jueves, enero 17, 2008

EL AMOR Y LA VIDA



- Chisssss – dice él entre risas –. No grites de esa manera. Pareces una ratita.

- ¡Pues no me hagas reír!

- ¡Vamos, vamos! Un beso más. Sólo uno.

Ha caído la noche. La luna, en cuarto menguante, lanza algunos rayos plateados sobre el suelo y permite distinguir las campanillas azules que crecen entre la hierba. La estatua de piedra de un ciudadano romano ha sido invadida por plantas trepadoras que quizá no tarden en alcanzarle el cuello. El sepulcro de al lado le hace sombra durante el día, de modo que la humedad y el verdín se expanden libremente por la piedra y las hojas. Hace tiempo que nadie viene a cuidar la tumba, es evidente. Por eso el suelo a sus espaldas resulta tan adecuado.

Mientras la pareja retoza sobre el recuadro de hierba, la luna ilumina un instante a un hombre que se mueve con sigilo entre las tumbas y arroja su sombra fugitiva sobre el rostro de la mujer. Pero ella tiene los ojos cerrados y la cabeza de su amante hundida en el cuello. No la pueden ver. Ni tampoco a las otras dos figuras deslizándose a poca distancia, agachadas y silenciosas, seguramente descalzas para no hacer ruido. Si cruje alguna hoja o se oye un ligero siseo, los amantes lo atribuyen a los animalillos nocturnos que suelen husmear entre las tumbas.

- Es hora de marcharme – dice ella.

- ¿Tan pronto? Quédate un poco más.
- Imposible – responde. Se incorpora hasta quedar sentada y con coquetería se recoge el cabello y comienza a sujetarlo con peinecillos. La claridad arranca destellos nacarados de su cuello y su espalda. Ella lo sabe y no se apresura a colocarse la túnica. Gira un momento la cabeza y ve a su amado tendido allí, contemplándola como si fuera una diosa. Hacía mucho tiempo que Lolia no se sentía tan feliz.


Mientras acaba de vestirse, echa una mirada en dirección a Roma. A doscientos pasos de donde ellos están, las ventanas de una posada arrojan luz a la vía Appia. Dos hachones brillan a ambos lados de la puerta, aunque no hacen falta. Nadie sale de la ciudad ni circula por las vías después de la puesta del sol. La oscuridad es muy peligrosa. Y más aún en los tramos próximos a las murallas, donde las tumbas se ciñen a ambos lados del camino y ofrecen refugio a los malhechores. Sin embargo, Lolia está tranquila. Cualquiera lo estaría si su acompañante fuese un guardia del emperador

Hace dos meses que se conocieron. No muy lejos de aquí, cinco o seis tumbas más allá de ésta. Ella acababa de enviudar y todas las tardes se acercaba paseando hasta el sepulcro de su marido. Lo echaba de menos. Y no le importaba que se hiciese tarde: su padre era el dueño de la posada, ella se había criado allí y conocía muy bien estos parajes.
No tardó mucho en fijarse en él. Llegaba siempre con el último relevo, a media tarde. Una fila de soldados y un oficial recorrían la vía para sustituir, uno a uno, a los que vigilaban desde el alba. Una tarea solitaria, porque estaban apostados a bastante distancia unos de otros. Y no muy agradable: montaban guardia al pie de las cruces en las que se ajusticiaba a los reos de baja estofa, esclavos y extranjeros, a fin de impedir que los familiares retirasen los cadáveres. Parte de la condena era dejarlos sin sepultura, expuestos durante meses o años, para que sirvieran de ejemplo.

También él se había fijado pronto en la viudita. Se la veía tan joven. Y muy apenada. Una tarde, el viento soplaba con tanta fuerza que el cestillo con las ofrendas que llevaba la viuda a la tumba de su esposo salió volando. No había nadie más en la vía. Y él sintió de pronto deseos de ayudarla. Recuperó para ella el cestillo y así hablaron por primera vez. Con el paso de los días sus conversaciones se fueron alargando, él contaba las horas que faltaban para el encuentro y ella volvió a reír. Descubrieron que detrás de la estatua de piedra de un ciudadano romano la tierra estaba mullida, que allí no llegaba el hedor de los crucificados y nada les impedía gozar del amor.

