar. Adsum
ResponderEliminarAmiga Isabel,
ResponderEliminarMe ha encantado este primer capítulo, y anoto el profundo conocimiento de los lugares y demás detalles. Reconozco que la lectura se hace muy interesante. Veo que has optado por dar la filiación de los gemelos haciéndolos hijos de Larentia y Fáustulo, desechando la tradición que los hace hijos de Rhea Silvia. Ya Tito Livio dejó caer la sospecha en tal sentido cuando dice (Ab Vrbe condita, I, 4):
Sunt qui Larentiam volgato corpore lupam inter pastores vocatam putent; inde locum fabulae ac miraculo datum.
Hay quienes piensan que Larentia, al haber prostituido su cuerpo, fue llamada loba entre los pastores; de aquí surgió el motivo para la fábula y el milagro.
http://www.thelatinlibrary.com/livy/liv.1.shtml
Personalmente pienso que la versión corriente, que los hace hijos de Rhea Silvia y Marte, es más atractiva, dejando caer, como hace Tito Livio, la sospecha de que esa bonita leyenda no tiene muchas posibilidades de ser creída.
Mi felicitación y un abrazo.
Antonio
Un excelente preámbulo con una increíble recreación de la mitología romana,en lo que se refiere a Rómulo y Remo, con un exquisito manejo del idioma de Cervantes y una capacidad de descripción y fantasía, propios de usted,doña Isabel.
ResponderEliminarEs un acierto, muy erudito, por demás, comenzar citando a Heráclito y su reflexión sobre la transformación constante de todo lo que nos rodea, es decir, que es una manera de prepararnos para el desarrollo ulterior de este preámbulo a la novela con el titulo provisional de "Remo y Rómulo".
Estimada Isabel, ¡reciba mi abrazo y mi admiración por usted y su brillante obra!
Hola freia, me alegra saber que encuentras a los hijos de tu amiga Rea Silvia en buena forma, haciendo de las suyas... Sí, si, estos gemelos darán que hablar. ¡Ya lo creo! Nosotras, por ejemplo, ya los tenemos en los labios...
ResponderEliminarGracias por tu entusiasmo y tu fidelidad, querida Palantea. ¡Te queremos! Besazos.
Hola mariajesusparadela, me encanta que te enganches ya desde el principio: es lo que más ánimos da. Besazos.
ResponderEliminarSaludos, Xibeliuss jarr, veremos qué sorpresas nos preparan los gemelos. ¡Menudos van a ser! Besazos, guapo.
Hola maría antonia moreno, estamos ya en el solar de la futura Roma, listos para ver lo que ocurre en ella y la transformará... Gracias por unirte una vez más a esta aventura. Besazos.
Hola virgi, mi matrona sabia, qué gusto que estés ya dispuesta para presenciar el desarrollo de esta historia. A todos nos atañe y por eso, creo yo, nos apasiona. Besazos.
ResponderEliminarHola la dame masquée, así me gusta, que empecemos con buen pie.Y mire que Vd. no debió equivocarse al hacer sus predicciones a la vestal Rea Silvia... Al menos, yo estoy convencida de que acertó. Beso su mano.
Hola carlos césar álvarez, gracias por difundir la iniciativa. Me encanta tener muuuuuchos lectores /as. Besazos.
Hola elysa, me alegro de que retomes tu actividad bloggera, es un placer tener con nosotros una experta en amuletos: nos van a hacer muchísima falta. Besazos.
ResponderEliminarSaludos, áfrica, ya te imagino relamiéndote como un gato. ¡Espero que el resultado esté a la altura de tus espectativas! Besos.
Hola bagoas, esa colina sobre la que te sientas no es tan imaginaria: se te ve ya allí, moviendo la cola. Besazos.
Saludos, emejota, y yo estoy más contenta aún de que estés al otro lado de la pantalla, siguiendo la historia. Besos.
ResponderEliminarHola cayetano ¡cómo conoces a los adolescentes! Por eso los hacían pasar por esos ritos de iniciación. Pero no me desees que me vaya bien: desea más bien que nos vaya bien a todos, porque tú (y tu personaje) estás metido en esta historia hasta los dientes. Besazos.
Hola berta, será un placer contar con tu compañía durante esta historia. Besazos.
