miércoles, septiembre 07, 2011

ANUNCIO MORTAL


(I)
Durante siglos se ha considerado el tejido de la lana como una de las ocupaciones más antiguas y nobles que realizan las mujeres. El telar refleja, en cierto modo, el orden del mundo: sólo cuando cada hilo está en su sitio, cuando la urdimbre y la trama se han entrecruzado de la manera adecuada, se consigue un resultado armónico y hermoso. Esa labor requiere paciencia, destreza y sabiduría. Eso es lo que a mí me han enseñado.
Sin embargo la experiencia nos dice que no existe tal orden en el acontecer del mundo. Que los hilos se cruzan y se enmarañan sin que sepamos por qué ni alcancemos a comprender cómo. Menos todavía podemos apreciar qué clase de armonía resulta de todo ello pues, pareciendo obra de una mano enloquecida y siendo los seres humanos simples hebras de ese tejido, zarandeadas por los trajines del telar, nos es imposible ver el conjunto. Solo cuando ha transcurrido mucho tiempo y se mira hacia atrás con los instrumentos adecuados y voluntad de comprender, se puede extraer, de entre la confusión, unos pocos hilos con los que encontrar sentido a lo pasado. Así pues, he descubierto que el telar no representa, como yo creía, el orden del universo, sino un método humano, aunque imperfecto, para descifrarlo.
Viene esta reflexión a cuenta de las dificultades que hallo, continuamente, al componer este relato con el cual pretendo reconstruir de manera sencilla los orígenes de Roma. Con frecuencia me abruman las dudas, titubeo ante la decisión de qué hilo coger, qué otro dejar de lado, dónde cortar, qué otras tramas incluir u obviar. Este es un inconveniente que comparto con muchos de mis colegas, si bien se agrava en mi caso por tratarse de un asunto tan remoto y del que pocos quieren hablar. Y también, justo es decirlo, porque en nuestros días no soplan vientos favorables a Rea Silvia.
A los romanos, orgullosos de dominar el mundo, les desagrada que les recuerden aquel sacrilegio fundacional. Prefieren silenciarlo, fingir que no ocurrió. Y así como se envanecen de llamarse hijos de Marte, relegan al olvido la memoria de Rea Silvia, sin la cual su estirpe no hubiera existido. Les avergüenza llamar madre o ilustre antecesora a una virgen vestal. Su violación constituyó un sacrilegio, sí, un crimen contra los dioses, un delito de la peor especie. A todos nos horroriza. Condenamos esa ofensa a la diosa Vesta, garante de la supervivencia de nuestros hogares y nuestra ciudad, pues a ella le estaba consagrada la virginidad de Rea. Mas tratándose de un crimen capital, ¿por qué proclamamos con orgullo ser descendientes del dios agresor? ¿Por qué, en cambio, renegamos de la víctima inocente añadiendo a su infortunio nuestro rechazo y olvido? He aquí la ingratitud secular que me proponía combatir al narrar esta historia y para lo cual no sé si cuento con suficientes armas.
¿Sería inexacto decir que los romanos han heredado de Rea Silvia su entereza y coraje? A golpe de adversidades forjó su voluntad de no rendirse nunca, de pelear hasta el último aliento. Lejos de doblegarla, las desventuras fortalecieron su espíritu y la hicieron resistente al dolor, dispuesta a toda clase de sacrificios. No vaciló en someterse a la voluntad de los dioses y antepuso, a su propio bien, el bien de todos. Esas son virtudes humanas, pues los dioses no las necesitan.

