domingo, julio 08, 2007

15.- Eneas relata a la reina Dido la destrucción de Troya



- Hay, frente a las playas de Troya, una isla que se llama Ténedos – empezó a explicar el príncipe Eneas – Muchas veces, de niño, había jugado allí. Acudíamos con frecuencia en verano a pescar y a buscar caza, que solía ser abundante, porque estaba deshabitada. Una isla cuyos contornos emergían del agua al amanecer y desaparecían al caer la oscuridad de la noche. Detrás de esa isla, fuera del alcance de nuestra mirada, se escondieron las naves griegas tras hacernos creer que se habían marchado.

Estaban cansados, igual que nosotros, después de diez años de sitiar Troya. Era demasiado tiempo para estar fuera de sus ciudades y alejados de sus familias, sin ver crecer a sus hijos ni morir a sus padres, descuidando sus propios asuntos. Y en todo ese tiempo, a pesar de Aquiles, de los dos Ayax, de Agamenón, su jefe supremo, de Neoptolemo y de tantos guerreros famosos, no habían conseguido doblegar nuestra ciudad. ¿Fue extraño, pues, que cuando una mañana los vigías de la muralla gritaron que los griegos habían levantado su campamento y desaparecido con sus embarcaciones, lo creyéramos así?

Corrimos a las murallas, confusos. Nos habíamos acostumbrado tanto a ver las panzas de sus naves sobre la arena de nuestra playa, sus tiendas de cuero y una extensa empalizada para proteger su campamento que, de pronto, la desaparición de todo esto nos dejó un paisaje desconocido. Entre Troya y el mar ya no se interponía un ejército. Las ondas llegaban a la orilla y su rumor, libre de obstáculos, se extendía por la llanura como una música y llegaba hasta las mismas puertas de la ciudad. Sólo una cosa habían dejado atrás los griegos: un gigantesco caballo de madera que no habíamos visto nunca. Estaba de cara a la ciudad, a los pies de la muralla.

Un griego llamado Sinón, primo de Ulises, fue descubierto por nuestros soldados cuando salieron a explorar el terreno. Conducido ante el rey Príamo, declaró que el caballo era una ofrenda a la diosa Minerva, cuya estatua los griegos habían profanado. Y al preguntarle el rey porqué era tan grande, aseguró que para impedir que pudieran entrarlo en la ciudad. Según había profetizado uno de sus sacerdotes, si los troyanos conseguían meterlo dentro de su ciudadela, Troya dominaría toda el Asia y podría, incluso, atacar luego Micenas y otras ciudades griegas y destruirlas en venganza por esta guerra. Extrañado el rey de que Sinón se hubiera quedado en la playa en lugar de marcharse con los suyos, éste aseguró temer que su primo Ulises le quitara la vida ofreciéndolo como víctima propiciatoria para obtener del dios Eolo vientos favorables. Por ello, había preferido quedar a merced de los troyanos antes que en manos de su propio pariente.

Cuando recuerdo todo esto, reina Dido, siento desfallecer mi ánimo. Me arden en el corazón las palabras que pronunció Laocoonte, el sacerdote de Neptuno, cuando vio aquel caballo y le dijeron que era una ofrenda a la diosa Minerva: “Yo temo al griego aunque presente dones”, respondió, arrojando su lanza contra él. También Casandra, mi prima, advirtió a su padre el rey Príamo y a todos cuantos hallaba por las calles que se trataba de una trampa, que el vientre del caballo estaba repleto de soldados griegos. Nadie la creyó. Troya estaba exultante de gozo, enloquecida, y ni yo mismo, con toda clase de ruegos y razones, apelando a la cautela necesaria a un buen gobernante, pude persuadir al rey Príamo: ordenó desmontar los portones, piedras y almenas de la muralla para que pudiera ser arrastrado al interior de la ciudad aquel caballo, esa máquina de muerte que traía en sus entrañas nuestra ruina.

Laocoonte se había dirigido al templo de Neptuno a ofrecerle un sacrificio, cuando una gran serpiente de doble cabeza salió del mar, echando espuma por sus fauces. Arrastró su piel asquerosa por la arena y se dirigió hacia el santuario de Neptuno mientras los troyanos huían espantados. Allí, tomándolos por sorpresa, con sus letales anillos apresó a los dos hijos de Laocoonte y al propio sacerdote. Se oyó el crujir de los huesos de aquellos infelices, sus aullidos de pánico y dolor, la desesperación de Laocoonte al comprender que no podría librar a sus hijos de una muerte tan terrible mientras él mismo se debatía para deshacerse del abrazo del monstruo, la boca abierta como una oscura cueva, los ojos desorbitados de horror. Los troyanos creyeron que era un castigo por haber arrojado su lanza contra el caballo de los griegos, y redoblaron los esfuerzos para meterlo cuanto antes en Troya.

