Esto dice el poeta Goethe:
“¡No te pese, querida, habérteme entregado tan pronto!
Créeme, no pienso nada sucio, no pienso nada bajo de ti.
Surten efectos varios las flechas del Amor: algunas rasgan
y con su oculto veneno enferma el corazón durante años.
Pero otras, de más fuertes plumas, con puntas recién
afiladas,
penetran hasta la médula, y pronto inflaman la sangre.
En los tiempos heroicos, cuando amaban los dioses y diosas,
seguía a la mirada el deseo, y al deseo el placer.
(…)
Rea Silvia, la principesca doncella, al Tíber
va bajando a por agua, y el dios se apodera de ella.
¡Así engendró Marte sus hijos! – Amamantó a los gemelos
una loba, y Roma se llama princesa del mundo.”
J.W. GOETHE.- “Elegías romanas”.- Versión española de Jesús
Munárriz.
El poeta se refiere, sin duda a Faustina, que fue su amante durante su estancia romana. La referencia anterior, ese veneno que enferma el corazón durante años puede referirse a una mujer de la que estuvo enamorado muchos años y con la cual, por ese juego cruel de las seducciones, nunca llegó a nada. ¡Celebremos también su recuerdo a Rea Silvia y a sus hijos gemelos!
*”Ariadna”, copia del original romano. Academia de San
Fernando. Foto: Rafa Lillo.
Jjejeje Este chico sabía decir las cosas, desde luego. Y tú también, Isabel: ese "juego cruel de las seducciones" es muy descrptivo.
ResponderEliminarAbrazos
Por eso le daba al amor un sentido poético y bello ya que él era la primera victima de un amor frustrado.
ResponderEliminarFeliz domingo Isabel.
Faustina no se sabe a ciencia cierta quien era, pero su amor de muchos años y entonces, Goethe salió en su viaje a Italia sin deci nada a nadie en Weimar, Charlotte Stein, era una mujer casada. Ese amor siempre se quedó en las cartas y en las conversaciones.
ResponderEliminarRea Silvia aludida por el gran Goethe, qué más se puede pedir...
ResponderEliminarEl amor, lo mejor de esta vida, querida Isabel, las mieles más dulces.
Un grandísimo abrazo.
Una vision tedesca.la prediero más divina.
ResponderEliminarSaludos.
No me ha gustado nada lo que vierte el yo poético en los dos primeros versos. Comprendo la época pero esa superioridad del macho no pasa desapercibida.
ResponderEliminarAyyy ese amor... Faustina palidecía de amor y el expresa muy bien sus sentimientos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Isabel.
Precioso, Isabel.Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarIsabel:
ResponderEliminarCelebremos.
Vale.
Estos antiguos dioses!...siempre seduciendo a doncellas terrestres para engendrar descendencia!
ResponderEliminar=)
Por mí, que viva el amor!
ResponderEliminarOye...siempre que haya consenso entre las partes...
:D
Un beso
Hola xibeliuss jar, Goethe quedó profundamente enamorado de Roma. Allí fue feliz... Besos.
ResponderEliminarHola bertha, desde luego en Roma descubrió el amor carnal, y eso que era ya un hombre talludito. Pero sí, se sedujeron mutuamente y, que se sepa, no se arrepintieron nunca de esos amores. Besazos.
ResponderEliminarAsí es, esperetusa. De Faustina se sabe que era hija del propietario de la ostería de la Campana, muy conocida en Roma, que estaba en la plaza Montanara, hoy desparecida, delante del teatro de Marcelo. Era una viuda con un hijo pequeño. Creo que los dos disfrutaron de su amor. Besotes.
ResponderEliminarHola isabel martínez barquero, ya ves que hasta a los alemanes sedujiste... La verdad es que los alemanes han sido amantísimos de Roma. Y no hay nada como el amor, desde luego, para hacer a una ciudad aún más fascinante. Besos.
ResponderEliminarHola dapazzi, comprendo lo que dices, pero, con todo, Goethe está vinculado a Roma de una manera muy especial, muy profunda también. Lo conmovió hasta lo más hondo. Besos.
ResponderEliminarCierto maria luisa arnanz que la superioridad masculina está presente como paisaje mental de la época; sin embargo el poeta declara no dejarse llevar de esos prejuicios. Al menos asíi lo veo yo. Besazos.
ResponderEliminarHola Paco Hidalgo, según el propio poeta, fue ella la que llamó su atención mientras él, con un grupo de amigos, tomaban vino en la osteria del padre de Faustina. Goethe el seducido... Besazos.
ResponderEliminarHola yolanda carrasco, me alegro de que te haya gustado esta referencia a nuestra Rea Silvia. Besos.
ResponderEliminarCelebremos, Dhyego, el amor, la primavera, la poesía y, sobre todo, que estamos vivos y podemos contarlo. Besos.
ResponderEliminarHola neogéminis, los dioses antiguos sí. Y el dios de los judíos, pues también hizo concebir a una virgen... Besazos.
ResponderEliminarJa, ja, áfrica, el consenso es condición necesaria para el amor. ¡En eso estamos de acuerdo! Besazos, guapa.
ResponderEliminarHola Isabel, esta entrada en particular hoy me ha acertado, como un pivote ballestero. La vida será igual de complicada dentro de 1000 años. Un cordial saludo
ResponderEliminarMe declaro totalmente entregada a los juegos de Venus y no me pesa nada de nada...
ResponderEliminarUn beso
Querida Isabel, así como el gran Rafael había tenido como Musa a su Fornarina, así también el gran Goethe tuvo a su mesonera. Ya lo dejó dicho el "tedesco": " Sólo en Roma puede uno educarse a sí mismo para Roma".
ResponderEliminarMil biquiños, cara.
Hola blas malo poyatos, el amor y el deseo, aunque con diversas manifestaciones, atraviesan los siglos... Besos.
ResponderEliminarJa, ja, carmen gascón, es que no hay juego más entretenido ni más placentero. Besazos.
ResponderEliminarGracias por ponernos esa frase tan bonita de Goehte, profedegriego. Y nosotras necesitamos Roma para seguir educándonos en Roma, ¿no crees? Besazos.
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