En el poema VII de su obra “Elegías romanas”, el gran
poeta alemán Goethe reiteraba su inmensa felicidad por estar en Roma. Y le pide
al dios Júpiter que no lo expulse de este lugar, donde
“(…) la alta
montaña
capitolina es para ti un Olimpo segundo.
Déjame
estar aquí, Júpiter, y que Hermes me lleve más tarde
por
donde la tumba de Cestio, quedamente hasta el Orco”.
Traducción
de Jesús Munárriz.
Eso
mismo le pediría yo también al padre de los dioses.
NOTA: En la fotografía, la pirámide de Cayo Cestio,
la tumba a la que hace referencia Goethe. El Orco es el inframundo y Hermes el dios que - entre otras funciones - acompañaba a los muertos a ese lugar. Esta pirámide, datada hacia el año 12
a..C. fue parcialmente incorporada a la muralla Aureliana en el siglo III d.C. Por
la parte interior de la muralla, a su lado, y a partir del siglo XVIII empezaron a
enterrarse los extranjeros no católicos que morían en Roma, creándose así el
cementerio popularmente conocido como “cementerio protestante”. En él está
enterrado el único hijo de Goethe, además de muchas personalidades,
especialmente del ámbito artístico. La segunda foto es la de la tumba del hijo de Goethe, que murió con cuarenta años.
*Fotos: Rafa Lillo.
Para muchos alemanes ilustres, su origen épico está en Roma, el Sacro Imperio Romano Germánico; pero también, su origen mítico, literario, artístico... junto a Grecia, cuna de la civilización occidental y del paganismo. No es de extrañar el deseo de Goethe.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy cierto, Cayetano Gea. A eso se añade que Roma supuso un gran empacto emocional en el poeta y una transformación en su vida. Este es un cementerio romántico, rodeado por la muralla, y lleno de enamorados de esta ciudad que, por su propia decisión, o por azares del destino, murieron en ella. Un abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarDesde luego cada rincón es único, en Roma.
ResponderEliminarNo me robó ningún carterista, sino un enjambre de cinco rumanas.
¡Malditas!
Vale.
Da mucha rabia, sí, Dyhego. Hay que ir con mil ojos cuando se te acercan grupos así. Besazos.
ResponderEliminarAy, que ganas entrar de volver a Roma... Tantisimas cosas por ver...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
Una parte de Goethe quedó en esa pirámida de Cayo Cestio cuando invocó a Hermes: su poesía y carne de su carne.
ResponderEliminarUn beso
Querida Isabel:
ResponderEliminarY Goethe amó Roma como quien roza la infinitud y vislumbra el espíritu de los tiempos y de la esencia del ser humano expresada en el arte. Maravillosa cita y recorrido.
Un abrazo, querida.
roma no existe, solo mi jardín y cuarto solitario(goethe)
ResponderEliminarHola Idelfonso Robledo - Antiqva: en Roma siempre hay cosas nuevas que ver, no se agota nunca... Apenas he regresado de allí y también yo estoy deseando volver. Un abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarSaludos, Carmen Gascón: cierto, una parte y muy querida de Goethe quedó allí. Roma le descubrió sentimientos y experiencias que no conocía. Un abrazo, querida amiga.
ResponderEliminarMuy cierto, Elena Clásica, para Goethe Roma fue un descubrimiento que, según él mismo declaró, lo transformó profundamente. Él captó todo lo que de fascinante y misterioso tiene esa ciudad que tanto nos enseña. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHola, Mario, no recuerdo haber leído esa frase de Goethe. Siempre se aprende. Saludos cordiales.
ResponderEliminarNo he encontrado a nadie que visite Roma y regrese fascinado/a por ella...
ResponderEliminar"Lo que convierte la vida en una bendición no es hacer lo que nos gusta, sino que nos guste lo que hacemos"
Goethe.
Es una célebre cita que me encanta, por eso la comparto con vosotros.
Bien, querida Isabel, nuevamente hay origen romano en una festividad gaditana: La Fiesta de Tosantos. Te la he dedicado con todo afecto.
Un beso.
Mari Carmen.
Me refiero a que al regresar de Roma, esté fascinado/a por ella, (aclaro).
ResponderEliminarMari Carmen.
Muy interesante. Estuve dos veces en Roma y no la visité. Será la tercera! Un abrazo
ResponderEliminarMuy interesante. Estuve dos veces en Roma y no la visité. Será la tercera! Un abrazo
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