Hola yolanda carrasco, así te quiero todo el tiempo: enganchadita a la historia. Me dais muchos ánimos. Besos.
ResponderEliminarHola paco hidalgo, gracias por expresar tan bien tus apreciaciones. Ojala a los jóvenes también les gustasen estas historias que les atañen tanto. Espero yo también con emoción saber qué harán nuestros gemelos. un abrazo muy fuerte.
Saludos, isabel martínez barquero/Rea Silvia, ya ves qué mayores se han hecho tus hijitos y tú sin saber nada de su existencia... Cierto, han tenido buenos padres adoptivos. Veremos qué hacen ellos con todo lo que les han enseñado y lo que ellos mismos tendrán que aprender. Un abrazo muy fuerte, querida amiga.
Hola hyperión, privilegiado entre todos nosotros, pues puedes recorrer con tus propios pies aquellos lugares sagrados para los romanos y para quienes admiramos su historia y sus orígenes. Salve, Jano, único dios en conocer el pasado y el porvenir. Séme propicio, muéstrame el camino para que pueda dar cuenta de lo que realmente ocurrió. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola antonio martín ortiz, querido amigo. En la novela anterior se contó esa historia de Rea Silvia en la que Fáustulo y Acca Larentia jugaron un importantísimo papel. Han criado a los gemelos como hijos propios, y así ha de comenzar esta historia, en la creencia de que Remo y Rómulo son simples pastores. Hemos de esperar, entonces, a que aflore la verdad. Un abrazo muy fuerte, querido Fáustulo.
Holal gustavo figueroa V. gracias por sus amabilisimas palabras y aprecio. Me encantaría que siguiera la historia con nosotros, pues la iré colgando aquí a medida que la escriba. Esa cita erudita del principio tiene su razón de ser en que la narradora es una imaginaria historiadora del siglo I a.C/I d.C., la noble Claudia Hortensia, quien nos conducirá - esperemos que con mano firme - a través de esta historia. Muchas gracias por sus ánimos. Un cordial saludo.
Aquí me tienes, Acca con mi esposo Fáustulo, viendo a ese par de pillos guapos hacer de las suyas, más los Hados saben lo que les espera, ni yo ni su añorada madre ni nadie podrá torcer la voluntad de Destino.
ResponderEliminarNos maravillas amiga con la atmósfera de aquel remoto entorno, habiendo yo pisado aquellos solares siento que vuelo a ellos entonces tan distintos, salvajes, fascinantes gracias a tus letras que los recrean como si los respiraras.
Enganchada del todo quedo a la espera de nuevos portentos.
Besito contento.
Te deseo éxito para esta nueva travesía.
ResponderEliminarVale, Isabel.
Qué fuerza y belleza. Un placer poder seguir la novel al modo folletín decimonónico.
ResponderEliminarMe asombra la capacidad que tienes para narrar historias, Isabel. Desde el inicio del relato vas introduciendo al lector poco a poco en la historia,. haciendo un barrido primero por el contexto geográfico en el que ocurren los hechos para luego, haciendo zoom, centrarte en los dos protagonistas del relato.
ResponderEliminarLa situación en que se hayan Rómulo y Remo es similar a la preparación que realizaban los muchachos espartanos, con la diferencia de que a los primitivos etruscos no se les exigía matar a nadie, ¿no?
Un besito
Hola natalia tarraco, madre excelsa (y putativa) de los gemelos, me encanta que los veas ya corretear por aquellos parajes haciendo travesuras que, a veces, se pagan caras... O no. Me alegra saber que estás ya metida en tu territorio, muy madraza, muy atenta al desarrollo de los acontecimientos. Besitos, querida amiga.
ResponderEliminarHola dyhego, muchas gracias por tus buenos deseos. Espero que sigas todo el tiempo a bordo... Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarSaludos, Nán, y me alegra que la idea del folletin decimonónico te guste. Tiene su morbo, la verdad... Besazos.
Ja, ja, carmenBéjar, ¿quieres adelantarte a los acontecimientos? ¡No soltaré prenda al respecto! En efecto, parece que esos periodos iniciáticos eran comunes al menos en la cultura indoeuropea a la que pertenecen griegos y latinos. De ahí que los estudiosos del tema romano consideren, apoyándose en esos antecedentes y en lo que dicen autores antiguos, que los gemelos debieron realizar así su iniciación. ¡Pero ya no diré más...! Besazos, guapa.
