Mis epigramas los canta y los ama la Roma mía.
Ando en los bolsillos y las manos de todos.
Pero hay uno que enmudece y palidece y se enfurece:
por eso estoy contento de mis cantos.
MARCIAL.- Epigramas.
Versión de Ernesto Cardenal
*Fuente con mascarón en Vía Giulia, Roma. Foto: Isabel Barceló
Ten en cuenta que el poeta Marcial fue alumno mio, cuando yo daba clases en el gymnasium o en la palaestra, por ello no me extraña que haya salido algo burlón.
ResponderEliminarUn abrazo
Ja, ja, unjubilado. Desde luego, era vecino tuyo, porque nació en Bilbilis Augusta, la actual Calatayud... Besazos.
ResponderEliminarPues a ver si se enfada con Il Cavaliere y la que ha estado a punto de liar en Roma.
ResponderEliminarUn saludo.
Ja, ja, cayetano, sería genial leer los epigramas de Marcial con respecto al Cavaliere. Besazos.
ResponderEliminarLa envidia es muy mala, sobre todo si no se acepta que puede haber alguien mejor.
ResponderEliminarVale,Isabel.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDesde luego, a mi también me gustaría escuchar a Marcial hablando de la Italia de Berlusconi :)
ResponderEliminarEl "ladran luego cabalgamos" siempre es un buen acicate para seguir (y mejorando, además)
Abrazos, Isabel
ResponderEliminarQué gusto da ver cómo se revuelven las serpientes de la envidia. Qué momentos épicos cuando el tiempo pone a cada uno en su sitio. Qué bien lo explica Marcial, con qué maravilloso encanto.
Por cierto, el comentario de unjubilado también es épico.
Hermoso. Besazos, querida Isabel.
¿Esta via Giulia es la de los libreros de viejo?
ResponderEliminarLa envidia circula libre a lo largo de los siglos y son pocos los grandes que no han sido envidiados.
ResponderEliminarUn abrazo, querida Isabel.
Gracias a la envidia existe la superación y cuando se suele decir es una envidia sana(...)Pero la envidía es tan antigua como el ser humano es más van de la mano.
ResponderEliminarIsabel, feliz fin de semana.
Menudo era Marcial sin pelos en las letras, avispón picajoso, jocoso maño romano. Necesitamos Marciales agudos y descarados hoy como ayer.
ResponderEliminarBesitos
Dos cosas que no comprendo: la envidia y el placer de ser envidiado. Pero de elegir, como Marcial, me apunto al segundo.
ResponderEliminarBesos.
Sabios y agudos los antiguos...¡ay, cuánto terreno ahora para que se lucieran con su sentido del humor!
ResponderEliminarUn buen beso, mi querida chica.
Una acusación elegante por sus elipsis.
ResponderEliminarBuena idea recordar a Marcial. Sé que en su villa de la provincia de Zaragoza se deleitaba de vivir en contacto con la naturaleza.
ResponderEliminarAsí será esto de la envidia que podemos recordar “Tú que frunces el ceño y lees estos poemas de mala gana, ojalá que sientas envidia de todos, envidioso, y que nadie te envidie a ti“.
ResponderEliminarVenerable dama un abrazo.
Y yo me pregunto si los envidiosos serán conscientes de serlo. Seguro que no, de otro modo no se diría que hay tantos. Besos Isabel. Bella imagen.
ResponderEliminarNo lo tengo muy claro eso de encontar placer al ser envidiado.
ResponderEliminarAunque por logica, el envidiado lo debe pasar mejor que el que envidia.....
NO SIEMPRE.
"Burla burlando" decía Lope, sabedor de sus dotes.
ResponderEliminarAbrazos.