-¿Vendrás mañana? – pregunta él cogiéndole la mano y mirando con ternura a su amada. Y, en ese mismo instante, se da cuenta que algo va mal.
- ¡Por todos los dioses! – grita. Se levanta de un salto, coge la espada y corre en dirección a las cruces. Lolia se asusta, grita también y se agazapa detrás de la estatua. Los gritos de él se extienden por los alrededores, se le oye maldecir, dar pequeñas carreras y golpes. Al fin se acerca jadeante a ella.

- Han robado uno de los cadáveres – dice temblando –. Estoy perdido. Me castigarán con la muerte por descuidar la guardia.
Sobre la pareja se abate una oscuridad mortal. Las nubes ocultan la luna y la desesperación los vence. Él trata de convencer a Lolia para que se refugie ya en la posada de su padre. Pero ella se niega y no cede a sus presiones. Teme que su amante, abatido, se quite la vida. No quiere que muera.

Desesperadamente piensa, mira a su alrededor. ¿Está seguro de que se lo han llevado? ¿No se habrán asustado los ladrones al oírlo y lo habrán dejado caer en alguna parte? Quizá puedan encontrarlo. Pero él niega con la cabeza. Es consciente ahora de haber oído ruidos, pero no les dio importancia. No hay nada que hacer, su suerte está sellada. Mañana estará muerto. De pronto, Lolia se pone de pie.

- Tengo una idea – . Y sin decir nada más, lo coge de la mano y lo obliga a seguirla.

Durante varias horas ambos trabajan sin descanso, codo a codo. Utilizan unas ramas de ciprés y la lanza de él como palanca. Al fin, apoyan una escala de madera a la cruz y, a duras penas, ayudándose de las ropas de amortajar y varias cuerdas, izan un bulto informe y lo atan. El clarear del día los sorprende exhaustos. Desde el pie de la cruz, la mujer urge a su amante para que concluya. Él quita los últimos paños antes de bajar y apartar la escalera. Examinan su obra. La corrupción deforma y destruye, no permite distinguir a un muerto de otro.

Y juntos lloran, de pesar y de alivio, al contemplar crucificado el cadáver del marido de Lolia.



*Detalle de una escultura Cupido y Psique. Rodin.
**Detalle de escultura masculina. Villa Doria-Pamphili. Roma.
***Detalle de escultura femenina. Museo Massimo alle Terme. Roma.
****Detalle de relieve con un soldado. Museo Centrale Montemartino. Roma.
*****Detalle del Foro de Trajano de noche. Roma.
******Circo Máximo. Roma.
*******Flores en la terraza de isabel romana. Valencia.
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domingo, enero 13, 2008

LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA ( y XIII).- IMILCE, ASCANIO Y DIDO

IMILCE


Ya puedo dormir tranquila. Mi joven y estimado Karo ha puesto en orden mis recuerdos. Pero no quise alentar esas sus esperanzas de perpetuidad que sólo a nuestra amada Dido corresponden. Karo es un buen muchacho y tiene talento; no quise que lo malograra dormido en fatuas expectativas. Tampoco quise que supiera sobre la futura existencia de Virgilio, quien sí alcanzaría fama gracias a la memoria de nuestra reina. Lo sé, él, Virgilio, contará las cosas a su modo, dará importancia a Eneas y minimizará la figura de Dido, pero éstas que con ayuda de Karo he puesto ante vuestros ojos, éstas, son la verdad tal como sucedió.

En cuanto a mí, cumplida esta misión... ya nada me espera, salvo la mirada reprobatoria de mi nuera haga yo lo que haga (qué ilusa si piensa que puede mortificarme). Pero viviré lo que me quede de vida con el orgullo de no haber permitido que la pira en que Dido se inmoló redujera también a cenizas su memoria.