ResponderEliminarBueno, Isabel. Has cumplido espectativas y eso que tú misma te habías puesto el listón bine alto. Lo seguiré con muchísimo gusto. Gracias.
ResponderEliminarQuerida Isabel, me ha encantado este arranque tan maravilloso de tu novela; la detallada descripción geográfica del río y sus tierras aledaña, las referencias al origen "humano" de los gemelos, esa magnífica recreación de los lugares y las costumbres, los turbios asuntos de enemistades enquistadas en la familia que harán saltar la chispa del futuro incendio... me tienen enganchada y expectante. Un recreación extraordinaria, querida amiga.
ResponderEliminarMucho ánimo con la magnífica tarea que con tanto cariño y compromiso has emprendido, mil besos y AVANTI!
Mi querida romana:
ResponderEliminarMe sumo a la felicitación de todos los amigos y como ellos asisto emocionada al primer capítulo de la nueva entrega. Belleza, como siempre, desde tus manos, es decir poco, pasión por la vida sentimos en la juventud de nuestros niños y como ellos nos sentimos de nuevo zarandeados por un destino del que todavía desconocemos el éxtasis y el sufrimiento.
Nosotros, lectores, también estamos en sazón, deseosos, ávidos de tus letras.
Mi felicitación más efusiva por este arranque y mi gran abrazo, amiga.
Gracias, dolors jimeno. A ver si consigo mantener el listón a la altura... Besazos.
ResponderEliminarHola profe de griego, me alegra saber que te ha gustado este inicio que, como muy bien señalas, da algunos indicios de por dónde irán los conflictos siguientes y el cambio que se avecina. Gracias por tus ánimos. Un abrazo.
Hola elena clásica, gracias a tí y a tu dulce Silana que hizo posible el nacimiento de los gemelos en condiciones terribles, y al amor con que acogiste a su madre. Ahora ellos, ignorantes de su filiación, triscan alegres por las laderas del Palatino. ¡Ay, cuán cerca están de enfrentarse a peligros desconocidos y tremendos! Menos mal que cuentan con la protección de los dioses y de las ninfas. Besos, querida amiga.
ResponderEliminarHas logrado transportarnos a aquel tiempo y lugar.
ResponderEliminar=)
Una emoción tremenda, atrapante y llena de belleza, que ganas tenía ya de volver a disfrutar de tu arte que nos depara tantas sorpresas y aventuras!
ResponderEliminarUn beso enorme Isabel.
¡Bueno, bueno, bueno, Isabel! Empezamos casi con los motores calientes. Una delicia retomar la Historia. Seguimos leyendo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.
Ya quiero leerla! al igual que tus otros libros. ¿qué editorial son, para buscarlos en las librerías de acá (Chile), o encargarlo?
ResponderEliminarSaludos!
Saludos, neogéminis, ya me parecía haberte visto por las laderas del Palatino...Ja, ja. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola mayte, yo también tenía muchas ganas de continuar esta historia tan nuestra. Me alegra que estés aquí. besazos.
Saludos, neogéminis, ya me parecía haberte visto por las laderas del Palatino...Ja, ja. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola mayte, yo también tenía muchas ganas de continuar esta historia tan nuestra. Me alegra que estés aquí. besazos.
Saludos, antonio campillo, ya ves que llegas a tiempo de entrar de lleno en el comienzo de la historia. A ver qué nos deparan estos gemelos... Besazos.
ResponderEliminarUna gozada leer poco a poco los capítulos que su autora nos ira des granando. Y cómo nos tiene enganchados desde la primera página.
ResponderEliminarDami.
Comienzo bucólico prometedor, augurio de apasionantes aventuras sobre la fundación de la ciudad de Roma.
ResponderEliminarSaludos,Francisco
Excelente articulo, un gran trayecto.
ResponderEliminarme encanta tu forma de escribir, me atrapa en mi lectura hasta el final.
ResponderEliminarque maravillosa recopilación en este relato, es importante mantener nuestra historia actualizada y clara.
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