lunes, mayo 29, 2006

LAS MUJERES DE ESCIPIÓN ( II ).- Emilia

La casa estalló en un clamor. Al llanto de la esposa, los familiares y los esclavos más antiguos, se sumaron las palabras de condolencia y las conversaciones de los muchos vecinos que deseaban presentar sus respetos a la viuda y pronto ocuparon el atrio y el pequeño jardín. La noble Emilia, aunque muy afectada, mantenía el control sobre sí misma y apretaba con cariño las manos que le tendían a modo de saludo. Algunas matronas la obligaron a sentarse en una silla y se colocaron cerca de ella, lloraban con ella y controlaban con gesto severo a quienes entraban o salían, un flujo que fue aumentando a medida que se difundía la noticia.

El fallecimiento de su marido Publio Cornelio Escipión se le antojaba a Emilia prematuro. Cierto que su vida de soldado había sido muy dura, que superaba largamente los cincuenta y no había estado bien de salud en las últimas semanas. Pero con todo, le pareció que la muerte se había presentado demasiado deprisa. Sintió de pronto un vacío en el pecho, una sensación que la llenó de miedo. Toda su vida había transcurrido a la sombra de él y le era difícil imaginarse cómo sería el futuro en su ausencia.

- ¡Madre! – dijo con voz ronca Cornelia al entrar. Emilia alzó los ojos y, al ver a su hija, se levantó para ir a su encuentro. Se unieron en un abrazo que parecía hacer más diminuta a Emilia, más frágil y endeble. Se aferró con fuerza al cuello de su hija y lloró sin consuelo.

- La buena de Emilia – murmuró una de las matronas tocando con el codo a la que tenía a su lado, mientras madre e hija continuaban abrazadas –. ¿No te parece que se excede un poco?

- ¿Qué pretendes decir? – le contestó la otra.

- Bueno, todo el mundo sabe que Escipión tenía una concubina... No creo que un marido así se merezca tantas lágrimas.

- No conoces a Emilia. Lo estimaba mucho.

- Bueno, bueno, no sería tanto. Y en cualquier caso, ¡razón de más para llorarlo un poco menos! Supongo que se deshará cuanto antes de esa mujer. ¡Sé muy bien lo que yo le haría si se hubiera encamado con mi marido! Un castigo ejemplar, eso es lo que se merece. Que vayan aprendiendo otras...

Emilia volvió a sentarse entre las matronas, con su hija a su lado. Se sentía más confortada al tenerla a ella allí. Era como estar junto a su marido. Cornelia había heredado los rasgos de su padre, la misma nobleza en el mentón y la mirada, el carácter decidido y enérgico e idéntica tranquilidad. Sí, Publio Cornelio había sido bondadoso y tranquilo. Quién lo diría de un hombre que a los veinticuatro años ya dirigía el ejército de Hispania contra Aníbal. Pero así era. Emilia sentía por él mucho afecto, una mezcla de admiración y cariño fraguados a lo largo de un matrimonio sin querellas.

Le había dolido que él tomara una concubina, eso era cierto. No era algo extraño a las costumbres romanas, pero parecía contener un reproche hacia la esposa legítima, como si a ella le faltara algo o fuera incapaz de satisfacer a su marido. Se sintió entonces muy humillada, y más todavía al saber que quien ocuparía su lugar en el lecho era su propia doncella, Antistia. Una niña cuando él la compró y la trajo a casa para que la sirviera.

- ¿Era esto preciso? – le preguntó llorando, cuando Escipión le comunicó que Antistia iba a ser su concubina. – ¿No te basta acostarte con ella discretamente? A veces creo, Publio Cornelio, que mi padre se equivocó al casarme contigo.

Pese a los reproches y las lágrimas de Emilia, Escipión mantuvo su decisión. Trató de hacerle comprender que el amor y el respeto que sentía por ella eran compatibles con el afecto que sentía por Antistia, cuya juventud le alegraba el espíritu.

Fue un trago muy amargo de beber. Mucho. Sin embargo, Emilia fue capaz de digerirlo y retomar con él una relación amable y afectuosa. Pese a sus defectos, Publio Cornelio sabía hacerse querer.