Y si es cierto que hemos recibido del padre Marte el don de la superioridad en la guerra, no fue menos valioso el legado de Rea Silvia: de poco aprovecharía a Roma la destreza en el manejo de las armas y la brillantez en las estrategias del combate si los soldados que han de empuñarlas y dirigirlas, es decir, si sus propios hijos, no estuvieran sostenidos por aquellas virtudes. ¿Habrían llegado a construir un imperio si vacilaran, si temieran morir, si desconfiaran de sí mismos, se derrumbaran en la adversidad o claudicaran ante el sufrimiento? Todo esto debemos agradecer a Rea Silvia, pues fue mucho más que la madre de los gemelos fundadores de Roma: ella fue la primera romana.
Su valor quedó patente el mismo día en que su tío Amulio, valiéndose de una farsa criminal, le arrebató el trono a su propio hermano, el rey Númitor de Alba Longa. Hombre ambicioso y sin entrañas, Amulio, secundado y azuzado por su esposa Criseida, quiso dejar sin descendientes a su hermano para evitar que, en el futuro, pudieran pedirle cuentas o reclamar para sí los derechos del trono. Por ello mandó asesinar a su sobrino, único hijo varón de Númitor, y pretendió hacer lo mismo con su sobrina Rea Silvia. Pero el destino había decretado que esa joven doncella, de catorce años, fuera preservada para el futuro. Y así, la muchacha se libró de la muerte al consagrar su castidad a la diosa Vesta y renunciar con ello al matrimonio y la maternidad.

Fue entonces, mientras ejercía su sacerdocio, cuando se cometió el sacrilegio: el dios Marte la deseó y la poseyó, sembrando en su vientre virginal una doble semilla divina. Sometida a esta nueva prueba, Rea Silvia utilizó todo su ingenio y su voluntad para salvaguardar la vida de los gemelos ocultando su embarazo.
Mas no quiso Fortuna favorecerla en ese empeño o quizá los hados habían determinado que las dificultades fuesen aún mayores, más insoportables. Quedó descubierta su preñez, fue acusada de sacrilegio y, tras una deliberación del Consejo de Alba Longa para tratar tan grave asunto, fue condenada por el rey Amulio a sufrir la pena establecida por las leyes albanas.

Rea Silvia no se derrumbó al serle comunicada su sentencia de muerte. Antes de oírla, la había leído en los ojos empañados de su padre cuando, seguido del consejero más anciano, entró en el habitáculo de la cabaña real donde la habían recluido. En el suelo, plegadas junto a la yacija donde seguía recostada tras su desvanecimiento, aún estaban las bandas con las que había apretado su vientre para ocultar su embarazo; en un tobillo quedaban restos de pintura amarillenta, retazos de una enfermedad fingida. Su rostro, aunque pálido, estaba sereno.

- ¿Permitirá el rey que nazcan mis hijos? – preguntó con calma.

- Serán ahogados apenas vean la luz – respondió el consejero anciano –. En cuanto a ti, Rea Silvia, has sido hallada culpable de sacrilegio. Expiarás tu crimen siendo azotada con varas hasta la muerte.
La madre de Rea Silvia, que se había puesto en pie al entrar los dos hombres, sofocó un grito.

- Por consideración especial de tu tío, el rey Amulio – prosiguió el anciano –, tu delito se mantendrá en secreto. Así no mancharás de infamia el nombre de tu familia. La sentencia, por tanto, no se cumplirá en la plaza pública como es costumbre, sino en un lugar privado, a resguardo de miradas ajenas, en presencia de tu familia, los sacerdotes y las vestales. Hasta el momento de la ejecución, quedarás bajo la custodia del rey.

Rea Silvia cerró un instante los ojos. Para apartar de su mente todo el horror que encerraba el brutal castigo de morir flagelada, se decía: “nacerán mis hijos, nacerán mis hijos…” y en ese pensamiento hallaba fuerza. Si sus hijos nacían, quizá podrían sobrevivir. Y si sobrevivían, podría hacerse realidad la profecía de la anciana Celia, aquel vaticinio suyo, tan desconcertante, que había proclamado durante el funeral en honor de su pobre hermano. Palabras de inspiración divina, pronunciadas en estado de trance profético: que los nietos de Númitor vengarían los crímenes del rey Amulio.
Sí, sus hijos vivirían y se cobrarían la sangre derramada por su infame tío. A esa esperanza se agarraba. Desde esa convicción combatía las imágenes turbadoras que acudían a su cabeza: las varas, su propia espalda desnuda, el impacto lacerante del primer azote, el dolor, la agonía, el horror reflejado en los rostros de las personas que la amaban y a quienes amaba. Y como una salmodia para espantar a los malos espíritus se repetía una y otra vez “nacerán mis hijos, nacerán mis hijos…”

- Una última cosa – dijo el anciano consejero, sacándola de su ensimismamiento. Su voz sonaba opaca por la emoción –. Despídete ahora de tus padres. No volverás a verlos hasta el día de tu muerte.