Escrito por la SEÑORA IMILCE, impulsora, narradora y corazón de esta historia (Almena). Enlace en la columna de la derecha.




ASCANIO, HIJO DE ENEAS


No es sencillo ser el hijo de Eneas.
No existe descanso para mis pocos años.
Ni casa, ni hogar.
Deseo profundamente el cuidado maternal.
Brazos que sostengan, pechos que acunen…

Cuando salimos de Troya, huyendo del fuego y la destrucción, corrí detrás de mi padre, que salvaba a su padre.
Mis pasos cortos apenas podían sostener un cuerpo atemorizado, pero no había elección.
El abuelo era más importante que yo.
Me aferré a su sombra como a la vida.
Todos logramos escapar.
Del fuego, pero no de la soledad.



Creí haber llegado a mi sueño, al ver a mi padre junto a Dido.

Una mujer excepcional.
Soberana.
Acogedora.
Deseé permanecer a su lado.
Sentir su perfume maternal.
Disfruté como nunca el tiempo junto a Dido.
No entendí este amor. Parecían tan felices…



Pero nuevamente el destino era seguir tras los pasos de mi padre, que se alejaban de ella.
Definitivamente.

Muchos me vieron crecer taciturno, sin entender el dolor que encerraba mi corazón.
El tiempo fue testigo de mi crecimiento, del despliegue de fuerza que siempre estuvo en mi piel, en mi sangre y en mi memoria.


Fui y soy el hijo de Eneas.

Heredero del ímpetu de mi padre.

Me apena que haya muerto sin verme fundar esta ciudad, Alba Longa, cuna de futuros hijos de mis hijos. Ha nacido una ciudad y una familia, ambas mías.

Ya no corro detrás de protección.
Llegué a un puerto seguro.
Esta es mi historia.



Escrito por ASCANIO, el hijo de Eneas (Ferípula). Enlace en la columna de la derecha.


DIDO



(…) Quisiera poder decirles que está bien, consolar a su perro que gime de forma más desgarradora que muchos lamentos humanos; sólo la mirada del gato le da a entender que la ve tal cual es ahora: leve, sutil, traslúcida, pero aún así, ella misma. De golpe desaparece su cuerpo, su palacio, su ciudad y una mano la guía por un paisaje oscuro, nada que infunda miedo. Es algo tan natural como dar un paseo en medio de la noche, hasta que algunos reflejos revelan agua. Alrededor del brillo centelleante del agua, nota traslúcidas siluetas de personas, o entes que alguna vez fueron personas, un ejército de seres traslúcidos, fosforescentes; y Dido comprende que ha llegado a las marismas del Aqueronte. (…).



Fragmento del texto escrito por Lady Zurikat, quien ha participado en la historia con su gato Sirio y la amazona ISKIAS. El texto completo se encuentra en su página cuyo enlace dejo aquí.


NOTA: Con estos tres personajes, concluye la participación de los amigos que han querido y podido contribuir con sus textos a esta historia, enriqueciéndola con sus aportaciones. Muchísimas gracias a todos. Se merecen un premio enorme...


*Detalle de escultura alegórica femenina, en el monumento a Mª Cristina de Borbón. Madrid.
**Detalle de relieve con dos palomas bebiendo. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
*** Detalle de un relieve masculino en un sarcófago. Museos Capitolinos. Roma.
****Plato decorado con la escena de la huída de Troya de Eneas, Anquises y Ascanio.
*****Detalle de pintura mural de Anibale Carracci. Palazzo Farnese. Roma.
******Detalle de un relieve. ¿Eneas recibe la orden de partir?
*******Vista de Alba Longa, ciudad fundada por Ascanio. Gentileza de Ferípula.
********Detalle de escultura alegórica femenina, en el monumento a Mª Cristina de Borbón. Madrid.
*********Detalle de uno de los estanques de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Valencia.
**********Detalle de mosaico en los restos de un templo. Ostia.

jueves, enero 10, 2008

LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA (XII).- EL GRANADO Y UTYKE

LA MUERTE DEL GRANADO




Con la conmoción generalizada de aquellos días y el luto siguiente nadie se percató que el granado de la plaza dejó de florecer.