Ya veis con cuánta facilidad confundimos los signos enviados por los dioses, cuán crédulos somos cuando después de un esfuerzo agotador, creemos haber llegado al final del camino y nos descuidamos. Príamo mandó colocar las piedras retiradas de la muralla y reponer en su sitio los portones, cerrando de nuevo la ciudad, pero el mal, la plaga horrible, ya estaba dentro.

Después de un día agotador, tanto por el esfuerzo de haber arrastrado hasta lo alto de la ciudadela aquel coloso equino, como por la felicidad de haber salido de la ciudad y recorrido la llanura y los campos libres de preocupación, cuando cayó la noche los troyanos se retiraron a sus casas. Por primera vez en diez años dormirían tranquilos, sin sobresaltos ni temores, sin necesidad de vestirse la coraza al amanecer y despedirse otra vez de sus esposas para afrontar la muerte. No sabían que a esa misma hora los griegos aprestaban de nuevo sus naves, abandonaban su escondrijo de Ténedos y hendían sigilosamente los remos en el agua negra, dispuestos a navegar por un río de sangre.

Porque, entre tanto, el mendaz Sinón se había deslizado hasta el lugar donde estaba el caballo de madera y, sin hacer ruido, abría la trampilla instalada en el vientre y por ella, ayudados de cuerdas, se deslizaban hasta el suelo los guerreros griegos. Sin perder tiempo, degollaron a los vigilantes de la muralla, abrieron los portones, e hicieron señales con una antorcha encendida para que, desde la playa donde aguardaban en las naves, supieran sus compatriotas que la ciudad estaba franca y lista para ser destruida. Y así, al amparo de la oscuridad, el ejército griego invadió la playa como una gigantesca ola, penetró en la ciudad dormida y dio comienzo la destrucción de Troya.

Tú, reina Dido, diste muestra de mucha sabiduría y fortaleza al huir de Tiro para evitar confrontarte en una guerra con tu hermano. También nosotros, de haber sido posible, habríamos evitado el conflicto con los griegos. No fue factible, porque ellos querían nuestra riqueza y, sobre todo, ambicionaban arrebatarnos el control del estrecho de los Dardanelos, por donde se producía el comercio con oriente. El peaje que pagaban los barcos al pasar por nuestras posiciones era una fuente inagotable de dinero. La fuga de Helena con el troyano Paris, hijo del rey Príamo, les dio un buen pretexto para venir a atacarnos.

La casa de mi padre, el príncipe Anquises, estaba un poco apartada, así que cuando llegó hasta allí el ruido de las armas y el espantoso griterío, la tragedia había estallado ya. Me desperté sobresaltado, y al instante me pareció ver ante mí a Héctor, el más valiente de los guerreros troyanos, quien había sucumbido bajo las armas del temible Aquiles tiempo atrás, dejándonos a nosotros y a su padre, el rey Príamo, huérfanos del mejor comandante y estratega. Aún no sé si su aparición fue un sueño, o efecto de la inhalación del humo que ya entraba por las ventanas y las puertas, o si mi propia mente lo convocó en busca de auxilio y lo representó ante mí. Sólo recuerdo que él me transmitía, sin palabras, una sola idea: debía marcharme porque ya nada quedaba de Troya, nada se podía salvar. La única posibilidad de pervivencia de esta ciudad amada era tomar sus símbolos sagrados y, llevándolos conmigo, ponerlos a salvo en otro lugar, donde de nuevo floreciera. Me señalaba a nuestros dioses penates, a la diosa Vesta y su fuego sagrado.

Yo, sin embargo, salté del lecho y, sin escuchar ni un instante su mensaje, busqué mis armas y salí a la calle. Roja estaba la noche, rojo el cielo, roja la mar a lo lejos, como incendiada ella también. Las llamas habían prendido en los campos y los bosques de los alrededores. La muralla se desmoronaba en algunas partes, devorada por el fuego. Altos edificios, brillantes como ascuas, se derrumbaban arrastrando tras de sí una estela de chispas que ascendía de nuevo hacia lo alto y prendía, si no ardían ya, las construcciones vecinas. ¿Y el espanto de los gritos? ¿Y el fragor de un combate desigual, crecidos los griegos, desorientados y luchando con ardor, pero sin esperanza, los troyanos? Ansioso por morir combatiendo, me adentré en la ciudad en busca de compañeros para acudir en defensa de la ciudadela.

