martes, septiembre 19, 2017
LA REINA DIDO, MEDEA, CLODIA Y OTRAS MUJERES DE QUIENES ESCRIBE ISABEL BARCELÓ
Entrevista a Isabel Barceló Chico, escritora, en Sax 16/08/17 from Intercomarcal TV on Vimeo
Gracias a la TV Intercomarcal, que contribuye intensamente a difundir la cultura en la comarca del Vinalopó.
viernes, junio 16, 2017
LA IRA DE MEDEA: HISTORIA DE UNA VENGANZA MEMORABLE
Así comienza mi nueva novela corta La ira de Medea:
"Sentada
en un escabel, con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, Medea
exponía sus largos cabellos al sol que, cerca ya del estío, calentaba con vigor
y alegría un ángulo del patio porticado. De vez en cuando, la nodriza,
colocándose a un lado para no hacerle sombra, le separaba con el peine las
largas mechas oscuras a fin de que se secaran poco a poco y por igual. Le
gustaba peinarla.
La fortaleza y la brillante negrura del pelo
de su señora admiraban a todas las mujeres de Corinto, y, desde su llegada a
esa ciudad, diez años antes, habían sido el primer reclamo, la llamada de
atención hacia los muchos conocimientos que Medea poseía. La piel de su cara
era lustrosa y tersa, tanto que, a pesar de las finas arrugas que brotaban como
rayos del borde de sus ojos y unos pliegues diminutos en la comisura de la
boca, nadie hubiera dicho que estaba cerca de cumplir treinta años. Era una
mujer espléndida, carnal, tan bella e instruida como temible cuando se enfadaba
y sus ojos dorados echaban chispas, algo que últimamente ocurría con harta
frecuencia a causa de su marido.
Para desdicha de toda la casa, desde que Jasón
se había convertido en consejero del rey Creonte y frecuentaba el palacio real,
se había vuelto muy exigente respecto a las comodidades y atenciones que
recibía en su propio hogar. Nada era de su gusto, a todo le encontraba
defectos. Medea, que ansiaba su aprobación más que el agua y los alimentos, se
revolvía entonces contra la servidumbre y les auguraba los más terribles
castigos y penas. Que su marido se sintiera cómodo, que recibiera toda clase de
consideraciones y agasajos era lo más importante para ella y debía serlo para
todos los moradores de la casa. No admitía réplica.
—Péiname ya, nodriza. Iremos al mercado.
Necesito grano de eneldo y anís. Y ahora miraré cuánta mirra me queda. ¡No hay
dama de Corinto que no quiera blanquearse los dientes y tener tan buen aliento
como el de la reina Meta! —Le tendió a la nodriza un peinecillo de hueso para
sujetarle el moño—. Fue un acierto mencionar que le confeccioné ese preparado a
petición de su marido, el rey Egeo de Atenas, y sus relaciones maritales
mejoraron mucho.