Era el mismo ejemplar que escogió Dido y dispuso plantarlo frente al templo de Juno como otro símbolo más de feminidad para que alborozara el piar de los pájaros, amenizara tertulias con su sombra y proveyera de frutos a los caminantes del desierto.

Pasó desapercibido el cuarteo de la corteza, la aflicción de las hojas, la podredumbre de las raíces, el marchitamiento de las yemas.

Murió el árbol en un olvido absoluto. No tardó en ser seca leña apetecible a la carcoma. Un día de nieblas fue presa del hacha y sus restos quemados. Lo sustituyeron por otro.

Sus cenizas fueron a dar a un erial donde acabaron mezcladas con los restos de la pira donde se vertió la sangre de la reina.

La diosa Flora lloraba en recuerdo a Dido y al amor que ésta demostró siempre al mundo verde. En su honor modeló con las cenizas del granado una semilla y para su color posterior, empleó una tintura diluida de sangre de reina y lágrima de diosa . Y allí mismo dejó la simiente para que se hiciera brote.

Aristarco el pensativo, hijo de un discípulo de Filón, al pasear meditando sobre la existencia o no de los dioses, encontró una bellísima flor en una escombrera. Nunca había visto una flor semejante. Quedo tan deslumbrado y absorto que convino que deben existir porque dejan rastro divino de su presencia. Otra cosa es que nos convenga hacerles caso siempre, sostuvo.

Aquella flor todavía perdura en nuestros días con el nombre de Rosa de Alejandría o peonía.

Escrito por UN GRANADO que da nombre a la plazuela junto al templo de Juno en Cartago (Goahtemala). Enlace en la columna de la derecha.


UTYKE


Utike fue educada en un ambiente poco propicio para que adquiriera un comportamiento más o menos ético. Sus padres, escasos de medios, apenas prestaron atención a la educación de Utike. Su infancia se desarrolló entre mendigos, ladrones, prostitutas, bandidos, magos, brujos… que la dejó marcada para siempre, en su relación social.

Era una niña que destacaba más por la astucia y picardía adquirida en sus juegos callejeros, que por la inteligencia, pero serian las experiencias adquiridas en la calle, junto con la educación recibida en casa del tío sacerdote flamin de mayor rango, situada cerca del Templo de Hércules, héroe-semidios y adosado al palacio real y con la libertad absoluta de recorrer por patios, jardines, aposentos… nada se le escapaba, aprendió como usar sutilmente el arte de fingir, que practicaba con cierta frecuencia, no lo olvida cuando tiene que comunicarle, a su manera, al rey Yarbas (del que está enamorada) alguna noticia sobre algo relacionado con Dido:


-He sufrido por ti estas últimas horas - dijo Utike -. temiendo que Dido aceptara tu propuesta… … mañana ofreceré un sacrificio a Hércules, púes hubiera sido terrible que te casaras con esa fenicia - comentaba con felonía Utike mientras aguantaba estoicamente la furia de Yarbas al verse despreciado por Dido.



Con mucho mimo le dio las vestimentas secándole antes el cuerpo y, dándole un suave masaje, le dice con dulzura y fingida inocencia:

- La reina vive en concubinato con el jefe de los troyanos, obsequiándola con joyas y hermosos ramos de flores traídos expresamente para ella del extranjero.

Cada palabra que decía Utike, era un puñal que le clavaba en el corazón a Yarbas. Sonríe ante la cólera que ha provocado en el rey, pero su sonrisa es fruto del desencanto y sufrimientos anteriores a su situación actual. Lo hace y seguirá actuando de esa manera, pero en el fondo la venganza no le satisface.

La señora Imilce continúa narrando la historia de la reina Dido ante una multitud de personas que insistentemente le piden que prosiga con los hechos, quieren saber las maldades que tío y sobrina habían utilizado.