Y el llanto, entonces sí, corrió a raudales por sus mejillas.




NOTA: Queridos amigos, me ha parecido conveniente iniciar esta tercera parte de la novela sobre la Fundación de Roma con este capítulo que resume un poco lo acontecido hasta el momento. Así nos sirve de refresco y, si se interesan nuevos lectores, pueden seguir la historia sin necesidad de leer todo lo anterior. Espero que, a quienes habéis seguido la historia fielmente desde el principio, no os haya resultado demasiado reiterativo o aburrido.

35 comentarios:

spok dijo...

Bienvenida del descanso estival Isabel, continuemos deleitando con las peripecias de Rea Silva.
Espero que estas vacaciones té hallan sido divertidas y relajantes.
una vez más gracias por tu ingenio.
Salve, besos y abrazos.

Elysa dijo...

Para nada reiterativo o aburrido, Isabel. Lo he leído con la misma emoción que todas tus entradas.
Este capítulo resumen es una belleza.

Besitos

Vicente Corrotea dijo...

Paso por tu blog como quien lo hace por un lugar maravilloso. Me surge una duda porque no te conozco: ¿Tú escribes el relato "romano"?. Como sea descubro que eres feminista, de las que descubren el valor y la dignidad de la mujer, lo que me complace enormemente. Hablas del valor del hombre romano, el cual lo sindico al soldado, al que enfrenta las batallas. Los de arriba tenían épocas de conjuras y traiciones. Como bien dices sobre el telar existía la armonía en aquellos tiempos pero casi sólo para las batallas.
Buscaré tu nuevo blog del que estoy seguro me dará sorpresas.
Abrazos.

Alejandra Sotelo Faderland dijo...

magnifica la introduccion de la primera romana, que fue negada, pues todos estaban prestos a llamarse descendientes del agresor y no de la agredida. Es de imaginar que el resto de su vida no seria nada facil para ella,ni aun siendo la madre de los gemelos.
Ahora que la sentencia se cumpla ya es otro cantar y no apuesto un centimo por Amulio y los suyos.

Vicente Corrotea dijo...

Acá estoy nuevamente y es para decirte que he aludido a un nuevo blog tuyo al final de mi comentario. Debe ser por algún cruce de palabras y emociones. Discúlpame.

El Drac dijo...

Querida Isabel, cuando un texto está bien escrito y armonizado en el tiempo, todas sus lecturas nos traen el recuerdo grato de lo que vimos acontecer. Un gran beso!!

Mayte dijo...

Ha diso una delicia Isabel...en todo sentido volver a refrescar los hechos...y sentir esa fuerza de Rea...si mentalizamos un deseo, una idea...sucederá, el destino y los Dioses así lo han deseado y sucederá...ellos naceran.

Un abrazo!

virgi dijo...

Terrible castigo fruto de la envidia. A golpes de dolor avanza el mundo y así seguimos.
El valor de Rea Silvia se verá recompensado, aunque me entristece pensar en ese final tan cruel.
Y nada de aburrido el resumen.
Un gran abrazo

mariajesusparadela dijo...

Ni reiterativo ni aburrido: magnífico.


(Un mal chiste que espero me perdones: en estos tiempos, como casi siempre, a Italia le interesa más el papel de Marte: no hay más que ver a su presidente)

Juan Segura dijo...

¿Reiterativo? ¿Aburrido?
No, al contrario. Leer este capitulo ha sido como despertar.
Así que, tomemos un buen desayuno y aprovechemos el día. Seguro que nos esperan acontecimientos muy emocionantes.
Encantado de volver a la tarea contigo Isabel.
Un beso.

alestedemadrid dijo...

Como yo llevo muy poco tiempo visitando estas páginas me ha encantado el post de hoy, con el que ya me he puesto un poco al día.
Así, a partir de ahora,ya podré seguir esta historia que vas tejiendo poco a poco... Un beso

Cayetano dijo...