Y he de decirte, reina Dido, que nunca me he arrepentido de esa decisión, porque es la que corresponde a un hombre. Pero hubiera dado mi vida por no haber visto los horrores que presencié.

- Toma unos sorbos de vino, noble Eneas, y descansa un poco – dijo la reina, a cuyo rostro asomaban signos de hallarse muy conmovida. En el salón el silencio era absoluto, sobrecogidos como estábamos al escuchar el relato. Y los cartagineses celebramos, en lo más profundo de nuestro espíritu, el habernos librado de un dolor semejante por el corazón generoso de Dido.

*Detalle de pintura mural representando Castel Sant’Angelo en el siglo XVI. Iglesia de San Gregorio al Celio. Capilla interior. Roma.
**Detalle de relieve de un combate en un sarcófago. Museo Massimo alle Terme. Roma.
***Figura de la diosa Minerva. Tabularium. Museos Capitolinos. Roma.
****Detalle de la escultura Laocoonte. Museos Vaticanos. Roma.
*****Detalle de relieve de un combate en un sarcófago. Museos Capitolinos. Roma.
******Detalle de pintura mural representando Castel Sant’Angelo. Claustro. Iglesia de San Gregorio al Celio. Roma.
*******Detalle de la escultura del emperador Marco Aurelio. Museos Capitolinos. Roma.
********Detalle de un relieve, representando una serpiente. Museos Capitolinos. Roma.
*********Detalle de decoración techal. Museos Vatiacanos. Roma.
NOTA: La frase entrecomillada de Laocoonte está tomada literalmente de La Eneida, libro II, 65, en traducción de Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit.Tomado de la edición bilingue de Virgilio, Obras completas de editorial Cátedra.

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41 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Queridos amigos: como ya os comenté, me gustaría dejar terminada esta historia antes de empezar el mes de agosto (y con él mis vacaciones), así que trataré de poner entradas con mayor frecuencia. Disculpadme, entonces, si os visito con menos frecuencia durante estos días, porque me es imposible atender todo al mismo tiempo. Espero contar con vuestra comprensión. Besazos.

Ro(bur) dijo...

AY! noo con esta parte de seguro lloraré Isabel. Lo leere en la noche para luego, irme a la cama y soñar =D con Troya.

Nos contentamos con leer los avances! no te preocupes por contestar ;)

Saludos Troyanos

Anónimo dijo...

Querida Isabel, me encuentro pendiente del curso de la historia, y veo que en éstos días muchas cosas han pasado, además del intenso flechazo de amor inflingido por Cupido a la reina Dido, y de ese banquete delicioso que demuestra la retroalimentación que tu historia está logrando entre todos nosotros.

Dejo un beso respetuoso en el dorso de tu mano, admirada amiga, y sigo leyendo las valiosas líneas de tu fina pluma.

Anónimo dijo...

será que alguien lee tus larguiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimos post???? que fiaca.

lady ice dijo...

Que tristeza de la alegria del banquete, del vino, pasar a la muerte y la destruccion. no te apures con la historia, si te tocan vacaciones adelante, nada mas horrible que una historia mal rematada. odio a isabel allende porque escribe muy bien pero sus finales son horribles, como si se cansara de escribir y despues de cualquier frase pone la palabra fin y dios ayude al lector en ascuas y sin saber que fue de todos los personajes. nada mas horrible que cabos sueltos.

Gregorio Luri dijo...

Sólo una cosa: Gracias por cada regalo que nos proporcionas.

alida dijo...

Isabel, conocer esta parte como fue la destrucci�n realmente da tristeza, amiga t�mese con calma si tiene que salir de vacaciones eso es lo primero y esperamos
Gracias a ti por cada capitulo que no has regalado
Un beso amiga

krisish dijo...

No te preocupes Isabel y disfruta de esas merecidas vacaciones. La imagen de esa gran escultura helenística como es el Laocoonte acompaña perfectamente con su patetismo el triste relato del sitio y destrucción de Troya.
Besos

Pía Bórquez dijo...

me gusto mucho este post, la historia claro ya la sabia pero nunca habia leido un escrito donde una mujer fuese en narrador.

buenas vacaciones!

fgiucich dijo...