De vez en cuando hace pequeñas digresiones respecto al tema principal. Al mirar hacia el lugar donde se hallaba Jacinta, le recordó que en la cena ofrecida por Yarbas a la reina Dido, el corazón de sus abuelos, la danzarina Dincer y el filósofo Filón, fue atravesado por la implacable flecha de Cupido.

Karo no cree que entre los ancianos allí presentes pueda ocurrir lo mismo. A lo que muy sabiamente contesta Imilce “que la edad no nos protege de las pasiones” planteándose una ardiente discusión sobre la fuerza del amor a ciertas edades.

Mientras tanto, Yarbas y Utike sentados en uno de los patios de palacio, hablan sobre la problemática del cese del terreno a los fenicios para crear una ciudad, de la “odiosa Dido” a la que aun sigue amando, aunque sus palabras digan lo contrario.

¿Qué conclusiones sacaran de la conversación mantenida?



Escrito por UTYKE, sobrina del sacerdote de Hércules (Nina). Enlace en la columna de la derecha.

NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Ya estamos en enero y aún quedan algunos textos por colgar. No podré aceptar otros nuevos, pero sí anunciar aquí que se cuelgan en la página de su autor/autora. En cualquier caso, gracias a todos.

*Detalle de un árbol. Jardín Botánico. Valencia.
** Detalle de la fuente de las Cuatro Estaciones. Valencia.
***Detalle de un estanque. Jarín Botánico. Valencia.
****Figura femenina. Museos Capitolinos. Roma.
*****Detalle de escultura de una pareja. Jardines de Monforte. Valencia.
******Detalle de un relieve en terracota. Museo Etrusco. Villa Giulia. Roma.
*******Detalle del artesonado de una de las Salas Borgia. Museos Vaticanos. Roma.

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martes, enero 08, 2008

LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA (XI).- YARBAS, TEANO Y LA COPA DE ORO.

YARBAS




Un rey siempre debe impresionar a sus propios ciudadanos, pero más aún a los extranjeros. Cuando me hablaron de que habían desembarcado unos extranjeros en mi costa, llevé a cabo esta máxima. La cuestión es que se sintieran impresionados y supieran a quién pertenecían estas tierras. Después me informaron de que se trataba de Dido, reina de los fenicios. Creo que la dejé bastante impresionada.


He de reconocer que esa Dido era una mujer inteligente, fuerte de carácter y ocurrente, cosa que no pensé la primera vez que la vi. Cuando vi lo que hizo con la piel de toro que le regalé para que abarcase las tierras necesarias para su ciudad, me quedé bastante impresionado. Sin duda, había menospreciado a aquella mujer. Cualquier rey, en mi lugar, habría hecho lo mismo. Y después de contemplar la astucia de la reina fenicia lo tuve claro: ella debía ser mía. Por eso la pedí en matrimonio. Pero ella no aceptó; segundo error que cometí al volver a subestimarla.

Aquello me enfadó mucho. Después de darle lo que me pedía, después de engañarme como lo hizo con la piel de toro (se mire como se mire, lo que hizo fue engañarme); ella se atreve a rechazarme. Y encima me rechaza por un troyano de nombre Eneas. Aquello sí que no podía tolerarlo. Si la hubierais conocido sabríais el por qué de mi actitud para con ella.



Pero el corazón de una mujer, y menos un reina, no se puede robar. Eso es algo que ahora, visto en la distancia del tiempo, puedo comprender. Al menos, intentar entenderlo. Aunque pocos lo crean, lamenté la muerte de Dido.
No sé qué se dirá en el futuro sobre mí. No sé si seré yo recordado en Eternidad o lo será ella. Pero me veía en la obligación de elaborar este pequeño esbozo del hecho que marcó nuestras vidas. Para bien o para mal, nos conocimos. Y eso es algo que ni los dioses pueden ya remediar. Habrá quien me odie, pero, ¿qué puedo hacer yo ya si no es buscar mi redención?