Con los cabellos ya trenzados y recogidos en
la nuca, Medea se levantó y atravesó el patio para entrar en la pequeña
estancia, separada del resto de la casa, donde almacenaba las materias primas y
elaboraba las pócimas, bebedizos, fármacos y panaceas que tanta y tan buena
fama le habían dado en Corinto. La nodriza la observó, preocupada. Había entrado
al servicio de la casa de Jasón para amamantar a Mérmero y después a Feres, los
dos hijos del matrimonio, y había llegado a conocer a Medea tanto como si la
hubiese amamantado a ella en vez de ser el ama de cría de sus hijos. Le bastaba
verle la cara por la mañana para saber si la noche con Jasón había sido o no
satisfactoria, si estaba recelosa o inquieta. Su ceño, la vivacidad o pesadez
de sus gestos y el grado de oscuridad de sus ojos hablaban por Medea más que
las palabras. Y hablaban también por Jasón, pues el humor de la esposa dependía
del talante de su marido. No era el mejor día.
—Niños,
despedíos de vuestra madre –el pedagogo salió al patio con ellos. El pequeño,
de seis años, se dirigió dando saltos hacia el cuarto de Medea, mientras Mérmero,
cuyos nueve recién cumplidos lo obligaban a un comportamiento menos infantil,
lo seguía andando con dignidad. Ambos tenían los cabellos rubios de su padre y
la elegancia algo felina de su madre. Medea salió a su encuentro y se agachó
para besarlos en la frente.
—Dame el peine que le arregle estos rizos a
Feres, nodriza —y mientras se los peinaba hacia un lado, añadió—: Nosotras
también hemos de marcharnos ya. Tráeme el manto ligero. Y vosotros, queridos
míos, portaos bien."
NOTA: Aquí teneís la portada y contraportada de mi nueva novela corta, de la colección mitología Gredos.
Fotografías tomadas de internet.
lunes, junio 05, 2017
QUE EL DIOS FIDIUS PROTEJA A MEDEA
Nota de Clodia a la noble Claudia
Claudia querida, ¿te importaría acompañarme hoy al templo de Semo Sancus Dius Fidius en la
colina del Quirinal? He recordado que hoy se celebra su fiesta y me han entrado
ganas de hacerle una petición: que proteja siempre los juramentos que me preste
un hombre y lo castigue debidamente si los traiciona. No quisiera verme en la
piel de Medea, la heroína de Eurípides, que se vengó ella misma del perjuro
Jasón. Acabé ayer mismo de leer su historia y créeme si te digo que aún me
estremezco…
NOTA 1.- Queridos amigos: la
próxima semana, a partir del día 13, estará a la venta en los kioscos mi nueva
novela corta de la colección mitológica Gredos, LA IRA DE MEDEA. Y sí, aún
tengo escalofríos.
NOTA 2.- Semo Sancus Dius Fidius
es una antiquísima divinidad latina, protectora de los pactos y los juramentos.
En la fiesta que se celebraba el 5 de junio se conmemoraba la consagración, en
el años 466 a.C., de su templo en la colina del Quirinal. Probablemente se
trataba de un templo sin tejado. En alguna de sus dependencias se conservaban
los tratados firmados por Roma con otros pueblos.
viernes, mayo 26, 2017
PETICIÓN DE UN POETA AL DIOS APOLO
Esto pide el poeta Horacio a su patrón, el dios Apolo:
“(…) Concédeme
gozar de lo que tengo con buena salud, oh hijo de Latona; y te ruego también
que me permitas vivir en mis cabales una vejez sin fealdad y en la cual nunca una
cítara me falte.”
HORACIO, Oda 31, libro I.
Traducción y notas de José Luis Moralejo.
Me sumo
fervientemente a esa petición al dios de todas las artes, entre ellas la
poesía. Según el traductor y autor de las anotaciones, esta oda debió escribirla
Horacio en el 28 a.C., cuando se consagró un templo a Apolo en el Palatino, que
llevaba anejas dos bibliotecas: una griega y otra latina.
miércoles, mayo 10, 2017
CUANTO MEJOR ES LA SINCERIDAD EN EL AMOR (Pomona y Vertumno)
- Vengo a hacerte una visita, estimada Pomona
– dijo una anciana atravesando la verja de madera con que la diosa encargada de
cuidar de la fruta cerraba la entrada a su huerto.
Cansada de ver rondar cerca de sus frutales a
muchos campesinos, faunos y diosecillos que pasaban por delante una y otra vez
y la miraban como si la quisieran devorar con los ojos, la joven y fragante
Pomona había levantado una tapia y se pasaba el día dentro de su huerto, con
una hoz, limpiando las malas hierbas o quitando espesor a las ramas a fin de
que la fruta creciera hermosa y sana. Era muy dichosa así. No le interesaban
los varones.
Como no desconfiaba de las mujeres, esa
mañana permitió que aquella vieja desconocida, de rostro arrugado y el cabello cubierto
con un pañuelo, entrara en su huerto, se sentara sobre una piedra y empezara a
charlar mientras ella seguía podando.
- Tendrías que casarte, Pomona –decía la
anciana–. Muchos jóvenes te pretenden. ¿Y hay algo que abone mejor un huerto
que un corazón amoroso? ¡Tus manzanas crecerían el doble de rojas y de hermosas
si te entregaras al amor!

- …Y mira que los dioses castigan a las
jóvenes que tienen el corazón duro y se niegan a amar –insistía–. Yo sé de un
dios que está completamente loco por ti y besaría el suelo que tú pisas. Se
llama Vertumno –añadió mirándola fijamente–, no sé si has oído hablar de él.

Resultaba tan deliciosa que Vertumno no pudo
aguantar más. Así, se puso en pie de un salto, se quitó de golpe el pañuelo, el
chal, el delantal, los cabellos blancos y los pendientes, las arrugas, la
espalda doblada por los años, la sonrisa de anciana dulce y sabia y se mostró a
Pomona, por primera vez, tal cual era.
Y al verlo tan joven y hermoso, Pomona dejó
caer la hoz al suelo, entornó los párpados y tendió hacia él sus labios y sus
brazos.
NOTA: Este es un mito local romano. Vertumno
era el dios de la transformación, adoptaba múltiples apariencias. Pomona
vigilaba que crecieran bien la fruta, en especial la poma, es decir, la
manzana.De su nombre deriva la palabra pomar que denomina un campo de manzanos.
viernes, mayo 05, 2017
LO QUE CUENTAN LOS MITOS... y la diosa Pomona

NOTA: Al mismo tiempo que nos fascinan, los mitos constituyen una fuente inagotable de inspiración y de reflexión. Para hablar de ellos, el próximo lunes 8 de mayo daré la conferencia LO QUE CUENTAN LOS MITOS ¿NOS SIRVE HOY?, a las 18 horas, en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Valencia. La entrada es libre y serán bienvenidas todas las personas que nos quieran acompañar.
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