Desde niño sentí una especial atracción por el caballo de Troya y el ingenio de los griegos para tomar la ciudad. Espero, con ansiedad el próximo capítulo. Abrazos.

Anónimo dijo...

NO te preocupes, te seguiremos visitando...auqneu sé que me van a quedar por leer algunos pasajes...pero te pormeto terminarlos en mis vacaciones (Agosto también). Besos querida amiga.
Adrià

María Elisa Quiaro dijo...

se derriban murallas, es inminente la destrucción de todos, corremos por nuestras vidas sabiendo que poco valen...pienso en una playa al comienzo de todo, sólo mar bajo mis pies.
te abrazo amiga

Kostas K. dijo...

Diez años, son demasiados años como para no estar cansados de tanta guerra y, a la menor oportunidad, se bajan las armas por el deseo de olvidarse de ese tiempo tan terrible. Pero a veces, la prudencia no nos acompaña por los deseos que se tienen de recuperar la felicidad: da igual del lugar que seas, en el fondo todos deseamos amar,antes que guerrerar..., aunque lo enmascaremos con infinidad de cordeles..., jejeje.

Troyana con sangre cartaginesa, besillos, de este cordelero que, cuando puede, se pones "hasta las botas", o mejor, hasta las sandalias..., jajaja.

mia dijo...

Se-estropeó-el-espaciador-del-portatil,así-que-hasta-que-lo-arregle-estaré-calladita-pero-leer-si-puedo,así-que-besos-y-ya-volveré-a-dar-la-lata;)

y-hago-un-copy-pega-con-esto-para-no-volverme-loca,no-es-que-ande-de-forma-programada-poniendo-lo-mismo-a-todos-es-que-no-tengo-más-remedio-jajaja

Gonzalo Villar Bordones dijo...

siempre es provechoso pasar por aquí. Te imagino construyendo muros azules que llegan al cielo.

Trenzas dijo...

Es emocionante esta parte de La Eneida. Eneas recordando todo ese dolor, sacando fuerzas...
Una gozada leerte, mujer romana.
Despacio o deprisa, como quieras.
Un beso grande, grande.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola ahelón, no me extraña que pienses que la destrucción de Troya te hará llorar. Es una pérdida que arrastramos desde hace siglos. Besos.

Hola grimalkin el bardo, gracias por seguir esta historia en la que tienes una parte fundamental. Ya ves cuánto estiman tu prosa los cartagineses. Besos.

Hola anónimo, ya ves qué agradecida debo estar a mis lectores, que son capaces de tragarse todo esto. Saludos.

Hola lady ice, tienes toda la razón: pasar de la alegría del banquete al pesar por la ciudad destruida es muy duro. Pero era un paso necesario... En cuanto a los finales, piensa que es imposible cerrar por completo todos los personajes, hemos de entender que en la ficción la vida sigue... De todos modos, para vosotros tengo pensado un plan, que ya daré a conocer un poco más adelante. Besotes, Cupidita.

Hola gregorio luri, las gracias son para vosotros, mi principal estímulo y razón de escribir. Besos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola alida, es cierto que causa tristeza la destrucción de las ciudades, principalmente porque se destruyen vidas y raíces. Besotes.

Hola krisish, dicen que Virgilio vio este grupo del Laocoonte y se inspiró en él para relatar la escena. Pero no sé... Besos.

Hola pía borquez, en este caso el narrador es Eneas, quien lo está contando a Dido en el banquete. Quizá él, al hablar, hable también un poco por mí. Besos.

Saludos fgiucich, yo también crecí con el caballo de Troya ocupando mi imaginación, aunque mis simpatías más intensas fueron para los troyanos. Sin embargo, hemos aprendido a admirar a los héroes de ambos bandos, algo que ya ocurría en la antiguedad. Besos.

Hola adrià urpí, creo que ya tendrás tiempo de ponerte al día con esta historia. Y no es en vacaciones, pues será después. Lo importante es hacerlo con ánimo y gusto. Besos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola ontokita, veo también yo esa playa, y a tí sola en la orilla, con la espuma golpeándote los tobillos. Sí, una playa primigenia. Besos.

