- Si, sí, hijo mío – Cecilia le devolvió a su hijo,
después de enderezarle la empuñadura, su espada de madera –. Es mucho el valor
y el coraje que se necesita para empuñar una espada y lanzarse contra un
enemigo que blande la suya. Mucha bravura, sí. De ti la espero cuando llegue el
momento. Pero si alguien me preguntase, respondería que aún se requiere más
valor para interponerse entre dos ejércitos en pleno combate, sin escudos ni
lanzas, sin afán de matar, sin disponer de más armas que la convicción de estar
obrando de la manera justa. Eso, hijo mío, no lo ha hecho ningún hombre, sino
nuestras antepasadas, las Sabinas. Honor y gloria les son debidos a ellas para
siempre.
Queridos amigos: sin vuestras visitas, apoyo y
afecto, “Mujeres de Roma” no seguiría presente en la red. No encuentro un modo
mejor de celebrar el que este blog haya superado el millón de visitas
(y más de 30.000 comentarios) que mandaros un millón de besos y hablar de Roma y sus mitos fundacionales. Pues,
¿alguien duda de que en la fundación y en la consolidación de esta ciudad hubo
una fuerte presencia femenina? Mañana, en el Museo L’Iber de Valencia, impartiré
una conferencia sobre los orígenes legendarios de Roma y sus huellas en la
ciudad actual. Que nadie dude de que allí estarán muy presentes las mujeres.
¡Gracias por vuestro apoyo y fidelidad!
* La pintura es un cuadro de J.L.David que representa el momento en que las sabinas se interponen entre el ejército romano y el sabino.