En el poema VII de su obra “Elegías romanas”, el gran
poeta alemán Goethe reiteraba su inmensa felicidad por estar en Roma. Y le pide
al dios Júpiter que no lo expulse de este lugar, donde
“(…) la alta
montaña
capitolina es para ti un Olimpo segundo.
Déjame
estar aquí, Júpiter, y que Hermes me lleve más tarde
por
donde la tumba de Cestio, quedamente hasta el Orco”.
Traducción
de Jesús Munárriz.
Eso
mismo le pediría yo también al padre de los dioses.
*Fotos: Rafa Lillo.