Hola kostas kamaki, en aquellas antiguas sociedades guerreras el guerrero tenía un importante papel social, seguramente no era capaz de concebir otro. Y, como seguramente ocurre en nuestros días, eran capaces de ser excelentes campesinos o comerciantes y transformarse a continuación en una máquina de degollar. La guerra nos hace canallas, sin remisión. Besos, cordelero.

Bueno mía, se te lee como si fueras un indio... resulta muy divertido. Espero que te arreglen el espaciador (aunque hayas de morir en el intento) Besos, guapa.

Hola gonzalo, tus visitas son recibidas siempre con placer. Puedo construir ese muro, siempre bajo tu dirección. Besos, querido amigo.

Hola trenzas, es curioso cómo podemos disfrutar leyendo historias archiconocidas... un misterio que tendremos que resolver hurgando muy dentro de nosotros mismos. Besos, guapa.

Anónimo dijo...

Hola Isabel!

Confiar hasta en lo más inofensivo (como un regalo) en ocasiones puede traer serios percances, asi como les pasó a los troyanos.

Hay tanta intensidad en estos episodios de la antiguedad, y también se puede comprobar que muchos de esos sentimientos siguen presentes en la actualidad.

Un abrazo y besos!

Gusthav dijo...

Algo oí del caballo grandote de madera, pero así bien, no.

Y sobre lo de ver morir a tu gente frente a tus ojos, es horrible, se necesita mucho para enfrentar a los enemigos, y por eso la mejor opción es huir y alejarse con lo sagrado a otra parte, para que en esa otra parte se recontruya todo.

Creo que el príncipe Eneas hizo bien en irse de Troya, con los pocos que sobrevivieron, y acomodarse en un nuevo sitio.

Saludos, abrazos y besos

Nice Day, con toda mi Alma:
Gusthav

Aurefaire dijo...

q buen posttttttttttt al final cuando en silencio cada cual agradecia no haber pasado por eso....
besitos de hada mi dulce amiga!!!!!!!

Anónimo dijo...

Tiempo es lo que necesito para leer con tranquilidad 4 post que he hojeado.
No te preocupes por las visitas.
Visitas o Besitos?

Lol V.Stein dijo...

Hola Isabel,

Muchas gracias por tu visita, me alegro mucho de haberte dado a conocer esa versión de Lole y Manuel que descubrí por casualidad.. He visto tu increíble blog, y es loable la labor literaria que haces, todo está elegantemente escrito y las imágenes es un detallazo que vengan referenciadas.. yo adoro la historia del arte y la historia en sí.. y además tú has unido esto a la literatura..

Genial

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Jo me doy media vuelta y han pasado mil cosas!! tendré que ponerme al día, un beso preciosa

Nosotras mismas dijo...

Nunca había leído esta historia, me gusta.
Seguiré visitándote.

MaLena Ezcurra dijo...

Me impregno de melancolia, este relato, que dificil vivir desarragaido, hasta en la epoca de romanos.
Que hubiera pasado si Eneas no hubiera hecho caso al destino decretado por los dioses y hubiera optado por ser feliz con la persona que le amaba.

Mi Romanita querida, sigue publicando, mi alma danza a tu compas.

Abrazo fuerte.

Antonio Velasquez dijo...

Aunque aprecio mucho la síntesis, siento que tambien todo lo que vale la pena toma su tiempo y espacio. Esto lo digo por las críticas respecto a longitud que son tan habituales en este medio (yo tambien las recibo pues hay quien cree que un blog solo puede contener entradas breves).

No tenia idea que Virgilio se hubiese basado para esa maravillosa escultura (una de las primeras que conocí de ese período) para la escena que tambien has recreado aquí.

En resumen: sigue sorprendiendonos como hasta ahora amiga, a tu ritmo y con la extensión que desees. Las palabras siempre podrán encontrar a sus destinatarios.

¡Besos!

Fernando dijo...

No sé donde acaba la vida de estos personajes...a veces merecia la pena haber sido ellos...besos amiga.

Marie dijo...

Hola Isabel! un placer recorrer tus escritos y advertir el fanatismo que has provocado en tus lectores. Te agradezco tu compañía en mi casa siempre. Un beso enorme.

Anónimo dijo...

Yo ya estoy de vacaciones, y curiosamente dispongo de muy poco tiempo para conectarme. Aún así, agradecido estoy de poder leerte y contemplar esas magníficas imágenes.
Besos.

BETTINA PERRONI dijo...