Todos esos recuerdos, surgidos al mirar a su hija, habían pasado por la mente de Emilia como un relámpago. Pensó de pronto en cuántas vueltas da la vida, cuántos reveses y zigzagueos. De la noche a la mañana todo había cambiado: la muerte devolvía a cada cual a su sitio. Cuando dentro de siete días hubieran concluido las ceremonias por el funeral de su marido, decidiría qué hacer con Antistia.
* Soldado romano. Museo de las Murallas. Porta di San Sebastiano
** Matrona romana. Museo de las Termas de Diocleciano

33 comentarios:

Juan Enrique Vicuña dijo...

Nuevamente tenemos un ejemplo más de la doble moral con que se vivía en los tiempos antiguos. Saludos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Me temo que la hipocresía y la doble moral atraviesan los tiempos.Gracias por tu visita, xixe.

Laura Martillo dijo...

Son deliciosos tus post, la escritura fluye tan natural. Me encantan. Te pondré como link si no te molesta, mi mural se verá honrrado con tus letras.

Laura

Princesa dijo...

Como admiradora de Roma, ciudad magnifica, este blog me resulta espectacular.
Un gusto leerte.
Besos nuevos :)

Isabel Barceló Chico dijo...

Laura, es para mí un honor que me incluyas como un link en tu blog. En cuanto aprenda a hacerlo, yo también linkaré el tuyo. Gracias por tus palabras, siempre tan amables y alentadoras. Un abrazo.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola, princesa. Me alegro de que estés, como yo, fascinada por Roma. No hay otra ciudad igual. Espero que nos frecuentemos y nos encontremos muchas veces. Un abrazo.

Antolín Prieto dijo...

Lo que son las cosas, o las casualidades, mi hermana a ido en estos días a Roma, a un viaje turístico católico, y pues ojalá conozca siquiera algo, de todo lo que tu retratas con tanta soltura y deleite. Tus textos en verdad hacen que uno desee conocer esos sitios por todas esas historias.

Saludos

ybris dijo...

Gracias por tu visita y tus palabras.
Te leo con interés.
Besos.

almena dijo...

Es perfecta, Isabel, esta idea de exponer el sentimiento originado por un hecho, visto desde dos puntos opuestos.

Un beso!

Cotu dijo...

me encanta Roma y tb ese punto de vista que das, nunca se me habria ocurrido mirarla asi. fantastica

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola AntO! Me alegra que conocer estas historias excite el gusanillo de la curiosidad y el deseo de visitar Roma. Creo que uno de los aspectos más fascinantes de esa ciudad es precisamente su capacidad de memoria, lo que le confiere una garra extraordinaria. Precisamente por eso me siento tan motivada para hablar de sus mujeres, porque son, en cierto modo, las grandes olvidadas en un mar de memoria. También creo que, cuando se conocen cosas sobre las ciudades o lugares que se visitan, se disfruta más, mucho más.
Me ha encantado tu visita y espero que nos hagamos muchísimas mas. Un saludo

Isabel Barceló Chico dijo...

Continuaremos en contacto, Ybris. Gracias por venir, estás en tu casa.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola, Almena. Pienso que nada es blanco o negro, que todo tiene matices y puntos de vista que a mí me gusta explorar. En este caso está doblemente justificado por el desenlace de la historia, que pronto leerás. En cualquier caso, a poco que nos fijemos, nos damos cuenta de que las dos mujeres tienen razones para sentirse mal y ninguna de las dos, probablemente, ha podido elegir libremente. Dos caras de una misma moneda. Un besito, Almena.

Isabel Barceló Chico dijo...

Veo que compartimos la pasión por Roma, Cotu. A mí me pasa que no puedo imaginarmela sin las mujeres, las veo por todas partes. Creo que muchas de ellas fueron extraordinarias, y no lo digo en el sentido de ser buenas o malas, sino fuera de lo común. Espero que sigas viniendo y empapándote de lo que les pasa... un abrazo.

Anónimo dijo...

Me encanta la manera de recrear los díalogos que haces. Efectivamente la mujer ha sido la gran olvidada, pero aunque en un plano un poco más normal ¿no lo sigue siendo todavía? Acoso sexual, discriminación en contratos, poca posibilidad de acceder a los puestos más altos...
Un saludo

Isabel Barceló Chico dijo...

Has dado en la diana, unjubilado: las mujeres de la actualidad sufren todavía muchas de las lacras que señalas. ¡Lo que nos está costando superarlas...! Y no tengo claro que lo logremos en los próximos siglos. Un beso.

DINOBAT dijo...