Escrito por YARBAS, rey de los libios y pretendiente de Dido (Kurtz). Enlace en la columna de la derecha.


TEANO


- Querida Teano, he recorrido un largo camino, he venido a tí en busca de consejo, como sabes, mi madre, a la que los dioses guarden, me puso tu nombre. Quería que fuese como tú, sabia y valiente, aventurera y reposada. Has sido mi maestra, me has enseñado matemáticas como a tantos otros pero a mí me has enseñado mucho más... si es que hay algo más que matemáticas en esta vida. Las dos mujeres se ríen con fuertes carcajadas y continúan su paseo por la orilla de un río.

- Dime pequeña, ¿qué es lo que te atormenta?

- Los hijos.

- Pero si no tienes, espera a tenerlos y verás. Las dos mujeres vuelven a reír, tanto que tienen que detenerse durante unos instantes. -Mucho me temo, que si acepto su propuesta de matrimonio, mi vida como matemática terminará, no podré seguir con tu escuela. - La escuela es ahora tuya, pero ese no es el asunto. Escucha tu interior, creo que las mujeres a menudo nos equivocamos, no tenemos que elegir, no seremos libres hasta que dejemos de hacerlo y me temo que aún tienen que pasar cientos de años para que nos demos cuenta. Yo fui madre y fui matemática, ahora soy una abnegada abuela. Quizás, tú seas feliz de la misma manera que lo he sido yo. O no...

Y sin saber porqué, en ese momento recordó a Dido.



Escrito por TEANO, matemática muy reputada (Miriam g). Enlace en la columna de la derecha.


COPA DE ORO

Sidón entrega su presente al rey Adibaal, sellando el pacto que ahora los vinculará. Adibaal recibe gustoso una fina copa de oro, de rasgos exóticos y muy diferentes a todo lo que conoce. Presentan el regalo como una reliquia que ha pertenecido a poderosos conductores durante muchas generaciones, no solo de su Casa sino también del Imperio Egipcio. El rey no responde palabra alguna porque sus sentidos se han prendado del regalo…



Extracto del texto escrito por la COPA DE ORO del padre de la reina Dido (Tony). El texto completo puede leerse en Tony.

NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Ya estamos en enero y aún quedan algunos textos por colgar. No podré aceptar otros nuevos, pero sí anunciar aquí que se cuelgan en la página de su autor/autora. En cualquier caso, gracias a todos.
*Detalle de escultura masculina. Museos Capitolinos. Roma.
**Detalle de escultura masculina. Jardines de Monforte. Valencia.
***Detalle de escultura de un toro. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
****Detalle de pintura mural. Museos Vaticanos. Roma.
*****Detalle del fresco "La escuela de Atenas". Estancias de Rafael. Museos Vaticanos. Roma.
******Detalle de escultura doble. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
*******Detalle de estampado sobre tela. Isabel romana. Valencia.
********Detalle de mosaico con una copa. Museos Capitolinos. Roma.

domingo, enero 06, 2008

LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA (X).- SIQUEO Y MORGANA

SIQUEO




Soy Siqueo – ¿deberé decir era?-, el más rico entre todos los fenicios.

Amo a Dido - ¿deberé decir amaba?-.

Estos hombres -malditos sicarios que Hércules confunda- quieren saber donde está mi fortuna. ¿Quién les habrá contratado? Les miro con desprecio, me clavan a una pared por las muñecas, me preguntan, me vejan, rompen mis huesos, mis uñas, meten hierros en mis ojos, tiran de mi piel con tenazas, aúllan conmigo, yo de dolor, ellos de gozo. Despedazado por estas bestias, mi cuerpo es puro grito, no se puede sufrir más, me he convertido en un pedazo de carne que cuelga de la pared. Me golpean con barras melladas, vierten aceite caliente en mis heridas, me desmayo. Despierto en gruñidos atroces, no puedo hablar, han cortado mi lengua, me insultan, no paran de golpearme, quiebran mis dedos, me laceran sin misericordia, escupen en mis músculos que rezuman sangre, los bárbaros chapotean en ella. Pierdo la conciencia de ser un hombre, quiero morir. Aún respiro.