Querida Isabel, me paseaste por esta historia de la mano... desde la alegría hasta la tristeza, cada vez me sorprender mas la agudeza y temple de dido... vaya reina... y Troya.... historia apasionante que tiene como principal atractivo la destrucción... vaya....

No te preocupes, nosotros estaremos aqui leyendote como siempre.

Besos,

Miriam G. dijo...

Hola Isabel,

No me pierdo ni una entrega, ya sabes, yo con mi reina, no dejo comentarios en todas porque cuando llego veo esto tan concurrido que me da apuro decir algo y no acertar. Es una buena noticia que nos podamos ir de vacaciones con el deber cumplido, tú con el tuyo de artista, yo con el mío de fiel y leal servidora, digo lectora.

Un beso muy fuerte, Miriam G.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola minerva, es fuerte la tentación de creerse a salvo después de una tensión muy grave. Y un caballo tan bonito... Besos, guapa.

Hola gusthav, creo que Eneas habría encontrado en tí un buen consejero. Besos, niño.

Saludos, aurefaire, los males de la guerra son muchos y las ventajas no se sabe. Besos, guapa.

Hola unjubilado, hay que ver lo atareado que estás pese a vivir de rentas. Besazos, guapo.

Hola lol v.stein, gracias por tu visita y bienvenida. Compartimos el gusto por la historia y el arte, así que espero que nos encontremos más veces. Saludos cordiales.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola carmen, en cuanto se descuida uno han pasado un montón de siglos. Menos mal que los podemos recuperar. Besos, guapa.

Hola nosotras mismas, espero que te encuentres aquí como en tu propia casa. Saludos cordiales.

Hola malena - la porteña, mucho me temo que, de haber seguido Eneas su propio camino, sin atender a los mandatos de los dioses, nos habríamos perdido una historia preciosa ¿no crees? Besos, querida amiga.

Hola tony, también yo pienso que cada historia o cada parte de una historia debe ser contada como se merece: algunas de manera más breve, otras con mayor amplitud, pues todo no tiene la misma importancia dentro del conjunto de la narración. Hemos hecho hasta ahora un esfuerzo muy importante para seguir las aventuras de la reina, y no vamos a apresurarnos al final, ¿no? Respecto a lo de la estatua de Laocoonte y Virgilio, es lo que se dice, no está documentado que pudiera ser así. Ese grupo escultórico se encontró en el siglo XVI en la Domus Aurea (la casa de Nerón), donde al parecer decoraba una sala de las termas. Desde su hallazgo, está en poder de los Papas (ahora en los museos vaticanos)
Besos, querido amigo.

Hola fernando, yo prefiero quedarme con la opción de pensar que podemos estar a su lado. Sus vidas debieron ser muy duras. Besos, querido amigo.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola abril, creo que los lectores de este blog tienen un mérito enorme, porque hace falta constancia para seguir estas historias tan largas. Besos.

Hola kurtz, disfruta de las vacaciones, que están para descansar (también del pc). Besotes.

Hola bettina perroni, creo que Troya está en nuestro imaginario impresa en letras de fuego. No sólo por su destrucción, sino por toda la inmensa historia que la acompaña. Gracias por tu buena disposición, guapa.

Hola miriam g., mucho me temo que como sigas mucho tiempo en esta historia se te quiten los deseos de volver a tu isla de Chipre. Besos, querida amiga.

Clarice Baricco dijo...

ay no sé porque sentí feo...punzada en el corazón, quizá nostalgia al leer todo esto.

Besos mi preciosa

Editora VR dijo...

Querida Isabel:

Creo que es en este capítulo en el que más he sentido tu vena narrativa y esa habilidad tuya para contar una historia y tomar al lector de la mano, haciéndolo cómplice, testigo fiel de lo que dices.

Eres una gran narradora y me gustó muchísimo seguir junto a la reina Dido el relato de la destrucción de Troya.

cieloazzul dijo...

Aqui voy... al tanto de la aventura...
besos querida amiga

✈єℓιzα™ τσdσs lσs Dεяεcнσs яεsεяvαdσs cσρчяιgнτ dijo...

Cada que vengo hay una aventura más intensa que la anterior, que mas puedo pedir? un abrazoT!

PRU dijo...

Mucho mejor que la versión de Troya del BradPitt, Isabel...

Por cierto, para dar envidia al personal, diré que estuve en Troya hace algunos años, hehehe... :)

Besotes...