Hola que tal?, interesante el blog, pasaré a visitar!, nos leemos, saludos,



JD

Anónimo dijo...

Nada cambia ehh.
Buena historia más actual que nunca.
Un beso. Nos le(v)emos.
Mamen

Unknown dijo...

LAS MUJERES Y SUS LUCHAS
ATEMPORALES .-

LA PRESENCIA DE LA MUJER ENGRANDECE CUALQUIER HISTORIA , SIN DUDAS .

MUCHO DE HOY ,
HAY EN ESTE RELATO
TAN BIÉN HILVANADO .-

MIS SALUDOS ISABEL Y
MUCHAS GRACIAS POR TUS PALABRAS .

ADAL

SHALOM

Anónimo dijo...

En primer lugar quisiera agradecerte tu amable comentario en mi post. Y en segundo lugar, decirte que el tuyo me parece interesantísimo....así que no voy a comentarte este último, puesto que desearía leer también los anteriores. Si me lo permites, te visitaré con frecuencia.
Saludos. Adrià Urpí

Anónimo dijo...

Todavía hoy sigue viviendo la gente con esta doble moral, ¡es una pena!
Pero las historias que cuentas son maravillosas.Te visitaré.
Gracias y besos Isabel.

Anónimo dijo...

Estuve en Roma la semana pasada. Descubrí tu blog buscado información sobre la ciudad. Mi primer viaje a Roma fue hace muchos, muchos años, te diré, fue mi viaje de novios.
Gracias a tus relatos este viaje ha sido completamente diferente. Recorriendo la ciudad no podía evitar pensar en las gentes que los habían habitado. Especialmente el foro, esta vez lo vi completamente diferente, estaba vivo!!!!!!!!!!!!
Aunque el viaje a Roma ya ha pasado, mi pasión continúa, y seguiré fiel a tus relatos.
Se nota que amas a Roma. Me da curiosidad el saber sobre tu relación con la ciudad. Pienso en una relación intensa y tormentosa.
Lo siento, no tengo glob
carme

Anónimo dijo...

Me gusta como relatas los hechos que pudieron ser reales, leyéndolos ves que se repiten todos los días y seguirán repitiendose. Con tu bien escribir y dulce imaginación(yo siempre pensando en los niños)puede ser un medio muy bonito para iniciar a los niños en una historia agradable y a los adultos introducirnos en el modo vivendis de loa/os romanos y sus protagonistas. No se por qué siempre que te leo me recuerda ...Quo Vadis?
Besos Nina

Isabel Barceló Chico dijo...

gracias por tu visita dinobat. Seguro que nos leeremos mutuamente durante los próximos meses, o quizá años. Un saludo.

Pues sí, mamen somar, qué poquito han cambiado las cosas en los últimos siglos. Y sigue... Pero está bien que cada vez haya mayor conciencia de ello. Un saludo y seguimos hablando.

Hola, Hippie viejo, me encanta que digas que la presencia de mujeres engrandece cualquier relato. Y también que nuestra lucha es atemporal: creo que conoces bien el paño. Me alegro de tu visita, aquí tienes tu casa. Un saludo.

Bienvenido, Adrià Urpí,espero que nos frecuentemos mucho e intercambiemos ideas y comentarios. Hay mujeres para rato... Un abrazo.

Gracias por tu comentario, usuario anónimo. Me alegro de que te gusten estas historias que a mí me apasionan. Espero leerte por aquí. Un abrazo.

Carme Regueiro, te echaba de menos. ¡Has estado en Roma! Me ha dado un ataque de envidia cuando he leído esa noticia. Y me satisface haber contribuido a que vieras esa ciudad con otros ojos, o con los sentidos alerta. ¡Esa es mi gran aspiración, conseguir que todas las personas que lean mis historias no puedan visitar Roma sin recordar a sus mujeres! Y no porque las historias sean "mias", son de todo el mundo, sino porque siento mío el empeño. En cuanto a mi relación con Roma, te aseguro que es idílica: estoy enamorada de ella hasta la médula y no me ha desengañado en ningún momento. Fue un amor a primera vista, y no tanto por su belleza como por su memoria extraordinaria, que me ha permitido recorrerla y reconocer aún hoy las huellas de las mujeres del pasado. Del foro podrían contarse un millón de historias... Te diré, porque viene a cuento, que la casa de Escipión el Africano estaba justo en el centro de lo que hoy son las ruinas de la basílica Julia, según se comprobó en excavaciones bastante recientes. En esa casa, que heredó su hija Cornelia, se construyó primero la basílica Sempronia (que era el nombre del marido de Cornelia) y un centenar de años más tarde, en ese solar y tomando un trozo mayor de terreno, construyó Julio César la basílica Julia...una elección muy significativa, porque aquel Sempronio marido de Cornelia fue el padre de los Graco, cuya tradición y orientación política recogió César. Ya ves, toda una historia. Me ha alegrado encontrarte de nuevo. Un beso.