Soy Siqueo – lo que queda de mi-, el más rico entre todos los fenicios.

Amo a Dido.



Escrito por SIQUEO, esposo de la reina Dido y sacerdote de Melqart (Pedro Glup). Enlace en la columna de la derecha.



MORGANA

Algo ha caído como una sombra , un abismo... Dolor tangible por la muerte de la reina Dido.

Cada noche,
mi alma vaga
en soledad,
me miro desde
fuera y no me gusto..
soy frágil, vulnerable,
y lo peor, tengo miedo.

Tengo mis órganos
dispersos en el universo
y no me siento estrella,
necesito el sosiego de un
cuerpo, donde pueda respirar
cada mañana...

Me siento encarcelada en lo invisible...
mi miedo me paraliza
y no avanzo nada,
retrocedo como los cangrejos...
me quedo lamiendo mis heridas
en este vórtice que me arrastra...
no hay color para el sufrimiento...
no me hace falta arrancar las horas
a mis manos,
no dispongo ya de tiempo.

Parece mentira, que el verbo doler,
duela tanto...
Bajo la luz
de esta oscuridad nocturna
estoy
masticando la prolongación
de mi alma.



Escrito por MORGANA, una hechicera siria y amiga inseparable de Anna (Morgana) Enlace en la columna de la derecha.


NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Ya estamos en enero y aún quedan algunos textos por colgar. No podré aceptar otros nuevos, pero sí anunciar aquí que se cuelgan en la página de su autor/autora. En cualquier caso, gracias a todos.

* y ** Detalles de escultura representando a Marsias. Museos Capitolinos. Roma.

*** Flores en la terraza de isabel romana.

****Detalle de pintura mural "El triunfo de Galatea". Villa Farnesina. Roma.

*****Detalle de pintura mural representando a Venus. Pompeya.

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miércoles, enero 02, 2008

LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRAS (IX).- EL ESPÍRITU PROTECTOR DE DIDO y ANARKASIS



ESPÍRITU PROTECTOR DE LA NAVE DE DIDO


En la playa yace varada la flota fenicia que arribó a costas de Cartago, cada nave mantiene los estragos de una travesía repleta de sortilegios, algunas han sido reparadas casi en su totalidad, otras más quedaron sin arreglo por órdenes de la propia reina como un tributo a los dioses, pues representaban el ímpetu de cada expedición, el cuerpo ajado de cada navegante, la sangre seca de hambre y desazón, la coraza invencible de alcanzar el sueño, la esperanza de vida.

Rodeada de las embarcaciones está la nave de la reina Dido que misteriosamente se preserva diferente. Cuando Dido abandonó Tiro, solicitó a la diosa Juno la protección para su gente, embarcaciones, intenciones; Juno, conmovida por la suplica, sopló hasta la nave de la reina al espíritu de protección que habitaba a su derecha.La travesía fue larga, repleta de sensaciones y peligros que fueron sorteados y esquivados entre lamentos y temores, entre risas de esperanza y lucha constante.

Desde que Dido desembarcó en las costas de Cartago para fundar su reino nuevamente, el espíritu protector de la nave solicitó a Juno encarecidamente le permitiera quedarse para siempre cerca de la reina. Desde ahí, podría espolvorear la protección no sólo a la ciudad recién fundada, sino a todos los habitantes que le rindieran lealtad y devoción a los dioses.

“ Reina Juno" - le dijo - "desde que habito ésta nave por decreto de tu grandeza, me he vuelto parte de la vida de la reina Dido, persigo la misma intención que a ella la mueve, repliego mi resplandor cuando ella guarda silencio y abro mi pecho para cuando el peligro se avecina con el único afán de no permitir que nada la turbe más de lo que ya le ha arrebatado la desgracia; me nutro de la serenidad que la acompaña cuando duerme, me visto de fiesta cada vez que ella atraviesa la nave dejando un rastro tibio de sonrisas, persigo su mirada en las noches de extravío y me avergüenzo de contemplarla cuando el viento le desordena los cabellos.

