Gneo Marco, sentado en la arena de la
playa, tendía la vista hacia la línea lejana donde cielo y mar se confundían.
- Dentro de unas horas, cuando el sol se
hunda en el mar, por el horizonte asomarán los hombros poderosos del cazador
Orión – giró luego la cabeza para mirar a Julia, sentada a su lado. Le temblaba
un poco la voz –. Igual que hizo él con Latona, yo también sería capaz de interponerme entre tu cuerpo y la
cola emponzoñada de un escorpión.
La muchacha lanzó al aire una risa
cristalina. Sacudió la cabeza y su cabello se movió como las olas sobre sus
hombros.
- ¡Te lo prohíbo! Odio los escorpiones. Y
por nada del mundo querría verte muerto a mis pies. Además, sin quitar mérito a
la conducta del noble Orión, no me parece tan extraordinario tener un gesto de
lealtad. ¿No es lo normal que el siervo se sacrifique por la madre de su
señora? Una reacción rápida e impensada, un instante de dolor y agonía y,
luego, una maravillosa recompensa. ¡Una constelación entera con su nombre…!
- Hablo en serio, Julia – más que
ofendido, Gneo parecía suplicar a la muchacha con los ojos.
- Y yo también, Gneo – la muchacha se
inclinó hacia delante y hundió los dedos en la arena para extraer tres o cuatro
conchas –. Siendo admirable la conducta de Orión, aún me parece más valiosa la de
su padre. Cuando Júpiter, para agradecerle la hospitalidad que le había
brindado sin saber que se trataba de un dios, le concedió un deseo. ¿Recuerdas
lo que el anciano dijo?
Ante el silencio del joven, Julia se
volvió hacia él.
- Explicó que al morir su esposa, en
plena juventud, le había jurado que jamás sería el marido de otra mujer. Había
cumplido fielmente su promesa y ahora, llegada su ancianidad, no quería ser
esposo, pero sí ser padre. Esa era su petición al dios. Júpiter y los dioses
que le acompañaban orinaron entonces sobre la piel desollada de un buey, la
enterraron en tierra y, al cabo de diez meses, nació Orión. Y ¿sabes qué te
digo, Gneo?
Siguió un intenso silencio.
- Prefiero toda una vida de fidelidad a
un instante, por brillante que sea, de lealtad.
NOTA: En su obra FASTOS, Ovidio señala el día 17 de junio
como aquel en que sale en el horizonte la constelación de Orión. Este hombre, alto y muy fuerte, hijo de Hirieo, era cazador, y la diosa Diana lo tomó como guardián y siervo suyo. Un día, Orión se jactó de que sería capaz de vencer a cualquier animal, enojando con ello a los dioses. Entonces, la tierra engrendró un escorpión que se dirigió enseguida a clavar su aguijón a la madre de Diana y Apolo, llamada Latona. Orión se interpuso y recibió él la picadura mortal. Latona lo colocó en el cielo en forma de constelación. La explicación
del nacimiento de Orión, como favor concedido por Júpiter a su padre, Ovidio la da en la fecha 11 de mayo.
*Fotos obtenidas de Internet.Representan a la constelación de Orión y la muerte de este.
Yo me imagino, Isabel, lo gozosa que te debes de poner investigando la Historia y conversando con los protagonistas como si fueran amiguetes tuyos de toda la vida.
ResponderEliminarEso sí que es codearse con gentes de bien.
Disfruto leyéndote y hoy más que acabo de llegar la primera.
Un beso.
Me gusta mucho aprender así con estos fragmentos. Se me queda mejor grabado en la memoria que leyendo una historia larga. Gracias.
ResponderEliminarMitos, leyendas, historias, finamente recreadas gracias a tu intelecto y creatividad, permiten un viaje hacia el pasado.
ResponderEliminarLo celebro cada vez que leo Mujeres de Roma.
Entrañable cariño, Isabel
Me gusta la mitología y sus fantásticas historia,así que me alegra haber dado con tu blog.
ResponderEliminarEsta que nos presentas hoy es muy bella.
Gracias por compartir.
Saludos.
Con la imaginación unimos estos puntos, una palabra en el cielo de la noche, con letras de luz y ahora también quedarán asociadas a tu voz, a cómo tú lo has pronunciado y sentido. Gracias.
ResponderEliminarUn bello relato, muchas gracias Isabel, por informárnos de la mitología, a mi personalmente me encanta la mitología y,mucho más tu blog.¡Cuidado que yo soy escorpio,ja,ja,! Nací un 27 de octubre, además cerca del famoso Halloween, de hecho era lunes, en la semana más terrorífica del año,ja,ja, ¡Qué antecedentes!.Bueno la verdad es que los escorpio tenemos muy mala fama, aunque como dice el fado: "La fama también difama a gente buena, gente honrada"; No sé pueda que sin quererlo tenga algo de mal bicho o de bicho venenoso, ja,ja, espero que no,¿Qué opinas al respecto, Isabel? Es broma,como ya te has dado cuenta de sobra, de todo hay en todos los signos, y en todas las fechas...Aunque me encantaría saber tu opinión.De lo que no cabe duda es que eres una magnífica escritora y mejor persona.Muchos besos.
ResponderEliminarUna gozada leerte, querida Isabel.
ResponderEliminarHacía tiempo que no lo hacía y justo entro ahora, con lo que me gusta Orión, el cazador del cielo, con sus perros (Sirius en uno de ellos) y su daga donde están naciendo estrellas.
Un abrazo luminoso. Como tú.
Me ha encantado
ResponderEliminarUn abrazo
¿Se puede ser leal sin llegar a ser fiel? Yo creo que no y mucho menos ser fiel sin ser leal.