Bueno, Nina, cuando hablas de "dulzura e imaginación" creo que estás haciendo tu autorretrato, aunque me encanta que me atribuyas a mí esas cosas. También yo opino que los relatos contribuyen a difundir conocimientos y tienen el interés de captar la atención de personas que quizá no se sentirían atraídas por un texto más formal o académico. En cuanto al Quo Vadis? que te evocan mis historias, no sé qué decir... ¡ya me veo vestida de cardenal!. Un besito, guapa.

Anónimo dijo...

Eres muy apasionada y contagiosa, lo que empezó para mi como una búsqueda para el viaje tiene toda la pinta de convertirse en adicción. Cuando me conecto a internet voy, ya por costumbre, a tu blog.
Tus conocimientos sobre la ciudad me alucinan, sabes mucho. Solo una persona que ama tanto se puede entregar hasta ese punto.
Sabes lo que empiezo a valorar aún más, el pensamiento femenino. Como las mujeres prestamos atención a otras cosas, y nuestra versión, o interpretación de la historia, presta atención a cosas, permiteme que las defina como, "femeninas".
Seguiré atenta a tus relatos
Carme

Maik Pimienta dijo...

Me ha gustado mucho el escrito. Coincido contigo en que el moemnto de la escritura es sublime, enajenante, cassi etéreo, necesitado de una soledad absoluta, aún rodeado de millones de personas. Te seguré leyendo. Un saludo!

Isabel Barceló Chico dijo...

Me alegra estar en trance de crear una adicta a Roma y sus mujeres. Creo que es importante que nosotras mismas tratemos de entendernos y también de intentar dar una versión propia de ciertos hechos. Supongo que a estas alturas nadie creerá que Roma fue grande sólo por los varones. Las mujeres tuvieron mucho que ver en el desarrollo de esa sociedad. En lo bueno y en lo malo, claro, pero siempre estuvieron ahí. Te animo a continuar atenta a estos acontecimientos. Un abrazo

Isabel Barceló Chico dijo...

maik pimienta, bienvenido a tu casa. Esta actividad de la escritura es solitaria, pero no tiene ningún sentido si no se comparte el fruto, por modesto que sea. Hasta pronto. Un saludo.

Leodegundia dijo...

Bueno, el llegar un poco tarde tiene en este caso sus ventajas, así me leo dos capítulos seguidos pues uno en realidad sabe a poco.
Basándome en tu forma tan fluida de relatar la historia de estas mujeres ¿no se te pasó por la cabeza escribir un libro?, sería fantástico, te animo a ello.
Un abrazo y me voy al capítulo siguiente.

Isabel Barceló Chico dijo...

Hola, leodegundia. Está bien eso de leer dos capítulos seguidos, ventajas, como tu dices, de retrasarse un poco. Respecto a lo del libro, te contesto en el siguiente capítulo, y así quedan respondidos este comentario y el siguiente. Gracias, niña.

Anónimo dijo...

ME gustan muchísimo tus escritos. Tendrás en mí a un visitante asiduo. Por cierto, pecando de inmodestia, si crees que alguna foto de mis post o del grupo te puede servir para alguno o tuyo, puedes disponer de ellas a tu antojo.
Un beso. Adrià Urpí

Isabel Barceló Chico dijo...

Muchísimas gracias adrià urpí por tu visita y tu ofrecimiento. No te diré que no... las fotos que meto son mías y obviamente, aunque tengo muchas, seguro que no podré encontrar siempre las adecuadas para estas historias, de modo que, llegado el caso, contaré contigo. Gracias por la asiduidad que me anuncias, esto me da ánimos para continuar (ya sabes, que a veces, inevitablemente, los ánimos flojean...) Nos vemos pronto. Un abrazo.

La gata que no esta triste y azul dijo...

Pobres mujeres
Pobre Emilia
Y pobre concubina.