Me duermo en su lecho cobijándole serenamente, vierto sobre las olas mi más ardiente deseo por el bienestar de su persona y me vuelvo tormenta si he de procurarle un amanecer sosegado y azul.Mantengo la fuerza que me concede la potestad de mi diosa Juno y me preservo el derecho de saber que he conocido los sentimientos más profundos de la reina Dido.

Hoy que no estás, reina mía, hoy que te has esfumado entre mis propios lamentos, hoy que no he podido alcanzarte con mis brazos, me vuelvo un espíritu atormentado, un lamento lastimero que se esfuma entre la fumarola que tu cuerpo encendido dibuja en el horizonte. Me desquebrajo entre la impotencia divina y la sin razón del infortunio, me apago lánguidamente como se apaga mi estadía en tu cercanía.

¡Oh Diosa Juno, exíliame del Olimpo, reclúyeme en el calabozo del olvido, desarma mi existencia y déjame ser la ultima brasa encendida que cubra el cuerpo de la reina Dido, así, podré morir junto con ella para siempre.”


Escrito por el ESPÍRITU INVISIBLE, protector de la nave de Dido (Cieloazzul). Enlace en la columna de la derecha.



ANARKASIS

Anarkasis compungida por la muerte de Dido pensó si tirarle los tejos a Zoe, o, tirársela directamente. Directamente, ya sin la protección de la reina, fue emplumada por intentar pasarse por el forro de la túnica las inmutables leyes en que las vírgenes, vírgenes se tienen que quedar. Y fue vendida a un barco griego donde la querían usar de remero-cantautor, y para lo que se terciara; ese fue el trato, pero Trato, el timonel de larguísima vista, observó que empezaba a crecerle la barba y concluyó que algo raro había en ello, y no quiso enemistarse con los dioses que en todo lo raro han metido mano, ni aguantar los larguísimos soliloquios con los que Anarkasis dormía a la tripulación, que para esas cosas lo tuvo Dido en vida. Ya siendo noche cerrada, al pasar por la isla de Lesbos la tiró al mar, diciendo:

- ¡Quien no te conozca, que te quiera, o te mate!



Neptuno que le oyó se asomó, se compadeció y la acercó hasta la orilla. Allí, el sitio mas aburrido del mundo en todos los sentidos, causó sensación, dejándose crecer medio bigote y media barba haciendo un soliloquio memorable a dos voces. Incluso grandes poetas y poetos escriben monólogos cómicos para ella. Desde entonces, todos los barcos hacen parada por aqueste memorable palenque al que sisean pícaros como la voluptuosa Lexbox. Hasta que Anarkasis murió en un ataque de risa. Le pusieron de epitafio "espectactor".



Escrito por ANARKASIS, actor (ANARKASIS). Enlace en la columna de la derecha.

NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Puede hacerlo del modo que mejor le parezca. Por mi parte, iré colgando esos textos en esta página hasta final de diciembre y es compatible con que cada cual ponga su texto en su propia página. Ya estamos en enero y aún quedan algunos textos por colgar. No podré aceptar otros nuevos, pero sí anunciar aquí que se cuelgan en la página de su autor/autora. En cualquier caso, gracias a todos.

*Detalle de relieve en la Piazza del Popolo. Roma.

**Detalle de un relieve en un sarcófago. Museos Capitolinos. Roma.

***Detalle de escultura de la diosa Juno. Museos Capitolinos. Roma.

****Detalle de mosaico. Museo Massimo alle Terme. Roma.

*****Detalle de doble cabeza. Museo Anticuario del Palatino. Roma. Foto de Antonio Portela (Karo)

******Detalle de relieve de Neptuno y diosa del aire. Museo Termas de Diocleciano. Roma.

*******Detalle de relieve de un sarcófago. Museos Capitolinos. Roma.