Has hecho muy requetebién. Una especie de resumen de lo anterior para dar pie al siguiente episodio.
Un saludo.

maga dijo...

Maravillosa esta entrada, Isabel, te felicito. Un beso, Cristina Salas.

Dolors Jimeno dijo...

Has iniciado una nueva parte de manera maistral. ¡Abúrrenos y reitera cuanto quieras!
D.

ANTONIO CAMPILLO dijo...

Y lo has resumido perfectamente, Isabel.
Es de agradecer una introducción tan importante sobre los acontecimientos, deplorables y terribles, que precedieron el nacimiento de los gemelos.

Un fuerte abrazo, Isabel.

María Antonia Moreno dijo...

Querida Isabel, muy conveniente este capítulo/resumen, que además es en sí mismo una historia, contada de esa manera que tú tienes tan literaria.

Así es más fácil engancharnos y reengancharnos sea cual sea nuestras circunstancias.
Un montón de besos

América dijo...

Querida y venerable dama.

Bienvenida.
Un punto de inflexión justo en el momento en el que están por llegar acontecimientos decisivos en esta historia que he tenido el placer de seguir,ya tiraras con tu magistral sabiduría del tema los hilos necesarios.
Rea Silvia nos recuerda que nos crecemos ante las dificultades,la esperanza es un valor universal,como lamentablemente otros sentimientos destructivo.

Tu historia es un aporte a los orígenes de Roma,entre la historia y la leyenda el destino es inexorable.

Un fuerte abrazo esperando nos sigas acercando a tan apasionante historia.

Un abrazo enorme.

RGAlmazán dijo...

Noto querida narradora un cierto recelo y animadversión hacia mi persona y la de mi mujer, Criseida. ¡Con lo que hemos hecho por Alba Longa!
Espero que esta historia siga su rumbo y esa sobrina pecadora Rea Silva sea castigada como merece.
Rey Amulio

Adelante, querida Isabel, esperamos la continuación. Un beso

Salud y República

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Tejer y destejer: literatura y vida, sin duda.

Aarón dijo...

Cuánto gusto de volverte a leer querida Isabel, ya había demasiadas ganas. Temíamos que vinieses, ya que eso significaría la inminente muerte de la vestal Rea Silvia, pero el tiempo debe seguir su curso, por muchas adversidades que nos encontremos. Te felicito por este capítulo, el símil del telar me ha encantado y hecho pensar sobre el determinismo y varias cosas más. Continua pronto, que nosotros te esperamos.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Me he deleitado especialmente leyendote hoy, amiga mia. Si, la impredecible rueda del destino y nuestras humanas dudas, son algo imperecedero en este teatro del mundo en el que nos encontramos.

Extraordinario relato el tuyo.

Estoy encantado de volver.

Un abrazo.

Ccasconm dijo...

Me parece una idea estupenda que comiences esta digamos "segunda andadura" tras las vacaciones estivales con este resumen que yo llamaría más bien reflexión. Por cierto, me ha encantado la relación entre el destino y los hilos del telar, de la función creadora y de los múltiples caminos que se abren ante nosotros en ese proceso. Mas que nada porque Béjar siembre estuvo enredada en los hilos de los telares. Me recuerda también a la función de la investigación en los historiadores, aunque yo llamo a los documentos, a los restos del pasado, piezas de puzzle. Primero no tienen relación unas con otras y luego van cohesionándose hasta conformar un todo nunca perfecto.
Besos

La gata Roma dijo...

Ha estado muy bien para clarificar todo. Yo me uní a la historia a la mitad de la segunda parte y aunque ya tengo una idea general de todo sigo volviendo entradas atrás cada vez que tengo un rato para leer todo lo anterior, así que veo práctico un resumen así.
Esperando novedades…

Kisses

camilia dijo...