ResponderEliminarSaludos
Vaya, pues me has hecho pensar. ¡Un abrazo! :)
ResponderEliminarEstoy entusiasmada porque esa pintura de Seiter con la ilustras este post, la veré finalmente en mi próximo viaje a Francia (Louvre). Siempre es un placer complementar las historias con estos magníficos relatos tuyos, Isabel. Te envío un gran abrazo!
ResponderEliminarQuerida Isabel:
ResponderEliminarBellísima historia mitológica que nos deja con incontables resonancias en nuestra psique y reflexiones profundas. La lealtad, la fidelidad, la importancia de un gesto en vida, la dedicación de por vida a alguien, y como transformación final la de un personaje en constelación, así, en este caso la de Orión.
Las historias relacionadas con el catasterismo son siempre mágicas, evocadoras y tan profundas como el alma humana. La dedicación intensa de toda una vida parece reflejarse después para toda la eternidad en el cielo, como si los astros nos fueran relatando la mitología en un tapiz.
Me encanta este recordatorio sobre la constelación de Orión, tan bello y artístico.
Muchas gracias, un gran abrazo, querida amiga.
Hola, Tecla, gracias por tus palabras. Tienes razón: lo paso muy bien leyendo a los clásicos y poniéndolos en boca de estos personajes que vienen a ser como de mi familia. ¡Toda la antigüedad está en nosotros! Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarGracias, Dolors. También a mí me gustan, cada vez más, los fragmentos breves. Creo que ambas nos hemos convertido en hijas de internet... Besazos.
ResponderEliminarHola, DLC, creo que nos sorprenderíamos si hiciéramos la lista de las cosas - pequeños gestos, costumbres, fiestas - que, sin darnos cuenta, constituyen parte de nuestra herencia de la antigüedad. Besazos.
ResponderEliminarBienvenido, Joaquín Galán. La mitología está llena de historias preciosas. Me alegro de que hayas llegado aquí. Saludos cordiales.
ResponderEliminarBienvenido, Joaquín Galán. La mitología está llena de historias preciosas. Me alegro de que hayas llegado aquí. Saludos cordiales.
ResponderEliminarGracias, querido Hyperión, en el cielo encontramos muchas y maravillosas historias que hablan de nosotros. ¡No digo ya en el cielo romano...! Gracias por tus palabras, querido amigo.
ResponderEliminarHola, Yolanda Carrasco. Desde luego, si tienes el aguijón venenoso del escorpión, yo no te lo he visto nunca. Ja, ja. Sí tienen mala fama, pobrecillos, cuando lo único que hacen es defenderse de las agresiones externas. Como muy bien señalas, todos los signos del zodíaco tienen sus lados brillantes y los lados oscuros. Por si te sirve de consuelo, en un viejo horóscopo que compré hace años a un librero de viejo (y que, desgraciadamente, he perdido), decía que los arianos - signo al que pertenezco - teníamos los ojos inyectados en sangre, un genio tremento y una inclinación notable por los oficios sangrientos, por ejemplo, carnicero... No digo nada más. Besazos sonrientes, querida amiga.
ResponderEliminarHola, Virgi, me alegro de que hayas llegado justo a tiempo para ver a nuestro cazador Orión. ¡Cuántas historias escritas en el cielo! Un abrazo muy fuerte, querida amiga.
ResponderEliminarHola El peletero, has señalado un aspecto muy interesante y controvertido, al menos así lo entiendo yo. Ciertamente, fidelidad y lealtad son palabras sinónimas o, generalmente, así las utilizamos. Te explico cómo lo veo yo, aun cuando quizá sea una visión algo personal. Me refiero al amor entre dos personas, el amor de pareja. En ese contexto, en mi opinión, cabe diferenciar ambas cosas. La fidelidad se referiría a no engañar a la pareja acostándose con otra persona; la lealtad tendría un significado más amplio: comportarse siempre bien con esa persona, no criticarla ante sus enemigos, por ejemplo, o no dejarla tirada en un apuro. Desde esa perspectiva, una esposa podría no traicionar a su marido con otro hombre, pero, en cambio, ponerlo pringando delante de sus hijos, dejarlo en ridículo ante sus jefes o sus socios, revelar asuntos confidenciales... En ese caso, podríamos decir que se trata de una persona fiel a su marido, pero desleal. En fin, no sé si me he explicado bien. En cualquier caso, en esta historia quería transmitir el valor que la muchacha da a la fidelidad en el matrimonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Amparo. Pues va bien pensar... Besazos.
ResponderEliminarHola Patzy, seguro que ese viaje tuyo será una delicia, pues con toda la información que manejas y tu seriedad al procurártela, no desaprovecharás ni un solo momento para disfrutar de las bellezas artísticas y naturales de la dulce Francia. Es un país fascinante. Besazos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola, querida Elena Clásica, tú eres una magnífica lectora del cielo y del alma humana, pues pocas personas saben sumergirse en ella y extraer lo que de bueno y malo oculta de una manera tan aguda y poética. ¡Cuánto se perdieron los Ovidios, Virgilios, Horacios y Catulos al no poder conocerte!
ResponderEliminarUn abrazo enorme y sonriente, querida amiga.
Sí Isabel, te has explicado perfectamente y, en este caso, se hace y cuentas un uso restringido de la fidelidad como fidelidad exclusivamente sexual.
ResponderEliminarSi ampliamos la lente se puede interpretar la fidelidad como una consecuencia de la lealtad y no verla como si fuera una especie de de obligación farragosa como, por ejemplo, llevar corbata o pagar impuestos.
En fin Serafín, eso da para mucho. Gracias!
La vida no es fácil, pero no hay dificultades que no tienen una salida. Centrémonos en la difícil, pero en el que tenemos que hacerlo mejor, y pronto.
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