Para nada me ha resultado reiterativo, ni aburrido, todo lo contrario,muy emotivo.Como ya te he dicho eres una magnífica escritora y, no hace falta que yo te lo diga porque te lo habrán dicho personas más cualificadas y, entendidas en el arte de escribir que yo.
Y me alegro de que reivindiques a Rea Silvia, como tú muy bien dices, es una persona crucial para la historia de Roma y, hay que reivindicar a ella y a todas las mujeres que han hecho posible el desarrollo de la Historia de la humanidad con tanto esfuerzo y valor y, tan positivamente como lo haya hecho el mejor de los personajes masculinos.

Fortunata dijo...

Gracias por tus escritos. Este texto no solo sirve de introducción si no que hace desear leer lo que has escrito antes (que yo por ambiguas razones aun no he leído) Espero ponerme al día y seguir tu tercera parte de forma asidua.
Muchos besos
Fortunata

Melba Reyes A. dijo...


Hola, Isabel.Bienevenida de las vacaciones. Ha sido bueno leer la reseña para entonarnos.

Un abrazo.

Freia dijo...

¡Qué va, qué va! Nada de reiterativo o aburrido. De nuevo, fundación de Roma en vena...la echábamos tanto de menos.
Nos has hecho el favor de retomar la historia gracias a tu hilo para no perdernos. Ve tranquila que esperamos tu regreso.

Un abrazo pastoril desde una tierra de fenicios y romanos.

África dijo...

Muy bonito.
Y el eslabón necesario para continuar con esa apasionante historia.
:D


Un beso

Hyperion dijo...

Roma sigue viva y esperándote. Ojalá los romanos de hoy y los que los somos por algunas gotas que se habrán mezclado o por tanta historia y palabras que nos han generado, podamos seguir volviendo con la mirada a la vida de Rea Silvia... y que tu mirada se refresque en las frescas aguas de los lagos y el Tíber que la acompañaron.

GABU dijo...

Cuanta crueldad desmerecida!!!!

Podrán los Dioses escuchar alguna súplica de REA SILVIA???

Acaso qué tan ocupado puede estar MARTE como para no poner las cosas en su sitio en un santiamén!!!??

MIS BESITOS GIGANTES ISA AMIGA

Natàlia Tàrraco dijo...

Te encuentras, querida Isabel, vuelta del descanso merecido, y ahora hay que tejer igual que Penélope, destejer en la memoria si conviene a la trama futura. Conviene pues, hacer un repaso al tapiz, reflexionar antes de seguir con la labor, ver el dibujo del diseño y asumirlo o rectificarlo a tiempo, después seguir poco a poco.
Sucede.

De la convicción de Rea, de su energia y resolución, se creó Roma, no bastó Marte, se necesitó a Rea. Lástima que de aquel dolor, luego se fundara la Ciudad con un fratricidio. ¿Un poso de sangre que avanza futuras sangres?

Besitos amiga mía, te seguimos siempre fascinados.

ANA dijo...

Muy buena entrada de la tercera parte. Me puse al día hace poco y releí la segunda parte. Y dices que es reiterativo ? Está tan bien escrito que es una delicia leerte.

Gracias por todo lo aprendido contigo !!
Estuve en Cartago y sorprendí a la guía con " Dido, Reina de Cartago". Te nombré porque eres tú quien me transmite y contagia tu pasión por Roma. Ya te enviare las fotos de Cartago que me las hice pensando en tí.
Un beso

Isabel dijo...

Me parece muy oportuno y me ha gustado mucho la imagen del telar y la dificultad para llevar los hilos a su destino. Es muy importante saber las dudas del escritor porque eso humaniza y nos acerca.

Yo no dejo de admirarte y ahora más que decidí en el verano retomar una vieja novelita inacabada.

Un abrazo.

Sahara dijo...

Isabel

Aquí tienes a un nuevo lector que se ha enganchado a tu prosa.

Un saludo cordial.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Magnífico resumen, Isabel.
Por lo demás, ya ha sido dictada mi sentencia de muerte. No sé qué fuerza me sostiene, pero el hecho de que mis hijos nazcan, ya es para mí toda una esperanza alentadora.

Rea Silvia regresó anoche de su tierra. Un viaje maravilloso, querida Isabel. Cuánto te recordé en el Ara Sacra, en el valle de Murcia, en la proximidad de los montes albanos.
Miles de besos.